Ha puesto a soñar durante medio siglo a millones de televidentes de América Latina. Les ha dado ilusión, lágrimas y la felicidad pasajera de sus telenovelas. Una de ellas, Kasandra, se llevó a 10 idiomas y apasionó a hombres y mujeres de muchos países: japoneses, húngaros y griegos, entre ellos.
Su capacidad para hallar historias de amor en el espacio infinito que había entre su máquina de escribir y el cielo no le han impedido nunca a Delia Fiallo (La Habana, 1924) aterrizar como un ángel en paracaídas para opinar sobre lo que pasa en su país.
Lo ha hecho ahora, a raíz de los acuerdos entre Barack Obama y Raúl Castro para normalizar las relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos con un artículo titulado Aquí no ha pasado nada.
La autora, que comenzó su trabajo en la radio en su país natal, en 1949, y lo llevó a Venezuela y Estados Unidos, escribió: "Como cubana disidente que se enfrentó al sistema, se vio forzada a abandonar su patria, lo perdió todo, tuvo que volver a empezar desde cero en una tierra extraña y durante 48 años arrastra la nostalgia del exilio, me causa gran dolor que el cambio anhelado salga de un oscuro trámite entre el presidente del país adonde vine en busca de libertad y el dictador del país que abandoné porque no la había".
Delia Fiallo es considerada en aquella región como la madre o la diosa de la telenovela y entre sus títulos más conocidos y difundidos por las cadenas de televisión están Esmeralda, Marielena, Topacio, La señorita Elena, Una muchacha llamada Milagro, Leonela, Morelia y Cristal, la pieza que marcó su retiró en 1986.
Prohibida con empeño por el Gobierno de su país, que pretendió dejarla en el olvido, el nombre de la mujer ha regresado, siempre por vías alternativas, al público cubano. La pieza que firmó esta semana la señora Fiallo es especialmente dura con la Administración demócrata de Estados Unidos.
"¿Qué importan los miles de ejecutados en los paredones de fusilamiento por el delito de disentir, ni los cientos de prisioneros de conciencia muertos en las cárceles a bayonetazos, por tortura, por falta de medicamentos? ¿Qué importa la destrucción, el sufrimiento de las separaciones familiares, el horror, la miseria, el odio sembrado entre hermanos, la desesperanza que la revolución socialista desató sobre un país próspero y feliz que estaba a la cabeza de las naciones latinoamericanas?", dijo Delia Fiallo. Ya el presidente Obama restableció las relaciones con Cuba. Y aquí no ha pasado nada.
En Cuba gobierna una dictadura que se hace propaganda con panfletos controlados por el Partido Comunista. Están prohibidas las manifestaciones populares que no sean a favor del Gobierno. Salir en grupo con un lápiz o un bolígrafo en la mano y en silencio se recibirá por la policía como un acto contrarrevolucionario.
Raúl Rivero
El Mundo, 13 de enero de 2015.
Foto de Polina Martínez, tomada de Los gitanos del Almendares.
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