miércoles, 5 de marzo de 2014

Canadá aventaja a Estados Unidos en planes para Cuba



Stephen Wicary, un canadiense residente en Cuba, en un reportaje publicado el 29 de agosto en The Globe and Mail de Toronto, dice que “una Cuba más abierta a los negocios recibe una mano de Canadá”.

Por lo que expone, más que estar ayudando a Cuba, su país se está ayudando a sí mismo, al apurarse a llenar en la isla los nichos reales o potenciales de mercado a los que no pueden acceder las compañías estadounidenses vetadas por el embargo.

Wicary, que se mudó con su esposa a Cuba en julio del 2012, afirma que el país caribeño ha experimentado un contínuo relajamiento de las reglas desde que Raúl Castro reemplazó en 2006 a su hermano enfermo Fidel.

El colaborador del Globe & Mail detalla cómo en 2011 el Partido Comunista aprobó un plan de cinco años para redefinir el socialismo cubano mediante el aumento de la producción de alimentos, la creación de un robusto (aunque todavía controlado) sector privado con un sistema de impuestos.

También, dice, por medio de la reducción del sector estatal a través del despido de más de un millón de trabajadores, o una quinta parte de la fuerza laboral. Esto último puede contrastarse con un reciente artículo en el diario español El País, del economista cubanoamericano Carmelo Mesa-Lago, que señalaba que en 2010 se estimó entre 1,3 y 1,8 millones el número de empleados estatales innecesarios que había que despedir; frente a una meta de un millón en 2011, solo 365.000 fueron despedidos en 2012.

Según Wicary, los fines del Estado cubano serían “continuar facilitando de manera sostenible y gratuita salud pública, educación, vivienda y otros servicios básicos”.

Titulado A business-friendly Cuba gets a hand from Canada, el reportaje toma nota de cambios específicos introducidos por Raúl Castro en materia de negocios, como legalizar los suplementos que pagan las empresas foráneas a los trabajadores cubanos; extender de 50 a 99 años el plazo de los arrendamientos de tierras a empresas extranjeras (un dulce incentivo para los urbanizadores), y fortalecer “la pequeña empresa“ mediante la emisión de licencias a “empresarios” -de forma rápida y prolíficamente- en decenas de oficios recién legalizados.

El autor recuerda como “durante el estrés del período especial” la compañía Sherrit International inyectó una dosis de capitalismo canadiense a Cuba, traducida en una empresa mixta con el Estado cubano para explotar las minas de níquel y cobalto de la provincia oriental de Holguín y exportar a todo el mundo.

Desde los 90, cuando Cuba abrió sus playas a los turistas foráneos, los canadienses han representado la mayor fracción del turismo extranjero: un tercio de los cerca de tres millones de vacacionistas anuales.

Wicary le preguntó al abogado Gregory Biniowsky, un canadiense que lleva 20 años en La Habana, sobre el potencial que tiene Cuba para las empresas de su país y éste le respondió: “Cuba es la isla más grande del Caribe (11,2 millones de habitantes). Tiene zonas agrícolas importantes y una población altamente educada, que puede insertarse en la economía mundial de producciones de alto valor agregado" .

Biniowsky también se refirió a “la riqueza de recursos naturales que Sherritt y otros están extrayendo; el éxito razonable de Cuba en la lucha contra la corrupción, comparada con otros países de América Latina, y el hecho de que, a diferencia de otros países de la región, en gran parte estã libre de delitos violentos".

Para Wicary, en cambio, la mayor ventaja que tiene Canadá en Cuba está en la desventaja estadounidense. "El embargo representa una doble oportunidad para las empresas canadienses: la cancha se mantendrá notablemente despejada mientras el embargo esté vigente, y en caso de que se levante, Cuba será mucho más rentable" .

Por eso firmas de Canadá están corriendo mientras pueden. Dice Biniowsky: "Sencillamente estamos llenando un vacío que de otro modo estaría totalmente copado por las compañías de Estados Unidos".

Una de las compañías que apuesta por el futuro de Cuba es 360 Vox Corp., que tiene su sede central en Montreal. Se dedica a construir instalaciones para el turismo, y tiene tres grandes proyectos en la isla.

Guy Chartier, ejecutivo principal de la división Cuba de la empresa, señala que poder llevar su experiencia a un mercado en el cual no compiten con su vecino del sur, ya abre una ventana de oportunidad, mientras que, si solamente se levantara la prohibición de viajar a Cuba que pesa sobre los estadounidenses, sería como una bonificación.

A principios de 2014, 360 Vox espera comenzar las obras del hotel cinco estrellas Monte Barreto, frente al mar y al lado del Acuario Nacional, en la barriada habanera de Miramar. Chartier espera que su ubicación, en la ruta hacia el Mariel, atraiga a los empresarios extranjeros, técnicos y profesionales que inundarán La Habana, una vez que se inaugure el puerto ampliado y la zona de libre comercio.

Después de iniciada la construcción del Monte Barreto, la empresa se concentrará en un plan para desarrollar Jibacoa ,"una soñolienta franja de playa a mitad de camino entre La Habana y Varadero" (en el pasado se destinaba al campismo popular, la única alternativa que hasta 2008 ofrecía el gobierno a sus nacionales, vetados en los hoteles de turismo). El proyecto de Jibacoa incluye un campo de golf, puerto deportivo, hoteles y villas privadas.

A más largo plazo, 360 Vox también tiene planes para construir un centro turístico en Cayo Largo, al sur de la isla (que tiene algunas de las mejores playas del mundo y que sigue siendo exclusivo para el turismo extranjero) y donde Fidel Castro y el entonces primer ministro canadiense Pierre Trudeau practicaron juntos la pesca submarina en 1976.

Pero los hombres de negocios canadienses toman sus precauciones. Tres miembros del personal de 360 Vox en La Habana son abogados y su primera tarea en cualquier proyecto, es escudriñar minuciosamente los registros de títulos de tierras, para averiguar quiénes eran los propietarios antes de 1959.

"Si eran estadounidenses, se considera intocable, porque no queremos estar en una posición en la que se considere que estamos traficando con bienes reclamados", dice Chartier. Si eran cubanos, la firma debe determinar si se quedaron en Cuba o se fueron, y si se fueron, adónde. A continuación, se investiga si los propietarios o sus parientes han presentado desde entonces reclamaciones legales sobre los terrenos .

Por último, 360 Vox lleva sus conclusiones a un bufete de abogados de Estados Unidos para conocer su opinión antes de que cualquier proyecto pueda continuar. De lo contrario, la empresa podría ser demandada bajo la Ley Helms -Burton, que prevé sanciones contra quienes inviertan en activos estadounidenses intervenidos por el gobierno cubano décadas atrás.

Otra preocupación de los inversores canadienses es la campaña contra la corrupción. Raúl Castro está librando una batalla contra los delitos de corrupción, y entre las bajas se cuentan los ejecutivos de tres empresas extranjeras, dos canadienses y un británico. Los canadienses Sarkis Yacoubian, director de Tri-Star Caribbean, y Cy Tokmakjian, presidente del Grupo Tokmakjian, dirigían prósperos negocios rivales de venta de vehículos y equipos pesados al Estado cubano cuando fueron detenidos en 2011, y recluidos sin cargos durante casi dos años.

A pesar de su cooperación con las autoridades, Yacoubian fue juzgado y condenado a 9 años de cárcel. Tokmakjian, de 73 años, permanece en prisión todavía sin cargos. Para aquellos empresarios canadienses a los que se les encienden en los ojos signos de dólar ante el mercado prácticamente virgen cubano, un diplomático de su país que en 1993-1997 fue embajador en Cuba tiene un consejo sano.

Mark Entwistle habría estado unas cien horas cara a cara con Fidel Castro. Actualmente dirige una consultoría de asuntos cubanos en Toronto. "Uno tiene que escuchar atentamente lo que dicen los cubanos. Estos cambios están destinados a hacer que el peculiar modelo socialista de Cuba funcione mejor. No a reemplazarlo", advierte.

Rolando Cartaya
Martí Noticias, 30 de agosto de 2013.
Foto: Vista del Breezes Superclub Jibacoa. Otro complejo hotelero es el Cameleon Villas Jibacoa, también conocido como Villa Trópico. La playa se llama Arroyo Bermejo y queda a las faldas de una loma, cerca del río Jibacoa. Esperemos que las futuras construcciones canadienses no afecten a uno de los parajes naturales más hermosos y tranquilos de la geografía cubana. Desde agosto de 2010, Jibacoa pertenece a la recién creada provincia de Mayabeque (Tania Quintero).

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