Héctor Pulgar Fernández tiene permiso de residencia transitoria en La Habana, pero no derecho a vender chiviricos (tira delgada de masa de pastel, frita y espolvoreada con azúcar), pues no tiene licencia para comerciar.
Oriundo del municipio Bartolomé Masó, en la provincia Granma, decidió retornar a la capital a buscarse la vida en cualquier cosa. Hoy huye de la policía, se esconde, vende chiviricos para sobrevivir y asegura que si no lo capturan no regresará a Oriente.
Graduado como Profesor General Integral en la Ciudad Escolar Camilo Cienfuegos, de su localidad, impartió el magisterio en la asignatura de matemáticas a los alumnos de 7mo grado por 236 pesos, durante los cursos 2001-2002. Con ánimo de prosperar, por 425 pesos al mes aceptó venir a trabajar a La Habana.
Deslumbrado por las promesas de buena comida, albergue y otras posibilidades, entre ellas poder quedarse a residir en la capital, impartió igual asignatura y en el mismo nivel escolar en Ciudad Libertad, y en Nené Traviesa, Hermanas Giral, y otras escuelas habaneras, desde 2003 hasta 2008. Decepcionado del magisterio regresó a Bartolomé Masó, su pueblo natal.
“Nada era como prometían. La comida era un sancocho, las condiciones de alojamiento las de un barracón, y de quedarme nada, pues en cuanto se graduaran los capitalinos que estudiaban para Profesor General Integral, tendría que regresar. Además, 400 pesos aquí no duran ni la mitad de 200 pesos allá. Y aquello de “mambises del Siglo XXI”, era solo por el diario batallar.
Con 28 años de edad, casado con una joven que también se graduó como profesora integral, aunque Héctor trabaja en su municipio natal, según su propia expresión, “ha tenido que inventarla en el aire para sobrevivir”.
Decidido a salir del atraso que considera medieval allá en las serranías de Bartolomé Masó, pensó que como ciudadano del país tenía derecho a buscar mejoras de empleo en “La Habana, la capital de todos los cubanos”, como reza un slogan oficial.
“Todo fue un caos. Como no tenía el cambio de dirección, no me dieron trabajo, y lo peor, que cuando salía a la calle y me paraba la policía, al mirar en el carné dónde residía, me decían que estaba ilegal y debía volver a mi lugar de origen, o me pondrían una multa la primera vez, y en la segunda, iría para un calabozo hasta que me pudieran deportar”.
De regreso a la provincia Granma, trabajó en lo que aparecía, ya que al magisterio no vuelve más por los bajos salarios, la desconsideración, el cúmulo de actividades y labores extracurriculares que, más que a un profesor, corresponden a un cuadro de la Unión de Jóvenes Comunistas.
En 2012 regresó y se puso a vender de forma ilegal. Fue capturado por la policía, y como era 'reincidente', le levantaron un acta de advertencia, donde dice que en cinco años no puede volver a la capital, lo condujeron a la estación policial de Zapata y C, y de ahí al centro de detención La Blanquita, hasta que se llenó el vagón del tren y lo deportaron.
Al llegar a Bartolomé Masó fue multado con 350 pesos por 'movimiento ilegal', y advertido que de retornar a La Habana, lo esperarían las cárceles El Típico de Manzanillo, o Las Mangas, en Bayamo, ambas en la provincia Granma.
Pero está de nuevo en La Habana. Con un permiso transitorio de residencia por seis meses (del 29 de mayo al 29 de noviembre de 2013), y como no le dan trabajo, vende chiviricos ilegalmente, huye de la policía, se esconde, y asegura que si no lo capturan no regresará.
“Soy como un palestino en la Franja de Gaza o Israel. Sin derechos. Por algo los habaneros nos llaman peyorativamente así. No podemos vivir en la capital de nuestra propia nación”.
Texto y foto: Víctor Manuel Domínguez
Cubanet, 17 de septiembre de 2013
si quieres tanto al palestino llevatelo pa tu casa,que gobierno ,ni que Castro,LOS HABANEROS JAMAS EN LA VIDA NINGUNO HAN SOPORTADO NI ACEPTADO A LOS ORIENTALES,ELLOS MISMOS LE PUSIERON "PALESTINO.da tu vuelta y sigue,.
ResponderEliminarCuento de horror y misterio...
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