lunes, 10 de noviembre de 2025

¿Se apaga la oposición y el periodismo independiente en Cuba?

 

En algún momento del verano de 2016 coincidimos José Daniel Ferrer, Ángel Moya, Berta Soler, líder de las Damas de Blanco, y yo en un lugar céntrico de La Habana. Eran pasada las nueve de la noche y durante la charla con Ferrer le comenté mi interés de escribir un perfil sobre su trayectoria en la disidencia pacífica. “No quiero que sea una apología. Quiero retratar a un hombre de carne y hueso con sus virtudes y defectos. No me gusta recostarme a estatuas heladas”, le dije, citando una frase que en algún libro leí.

Ferrer estuvo de acuerdo. “No hay problemas. Será mejor si vas a Santiago de Cuba”. Otras veces nos vimos en recepciones por el 4 de julio organizadas por la Embajada de Estados Unidos en La Habana. Mi relación con la oposición fue a veces complicada. Era un periodista incómodo. Fui de los pocos reporteros que públicamente reprochó en determinados momentos el errático desempeño de la oposición interna, sus luchas de egos, casos de corrupción y escaso poder de convocatoria entre la ciudadanía.

Eso me granjeó antipatía por parte de algunos activistas políticos. En los corrillos privados escuchaba fuertes críticas a grupos y líderes opositores. Cada vez que preguntaba por qué no lo denunciaban, el pretexto era que le hacían un favor a la dictadura. Como yo no tenía compromiso con ninguna bandería política de la disidencia, escribía mis artículos de opinión. Siempre resalté el rol de la oposición cubana. La disidencia no ha podido ser sometida por el acoso sistemático de la Seguridad del Estado.

El dictador Fidel Castro pudo derrotar, gracias a su superioridad en hombres y armas, a la Brigada 2506 que desembarcó por Bahía de Cochinos. También a los grupos de guerrilleros anticomunistas que se alzaron en diversas regiones del país.

Desde que el 28 de enero de 1976, Ricardo Bofill fundara el Comité Cubano Pro Derechos Humanos, contra viento y marea, la disidencia ha seguido vigente. Pero cada vez somos menos los opositores, activistas y periodistas sin mordazas que quedamos en la Isla. La mayoría supera los 60 años. Viven mal y el estado de salud de muchos es precario. Intelectuales disidentes y periodistas abiertamente anticastristas como Félix Bonne Carcassés,, Vladimiro Roca Antúnez, Ricardo Bofill, Laura Pollán, Oswaldo Payá Sardiñas, Tania Díaz Castro, Arnaldo Ramos, Raúl Rivero y recientemente Juan González Febles, han muerto en Cuba o en el exilio.

Los éxitos de la oposición y el periodismo independiente son un hecho palpable. La disidencia siempre proclamó el derecho de los cubanos a no ser ciudadanos de tercera categoría en su propia patria. Si la autocracia permitió el uso de la telefonía móvil, internet, vender o comprar casa, rentar habitaciones en hoteles y viajar al extranjero sin permiso oficial fue gracia a demandas de la oposición.

La prensa independiente, que comenzó en la década de 1990, con sus historias y análisis de esa otra Cuba que el régimen pretende ocultar, ha desplazado entre los cubanos de a pie a los desacreditados medios oficiales. El punto débil de la oposición local ha sido no conectar con el pueblo. Desde luego que la metódica represión, sin un espacio doctrinario y el temor en amplios sectores de la ciudadanía, ha impendido tender puentes con la gente y realizar proselitismo político a favor de la democracia.

Me decía Ángel Moya, exprisionero político de la Primavera Negra, que un disidente no debe rendirse y debe hacer proselitismo político en el barrio, en las colas para comprar el pan o en un taxi colectivo. Desde hace tiempo la balanza está a su favor de la disidencia. Si hace diez años siete de cada diez cubanos no apoyaban al régimen, en 2025, esa proporción es de nueve cada diez personas.

Por supuesto que se mantiene el miedo, el oportunismo y la simulación. Pero cada vez menos. José Daniel Ferrer junto a grupos de activistas de la región oriental como los hermanos Néstor y Rolando Rodríguez Lobaina, entre otros, fueron precursores de las protestas callejeras. Al residir lejos de La Habana, sus acciones o no eran conocidas o eran ninguneadas por el liderazgo opositor capitalino.

Rolando Rodríguez Lobaina llegó a reunir en la Alianza Democrática Oriental (ADO) a más de mil ciudadanos. Ferrer fundó la UNPACU (Unión Patriótica de Cuba), participó en diversas manifestaciones callejeras y realizó un trabajo social en favor de la comunidad. En la región oriental la represión siempre fue más feroz. Sus líderes han sido perseguidos y encarcelados en múltiples ocasiones. Lejos de las embajadas occidentales y la prensa extranjera acreditada en La Habana, la policía política tuvo carta blanca para reprimir.

Hace unos días, en un parque de La Habana, conversando con Rolando Rodríguez Lobaina y Manuel Cuesta Morúa les decía por qué la oposición, en un momento donde la mayoría de la población pide la renuncia del actual gobierno, no es capaz de capitalizar ese descontento.

Lobaina fue un poco pesimista. Ha sufrido prisión, decenas de detenciones y vivió en carne propia cómo muchos cubanos viraban la cara para otro lado cuando la Seguridad del Estado reprimía a miembros de su organización. “Una noche armé una protesta en el hospital provincial de Guantánamo por el pésimo servicio médico. Me golpearon y vejaron delante de mi hijo y su madre. Luego me arrastraron por toda la calle. Personas que en privado criticaban la pésima gestión del régimen, desde la otra acera y en silencio miraban impasibles. Al día siguiente comprendí que el mejor método para enfrentar a la dictadura era desde el periodismo”.

Cuesta Morúa, veterano opositor, cree que “debemos insistir con diversas fórmulas para llegar a la gente. Antes nos faltaba la gente, que por miedo aún apoyaba al régimen, ahora el descontento ciudadano es mayoritario. Ya existe una conciencia cívica mínima, provocada por los apagones y la escasez. Ahora de lo que se trata es de potenciarla”.

En el periodismo independiente las cosas son diferentes. Las nuevas tecnologías de la información posibilitan el don de la ubicuidad y escribir historias fuera de tu país. Y con el auge de la telefonía móvil, cada vez más cubanos ejercen el periodismo ciudadano cuando hacen sus denuncias en redes sociales. El éxodo ha provocado que la cifra de reporteros libres en la isla que habitualmente escribe y publica no supere la veintena.

La muerte el martes 14 de octubre del periodista independiente Juan González Febles, el Johnny,como antes la del maestro Raúl Rivero y de la veterana Tania Díaz Castro, son muy difíciles de suplir. Febles era un periodista honesto. Te hablaba de frente. No era políticamente correcto. Mis diferencias de criterios con él no impidieron que fuéramos amigos. En broma le decía que fue trumpista antes de que Donald Trump se dedicara a la política. Fue un transgresor. Criticaba al gobierno de Estados Unidos por su pasividad con Corea del Norte, Irán, Cuba y otras dictaduras.

“Las diferentes administraciones estadounidenses siempre dejan las cosas a medias”, opinaba. Y ponía de ejemplo determinadas etapas de la historia. Era un lector apasionado. Hablaba inglés con soltura, era amante del jazz y el rock. Llegó al periodismo independiente en 1997. En 2005, unos amigos suecos le ofrecieron la gran oportunidad de hacer su propio periódico. En vez de gastar dinero en un proyecto faraónico, invirtieron tiempo en enseñar a un puñado de colegas cómo se administraba y diseñaba un periódico digital.

Las lecciones no cayeron al vacío. Juan González Febles y Luis Cino, al frente del proyecto, se rodearon de un equipo competente. La aventura era peligrosa. Debemos situarnos en contexto. En marzo de 2003, un enfurecido Fidel Castro había llevado a la cárcel a 75 opositores pacíficos, entre ellos 27 periodistas independientes. Por aquellos años, la labor informativa dentro de Cuba había disminuido considerablemente. El temor de parar tras las rejas, suscitó que los reporteros libres tomaran dos caminos: el exilio o el retiro provisional.

Febles y Cino siguieron adelante escribiendo sus cuartillas en una libreta a rayas y leyéndola posteriormente desde un teléfono particular. En marzo de 2007 fundan Primavera Digital que llegó a contar con más de 40 colaboradores en todo el país. Cada sábado, Ana Torricella, web máster y esposa de Febles, desde las nueve de la mañana recibía en su reducido apartamento de la barriada de Lawton a un grupo de ruidosos periodistas que ese día entregaban sus notas para el semanario.

La casa del matrimonio Febles estaba lejos de ser una oficina ideal. La sala, demasiado pequeña, era ocupada por un ordenador de cuarta generación y un fax anacrónico. A pesar de las carencias materiales y el acoso de los servicios especiales, Primavera Digital hizo su trabajo informativo. Sin intermitencias. Y sin fondos desde el verano de 2014. Durante siete años patrocinadores suecos financiaron al primer semanario disidente en papel y digital editado íntegramente desde La Habana.

Pero en agosto de 2014 su patrocinador decidió cerrar el grifo del subsidio utilizando el chantaje como arma de presión. Febles no aceptó la coacción. Y comenzó a realizar el semanario por sus propios medios. Llegó a publicar más de 500 ediciones. En 2020 apenas cuatro o cinco reporteros publicaban columnas de opinión política. Primavera Digital, decano del periodismo independiente en Cuba, tuvo que cerrar.

La falta de fondos sentenció a muerte el periódico. Juan González Febles fue un patriota a prueba de balas. Le gustaba cerrar sus ojos y visualizar el escenario en una Cuba democrática. “Ya viene llegando, Iván, ten fe. La dictadura no tiene otro camino”, me comentó en 2020 cuando fui a visitarlo. Estaba cada vez más sucio y demacrado. Comenzó a vender los muebles y las ropas para poder comer. Luego regaló su gato a un vecino. No quería que pasara hambre. Ya para 2022, la mente de Juan González Febles se apagó.

Como no reciben pensión -la primera medida activa de la dictadura contra los opositores es expulsarlo de sus empleos- cuando llegan a la vejez los disidentes cubanos tienen que sobrevivir como pueden. Casi siempre del altruismo de amigos y allegados que les regalan un poco de comida, algo de dinero o un medicamento. Pero de la caridad no se puede vivir todo el tiempo. No es sostenible.

Febles murió enfermo y olvidado. Te prometo que brindaré con un trago de whisky sin hielo, como te gustaba, cuando en Cuba aterrice la democracia. Si antes Dios no me lleva contigo. Johnny, por favor, hazme un hueco.

Iván García
Foto: El periodista independiente Juan González Febles en 2008. Tomada de Almacenes Primavera.

lunes, 3 de noviembre de 2025

Elogio de El Johnny, un periodista cubano que abrió caminos

 

En marzo de 2003 Fidel Castro, furibundo por el Premio Sajarov concedido a Oswaldo Payá y por las condenas en Miami a cinco de los espías de su Red Avispa, aprovechó que la prensa mundial estaba enfocada en la invasión de Irak para ordenar la detención y enjuiciamiento sumario, al estilo nazi, de 15 opositores a su régimen por cada uno de sus cinco topos.

Los arrestos comenzaron el 18 de marzo y para el 6 de abril 75 activistas de derechos humanos y del Proyecto Varela, sindicalistas, bibliotecarios y periodistas independientes ya estaban sentenciados a penas promedio de 20 años de prisión y en camino a las ergástulas más alejadas de sus lugares de residencia. El golpe a la prensa independiente, que había florecido en 1995, y desde entonces narrado la realidad de la Cuba profunda como jamás lo hicieron los medios oficialistas, no fue leve: 26 de los 75, más de la tercera parte, eran comunicadores alternativos.

Guardo todavía discos con las grabaciones que les hacía para el programa “Sin Censores ni Censura” de Radio Martí. Cuando por aquellos días nefastos tomé la última en la voz del pinero Fabio Prieto Llorente pensé que la recuperación de la prensa independiente cubana iba a tomar años. Me dio alguna esperanza la publicación, con sus demás redactores presos, del tercer número de la revista De Cuba, gracias al coraje de la veterana colega de Cuba Press Tania Quintero y de la joven, pero no menos talentosa y valiente periodista del Grupo de Trabajo Decoro Claudia Márquez Linares.

Sin embargo, coronado por el fusilamiento sumario de tres jóvenes negros que intentaron desviar la lanchita de Regla sin haber derramado sangre, el terror se hizo entonces rey.

Hasta que dos locos brillantes, visionarios y machacados por el régimen decidieron tomar el relevo. Encaramándose en la ola mundial de rechazo a la letal rabieta de Castro, Luis Cino ─por entonces sereno de una vaquería─ y Juan González Febles ─“El Johnny” para muchos rockeros semiclandestinos─ concibieron la idea de lanzar un semanario digital.

Para que no hubiera lugar a dudas le pusieron por nombre Primavera. Con ayuda de embajadas y el apoyo de colegas que no llegaron a hacer la lista de Castro como Víctor Manuel Domínguez, Julio Aleaga Pesant y José Antonio Fornaris, Primavera se hizo realidad.

Sin el semanario de Cino y El Johnny, se habría interrumpido de nuevo la crónica de la Cuba que no salía en los noticieros. Con sus colaboraciones y los relatos de las Damas de Blanco sobre sus familiares presos pude mantener en el aire “Sin Censores ni Censura”en Radio Martí. Y la emisora podía siempre llamarlos para obtener reacciones de dentro sobre las noticias cubanas.

Tengo que confesar que mi favorito en esos casos era El Johnny. Creo que la frase es de Alberto Cortez, pero para mí González Febles era la mejor prueba de que lo serio no es lo contrario de lo divertido. En medio de sus agudos análisis intercalaba aquellos cubanismos que luego nos hacían reír a todos en las dos orillas: a nosotros en la redacción y del otro lado de sus radios rusos de onda corta VEF y Selena, a los cubanos que podían identificarse con uno de ellos que hablaba a calzón quitado y desde allí dentro.

Era tan divertido El Johnny que cuando una vez en su demencia senil que yo ignoraba se le perdió por días a su esposa y colaboradora Ana Torricella, pensé que era otra broma suya y le escribí a Ana por Facebook que lo amarrara a la pata de la cama. Ahora me llega la noticia de su deceso y lo siento. Lo siento por Ana, por Cino, por mí, por sus compañeros de Primavera y por la prensa independiente cubana, en cuya historia se ganó un sitial. Pero no puedo evitar imaginarme al Johnny allá en el Cielo, haciendo reír al mismísimo Dios y, como él solía decir, “hasta a Malanga y su puesto’e viandas”.

Texto y foto: Martí Noticias, 14 de octubre de 2025.

lunes, 27 de octubre de 2025

El mayor opositor de la dictadura cubana

 

Justo cuando prendió la hornilla eléctrica para recalentar una cazuela de chícharos llegó el apagón. Con la linterna del teléfono móvil fue hasta el destartalado sofá de la sala para prender una lámpara recargable. Estaba descargada. Con la premura de cocinar se le olvidó enchufarla en el tomacorriente. El arroz quedó a medio hacer. En medio de la oscuridad su hijo de 8 años lloraba y le pedía comida: “Mamá tengo hambre”.

Yanisey, 34 años, salió de la estrecha habitación en la ruinosa cuartería colectiva donde vive y buscó a su esposo. No estaba bebiendo ron con sus amiguetes en el patio central del solar. Tampoco estaba en la casa de juego clandestina, conocida como burle. Alguien le comentó que lo vio por el Paseo del Prado, intentando vender a un despistado turista una caja de Cohíba piratas.

Yanisey le pidió 500 pesos a un vecino para comprarle a su hijo una pizza que le calmara el hambre. “Mi marido, en el momento que más lo necesito, ni está ni se le espera”, dice. El apagón estaba programado de siete a once de la noche. Pero al filo de la medianoche no había llegado la luz.

Ya a las diez de la mañana hubo un corte eléctrico de cinco horas. Yanisey estalla: “Qué pinga se cree está gente. Qué somos aborígenes. El singao viajando a China con su mujer gastando el dinero del pueblo y uno aquí en penumbras”. Ella se dedica a pintar uñas y poner extensiones de pelo. Cada peso que gana lo gasta en comprar comida. “Estos descarados tienen que largarse, pa' Vietnam o Rusia, no sé. Ya han robado suficiente. La única forma de parar los apagones es botarnos pa'la calle”, escribió Yanisey en el muro de Facebook de la empresa eléctrica de La Habana.

Luego que su hijo se comiera la pizza y se tomara un refresco, fue hasta casa de su madre, que tiene un ventilador recargable, para que el niño durmiera con su abuela. “Para entretenerme, me pongo a chismear con los vecinos. Si hace mucho calor, como hoy, nos sentamos en el muro del malecón a criticar al gobierno. A veces hacemos una ponina y compramos cerveza y matamos el tiempo hasta que venga la luz”, cuenta Yanisey.

A lo largo de la calle San Lázaro, en medio del apagón, decenas de vecinos se sientan en la puerta de entrada de sus casas a esperar que llegue la luz. Hace un tiempo atrás a Leonardo, pescador aficionado, le daba igual vivir en una dictadura. “La democracia no se come”, decía. “No me importaba la política. Cada fin de semana veía desfilando por la calle Neptuno a las Damas de Blanco y miraba cómo la Seguridad del Estado junto con personas que movilizaban, les gritaban insultos y las amenazaban con cánticos que decían 'al machete que son pocas' o apunten, disparen, fuego”.

“Eran unas papayúas. Todo el mundo por esta zona condenaba el abuso. Pero nadie hacía nada para impedirlo. Total, pensaba yo en ese tiempo, podía comprar comida, no la que quería, pero tenía lo básico y mi familia no pasaba hambre. Pero llegó la crisis coyuntural del sin casa-Díaz-Canel. Y la pista se calentó. Comer es un sacrificio y cada vez estamos peor mientras los culos rotos (los gobernantes) viven como potentados. El pueblo tiene que coger la calle. O nos matan de hambre y enfermedades”, afirma Leonardo.

Disney, licenciado en ciencias políticas, considera que “con la drástica caída del nivel de vida de los cubanos, ha habido una toma de conciencia en la población. Desde mi percepción todo comenzó con la apertura de internet en 2014, cuando las personas aprovecharon las redes sociales para hacer catarsis y criticar abiertamente al gobierno. Antes no existía ese altavoz. La estrategia de distensión de Obama no dio el resultado que se esperaba para que el gobierno iniciara una profunda reforma económica de corte democrática”.

“Pero el discurso de Obama en La Habana tuvo gran repercusión entre los cubanos. El mandatario estadounidense era más popular en esos años que Fidel y Raúl Castro. Amplios sectores de la población comprendieron entonces que el gobierno era el culpable del inmovilismo y la intolerancia. La estocada final fue un conjunto de factores: la crisis en Venezuela que por efecto dominó repercutió en Cuba, la llegada de la pandemia, la desastrosa implementación de la Tarea Ordenamiento que disparó la inflación y aumentó la pobreza extrema a más del 80 por ciento”, opina Disney y añade:

“Cuba no superó la caída del comunismo en la URSS. El modelo económico, político y social estaba diseñado a imagen y semejanza. Nunca fue un sistema sustentable. Desde 1989 comenzaron a caer en picada todos los rubros sociales, económicos y productivos. La llegada de Chávez a Miraflores fue un salvavidas que les permitió ganar tiempo. Pero el modelo político implementado por Fidel hace más de treinta y cinco años muestra que es inviable. El desgaste del poder y la mediocridad de la clase política actual acrecientan la crisis multisistémica. Todavía una parte importante de la población tiene temor de expresarse abiertamente o salir a la calle a protestar. El 11J fue un parteaguas, fue el inicio de una revolución ciudadana indetenible”, concluye el politólogo.

Para Josué, estudiante universitario, “las redes sociales y la prensa independiente han expuesto la verdadera escencia del régimen. Hay muchas preguntas que el gobierno no responde y quedan en evidencia. En Cuba ha surgido una oligarquía sustentada desde el poder que pulverizó los logros sociales de antaño. La desigualdad es abismal. Si observas cualquier foto de un acto político, verás a los panzones, rozagantes y sobrealimentados en la presidencia y a los que aplauden hambreados y desdentados. Hay un divorcio con el pueblo. El descontento es mayúsculo”, expresa Josué.

Roldán, taxista privado, está convencido que la situación política y económica en el país es un callejón sin salida. "El gobierno está atrapado en su propia ratonera. Cada día que pasa el panorama es peor. Las cosas se le han ido de las manos. Es la realidad la que condena al gobierno. Cada año que pasa estamos peor. El mayor opositor que tiene el país son los extensos apagones y el ‘no hay’ generalizado: no hay transporte, no hay comida, no hay medicinas, no hay nada. Los dirigentes no van a solucionar la crisis. La liga no se puede estirar más. Está a punto de partirse”.

La pregunta que se hacen muchos en Cuba es cuándo la caldera explotará.

Iván García

lunes, 20 de octubre de 2025

Cien años de comunismo en Cuba

 

El Partido Comunista cumple hoy, 16 de agosto, un centenario de su creación en Cuba. Es la organización partidista que más tiempo ha disfrutado de las ventajas del poder en este país desde su independencia de España. El relato histórico oficial, que ayudó a construir el propio PC, ha hecho creer erróneamente a varias generaciones, quizás para justificar su renuencia a la pluralidad, que la política republicana fue profundamente anticomunista. Dicha tesis debe ser cuestionada a partir de nuevas visiones históricas.

Con ese propósito, comparto estos fragmentos de un libro en proceso de escritura, bajo el título provisional de El anticomunismo en Cuba antes de 1959: mito y realidad. Algunos de los temas mencionados aparecieron ya en Segundas Lecturas. Intelectualidad política y cultura en la República burguesa (Ediciones Matanzas, 2013 y 2016) / Premio Anual de Investigación Cultural 2014.

Nuestra historiografía es en verdad reacia a reconocer las grandes oportunidades que se abrieron para el Partido Comunista durante los más de 15 años que transcurrieron tras su legalización, en 1938. Lo usual es la imagen de una organización hostilizada en medio de una sociedad llena de tabúes hacia la ideología marxista, que muestra al Partido en permanente oposición a las fuerzas políticas del país y en desventaja en cuanto al acceso al poder mediático. El enfoque en cuestión reduce la historia de esa organización a sus primeros 13 años de existencia, que transcurrieron en la ilegalidad, y minimiza el hecho de que, junto al chileno, fueron ambos los primeros partidos comunistas de América con participación en un Senado y una Cámara burgueses.

Desde el gobierno –entre 1940 y 1944 formaron parte de la coalición gobernante– o desde la oposición, los comunistas desarrollaron una intensa actividad legislativa. Los senadores y representantes de ese partido aportaban leyes, mociones y ponencias dirigidas a disímiles asuntos de interés social. Además, disponían de una plataforma mediática que le permitió interactuar con la sociedad.

La Editorial Páginas –ubicada en Obispo no. 65, dpto. 7, apartado 2213– pretendía ampliar la cultura de la población al publicar obras de autores nacionales y extranjeros que aportasen al desarrollo de la conciencia ciudadana, entre las publicaciones hubo mucha literatura marxista. También poseía la Librería Páginas, calle O'Reilly 503 entre Bernaza y Villegas, Apartado 2213, donde se vendían los libros de la editorial. En función de la promoción literaria contó con Ediciones Sociales (1939-1947), Ediciones del PSP (1944-1954), Ediciones de la Revista Fundamentos, Ediciones de la Gaceta del Caribe y Ediciones de Mil Diez.

Según testimonio del dirigente comunista Ramón Nicolau, para aminorar los gastos ocasionados por el traslado de los voluntarios cubanos a la guerra en favor de la República española, fue creada una agencia de pasajes con oficinas en la Manzana de Gómez, por la calle Neptuno. Ella economizaba un 15 por ciento en el precio de los pasajes y, una vez cumplida esta misión, quedó en actividad operada por el Partido durante varios años.

En 1938, los comunistas fundaron la productora cinematográfica Cuba Sono Film, cuyo propósito era propagandístico y de denuncia. Conjuntamente con ella, se organizó la distribuidora de películas Blue Ribbon Films. La tarjeta de presentación ofrecía los siguientes servicios: alquiler de amplificadores, fotografía comercial, filmaciones y proyecciones de películas de 16 mm, documentales educativos, sociales, etc. Además, brindaba servicio de amplificadores en los actos de masas organizados por los sindicatos. Su sede inicial estuvo ubicada en un edificio de la calle Calzada no. 1006, entre 10 y 12, Vedado. Más adelante se trasladaron a una casa amplia en la calle San Miguel no. 566 entre Gervasio y Belascoaín. Allí montaron un buen laboratorio fotográfico y contaba con mejores instalaciones y equipos de cine, sonido y fotografía.

Aunque el Partido llegó a tener su propia emisora radial (Mil Diez), a partir de 1943, desde mucho antes dispuso de una amplia programación a través de la que propagaba su ideología. Veamos unos ejemplos: Orientación Popular, de 12 a 1 pm, por la CILBF/1280 kc; Las charlas socialistas democráticas, de 7 a 8 pm, por CMCM, CMCK y CMBZ; Doctrina y Acción, con dramatizados biográficos de veinte minutos sobre líderes comunistas como Carlos Marx, Vladimir Ilich Lenin, José Stalin, entre otros, de 8 a 9 pm, por la CMBF/1290 kc.

Su órgano oficial fue Noticias de Hoy, aparecido en mayo de 1938. Tuvo un precio de dos centavos, y dos ediciones, una en la mañana y otra vespertina. Se subvencionaba por suscripción popular, en menor medida, y por publicar anuncios de productos y servicios, especialmente de empresarios y profesionales cubanos. También anunciaban la Lotería Nacional. Los ingresos obtenidos le permitieron tener su propio taller de impresión, ubicado en Desagüe 108 y 110, Apartado no. 2422, Dirección Telegráfica: Noti–Hoy, Habana.

Se programaban actividades para niños y jóvenes, como Teatro Infantil de Hoy, Teatro Popular de la Juventud y los Sábados Festivos de los jóvenes del pueblo, en Zulueta 660 (altos) con bailables incluidos; y era costumbre que se organizaran actos públicos de carácter político cultural en el estadio La Polar.

Tras el fin de las alianzas establecidas durante la Segunda Guerra Mundial los comunistas cubanos se vieron afectados en alguna medida, pero nunca dejaron de participar en el juego de la política y de disponer de las plataformas mediáticas que lo hacían posible. Para las elecciones de 1944 el Partido Comunista continuó en el bloque gubernamental, pero perdió ante la Alianza Auténtico-Republicana, y Ramón Grau San Martín obtuvo la presidencia. Con Grau (1944-1948) se inició el período de los Auténticos, y aunque su campaña electoral incluyó propaganda anticomunista, después no realizó acciones radicales contra el movimiento comunista y sindical.

Por el contrario, en momentos de defensa de ciertos intereses económicos, se apoyó en líderes comunistas. El buen clima entre comunistas y auténticos se reflejó de forma evidente en la misiva que Ángel Augier enviara a José Antonio Portuondo en febrero de 1945: "Ya sabrás nuestras muy cordiales relaciones con Mongo [Ramón Grau]. La cosa se está poniendo buena. Juan dijo un formidable discurso sobre Martí en el senado el día 28, con la asistencia del Presidente. Ayer mismo fueron Juan, Blas, y Lázaro a Palacio a comunicar al Presidente los acuerdos de la asamblea del Ejecutivo que acaba de celebrarse, y en la que se resolvió apoyar todas las medidas del gobierno a beneficio popular. Dice Juan que Mongo se expresó en términos muy laudatorios para el Partido y para el apoyo que recibía, así que yo creo que podemos impulsar cosas buenas”.

En carta de Nicolás Guillén a Portuondo, del 8 de febrero de 1945, se lee: “Grau se muestra en magnífica postura en cuanto a la CTC. Asistió –lo verías- a un acto en el edificio en construcción, y se comprometió solemnemente a dar el resto de la plata que hacía falta para terminarlo. Sujétate: ochocientos mil pesos. Concedió aumento a los obreros azucareros; dictó un decreto (al cesar la Ley de Alquileres) prohibiendo los desahucios siempre que el inquilino deposite el dinero en el juzgado; dictó también otro decreto prohibiendo los desalojos campesinos; ¡y visitó el periódico Hoy!“

La Segunda Guerra Mundial terminó en 1945 y Estados Unidos emergió como potencia hegemónica. Las tensiones con el naciente campo socialista irían en aumento, sobre todo desde 1947 por las contradicciones en el Berlín ocupado. Los antiguos aliados volvían a enfrentarse, esta vez en conflictos más políticos e ideológicos que militares; en consecuencia, sobrevino la política de Guerra Fría.

El nuevo escenario propició cambios en la actuación del gobierno de Grau. Las evidencias más apreciables estuvieron en la abierta presión sobre el movimiento sindical: asaltos a locales para interrumpir reuniones, suspensión de asambleas, asesinatos de líderes sindicales y campesinos, etc. No obstante, ninguno de los gobiernos auténticos, ni Grau ni su sucesor, Carlos Prío (1948-1952), tomó medidas radicales contra la organización comunista. El Partido no fue ilegalizado, continuó disponiendo de sus propiedades y publicando su diario oficial, además de la revista Fundamentos. Los senadores comunistas fueron respetados en sus funciones. En 1948, el presidente de los comunistas cubanos, Juan Marinello, era el vicepresidente del Senado de la República.

Muy diferente fue lo ocurrido en Chile, donde las fricciones del gobierno con los comunistas desde 1946 fueron deteriorando su participación en la vida política del país suramericano. Las tensiones tuvieron su clímax con la aprobación de la Ley de Defensa Permanente de la Democracia, en septiembre de 1948, conocida también como Ley Maldita. Esta legislación chilena proscribió la participación política del Partido Comunista y borró del registro electoral a sus militantes, lo cual significó que los regidores, alcaldes, diputados y senadores electos fueron inhabilitados. No se eximió de ello a intelectuales de renombre mundial como Pablo Neruda, que debió exiliarse.

En Cuba el Partido Comunista no fue ilegalizado ni siquiera tras el golpe de Estado, encabezado por Fulgencio Batista, el 10 de marzo de 1952. Su prohibición ocurrió más de un año después y se debió a una infortunada casualidad. La celebración del cumpleaños 45 de Blas Roca tuvo lugar el 24 de julio de 1953 en un céntrico restaurante de Santiago de Cuba, y allí estuvo la plana mayor del Partido. Al ocurrir el asalto al Cuartel Moncada, dos días después, Alberto del Río Chaviano, jefe del regimiento militar del cuartel, los relacionó con la acción. Terminaba así la etapa legal en la vida del Partido Comunista, promovido como Partido Socialista Popular desde 1944.

Tras sumarse tardíamente a la postura insurreccional contra la dictadura batistiana, los comunistas emergerían con fuerza renovada en la vida política, en la cual se les responsabilizó desde el inicio con sectores claves en el nuevo proceso, especialmente en el campo de producción y reproducción de ideología. A partir de 1965, tras el período de reacomodo de las fuerzas emergentes en la victoria sobre la dictadura, y mediante una refundación, emergerán, con su nombre actual: PCC, para ser, hasta hoy, el único partido político legal en Cuba y convertir el deformado marxismo de matriz estalinista, no solo en una ideología de Estado, sino en un mecanismo de dominación, discriminación y segregación política.

El daño a la vida política nacional a partir de entonces ha sido enorme. Un Partido que disfrutó del respeto a la igualdad política en un sistema parlamentario plural; al nuclearse al grupo de poder victorioso, mutaría en una organización intolerante, dogmática, que se cree dueña de la verdad absoluta; apegada a una línea inmutable, que vació de dialéctica su interpretación del devenir histórico y que defiende la disciplina a costa del ejercicio sincero del criterio y de la justicia. Resulta más parecida a una secta de elegidos que a un partido político.

La constante apelación al supuesto pasado anticomunista en Cuba, ha sido más bien una de las vías para legitimar la exclusividad del partido único y la justificación a su intolerancia manifiesta hacia cualquier otra corriente ideológica de pensamiento. Esa leyenda negra, que presenta al anticomunismo como una política de Estado sin fisuras, y como una característica propia de la sociedad cubana a lo largo de la historia republicana, es un mito que no se sostiene ni siquiera desde la narrativa de la propia prensa del Partido.

En febrero de 1947, el escritor Lino Novás Calvo, le hizo una exhortación al Partido en carta dirigida a su amigo, el intelectual comunista José Antonio Portuondo, en la que esboza la propuesta de una estrategia más adecuada: « (…) Tendría que mirar realísticamente las cosas y aceptar la verdad donde quiera que la encontrara. Y jugar más limpio y menos fríamente con los hombres, y con los sentimientos, y los valores morales. Menos estrategia y menos táctica y menos funcionalismo y más alma y humanidad. Pero también eso es difícil».

Alina Bárbara López Hernández*
Texto y foto: Café Fuerte, 16 agosto de 2025.

*Profesora e historiadora, residente en la provincia de Matanzas. Fue acusada y condenada por desobediencia en un juicio amañado en 2023 y es víctima frecuente de hostigamiento por parte de la policía política.

Una nota de Tania Quintero.- Esa foto no es de 1930, es de 1945. Sería en 1947, año de esta otra foto o en 1948, cuando mi padre me empezó a llevar a las oficinas del PSP, en Carlos III entre Oquendo y Marqués González. Como ese balcón no era peligroso, mi padre me dejaba estar allí parada mucho rato.

La avenida Carlos III era una de las mejores que se construyeron en La Habana, amplia, con varios carriles en distintos sentidos y con espacios donde además de los postes de electricidad, había árboles sembrados. Una belleza!

Además de estar en el balcón, parte del tiempo me la pasaba en el archivo, ayudando a Lucrecia López (la de la foto conmigo en 1947), a recortar y pegar. O iba a la biblioteca, la bibliotecaria era Justina Álvarez, mulata manzanillera que era muy amiga de mi padre, que en algún momento fue querida de Blas Roca y ya vieja, después que mi tía Dulce y Blas se divorciaron, se casó con Blas y fue su 'viuda oficial', con el visto bueno de los malignos hermanos de Birán.

También entraba a las oficinas de Carlos Rafael Rodríguez, donde el mecanógrafo era Filiberto (Machito), hermano de Lucrecia. O a la de Aníbal Escalante, Joaquín Ordoqui, Juan Marinello, Lázaro Peña... Cuando Blas se iba, como mi padre era su guardaespalda, me iba con él en el auto, un Ford negro. El chofer era el negro Fiallo. Alante se sentaba Blas, detrás, René López, el secretario de Blas, un mulato muy culto, que se enfermó de tuberculosis y en 1954, cuando se inauguró Topes de Collantes, estuvo varios meses allí.


lunes, 13 de octubre de 2025

Cubanos están muriendo por falta de medicamentos

 

Tres días antes de morir, Armando, 56 años, subió a su muro de Facebook una colección de fotos en la playa con su esposa, sus dos hijos y dos nietos. En algunas se le ve bebiendo cerveza dispensada en una jarra de medio litro con un grupo de amigos. No podía saber, desde luego, que 72 horas después fallecería en su casa ubicada en la barriada de Luyanó, al sur de La Habana.

Cuenta la esposa “que padecía de diabetes e hipertensión. Además de tener el hígado graso y otros achaques típicos de las personas que no tienen una alimentación sana y balanceada. Esa noche se insultó muchísimo por un apagón que duró nueve horas. Llamaba a la empresa eléctrica y nadie levantaba el teléfono. Traté de calmarlo, pero el cogía demasiada lucha con los problemas que se viven en Cuba”.

Al menos no sufrió. Según su familia se acostó pasada la medianoche y en algún momento de la madrugada falleció. “La autopsia dictaminó que fue un paro respiratorio. Pero la causa real de su muerte prematura -el promedio de vida de los hombres en Cuba es de 71 años, una estadística que tanto le gusta alardear al gobierno-, fue debido a que no tomaba los medicamentos orientados por el especialista y la mala alimentación”, afirma su esposa y añade:

“Hace siete años comenzó el calvario. Armando recibía mensualmente los medicamentos necesarios además de una dieta de leche (padecía de gastritis), viandas, pollo y pescado. Con Díaz-Canel el país ha ido cuesta abajo. Estábamos mal. Pero ahora es un infierno. Al gobierno no le importa los sufrimientos del pueblo. Si siguen en el poder van acabar por exterminarnos”.

Hace una década, Ernudis, 70 años, era un tipo saludable, aunque generaba antipatías en el barrio. Durante un tiempo fue informante de la Seguridad del Estado y miembro la Asociación de Combatientes, una organización paramilitar. Su intransigencia política rayaba en el fanatismo. Ni siquiera su hijo en la diáspora quería saber del padre. Murió debido a la desnutrición en la mañana del domingo 7 de septiembre, vísperas de la celebración de la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba.

“Estaba en el puro hueso. Hace días nadie sabía de él. Lo llamaba y no respondía. Yo tenía el teléfono de un pariente suyo. Cuando entraron a la casa lo encontraron muerto. Apenas comía. Recibía una pensión de mil y pico de pesos que no le alcanzaba para comprar alimentos. Y como la mayoría de vecinos lo detestaban, nadie lo ayudaba. Padecía también de enfermedades crónicas que no se atendía por falta de medicamentos”, dice una vecina.

Norberto, 55 años, padece de diabetes ulcerativa entre otros achaques. “Para comprar el tratamiento de un mes tengo que pagar más de 15 mil pesos. O como o me atiendo la salud. Debido a la enfermedad he perdido la visión, lo que me dificulta trabajar. Un par de espejuelos con los cristales adecuados cuestan de 120 a 200a dólares por la izquierda. Desde 2020 no recibo dieta médica. Me alimento con lo que aparezca: un paquete de perritos o un poco del picadillo infame que venden por la calle. En la farmacia no entran los medicamentos desde hace tiempo”, expresa Norberto.

Una especialista en angiología, revela a Diario Las Américas, que la “mayoría de los logros del gobierno en salud pública se han ido deteriorando. Algunas estadísticas, como el promedio de vida, que fue de 76 años para los hombres y 79 las mujeres se han revertido. En un estudio médico, que no ha salido a la luz, se reconoce que en los últimos cinco años esas cifras cayeron en picada. En 2024 el promedio de vida de los hombres era de 71 años y las mujeres 74, pero en la realidad es bien diferente".

"Es una combinación de factores que van desde las bajas pensiones, la soledad, debido a la creciente emigración familiar, pésima alimentación y déficit de medicamentos que impiden cumplir con el tratamiento orientado. Las personas de la tercera edad han visto menguar aceleradamente su calidad de vida. Por ello un segmento de ancianos están falleciendo. Son padecimientos, que si se llevaran el tratamiento médico, pudieran vivir entre siete y diez años más. La culpa del actual desastre es del Estado”, opina la especialista.

El gobernante Miguel Díaz-Canel, testaferro designado por Raúl Castro, en una entrevista televisiva reciente dijo que “tenemos afectado más del 70% del cuadro médico básico”. En los últimos años, el país no ha logrado disponer de los 300 millones de dólares necesarios para importar las materias primas que permitan producir la mayor parte de los 650 fármacos que en 2024 conformaban su cuadro básico de medicamentos, precisó Díaz-Canel.

El pretexto fácil de la dictadura verde olivo es culpar al embargo de Estados Unidos por la crisis multisistémica que ha provocado un 90 por ciento de pobreza extrema, apagones maratónicos y un déficit agudo de medicamentos. La pregunta que se hacen muchos cubanos, es por qué el gobierno no utiliza una pequeña parte de los 18 mil millones de dólares que GAESA, un holding empresarial militar, tiene en cuentas bancarias.

“Con mil ochocientos millones de dólares alcanza para producir medicamentos durante seis años. A trescientos millones anuales. Y todavía le queda a GAESA 16 mil millones y medio de dólares”, acota Glenda, doctora en un hospital al sur de La Habana.

Richard, directivo de una empresa de fármacos, comenta que “la producción está prácticamente parada desde hace siete u ocho años debido a los impagos con China y la India, aliados del gobierno, de la materia prima que importaban. Por pura desidia las autoridades han dejado deteriorar varios centros de elaboración donde se habían invertido cientos de millones de dólares en tecnología de punta. Eso sí es contrarrevolución”.

Los enfermos crónicos en la Isla disponen de un documento conocido como Tarjetón, que les permite comprar a precios subsidiados medicinas controladas o de uso prolongado. “Pero los medicamentos se pasan meses y a veces años sin entrar a la farmacia”, señala Mario, jubilado. “Soy asmático y hace diez meses que no recibo el spray de salbutamol que me corresponde. Cuando hay cuesta 3.20 pesos. Pero los empleados se los roban y los venden por la izquierda a más de mil pesos”.

Las personas que necesitan medicamentos, tienen que recurrir al mercado informal. Decenas de emprendedores importan medicamentos genéricos de México, República Dominicana, Brasil o alguna isla caribeña y luego los revenden en Cuba.

Ofelia, funcionaria de salud pública, considera que “el gobierno debería otorgarle una licencia a esas personas para que abran farmacias privadas. Es una forma de fiscalizar que no haya fármacos vencidos o adulterados que puedan ocasionar la muerte en algún paciente. Es cierto que la mayoría no podrá acceder a ellos, pero es una solución en medio de la crisis ante el déficit de medicamentos”.

Otra forma de conseguir medicamentos es a través de la iglesia o proyectos como Paloma, una plataforma de comunicación y solidaridad que, desde su creación en 2021, ha entregado medicamentos de forma gratuita a más de 179.000 cubanos.

Mario, jubilado, no puede pagar “500 o 600 pesos por un blíster de paracetamol u otro analgésico. Un tratamiento con antibióticos cuesta miles de pesos y mi chequera es de dos mil pesos. Algo tiene que hacer el gobierno. Son demasiadas necesidades y muy poco el dinero. El cubano está preso como en un campo de concentración. Después critican a Hitler, pero hay muchas formas de aniquilar a miles de ancianos que son una carga para el Estado”, afirma Mario. Y no precisamente con un tiro en la cabeza.

Iván García

lunes, 6 de octubre de 2025

Felicidades, Iván

 

El 13 de agosto de 1965 yo debía parir a mi segundo hijo. Pero me retrasé dos días y di a luz el domingo 15 de agosto de 1965, alrededor de las 4 de tarde, en el Hospital Nacional, donde un año antes, el 1 de agosto de 1964, había parido a mi hija Tamila. Entonces, era uno de los mejores hospitales de La Habana.

Había pensado ponerle Ariel, pero a su padre, Rafael García Himely, abogado y machista, ese nombre le pareció 'flojito'. "Piensa en un nombre varonil". Y de mutuo acuerdo decidimos que se llamaría Iván.

El pasado 15 de agosto cumplió 60 años. Iván y Luis Cino son los dos periodistas independientes que más tiempo llevan escribiendo desde Cuba, de donde no se quieren ir. Los que tienen que irse son ellos, los dictadores castristas.

Querido Iván, esta es mi pequeña nota por el segundo aniversario del blog Desde La Habana. Estoy convencido de que si estuviera en Cuba éste sería también mi sitio. Los textos tuyos y los de Laritza Diversent tienen esa esencia de realidad y rigor, de agilidad y presencia humana que es lo que yo creo que debe de tener el periodismo. También el hecho de aparecer junto a mi querida Tania Quintero, invencible y con su opinión por delante, coloquial, cálida y cercana, me hacen recordar siempre los tiempos aquellos en que estábamos en aquella agencia que, para un grupo de nosotros, fue una aventura a favor de la verdad en Cuba. Te saludo con cariño y respeto, te (los) felicito y te agradezco que me des un espacio en este blog. Ojalá pronto podamos escribir todos en un periódico libre que se venda en todas las esquinas de La Víbora. Y en Cuba entera. Un abrazo fraternal, Raúl Rivero. Enero de 2011.

Querido Iván, tu blog*, publicado en El Mundo, ha sido una extraordinaria ventana para poder ver y entender la realidad cubana. Quienes somos tus asiduos lectores buscamos esos escritos ávidamente. Me sorprende que ya hace dos años que comenzaste a escribirlo. Ojalá pronto las cosas cambien tanto en Cuba que puedas publicar tus textos en una prensa libre dentro de la Isla. Un gran abrazo, Carlos Alberto Montaner. (*Se refiere al blog 90 Millas de El Mundo/América, donde Iván colaboraba en 2009). Enero de 2011.

Querido Iván: Mi obsesión desde que llegué a Miami para arrancar el proyecto de ELMUNDO.es/América era encontrar un periodista independiente que contara a nuestros lectores la realidad de Cuba sin complejos ni miedos. Un amigo -genial escritor y periodista cubano- me dio tu nombre y referencia de tu blog Desde La Habana. Tus escritos son una ventana abierta al mundo. Un soplo de realidad en tres dimensiones. Tu trabajo le da sentido a nuestra profesión y recuerda aquello de que el periodismo es un compromiso social. Y eso no significa vender las ideas de un partido político. Nuestra única hipoteca es la defensa de la libertad. La libertad, esa hermosa mujer a la que tu decidiste entregarte y de la que podemos disfrutar cuando abres la ventana de tu blog Desde La Habana. Manuel Aguilera. Enero de 2011.

Iván García es hoy por hoy el mejor de los periodistas independientes cubanos. Lo afirmo con absoluta convicción. Su pluma, con gracia, con estilo, disecciona a la Cuba real, profunda, y la da a conocer tal y cual es. El periodismo independiente suele resultar incómodo para aquellos poderes que esconden y manipulan la verdad. Por ende, Iván García molesta, como muchos otros de sus colegas. Y lejos de callar, grita. Porque Iván es un escritor prolífico, que sabe que la noticia se encuentra en cualquier parte, en cualquier rincón. A aquéllos que deseen saber de la Cuba real, ésa que tratan de ocultar con consignas y mentiras, les recomiendo que visiten Desde La Habana, excelente bitácora de Iván García, donde el buen periodismo ciudadano, ése que no se doblega ante el miedo y la coacción, prima y manda. Camilo López-Darias, Gaceta de Cuba. 2011.

Seguir lo que acontece en Cuba no es nada fácil. Las principales fuentes de información hacia el exterior han sido por mucho tiempo los medios oficiales del Estado cubano. Es por eso que, aquéllos que tenemos interés por hacer un seguimiento de lo que acontece en Cuba -lejos de ese relato oficial de la actualidad que ofrece el régimen- debemos mucho a espacios alternativos como lo es el blog Desde La Habana, del periodista Iván García. El blog de Iván es el símbolo de su valor como persona y como periodista, por imponerse a las múltiples trabas que un trabajo basado en la libertad de acción encuentra en una sociedad como la cubana, en la que los individuos no son libres. Menos los periodistas. Y es que el periodismo no está hecho para vivir plácidamente en el castrismo. Sin contar con el manto protector de un medio extranjero, un periodista cubano como Iván García se planta ante la autocensura y escribe de acuerdo con lo que su instinto periodístico le dice.Joan Antoni Guerrero Vall, periodista catalán. Enero de 2011.

En 1970 me instalé con mi madre y mi hermano en un cuarto de una vieja casona del barrio habanero de El Pilar, en El Cerro. En el segundo piso vivían Tania con su madre y sus hijos, su padre ya había fallecido. Yo tenía 15 años y Tamila e Iván tenían 6 y 5 años respectivamente. No tenían televisor y los dos, a veces, venían a mi pequeña habitación, a ver los juegos de de Industriales, equipo del cual éramos aficionados. Jamás hablamos de política, éramos niños y adolescentes viviendo tiempos difíciles. Después perdimos contacto, hasta hace unos pocos años cuando nos reconectamos. Y supe que Tania ahora vivía en Suiza como refugiada política con su hija Tamila y Yania, su nieta mayor. Y que su hijo Iván seguía en La Habana, había sido padre de un niña, a quien puso Melany, y al igual que Tania, se había convertido en periodista independiente. La revolución seguía devorando a sus hijos. Desde 1980 vivo en Miami. Logré el sueño de mi vida: vivir haciendo canciones. La suerte me había tocado. En cambio, la familia Quintero García, sigue buscando el sueño de varias generaciones: vivir libres en un país que nos pertenece a todos los cubanos. Por eso, hoy quiero reconocer y aplaudir públicamente el trabajo de estos valientes amigos periodistas, Tania Quintero y su hijo Iván García. Que no cesan de publicar y contar al mundo la realidad que vive nuestra Cuba, en condiciones precarias, porque no pueden publicar en ningún medio cubano, sólo a través de blogs en internet. Mi respeto y admiración para ellos, quienes pudiendo hacer lo que hace la mayoría, vivir con doble moral, siguen el ejemplo de sus padres y son la voz de los que nadie escucha en Cuba. Orgullosamente, Tania e Iván son mis amigos. Ojalá podamos abrazarnos de nuevo en una Cuba libre y democrática. Jorge Luis Piloto, compositor cubano. Enero de 2011.

Esperamos que el blog Desde La Habana tome importancia, también que la censura disminuya en Cuba, y las informaciones circulen más libremente. ¡Admiramos vuestra determinación y vuestro valor! Los futuros científicos del Liceo Julliot de la Morandière, Normandía, Francia. Enero de 2011.

Alumnos del TS1, los mismos que a principios de 2010 enviaron un cuestionario a Iván y se publicó en este post.

Tania Quintero

Foto: Desde el auto de Omar Sixto viendo la tumba del periodista Agustín Tamargo en Miami el 19 de julio de 2025.

lunes, 29 de septiembre de 2025

Cuando Fidel Castro quiso desmantelar la disidencia

 

2003 fue un año tremendo. El acoso, detenciones arbitrarias, actos de repudio y linchamientos verbales a la oposición por los medios del gobierno subían de tono. Había una escalada por parte de los servicios especiales en contra de la disidencia pacífica y periodistas libres.

En 2002, Castro convocó un referéndum para blindar el socialismo verde olivo. Fue su respuesta a la petición del Proyecto Varela presentada a la Asamblea Nacional por el opositor Oswaldo Payá Sardiñas, que respaldada con más de diez mil firmas y amparándose en la Carta Magna, solicitaba a la legislatura hacer reformas constitucionales.

Ya en 1999 Fidel Castro había promulgado la Ley 88, un fárrago jurídico que aprobaba condenas de más de 20 años a los disidentes y periodistas independientes, bajo el pretexto de desestabilizar el status quo.

Fidel Castro en persona se presentaba en los estudios de televisión y leía una lista con nombres de opositores que supuestamente tenían contacto con diplomáticos de Estados Unidos o la República Checa.

Se vislumbraba que algo se cocinaba en las alcantarillas del poder. Los ataques mediáticos del régimen eran mísiles especialmente dirigidos a los líderes opositores Oswaldo Payá Sardiñas, Martha Beatriz Roque, Oscar Elías Biscet y el poeta y periodista Raúl Rivero.

Meses antes de la razia contra la disidencia, en un acto en el teatro Karl Marx, un furioso Fidel Castro amenazaba a la oposición. “Después no digan que no se les advirtió. No permitiremos que los mercenarios hagan su labor impunemente. Aunque no vamos a matar mariposas a cañonazos”, expresó.

Cuando el 18, 19 y 20 de marzo de 2003, los operativos relámpagos irrumpieron violentamente en los hogares de más de 80 disidentes en toda la isla, marcaban el inicio de detenciones quirúrgicas con el afán de destruir a la oposición.

Fue una jugada bien diseñada. Los cintillos de la prensa internacional estaban enfilados en Irak, donde el presagio de guerra era inmediato. Según los cálculos de Castro, la administración de George Bush hijo se iba a empantanar en una costosa y desgastante guerra con el dictador Sadam Hussein.

No fue así. En algo más de un mes, las tropas de Estados Unidos y sus aliados, en una fulminante ofensiva, derribaron la estatua del tirano en Bagdad. Y a pesar del fragor de la guerra, en la prensa mundial no pasó inadvertido el encarcelamiento de decenas de opositores en la isla.

La campaña internacional fue formidable. El gobierno de La Habana no esperaba semejante reacción. Algunos amigos de Castro, como el escritor portugués José Saramago o Eduardo Galeano, criticaron las detenciones. Saramago fue drástico: “Hasta aquí he llegado”, afirmó, y abandonó el barco de los compañeros de viaje que apoyaban la causa del barbudo cubano.

En un principio las detenciones llegaron al centenar de disidentes. Luego la lista se quedó en 75. Sacando cuentas como un viejo bodeguero, las conjeturas de Castro se basaban en que la administración de Bush iba a negociar la liberación de ‘sus mercenarios’ y realizar un canje por los 5 espías presos en Estados Unidos.

Para Castro, resultaba un intercambio razonable. A razón de quince ‘gusanos miserables’ por cada espía. Tal vez recordó el año 1961, cuando Kennedy canjeó por compotas y papillas de cereales a más de dos mil soldados anticastristas detenidos en la isla después del fiasco de Bahía de Cochinos.

El tiro salió por la culata. Fue un burdo error político. Los líderes mundiales exigieron la liberación de los disidentes. Y Estados Unidos y la Unión Europea dieron una nueva vuelta de rosca a las sanciones económicas contra Cuba.

Castro huyó hacia adelante. Y aprovechando el caso de tres cubanos que habían secuestrado una embarcación de transporte, decidió enviar un mensaje de miedo a la población que por esos días, en su afán de alcanzar las costas de la Florida, escapaban a como diera lugar. En un juicio sumario condenó a pena de muerte a tres jóvenes negros que residían en barrios pobres de La Habana.

Fue la tapa al pomo. Disidentes y cubanos de a pie pensaron que Castro había enloquecido. Mientras, los disidentes y periodistas independientes vivíamos con la angustia sujetada a su espalda. Yo andaba con una cuchara y un cepillo de dientes en el bolsillo trasero del pantalón.

En cualquier momento estaba esperando mi detención. Por suerte no aconteció. El teléfono estuvo cortado varios días. Todos teníamos miedo. Aún recuerdo, cómo olvidarlo, una apesadumbrada Blanca Reyes, esposa de Raúl Rivero, describiendo el registro y posterior detención de Rivero.

Las evidencias eran sus crónicas periodísticas y poemas. Una máquina de escribir Olivetti, libros de escritores universales y fotos de sus hijas, familiares y amigos. Lo arrestaron en el apartamento donde residía el matrimonio, en La Victoria. Un barrio duro. Cuna de jineteras, chulos y buscavidas. Gente sin futuro que no aplaude con entusiasmo la cháchara de Castro. Fue en uno de esas barriadas marginales del centro de La Habana donde estallaron los disturbios del 5 de agosto de 1994, conocidos por el maleconazo.

La tarde del jueves 20 de marzo, cuando detuvieron a Raúl Rivero, la calle estaba repleta de vecinos y curiosos. Al montar a Rivero en un auto ruso con las manos esposadas, como si fuese un terrorista, algunos vecinos indignados comenzaron a gritar “abusadores” y “libertad”.

Veintidós años después de la Primavera Negra, los operativos para destruir a grupos opositores, periodistas independientes y blogueros alternativos se han multiplicado. Quienes desde 1995 hemos apostado por la democracia y la libertad de expresión seguimos adelante. Aquí estamos.

Iván García
Foto: Momento en que la Seguridad del Estado se llevaba detenido a Raúl Rivero, en el Lada blanco, el 20 de marzo de 2003. Tomada de Martí Noticias.