domingo, 11 de septiembre de 2011

Notas de viaje: Ciego a la vista (VII)

The Entry to Town. por Robin Thom.

Llegamos a Sancti Spíritus alrededor de la 7:30 de la mañana. En la terminal de ómnibus de la ciudad, el chofer da 15 minutos, para que la gente estire los pies, tome café o meriende algo.

La terminal está sucia y descuidada, varios perros callejeros y famélicos merodean por el lugar. En la sala de espera, numerosas personas con cara de sueño y cajas de cartón amarradas con soga de henequén por equipaje.

Los pasajeros del ómnibus 1035 con destino a Ciego de Ávila, tomamos un sucedáneo de café, insípido, pero al menos caliente. Salimos de Sancti Spíritus, patria chica de mi familia materna, y el ómnibus chino Yutong vuelve a devorar kilómetros.

-Falta una hora para arribar a la ciudad de Ciego, me anuncia Leticia, la ex maestra de Ceballos.

Antes, ya había atravesado la frontera que divide a las provincias de Sancti Spíritus y Ciego de Ávila. En territorio avileño los sembrados tienen mejor aspecto. Prima el verdor. Máquinas gigantes de riego por aspersión distribuyen el agua por todo el campo. Se ven campesinos recogiendo papas en grandes canastos.

Por la carretera, numerosos tractores y desvencijados camiones repletos de cítricos, papas y plátanos, que con un andar asmático se dirigen a depositar su carga en los almacenes de acopio.

A las 8:35 de la mañana, después de sobrepasar la circunvalación, la ciudad de Ciego de Ávila nos da la bienvenida. A la derecha, el estadio de béisbol José Ramón Cepero, y a la izquierda, un gran espacio abierto, con un bello canal artificial, conocido como "La Turbina", centro de ferias y recreaciones.

El ómnibus ya rueda por calles interiores de Ciego. Una ciudad coqueta y limpia. Las calles bien asfaltadas, cosa rara en otras provincias cubanas.

Arribamos a la terminal avileña. Me despido del conductor; del militar que añora tener un libro de Obama; de Alberto, el vendedor de piñas y quesos; de Patricia y Joanna, futuras abogadas, y de mi compañera de asiento, Leticia, la otrora maestra, deseosa de llegar a Ceballos, para pasar un fin de semana distinto con sus padres, gracias a los "fulas" (dinero convertible) que se gana vendiendo obras de arte en La Habana.

Todos nos deseamos suerte. Falta que nos hace.
Iván García
Foto: Robin Thom, Flickr.

Nota.- Séptimo trabajo de una serie de 10 publicados en abril de 2009 en el blog Desde La Habana. Todos los posts publicados en 2009, el primer año de existencia del blog, 'misteriosamente' desaparecieron.

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