Si los izquierdistas de caviar del exterior vieran lo que pueden ver sus ojos en Cuba, y no sólo lo que quieren ver, un paseo por la Habana Vieja les bastaría para descubrir el infranqueable muro clasista que ha levantado el régimen entre ellos mismos y nuestra gente de a pie. Ni siquiera necesitan recorrer todo el casco histórico. Será suficiente con que caminen dos o tres cuadras por Obispo.
A la vez que el más sobresaliente corredor turístico, esta calle es la más populosa de la Isla. En ningún otro sitio convergen de una manera tan masiva y cercana (físicamente) los visitantes foráneos y los cubanos humildes.
Parece obvio que el régimen, mediante su virreinato en la Habana Vieja, se está aprovechando de la historia de Obispo, en tanto arteria comercial muy concurrida, para usarla como vitrina propagandística, destinada a disfrazar el bochornoso gueto que sufren ciudadanos comunes a partir de su estatus de animales de zoológico, que apenas son observados a distancia por los visitantes.
Pero ocurre que aquí también sale a flote la habitual torpeza de nuestros caciques. Ya que siendo el punto de mayor cercanía entre habaneros y visitantes, Obispo ofrece una impar ocasión para comprobar el abismo que les separa.
A lo largo de sus doce cuadras, desde las riberas de la bahía hasta Monserrate, además de ser la calle cubana con mayor número de policías acechantes, es un bulevar comercial único. Sin embargo, casi la totalidad de sus tiendas venden en divisas.
Así que el papel de los habaneros es servir de adorno, otorgarle pintoresquismo al sitio, ir a mirar o a mirar a los que miran, pero sin poder tocar, porque nada está al alcance de sus bolsillos. También, en algunos casos, van con la esperanza de obtener algo de los turistas.
En Obispo hay 39 tiendas, pero ninguna vende en moneda nacional. Hay una docena de restaurantes, de los cuales sólo uno admite el dinero que comúnmente se les paga a los habaneros en sus empleos. Hay decenas de bares, cafeterías, quincallas, kioskos, casi todos dedicados al comercio en “moneda dura”. Apenas quedan unos pocos cuentapropistas y algún que otro timbiriche estatal donde se pueden comprar (en pesos cubanos) comestibles ligeros de pésima calidad.
En la esquina de Habana hay una especie de mercado y comedero para pobres (el único de Obispo), que es un auténtico tugurio, oscuro, sucio, con atmósfera interior de opresiva miseria. En su fachada han escrito una suerte de anuncio que es una burda tomadura de pelo, tanto para sus consumidores como para los turistas: “Ofertas y servicios de excelencia. Todo en moneda nacional”.
Sólo los mendigos y los luchadores del peso para la jama superan el número de policías y turistas en esta calle histórica, que data del siglo XVI, la primera en ser asfaltada en La Habana y también pionera en el alumbrado público.
En el actual número 462, entre Villegas y Aguacate, vivió el ilustre filósofo y presbítero Félix Varela, en un inmueble donde hoy comparten espacio una pequeña biblioteca y un kiosko de souvenirs para turistas. También pernoctaron aquí celebridades como Ernest Hemingway, quien escribió en el hotel Ambos Mundos (Obispo y Mercaderes), parte de su novela Por quién doblas las campanas.
Centro de lo que una vez se llamó el “pequeño Wall Street habanero”, Obispo conserva algunas de sus antiguas sedes, como el actual edificio del Ministerio de Finanzas y Precios, de 1907, considerado el primer “rascacielos” de la ciudad. O aquel donde se inauguró el primer estudio fotográfico de Iberoamérica (No. 257, entre Cuba y Aguiar). Otros inmuebles históricos de esta calle son actualmente museos: numismático, pintura mural, ciencias naturales, orfebrería, y hasta el de los CDR, que es todo un monumento al odio.
Especialmente popular desde el siglo XIX por sus establecimientos comerciales, casas de modas, boutiques, dulcerías, renombradas farmacias, restaurantes, bares, hoteles y cafés, Obispo no ha dejado de ser el sitio más frecuentado por los habaneros. Sólo que hoy, por obra y gracia del virreinato de la Habana Vieja, lejos de ser lo que fue, se ha convertido en la calle de la infamia.
Texto y foto: José Hugo Fernández
Cubanet, 24 de enero de 2014.
Hola a todos. Encontré este blog de casualidad buscando a Ivan Garcia. La verdad es que me impresiona como describen lo que ven. Ya los he puesto en mis favoritos y voy a decicarme a leer el resto de los artículos publicados. Muchisimas gracias por mostrar la otra Cuba.
ResponderEliminarUn abrazo desde Suiza
Hola, si vives en Suiza, te sugiero en el buscador de El blog de Tania Quintero (http://taniaquintero.blogspot.com), pongas Suiza y verás que hay muchos trabajos publicados sobre ese país. Es que mi madre vive en Suiza desde hace diez años.
EliminarAdemás de este blog tengo otro, Desde La Habana (www.desdelahabana.net). Y desde allí te saludo, Iván