lunes, 15 de septiembre de 2014

Robar y mentir, un estilo de vida



Cuando puede, Joel (nombre cambiado) se roba un poco de picadillo condimentado, varias libras de queso fundido y un chorro de aceite vegetal en la pizzería estatal donde trabaja.

No solo carga con alimentos que después revende en el mercado negro. Otras cosas también caben en el saco. Tubos de luz fría, un rodillo de madera o una caja de papel carbón para mecanografiar. Lo que se ponga a tiro se lo lleva para su casa.

Estos robos no se hacen al amparo de la noche. Pasado el mediodía, tranquilamente, Joel sale por la puerta principal de la pizzería con un surtido variopinto en su mochila.

Pero no solo el arte de robar al Estado se ha convertido en una regla de oro en la isla. Igualmente mentir, adulterar cifras y prometer una producción imposible de cumplir.

Y, créanme, Joel no es un mal tipo. Buen padre, amigo y esposo ejemplar. Cuando se le pregunta si se considera un vulgar delincuente, muy serio, te mira a los ojos y responde que no.

Las argumentaciones y pretextos para justificar las sustracciones no caben en un texto periodístico de 730 palabras. “Robar en un centro donde se elaboran alimentos o en almacenes del Estado forma parte de una ley no escrita. Casi todos lo hacen. Un simple trabajador se lleva unos kilogramos de lo que puede. Un jefe intermedio hace miles de pesos robando y adulterando cifras de producción. Un jefe superior de nivel municipal o provincial tiene tanto dinero como desee. Es una cadena de ladrones y corrupciones”, dice un ex chofer del sector de comercio interior.

La gastronomía estatal es un antro de delincuentes de cuello blanco. Una especie de cartel mafioso. Han montado una auténtica maquinaria de producir billetes para su beneficio a costa de robarle al Estado y al consumidor.

“Cada semana, le hago llegar un sobre con 600 cuc al director de mi empresa. Eso me sirve como protección ante las inspecciones y auditorías”, comenta un gerente.

Todos los administradores, gerentes y jefes superiores de gastronomía, centros de producción, turismo o almacenes estatales, son miembros del partido comunista. No roban para dañar el sistema o por motivos ideológicos. Al contrario. Es el disfuncional Estado verde olivo el que amamanta esa caterva de sinvergüenzas.

Para Reina, ama de casa, "no solo es un delincuente aquel que destripa una vaca para vender su carne. También deben ser juzgados los funcionarios que han dejado morir de hambre más de 50 mil reses en los últimos dos años".

Una amiga de Reina añade: "Y los jefes del partido y poder popular que prometen a miles de familias con viviendas en peligro de derrumbe, como la mía, que el 'caso será estudiado’ y llevan veinte años burlándose de nosotros".

Y ni qué decir sobre la alta jerarquía. Se pueden editar varios tomos con las mentiras y promesas incumplidas por los líderes de la Revolución.

"En 1970, Fidel Castro prometió que tendríamos tanto queso y leche como Holanda. Tendríamos tanta carne de res, papa, malanga y plátano que nos convertiríamos en exportadores", recuerda Anselmo, profesor retirado.

"Nunca nos dijo que cada familia podría tener un auto ruso. No. Era mejor y más sano tener una bicicleta china. Pero sí en tono radiante prometió que hiciéramos un espacio en casa, para albergar a una vaca enana que nos daría leche fresca", señala Rebeca, peluquera.

Mentir y prometer es política de Estado en Cuba. También incumplir los tratos comerciales con otras naciones. No pagar las deudas. Y engañar a empresarios extranjeros.

De lo que se trata es de valores cívicos perdidos. Además de deshonestos, un gran número de cubanos son expertos en saquear al erario público. Incluso cuando se marchan del país, siguen con sus prácticas aberrantes. Sin rubor, un habanero radicado en Miami, a varios amigos nos contaba cómo roba electricidad sin pagar un centavo.

En una lista de la Interpol aparecen decenas de cubanos afincados en Estados Unidos que han estafado al Seguro Social o el Medicare. Ninguna persona digna puede sentirse orgullosa de ese tipo de comportamientos.

Mentir, defraudar y robar es ya patológico para no pocos compatriotas, dentro y fuera de la isla. Pero si Fidel Castro engañaba al pueblo desde una tribuna, o ser miembro del partido es una escalera para acceder al pillaje, qué se puede esperar del resto de los ciudadanos.

Robar y mentir se ha convertido en algo más que un estilo de vida para muchos en Cuba.

Iván García
Foto: Tomada de El Ciudadano, Chile.

2 comentarios:

  1. ramiro===tiene lo que se merecen los cubano esta calle son de fidel asi gritavan los cubano15 de septiembre de 2014, 8:48

    pero levan 57 anos robando y mintiendo
    en cuba si o no

    ResponderEliminar
  2. Todos estamos conscientes de la situación planteada, pero ¿ qué ocurre con ese mismo individuo que roba al Estado ladrón, cuando sale de Cuba y se establece, por ejemplo, en Miami EUA ? Bueno, por lo que veo aquí en Miami, muchos siguen ese patrón cuando llegan pero poco a poco cuando su situación económica mejora van dejando , poco a poco también, esa comportamiento. ¿ Pero por qué ? El individuo roba por necesidad, por vicio o por vagancia genética. En el primer caso, la necesidad la va cubriendo con el trabajo que realice y mientras más poder adquisitivo obtenga en esa misma proporción decaerá en apropiarse de lo ajeno. Aquí también influye mucho la presión social de una comunidad que no lo hace ni lo tolera y las leyes son claras, efectivas y aplicadas. No hay tolerancia gubernamental. En el segundo caso, la policía todos los días se ocupa de ellos y cuando cumplen sus condenas, los pocos se regeneran y los muchos cometen delitos de hurtos mayores e incluso hay agravantes y daños a propiedades e individuos. En el caso genéticamente vagos le pega lo que reza el dicho ... " al perro huevero, aunque le quemen el hocico...".

    ResponderEliminar

Los comentarios en este blog están supervisados. No por censura, sino para impedir ofensas e insultos, que lamentablemente muchas personas se consideran con "derecho" a proferir a partir de un concepto equivocado de "libertad de expresión". También para eliminar publicidad no relacionada con los artículos del blog. Por ello los comentarios pueden demorar algunas horas en aparecer en el blog.