"El que no la vio, no podrá nunca imaginar lo que era La Habana en aquel momento: una pequeña Viena, un París en miniatura". Así describió a la bella capital cubana "de antes" la poetisa y patriota habanera Dulce María Loynaz (Premio Cervantes), en su última obra, Fe de vida (1994). Pero, oh desventura, al "París en miniatura" le cayó la plaga castrista-comunista y, si alguien hoy ya mayor viajó a La Habana en 1958 y la visita ahora de nuevo, no podrá creer lo que ve.
Y menos lo que huele. Tapándose la nariz mientras apura el paso y sortea charcos de aguas putrefactas, se preguntará cómo es posible que la hermosa ciudad que él admiró, esté hoy así. Entre 1952 y 1958, en Cuba hubo una dictadura militar y en La Habana no se veían montañas de basura nauseabunda en las calles ni escombros de edificios derrumbados. Ahora se "construye el socialismo" y sí los hay. ¿Por qué? Es una buena pregunta para esa izquierda que alaba al totalitarismo castrista.
Excluyendo de ella las áreas en las que están los hoteles, los edificios del Estado, del Gobierno, del Partido Comunista, las zonas frecuentadas por los turistas y los repartos en los que residen dirigentes y diplomáticos, la capital más apestosa y más contagiosa de enfermedades de Occidente actualmente es (si se excluye a Puerto Príncipe) La Habana. Uno de los grandes "logros de la revolución". Porque no estamos hablando de una pestilencia cualquiera, sino de una "que lo llena todo, que se pega a la ropa, se mete en la nariz y la llevamos a casa metida en nuestro cabello y unida a nuestra piel", tal y como la describe Yoani Sánchez en una crónica desde La Habana.
O como la define BBC News en un reportaje habanero: "las partículas del hedor, las moléculas de la peste, se te pegan a las cerdas de la nariz y se cuelan en los entresijos de tu mente". Un hombre que no dio su nombre comentó a Radio Martí "que ya no es posible pararse en ningún lugar de la calle sin sentir la peste, para donde quiera que te mueves, ahí está, La Habana entera es un basurero". Lo peor no es la insoportable peste, sino los mosquitos, moscas, ratas, cucarachas, chinches, repletos de gérmenes que emanan de los basureros barriales. Diseminan bacterias, virus, infecciones, en un país sin medicamentos y con un sistema de salud pública prácticamente colapsado.
Hasta una epidemióloga oficialista, Belkis Barrera, del Hospital Nacional de Rehabilitación Julito Díaz, de La Habana, hace poco no pudo contenerse y se refirió a la "proliferación de la inmundicia" en los barrios de la ciudad. Destacó que los basureros callejeros son fuentes de enfermedades gastrointestinales causadas por moscas, leptospirosis transmitida por ratones; dengue, zika, chikungunya, y ahora también el Oropouche, que transmitidos por mosquitos cunden por toda la Isla y es exportado al mundo entero vía turistas. Y falta citar la encefalitis, la filariasis linfática o el mal de Chagas, transmitidos por mosquitos, y por chinches.
Esos estercoleros en los barrios no son ajenos a la existencia hoy en Cuba de cólera, malaria, lepra, tuberculosis, ataques mortales de disentería y gastroenteritis. Y en cualquier momento puede que haya viruela, y quién sabe si hasta resucita la peste bubónica de los tiempos de Boccaccio y su Decamerón. ¿Qué hacen las autoridades? Se quejan del "bloqueo" estadounidense y de que están fuera de servicio más del 40% de los camiones para recoger la basura.
Así lo afirma la Dirección Provincial de Servicios Comunales (DPSC), que también se lamenta de que no encuentra trabajadores (por los bajos salarios que pagan), y que en los municipios de Centro Habana, Cerro, Marianao, Arroyo Naranjo, y San Miguel del Padrón ni siquiera encuentran personas para dirigir esos servicios municipales. En febrero de 2024 la DPSC admitió que de los 440 camiones con que debía contar para recoger los 30,108 metros cúbicos diarios de basura que se generan en La Habana había 174 y solo estaban funcionando 69 por falta de neumáticos, combustible baterías, llantas, y piezas.
¿Cuántos camiones hay ahora en septiembre? Probablemente no llegan ni a 50, pues hay menos piezas de repuesto, combustible, personal, y sobre todo, ¡menos de ganas de trabajar! El Partido Comunista tilda a los habaneros de irresponsables y de "conducta antisocial" por tirar la basura en las calles, y los ha convocado a "un movimiento popular para contribuir al saneamiento ambiental". O sea, que si no quieren pudrición, hediondez y ratas a la puerta de sus casas que solucionen ellos el problema.
La basura acumulada en las calles bloquea el drenaje público y, con las intensas lluvias, se inundan muchas zonas residenciales. No pocos residentes en esas áreas pierden sus pocas pertenencias personales, y encima contraen infecciones con las aguas infectadas con larvas u orine de ratas, el medio principal de transmisión de la mortal leptospirosis.
Hay además en este azote algo grave de lo que nunca se habla. No se trata solo de recoger la basura debidamente, sino del day after, el procesamiento posterior de la basura recogida. Eso en el mundo está cada vez más a cargo de industrias municipales estatales muy eficientes y de compañías privadas especializadas.
La basura aumenta las emisiones de dióxido de carbono, gas metano, óxido nitroso y otros gases nocivos que dañan y erosionan el medio ambiente. Hoy los servicios de recogida y el tratamiento tecnológico-ecológico de residuos sólidos son grandes industrias, estatales o privadas, que generan muchos empleos y contribuyen al desarrollo económico-social. En Cuba eso no existe. A nivel global el tratamiento de residuos sólidos en vertederos a cielo abierto generó 1.600 millones de toneladas de gases de dióxido de carbono en 2016, según el Banco Mundial.
Y a cielo abierto son todos los vertederos de La Habana: el de Calle 100 y Boyeros (52 millones de metros cúbicos de basura con 25 metros de altura), el de Guanabacoa, y el de Ocho Vías. Estos dos últimos afectan la cuenca de agua potable del Acueducto de Vento. Los expertos afirman que una tonelada de residuos sólidos produce 200 metros cúbicos de gases tóxicos (48% de metano y 52% de dióxido de carbono). La Habana genera unas 25.000 toneladas de residuos diariamente. O sea, expele millones de metros cúbicos de gases que agravan el calentamiento del planeta.
En América Latina ya son mayoría los municipios que cuentan con tratamiento ecológico moderno de residuos sólidos: Chile, Argentina, Uruguay y Costa Rica tienen porcentajes entre 53% y 65% de la basura total recogida. En Chile compañías privadas ya procesan ecológicamente el 81,2% de la de la basura. En Colombia ese porcentaje es del 69%, Argentina (54%), Bolivia (37%). Hoy la capital cubana está a años luz de esa eficiencia en la recogida de basura, y en su tratamiento ecológico moderno.
Y todo se va agravando. La periodista independiente Gladys Linares hace unos días reportó desde La Habana que una vecina suya vio a un hombre tirar "los mondongos de un animal" en el basurero de la esquina, y le comentó. "A eso hay que darle candela, porque no se va a poder aguantar la peste". Ese es otro serio problema. Vecinos ya desesperados queman los basureros barriales y las llamas han alcanzado viviendas y postes del tendido eléctrico.
En fin, así es la vida hoy en la otrora "pequeña Viena" de América. Y me vuelvo a preguntar cuánto costará en recursos y en esfuerzo humano la reconstrucción de la que ayer maravilla fue, y hoy… ¿Qué es hoy La Habana?
Roberto Álvarez Quiñones
Diario de Cuba, 8 de septiembre de 2024.
Diario de Cuba, 8 de septiembre de 2024.
Foto: Mansión en Calzada entre D y E, Vedado, hoy sede regional de la UNESCO en La Habana. Tomada de CiberCuba.
Notas al margen de Tania Quintero.- A propósitos de París, en Vintage Cuba, entre cientos de fotos de la Cuba republicana, se encuentran los desfiles de moda que la firma Dior hacía con la tienda El Encanto, en La Habana de los 50. En una de las fotos se puede ver a Christian Dior, que viajó expresamente a la isla a participar en un desfile de modas, en el Country Club. En 1954, Dior diseñó un vestido de alta costura que le puso el nombre Cuba.
Foto del modelo Cuba, publicado en Vintage Cuba en octubre de 2022, con este texto: "En 1954, la Casa Christian Dior dio a conocer este hermoso vestido de noche confeccionado con tul e hilos metalizados al que llamó Cuba, y que solo podía ser adquirido en París, Nueva York o la tienda El Encanto de La Habana".
Más sobre ese vestido en La Galerie Dior. Una versión en rosado puede verse en esta foto de Mark Shaw. En 2022, en Cubanet recordaban que la tienda El Encanto vendía ropa exclusiva de Christian Dior.
Ya en mi blog lo he contado: tanto a El Encanto, en Galiano y San Rafael, como a Fin de Siglo, en Águila y San Rafael, las dos tiendas más prestigiosas que había en La Habana, los cubanos, fueran ricos o pobres, blancos, negros o mulatos, podían entrar sólo a mirar, aunque no compraran nada. A partir de los 11-12 años, cuando mi padre me daba el dinero y yo sola me compraba ropa, zapatos y útiles escolares, muchas veces entré a Fin de Siglo y El Encanto. Las visitas de los habaneros de a pie seduplicaban o triplicaban en diciembre, para ver los adornos navideños y también adquirir algo rebajado.
Una vez, para un intercambio de regalos en mi aula de inglés, en Fin de Siglo compré por 0,99 centavos de pesos, una colonia de Helena Rubinstein, que sin costo adicional me la envolvieron en papel de regalo, con cinta y etiqueta de la tienda. Cuando en septiembre de 1959 cobré mi primer salario (47 pesos) como mecanógrafa en el Comité Nacional del Partido Socialista Popular, me compré un frasco de Eau de Toilette Miss Dior, en su caja con diseño tweed en blanco y negro. Me costó 5 pesos.
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