El embargo es un lastre pesado para el régimen porque no ha hecho bien sus deberes. Si Cuba tuviese una economía sólida, diversificada, eficiente y moderna, el coste del embargo fuera atenuado.
Pero a Fidel Castro le interesó mucho más gastar una parte apreciable del cheque en blanco que llegaba del Kremlin, en desplegar tropas cubanas en las guerras civiles de Etiopía o Angola durante 15 años.
Luego están los disparates económicos, los planes faraónicos y la economía de campaña ejecutada por Castro I durante sus 48 años de mandato. Y no olvidemos el 'embargo' crudo y silencioso a su gente.
Hace apenas 8 años, los cubanos éramos ciudadanos de cuarta en nuestra patria. No teníamos derecho a comprar un auto, vender la casa, pasar un fin de semana en un centro turístico, tener una línea de teléfono móvil y para viajar al extranjero se necesitaba un úcase oficial.
Raúl Castro cambió las reglas de juego. Pero sigue manteniendo cautivos los derechos políticos y la libertad de expresión.
Negociar el levantamiento del embargo versus derechos humanos es la meta. Y un punto de partida para que el gobierno de Cuba sitúe la primera piedra rumbo a la democracia.
Gústenos o no, Obama ha establecido las políticas de flexibilización hacia Cuba que prometió en su campaña presidencial. Al que se le debe pedir reformas de calado es al presidente Castro.
Existe un espacio que pudiera ayudar a desamarrar el nudo gordiano e iniciar futuros intercambios. Es el béisbol. Se sabe que el deporte de la bola y los strikes es pasión en las dos naciones.
No sería una política novedosa. Ya en los años 70, el presidente Nixon, mediante su 'diplomacia del ping pong', ayudó a descorrer las cortinas de bambú en China.
Permitiendo a peloteros de la isla jugar en la MLB, políticamente, Estados Unidos gana más de lo que pierde. En estos momentos, varios cubanos brillan en la Gran Carpa.
Yasiel Puig, Yunel Escobar, Yoennis Céspedes, Aroldis Chapman, José Dariel Abreu, Dayán Viciedo, Leonys Martin o Alexéi Ramírez están teniendo una campaña brillante.
Casi un centenar de peloteros cubanos están involucrados en organizaciones de Grandes Ligas.
Para cumplir su sueño de ser peloteros libres y ganar salarios de seis ceros, debieron huir de una concentración de la selección nacional en el extranjero o arriesgar su vida en un bote de motor cruzando el Estrecho de la Florida, a merced de traficantes de personas o criminales mexicanos.
Eso debe terminar. Han sido nuestros jugadores de béisbol (más de 400 han saltado la cerca en los últimos 23 años), los que han obligado al régimen a pagarles mejores salarios -todavía ridículos-, mejorar sus condiciones de vida y autorizar contrataciones en otras ligas, cobrándoles un impuesto del 4% al salario devengado.
Si la pelota cubana se ha visto abocada a semi profesionalizarse, ha sido por la presión de los ‘desertores y traidores a la patria’, como en su día les llamaron las autoridades políticas y deportivas. Veamos los puntos a favor de autorizar a los peloteros cubanos a jugar en la MLB.
Uno, el principal, no arriesgarían sus vidas en embarcaciones a veces precarias. Dos, desaparecerían las extorsiones de bandas criminales. Tres, con los altos sueldos que ganarían, ayudarían a sus familiares en Cuba.
Un tema que las autoridades de la MLB pudieran demandar, es el derecho de cada jugador a negociar con sus organizaciones con el representante que el pelotero escoja. Si desean que sea Cubadeporte, es su problema. Pero si optan por un representante de una firma estadounidense o de otra nación, el régimen deberá aceptarlo.
A simple vista, se nota que el gobierno cubano pide a gritos negociar en materia beisbolera. No creo que ponga muchas trabas. Incluso soy más ambicioso.
La MLB debiera pactar un acuerdo con el INDER y remozar cientos de campos beisboleros arrasados por la desidia estatal e instalar academias donde se preparen nuevos prospectos.
Los muchachos tendrían lo más avanzado de las actuales técnicas beisboleras y un subsidio decente que elevaría su calidad de vida. Miles de jóvenes regresarían a la práctica de la pelota en pos de labrarse un mejor futuro.
Sería un adolescente menos que pierde el tiempo en las esquinas, con una botella de ron peleón, fumándose un ‘yayuyo’ o planificando tirarse al mar en una balsa de goma.
A Castro II ya se le vino abajo su discurso denigrando al deporte profesional. Una probable 'diplomacia del béisbol' sería un golpe a mediano plazo a las tonterías ideológicas promovidas por el régimen de La Habana.
Y podría ser un escalón para negociar asuntos más serios, como los derechos políticos, la libertad de expresión o las indemnizaciones sin pagar a empresas estadounidense en los años 60.
Cuando un tema espinoso o polémico, como el embargo, se encuentra en punto muerto, no hay mejor manera que destrabarlo con un cebo, donde las partes no pongan demasiadas objeciones para lograr un acuerdo.
El béisbol puede ser ese cebo.
Iván García
Foto: Los encuentros de equipos de béisbol de Cuba y los Orioles de Baltimore, celebrados en 1999 en la capital cubana y en la ciudad de Maryland, marcaron un hito en las relaciones deportivas entre la isla y Estados Unidos. Tomada del periódico The Baltimore Sun.
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