lunes, 6 de julio de 2015

Periodismo a la brava




Los sábados, Ana Torricela, web máster de Primavera Digital y esposa de Juan González Febles, desde las nueve de la mañana recibe en su angosto apartamento en la barriada de Lawton a una tropa de ruidosos periodistas independientes que ese día hacen sus entregas para el semanario.

La casa del matrimonio Febles está lejos de ser una oficina ideal. La sala, demasiado pequeña, es ocupada por un PC de segunda generación y un fax prehistórico.

Las “joyas de la redacción”, una laptop HP de hace un lustro y un frankestein informático armado a pedazos, se encuentran ubicados en el dormitorio de la pareja. Ana, quien además es fotógrafa, editora gráfica y periodista, debe soportar a media docena de adultos hablando muy alto o discutiendo, pues casi nunca se ponen de acuerdo sobre política, periodismo, economía o deportes. Se beben dos termos de café y desbordan los ceniceros de colillas.

Pasado el mediodía, cuando los reporteros ya se han marchado, Ana debe rehacer la casa. “Imagínate, las camas donde dormimos son los sofás. Ya perdí la cuenta de las quemaduras de colillas de cigarros en las sabanas, pero es lo que tenemos”, dice Torricela.

A pesar de las carencias materiales, y que en la acera de enfrente los servicios especiales acosan a Primavera Digital, desde el 22 de noviembre del 2007, hacen su trabajo informativo sobre la otra Cuba que el régimen pretende ignorar. Sin intermitencias. Y sin fondos desde el verano de 2014.

Durante siete años, patrocinadores suecos financiaron el primer semanario digital y en papel editado íntegramente en La Habana. Pero en agosto del año pasado su sponsor decidió cerrar el grifo del subsidio utilizando el chantaje como arma de presión.

Febles, su director, y Luis Cino, subdirector, no aceptaron la coacción. Desde entonces editan Primavera con sus propios medios. Y ya han publicado la edición 375.

La falta de fondos provocó la marcha de un número importante de periodistas independientes. En sus mejores momentos, el semanario tuvo en su plantilla a más de 50 colaboradores.

Su reportero estrella es Luis Cino. Un tipo con pinta de roquero, coleccionista de música y dueño de la mejor prosa entre los periodistas independientes cubanos.

Cino se fraguó en el periodismo desde abajo. Antes de ejercer la mejor profesión del mundo, fue ayudante de albañil, desempleado y lector empedernido.

Domina el inglés y maneja como pocos el amplio registro del castellano. Sus crónicas en Cubanet o Primavera Digital son una fiesta. Tanto él como Juan González Febles son periodistas incómodos.

No tienen compromisos con la disidencia y el régimen los etiqueta de mercenarios. Cuando en marzo de 2003, un furioso Fidel Castro encarceló a 75 opositores pacíficos, entre ellos 27 periodistas independientes, la bota de la represión amenazaba con aplastar a los reporteros sin mordaza.

Entre el temor de ir a la cárcel y los pocos espacios donde divulgar sus notas, los periodistas libres tomaron dos caminos: el exilio o el retiro provisional.

Febles y Cino, siguieron adelante escribiendo sus cuartillas en una libreta escolar y leyéndola posteriormente desde un teléfono particular. Periodismo a la brava.

La represión de los tipos duros de la Seguridad del Estado no los detuvo. Cino escribía sus historias alumbrándose con un farol chino sobre una mesa que le faltaba una pata, en la vaquería estatal donde laboraba como custodio.

Gente que nunca ha sido premiada internacionalmente ni reconocida por Reporteros sin Fronteras, la Sociedad Interamericana de Prensa o potentados del exilio cubano que eligen a dedo a su disidente favorito.

Uno puede estar de acuerdo o no con sus apreciaciones periodísticas. Pero nadie puede negarles el derecho de existir y tener su propia línea editorial. De un tiempo acá, se suceden presiones y censuras sobre reporteros que no son del agrado de la disidencia local.

Mientras critiques al gobierno de Raúl Castro y el estado de cosas, aplausos. Cuando tus notas reprochan el desempeño de un sector de la oposición en la Isla, amenazas y ninguneo.

Yo lo he vivido. Las tácticas son conocidas. Desde sibilinas llamadas telefónicas para que cambies de actitud a la guerra sucia abierta. Igual te pueden acusar de agente de los servicios especiales que tildarte de envidioso. O mediocre, en el mejor de los casos.

Se sabe que el enemigo es el régimen. Pero a veces, un grupo de periodistas independientes sufren de incomprensión en el libre ejercicio de su profesión por un puñado de opositores. Si lo dudan, pregúntenle a Luis Cino o Juan González Febles.

Iván García

Foto: Luis Cino y Juan González Febles en la "redacción" de Primavera Digital, en el domicilio de Febles en Lawton.

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