En el terreno, ubicado en Quinta Avenida entre las calles 72 y 74, no queda ni rastro de la otrora Embajada del Perú.
En abril de 1980, el lugar sitio se convirtió en el refugio de más de 10 mil cubanos que decidieron escapar de un fracaso con nombre de paraíso. Durante los años 80, ubicó allí un museo en recordación, entre otras cosas, de las enardecidas turbas que protagonizaron los mítines de repudio contra los que se iban.
Se denominaba -y se denomina- Museo de la Marcha del Pueblo Combatiente y ahora radica en la Calle 17 No. 6012 casi esquina a 60, Miramar, y se encontraba cerrado por reparaciones.
En la tarde del 1 de abril de 1980, un ómnibus de la ruta 132 irrumpió por el portón del garaje de embajada peruana. Era el tercero que entraba de ese modo en una sede diplomática. Fue tiroteado por guardias apostados en los alrededores. Venían doce personas, quienes habían quitado los asientos y pusieron planchas de acero y sacos de arena para protegerse dentro del vehículo.
El rebote de una de las balas, disparadas por sus colegas contra las planchas, fulmino al sub-oficial y custodio Pedro Ortiz Cabrera. El gobierno cubano exigió la devolución de los asilados, acusándoles de la muerte del custodio. El gobierno peruano se negó. La tensión diplomática entre ambos países llegó a su punto álgido en la madrugada del 4 de abril.
Cuba y el mundo amanecieron con la noticia de que la Embajada de Perú en La Habana estaba sin escoltas. Todo el que quisiera, podía acceder y acogerse a asilo. En la medianoche del 6 de abril ya habían 10,803 cubanos allí refugiados.
Poco antes, sobre las 10 de la noche del día 5, de abril, una limousine negra, blindada, de la marca Zil, había llegado acompañada de cuatro Alfa Romeo color vino. De la limousine descendió Fidel Castro. Observó el perímetro de la embajada. Los refugiados que estaban más próximos a la cerca, instintivamente retrocidieron. En ese momento, el grueso de las armas apostadas en la zona apuntaban hacia el área tras el cercado. Un silencio tenso se apoderó del lugar.
Castro dialogó con Ernesto Pinto, encargado de negocios de la legación peruana. Después, Pinto subió a la limousine y éste partió. Al día siguiente, junto con su familia, fue enviado a Perú.
Para ese momento, un fuerte cerco policial, apoyado por turbas paramilitares, detenía y golpeaba a cualquiera que intentaba llegar. El dueño de la finca llamada Cuba no estaba dispuesto a permitir más cimarrones.
Miles de personas hacían fila para tomar agua de un grifo ubicado en el patio trasero de la residencia. Apenas había espacio para estirar las piernas. Los más ágiles, improvisaron su refugio en el techo de la casa y en los arboles del jardín.
Las autoridades cubanas comenzaron a lanzar cajas con comida y bolsas con leche y agua. El caos y la desesperación provocaron escenas que fueron filmados por camarógrafos del Noticiero ICAIC bajo la dirección de Santiago Álvarez. Y la televisión nacional mostraba a la “escoria golpeándose entre sí por acaparar la comida”.
Un periodista peruano, César Hildebrant, captó las primeras fotos que mostraron lo que estaba sucediendo dentro del lugar. Las imágenes fueron sacadas subrepticiamente y dadas a conocer al mundo. Otras, en video, fueron confiscadas por las autoridades. Años más tarde, aquel video pudo ser visto en una televisora de Miami y rebotó hacia Cuba. En un día, la verdad iluminó lo que la mentira ocultó y tergiversó durante años.
Entre abril y octubre de 1980, a través del puero de Mariel, rumbo a Estados Unidos, 125 mil cubanos se fueron de la Isla.
Casi mil, que permanecieron en la embajada hasta el mes de junio, fueron trasladados a Lima. Allí fueron ubicados en un campamento de refugiados dentro del parque Túpac Amaru. Posteriormente, la mayoría logró llegar a los Estados Unidos gracias a la Fundación Nacional Cubano-Americana y otras entidades humanitarias.
En agosto de 1994, estalló otra crisis migratoria. Miles de cubanos, intentaron cruzar el Estrecho de la Florida en embarcaciones precarias. Muchos de los que tiraron huevos y piedras a los que se iban en 1980, se lanzaron a la travesía, huyendo, catorce años después.
Camilo Ernesto Olivera Peidro
Cubanet, 4 de abril de 2015.Foto: En la Embajada de Perú, los cubanos no pedían agua ni comida, si no que los sacaran del país. Tomada de Martí Noticias.
Leer también: Otra historia de la Embajada de Perú y Qué pasó con los cubanos que hace 30 años llegaron exiliados a Perú?.
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