miércoles, 7 de mayo de 2014

Negros y mestizos en Cuba: todo sigue igual



Desde 2009, a tono con las aperturas económicas del General Castro, Gerald, dueño de un negocio de fotografía, en la temporada de verano renta por 5 noches una habitación en un hotel de Varadero.

A Gerald, de raza blanca y casado con una mulata, le llama poderosamente la atención el escaso número de turistas cubanos negros o mestizos. “Son muy pocos. He estado alojado en hoteles de cuatro y cinco estrellas y los negros que he visto o son empleados o parejas de extranjeros".

"En 2013 fui al hotel Memorie, que tiene mil habitaciones y solamente había 8 negros o mestizos y de ellos, la mitad casados o novios de extranjeros”, señala Orestes, negro alto y elegante que administra una cafetería habanera por divisas y de primera mano conoce el racismo disfrazado en sectores económicos privilegiados.

“Por cada negro o mestizo que administra un lugar importante hay 50 blancos. En hoteles o lugares estratégicos de la economía los gerentes son blancos. Allí los negros son dependientes, ayudantes de cocina, los que arreglan las camas, limpian la piscina o cortan el césped. En las reuniones, entre más de 400 gerentes de cafés, centros nocturnos y restaurantes en moneda dura de La Habana, solo ves a una veintena de asistentes de piel negra o más oscura ”, apunta Orestes.

Dos veces a la semana, Yamila y Melisa, una pareja de jineteras lesbianas, se llegan a un negocio gastronómico particular llamado Las Piedras, en el Vedado, a la caza de turistas foráneos o de cubanos sobrados de billetes. “Te puedo asegurar que el 70% de las jóvenes que se prostituyen son mulatas o negras”, dice Yamila.

Carlos, sociólogo, considera que el racismo en Cuba quizás no sea un problema como en Estados Unidos o Europa. “Pero existen fuertes prejuicios y la pirámide social está diseñada de tal forma que muy pocos negros pueden triunfar. Se mantienen las diferencias desde que en 1886 se abolió la esclavitud. Los negros son los que menos tienen. Viven en las peores casas, reciben menos dólares o euros por concepto de remesas y no pueden vacacionar en instalaciones turísticas de primera. Siguen marginados. Y eso redunda en una gran cantidad de jineteras y reos en las cárceles”.

Hace once años, en un discurso ante oficiales de la policía y el MININT, Fidel Castro reveló que el 80% de los reclusos en Cuba son negros y mestizos.

Joel, un negro que ha pasado doce de sus 34 años tras las rejas, cree que esa realidad no ha cambiado. “En todas las prisiones de Cuba -según activistas de derechos humanos en la isla hay más de 200 cárceles- el número de negros supera por mucho al de los blancos. Hasta los delitos son diferentes. Mientras la mayoría de los blancos están presos por matar vacas, estafas, delitos financieros o corrupción, los negros solemos cometer los delitos más violentos como riñas con arma blanca o de fuego, hurto, carterismo, asaltos, robos en viviendas ocupadas, violaciones sexuales y asesinatos”, acota Joel, quien tiene en la prisión una segunda casa.

Un investigador policial reconoce que el patrón habitual utilizado por los cuerpos policiales durante los operativos se basa en factores raciales. “Los jóvenes negros son más propensos a ser detenidos. Ese modus operandi no ha sufrido cambios”, asegura.

Roberto Zurbano, ex director del Fondo Editorial de la Casa de las Américas, en 2013 fue destituido por reconocer en una entrevista al rotativo The New York Times, las notables diferencias entre blancos y negros en Cuba.

Según el Censo de Población y Viviendas realizado en 2012, en una década -tomando como referencia el censo anterior, de 2002- el mestizaje racial creció de un 24,9 por ciento a un 26,6 por ciento. La población blanca decreció de un 65 por ciento a un 64,1 por ciento y los negros disminuyeron de un 10,1 por ciento a un 9,3 por ciento.

La peor noticia para la población negra o mestiza es que en Cuba no existen instituciones legales independientes que los protejan ante la desidia gubernamental.

En la disidencia existe una organización antirracial, CIR, presidida por Juan Antonio Madrazo, que desde la óptica intelectual estudia e intenta dar respuestas a las actuales diferencias raciales.

Pero el régimen no los reconoce. Todo lo contrario. Al historiador negro Manuel Cuesta Morúa, asesor del CIR, se le acusa de promover desórdenes que ‘afectan la seguridad y la paz internacional’. Su libertad de movimiento está condicionada por el Estado. No puede viajar al extranjero y todos los martes debe presentarse en un recinto policial.

Los negros y mestizos dentro de la oposición pacífica, suelen recibir tratos denigrantes e insultos racistas por parte de oficiales de la Seguridad del Estado y de la Contrainteligencia.

Desde el 18 de marzo de 2012, Sonia Garro Alfonso y Ramón Alejandro Muñoz, matrimonio opositor de la raza negra, duerme en húmedos calabozos, sin saber cuándo los juzgarán.

Iván García

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