Durante mucho tiempo, los medios oficiales responsabilizaron a los intermediarios por los altos precios de los productos del agro. Y hablaban de crear un mercado mayorista para acabar con la situación.
En diciembre de 2013 entró en vigor el decreto ley 318, que regula la comercialización sin intermediarios de productos agropecuarios en la capital. Por esa fecha, comenzó a funcionar El Trigal, en la barriada habanera de Marianao, conocido como 'el mercado de la calle 114'.
Pero lejos de disminuir los precios de viandas, frijoles y hortalizas, éstos han aumentado considerablemente, además de que muchas frutas y vegetales son difíciles de encontrar en las tarimas.
Los productos del agro siguen llegando a la población con mala calidad y y su presencia en el mercado no es constante.
Un ejemplo es el boniato, que se cultiva en cualquier época del año porque es una producción de ciclo corto (90 días). Pero de un precio de 80 centavos, se elevó a 2 pesos la libra y los venden llenos de tierra.
Este tubérculo fue un alimento fundamental para el ejército libertador durante nuestras guerras de independencia. "Al boniato hay que hacerle un monumento", decía el capitán mambí Francisco Monés, según ha contado uno de sus hiijos.
Tan abundante llegó a ser, que en Cuba se produjeron pequeñas cantidades de azúcar de boniato que fueron exportadas a Estados Unidos para suplir el déficit de azúcar durante la Segunda Guerra Mundial.
Por el alto precio de la malanga, 5 pesos la libra, hace tiempo muchas personas han renunciado a comerla. No es el único producto caro.
Una señora pregunta al tarimero “por qué está tan cara la guayaba, si en el periódico decían que en Mayabeque han crecido las plantaciones dedicadas a su cultivo. "Esas guayabas hay que traerlas del Trigal y el transporte es muy caro", le contesta.
La yuca, que es vianda de un día, llega a los mercados en mal estado y también ha triplicado su precio. Es frecuente ver cómo la yuca y otras viandas de consumo habitual del cubano, se pudren en las tarimas debido a sus precios, y aún así no se rebajan.
Lucio en su punto de venta del barrio ha dejado de ofertar hortalizas. Dice que no tiene quien le traiga la mercancía y él no dispone de transporte para ir a comprarla a Marianao. Y añade que allí todo es caro, y que la mala manipulación hace que las verduras lleguen deterioradas a las tarimas.
A esta situación hay que sumar las plagas. A un vendedor de El Trigal, Lucio le reclamó y éste lo justificó diciendo que los insecticidas escasean.
En busca de cebollas, una vecina fue desde Lawton hasta Centro Habana. Un mazo con 6 cebollas le costó 15 pesos, y 10 pesos una libra de tomates. Cuando protestó, el vendedor le dijo: “Compré las cebollas a 8 pesos el mazo y 6 pesos la libra de tomates. A eso hay que sumar que pagué 300 pesos para que un camión me los trajera desde del Trigal hasta aquí. ¿A cómo los voy a vender?”.
Una clienta le preguntó al dueño de un punto de venta de viandas, frutas y hortalizas, que siempre estaba bien surtido, por qué ahora estaba vacío. “Es que no tengo camión y traer las mercancías desde El Trigal me cuesta un ojo de la cara”, le respondió.
Por Gladys Linares
Cubanet, 17 de febrero de 2014
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