Hubo una vez en Cuba una vaca sagrada. Fue tan especial, que los mandarines de la prensa oficial destinaron una tropa de reporteros solo para noticiar las hazañas del bovino.
La nombraron Ubre Blanca. Era un ternero de Fidel Castro que llegó a romper, un día tras otro, récords mundiales en la producción lechera. Fue portada de los noticieros de televisión y titular del Granma cuando alcanzó 110 litros diarios de leche.
Luego no se supo más de la res. Según las malas lenguas, unos matarifes ilegales de ganado vacuno le pasaron la cuenta una noche cualquiera. No está confirmado el supuesto 'crimen'.
Lo cierto es que en las afueras de La Habana, a las puertas de un centro de investigación científica, hay una estatua de mármol de aquella vaca divina.
Después de la caída del Muro de Berlín, la ganadería cubana se convirtió en una ruina. Echémosle un vistazo a la prensa nacional.
En 2013, el periódico Granma informó que más de 18 mil 400 reses estaban muriéndose de hambre y enfermedades en la provincia de Villa Clara, 300 kilómetros al este de La Habana.
El propio órgano oficial del Partido Comunista de Cuba, en abril de 2014 destacaba que algo más de 3,300 vacas murieron en los tres primeros meses en la provincia de Holguín y otras 69 mil están evaluadas como desnutridas.
La delegación holguinera del Ministerio de la Agricultura culpa a la sequía, que ha provocado el agotamiento de pozos, micropresas y tranques, sobre todo en los municipios de Calixto García, Urbano Noris, Holguín y Gibara.
Según Granma, 35,000 cabezas de ganado vacuno reciben agua a través de pipas, como parte de las medidas para intentar atenuar los efectos de más de siete meses sin lluvias.
Lenna Ravelo Fombellida, jefa del Departamento de Ganadería de la Delegación Provincial de la Agricultura de Holguín, dijo que las áreas de pastoreo están prácticamente calcinadas por el sol, y el territorio de Calixto García es el más afectado.
La funcionaria añadió que para los animales considerados desnutridos se han creado centros de recuperación en los que se les suministran "alimentos frescos", como caña molida.
Ravelo señaló que un número importante de vacas han salido del ordeño para que puedan amamantar a sus terneros."Se dispone así de menos leche para vender, pero son animales que hoy promedian dos litros o menos, de ahí que se aconseje garantizar la supervivencia de las crías", argumentó.
Reconoció que una parte de los productores de los sectores estatal y cooperativo-campesino no disponen de suficientes reservas de alimentos, sobre todo de caña y heno, para momentos como estos.
Las noticias sobre muertes masivas de reses son frecuentes en la isla, aunque el régimen no suele dar cifras nacionales. Pero no solo de hambre o sed mueren las vacas en Cuba.
A pesar que el Código Penal dedica todo un capítulo al sacrificio ilegal de ganado y la comercialización de su carne, con sanciones de cuatro a diez años de cárcel al matarife sin autorización estatal y de 4 a ocho años de prisión para quienes que la transporten y vendan, 2 mil 300 reses son hurtadas o sacrificadas anualmente.
Desde hace décadas, la carne de res es un alimento suntuario. No siempre fue así. Antes de 1959, en las regiones urbanas, se comía más carne de res que de cerdo o pollo.
“En cualquier esquina de La Habana, por 15 centavos, podías comprar un pan con un bistec que parecía una sábana. El picadillo de res, que hoy es un lujo, era comida de gente muy pobre, los carniceros te lo daban de contra (propina)”, recuerda con nostalgia Luis, un anciano que ya supera los 90 años.
Con la llegada al poder de Fidel Castro, la carne de res comenzó a escasear. En los años 60, 70 y 80, vendían media libra quincenal por persona a través de la libreta de racionamiento, implantada en 1962.
En 1990, con la llegada de esa guerra sin rugir de cañones nombrada "período especial en tiempos de paz", la carne de res simplemente desapareció.
En 1994, con la legalización del dólar, se comenzó a vender en los mercados por divisas que, como flores, surgieron a lo largo de todo el país.
En 3ra y 70, Miramar, supermercado a tiro de piedra del Océano Atlántico y donde suelen hacer sus compras diplomáticos, ministros y hombres de éxito, una bandeja plástica con un kilo de picadillo de primera supera los 6 dólares.
Otros cortes cuestan más caro. Un boliche de 3 kilogramos bordea los 45 dólares. El cubano de a pie ni siquiera mira esos estantes. La gente que recibe dólares de sus parientes en Miami o han montado un pequeño negocio privado la suelen comprar en el mercado negro, donde una libra se comercializa entre 2.20 y 2.50 pesos convertibles.
Si en 1959 había 6 millones de cabeza de ganado vacuno, a una per cápita, 55 años después, según la última cifra ofrecida por el Estado en 2006, no supera los 3 millones 70 mil para una población de 11 millones de habitantes.
Cuando usted visita cualquier vaquería cubana notará la depauperación de las reses y hacinamiento en los centros de cría.
Para Fidel Castro, la ganadería fue una auténtica pasión. Mandó a construir vaquerías con aire acondicionado en la periferia de la capital y le pagó los billetes aéreos a especialistas calificados del mundo, para que asesoraran la ganadería nacional.
Cuentan escoltas que han desertado a Estados Unidos, que llegó a tener una ternera en el último piso de un edificio de apartamentos en el Vedado, donde vivía Celia Sánchez, su secretaria personal.
En plena ebullición ganadera, Castro creó una nueva raza, a la cual denominó F-1. Y declaró públicamente que cada cubano sería dueño de una vaca enana para cebarla en su domicilio.
De uno de esos ensayos surgió Ubre Blanca, la ternera sagrada que producía más de 100 litros de leche diariamente.
Tras su misteriosa muerte concluyó el experimento. Las vacas comenzaron a morir de hambre, enfermedades o sacrificadas ilegalmente. No hubo más carne. Ni leche.
Iván García
Foto: Vaca criolla, tomada de Cubanet.
Me encontraba estudiando en la Unión Soviética cuando apareció en el periódico Granma la noticia de las vacas cubanas de más de 60 litros de leche diários en tres ordeños.
ResponderEliminarUno de esos días, durante un seminário, el profesor soviético se hizo eco de la noticia y preguntó si en alguno de los países (de las diferentes nacionalidades que estudiaban en aquella academia) tenían algo parecido a las vacas lecheras cubanas.
Rapidamente un vietnamita alzó la mano y dijo que si, que en Viet Nam también tenían de ese tipo de vacas. El soviético quedó perplejo y le pidió al alumno que se explicara.
Con una socarronería impensable, en nuestros primos asiáticos, dijo: Nuestros amigos cubanos nos han mandado varias de esas vacas.
Carcajadas prolongadas del alumnado del campo socialista!