lunes, 30 de noviembre de 2015

Recordando las Casas del Oro y la Plata



El caso del expresidente de Guatemala, Otto Pérez Molina, acusado por su vinculación con una red de defraudación de impuestos, rememora uno de los hechos de corrupción ocurridos en Cuba.

En 1987, a los que mal dirigen el país se les ocurrió la idea de extraer para su beneficio las joyas en poder de las familias y crearon las Casas de Cambio del Oro y la Plata.

Se aprovecharon de la situación en que estaba el pueblo, que carecía de lo más elemental y la gente vio la posibilidad de adquirir grabadoras, televisores en colores y pacotillas. Un comercio que recuerda lo que hacían los conquistadores, cuando les cambiaban a los indígenas cuchillos, espejitos y otras baratijas por oro y plata.

Los cubanos interesados hicieron largas colas durante más de una semana y tenían que ratificar el turno varias veces en el día y la noche para tener derecho a que les tasaran sus joyas.

Nunca se dio información del precio a que se valoraban los objetos. Se tasaban por su peso, sin tener en cuenta su valor como reliquia, ni las incrustaciones de piedras preciosas.

Al final, se les daba un documento donde se hacía constar el valor de las mercancías entregadas y que le daba derecho a comprar en una tienda tapiada, donde las personas se enteraban de las ofertas solo al entrar y allí tenían que gastarlo todo. Los efectos electrodomésticos solo tenían 72 horas de garantía.

Era doloroso ver a jóvenes y adolescentes registrar armarios, escaparates, cómodas y otros muebles de sus padres y abuelos buscando sortijas, collares, prendedores, relojes e incluso dientes postizos de oro, para hacer la transacción que les diera derecho a adquirir un equipo que muchas veces estaba vencido.

No han sido los únicos ni los últimos casos. Otro ejemplo que se puede citar son los cuadros y esculturas valiosas -que sus dueños no pueden vender- a los cuales el Fondo de Bienes Culturales les ha puesto su cuño como patrimonio de la nación.

La ciudadanía no se preocupa y es indiferente a este tipo de despojos. La ley de inversiones no los contempla y, en definitiva, la generalidad de la población tiene como único patrimonio su exiguo salario mensual. Al lado de los señores del régimen castrista, Pérez Molina es un niño de chupeta.

Arnaldo Ramos Lauzurique
Cubanet, 24 de septiembre de 2015.

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