Desde tiempos de la colonia muchos blancos han sido atraídos por las negras. A esa preferencia ahora le dicen quemar petróleo. Petrolero es aquél a quien realmente lo que le satisface es el sexo con las prietas. A las negras y mestizas que desdeñan a los hombres de su raza las denominan piolas.
La apertura de Cuba hacia el turismo, a principios de los 90, ha contribuido a exacerbar toda una leyenda sobre el “fuego uterino”. Y las de piel canela u oscura -y las de otros híbridos raciales- le han sacado partido y literalmente se han adueñado de las camas de los turistas.
Más de una década después, no hay extranjero que no asocie el goce sexual con una cubana negra o mestiza. La propaganda gráfica y las revistas destinadas a atraer turistas y hombres de negocios se cuidan de explotar la imagen de la mujer como objeto sexual. Una controversia causó en la prensa nacional la promoción del ron Mulata. Pero generalmente cuando aparece la foto o dibujo de una mujer o de una niña en un anuncio, el patrón-guía suele ser el blanco. Es como si tuvieramos vergüenza de que en la envoltura de un jabón Lux, hecho en Cuba, apareciera una negra o mulata.
Ellas quedan para el ron Mulata, la mayonesa Doña Delicias y la línea de champú, acondicionador, brillantina sólida y desriz Art Work, especialmente elaborada en el país para “gente de color”, de “pelo malo” (leáse “pasa” o cabellos gruesos rizados). En el 2000, los fabricantes de Black Star, también cubanos, hicieron un póster-calendario anunciando sus productos cosméticos y lo ilustraron con fotos de tres mulatas y un negro claro.
Opuesta es la visión cuando una revista foránea decide hacer un número especial dedicado a Cuba. Es lo que hizo en noviembre de 2000 la casa editora de Merian, con sede en Hamburgo, Alemania. En la portada, una hermosa y sonriente niña negra con un peinado africano. Al hojearla, ocurre al revés de las publicaciones cubanas: trabajo cuesta encontrar fotos de nacionales blancos. No es Kuba según los europeos, sino la Cuba real.
El paso del tiempo no ha eliminado los tabúes. Y hoy, como ayer, sigue siendo mal visto que una mulata cuya madre “la adelantó”, se enamore y se vaya a vivir con un negro. Y si esa mulata le pare al niche una hembra y tiene que peinar trencitas, que dios la coja confesada. Un sacrilegio. Esa ha sido la mentalidad. Y continúa siéndolo.
Lo más doloroso es que las culpas las suelen cargar las mujeres negras. “Culpables” por el “atraso” de los suyos, por no casarse o parirle a blancos. “Condenable” la mulata que perdió la cabeza por un negro, en vez de tratar de “blanquear” la familia y seguir “adelantándola”. Porque lo negro todavía es sinónimo de retroceso, marginalidad, humillación, frustración. Y lo blanco de desarrollo, bienestar, progreso, felicidad.
No obstante, en materia de higiene, la raza negra por lo general se distingue por su aseo y limpieza. En broncas y discusiones, los negros acostumbran a decirle a los blancos “sucios y cochinos” y estos suelen ripostar gritándoles “negros peste a boca”.
Ha sido y es una gran injusticia. Si alguien ha llevado toda la carga sobre sus espaldas, ésas han sido las negras, otrora esclavas y criadas. Que arriban a un nuevo milenio con las escasas oportunidades que siempre tuvieron. Y teniendo que tragar bilis para poder vencer todos los desafios.
Es por ello que donde quiera que esté un negro preparado, uno puede estar seguro de que si hasta allí llegó, es por condiciones superiores a muchos blancos que le rodean. Y si es negra, tenga el título universitario que tenga, probablemente es porque logró sobresalir por encima de sus colegas blancas.
Si a los negros les cuesta subir y permanecer en la cima, las mujeres negras en el trayecto han dejado sangre, sudor y lágrimas. Por no decir alma, corazón y vida. O trompas, útero y ovarios.
El resultado del mundial de atletismo celebrado en agosto de 2001 en Edmonton, Canadá, evidencia la garra y la fuerza de las mujeres negras cubanas. De seis medallas obtenidas por la delegación de Cuba (los 23 deportistas participantes eran todos negros y por su actuación ocuparon el cuarto lugar por países) las cuatro primeras preseas las ganaron cuatro atletas negras: Osleidys Menendez (oro), Yipsi Moreno (oro), Sonia Bisset (bronce) y Daymí Pernía (bronce). Las dos restantes fueron colgadas en los cuellos morenos de Iván Pedroso (oro) y Anier García (plata).
Al margen de que la “guerra de razas” en las competencias de campo y pista se haya renovado, a raíz del inesperado triunfo de la ucranina Ybana Pintusevich sobre la estadounidense Marion Jones, en el caso de Cuba la realidad habla por sí sola: desde las niñas y niños en los juegos escolares hasta los atletas de alto rendimiento de uno y otro sexo, lo que brilla en torneos dentro y fuera de la isla es esa negrada, como algunos despectivamente le llaman, que algún día subirá a otro podio. A ése que más tarde o más temprano los cubanos todos construiremos. En una Cuba tolerante, democrática y multirracial.
Tania Quintero
Foto: Eleanor Calvo, directora del Observatorio Ciudadano, una de las participantes en la Jornada por la Diversidad y la Integración celebrada en marzo de 2012 en la sede del Comité Ciudadanos por la Integración Racial. La foto se la hizo su padre, el historiador Leonardo Calvo.
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