Me llama una amiga, María Luisa Ruiz, y su saludo es: “Me robaron el televisor y el DVD. Llamé a la policía y los estoy esperando hace más de tres horas”.
Cuando al fin llegó la patrulla, le dieron un número de teléfono para que llamara a la Técnica (sección que se ocupa de esos casos). Horas más tarde me vuelve a llamar. Estaba molesta. ¿Qué demonios pasaba con aquel teléfono? No había podido comunicar porque siempre le salía una contestadora.
Al día siguiente me contó que a las 3 de la madrugada la despertaron los ladridos de la perra. Eran los de la Técnica, que el policía de la patrulla les había avisado. Todo lo que hicieron los investigadores fue mirar y preguntar. No tomaron huellas, a pesar de que ella les aclaró que no había tocado nada. Llenando papeles y haciéndole preguntas estuvieron hasta las 5 de la mañana, y volvieron al otro día para continuar el papeleo.
Han pasado varios días y todo sigue igual. María Luisa esperaba verlos actuar como en los policíacos cubanos que salen en la TV cubana. ¿Acaso mi amiga desconoce que los medios de difusión están lejos de reflejar la realidad del país?
Con mentiras nos bombardea el Noticiero Nacional de la Televisión (NTV) cuando habla de las grandes producciones de alimentos, que solo aparecen en la pantalla o reflejan en la prensa escrita. O de la esmerada atención médica ofrecida a la población y los beneficios que reciben los ancianos.
Los medios en Cuba son propiedad del gobierno, y son utilizados para la propaganda eufórica de un sistema que se ahoga en la ineficiencia. El espacio Cuba Dice, transmitido los martes dentro del NTV, suscita diversos comentarios, y a más de una persona he escuchado decir que los periodistas no enfocan las entrevistas hacia la verdadera causa de las dificultades, que para muchos radica en que el gobierno quiere controlarlo todo y no controla nada.
En la actualidad, en la isla existen cuatro canales nacionales, y uno en cada provincia. Unos y otros responden a la política gubernamental. Es por eso que el “paquete semanal” (así popularmente se le llama a un conjunto de telenovelas, series, magacines televisivos, documentales e informaciones variadas extraídas de internet y que de forma semi clandestina se oferta a la población a precios que oscilan entre 1 y 3 cuc), s la mejor opción para quienes desean disfrutar de un rato entretenido y estar un poco mejor informados.
No hace mucho, una joven en el agromercado de Dolores y 15, Lawton, Diez de Octubre, comentaba: “Vi por la televisión la cosecha de papas. Dijeron que este año la producción era buena, y que las cantidades destinadas a la población serían mayores, pero se han esfumado”.
En los últimos tiempos, vale señalar, los spots publicitarios han mejorado en calidad, y algunos son aprovechados para tratar aspectos que afectan a la sociedad, como la discriminación de género, la desatención y el maltrato a los ancianos y la pérdida de las normas de cortesía, entre otros.
Incluso, para el espectador perspicaz, muchos de estos anuncios sirven para alertar de peligros que el gobierno no reconoce públicamente, como el contagio de ciertas enfermedades (tuberculosis, VIH, leptospirosis). Por la frecuencia con que se repite el spot, a pesar de que a la población no se le da la debida información ni se actualizan las estadísticas, la gente al menos sabe de la existencia de estas enfermedades y del aumento de algunas.
Pero, en gran medida, los espacios noticiosos son utilizados para la propaganda gubernamental y el adoctrinamiento ideológico, como participar en la farsa electoral, franquear el acceso a nuestras casas a los activistas de la campaña antivectorial, y así por el estilo. En vez de noticieros, son 'noticeros'.
A ello se suma el poco tiempo que en la televisión nacional destinan a los programas culturales. La Neurona Intranquila, por ejemplo, es uno de los pocos espacios que se pueden considerar afortunados, al haber pasado del Canal Habana, que es provincial, a Cubavisión, que es nacional. Además, en un horario nada despreciable: los viernes, entre el NTV y la telenovela brasileña.
Algo muy diferente ocurrió con el prestigioso Escriba y Lea, que durante años sufrió la mutilación de los 15 minutos dedicados al arte, y en la actualidad no se transmite por Cubavisión, sino por uno de los canales educativos.
Otro gran ausente es el espacio Aventuras (de producción nacional), tan añorado por chicos -y no tan chicos- y que lleva bastante tiempo desaparecido. En su lugar se transmiten series extranjeras que si bien son entretenidas, representan un peligro gravísimo, sobre todo -pero no solamente- para las jóvenes generaciones: todas están mal traducidas (lo que se lee en los subtítulos difícilmente puede llamarse español).
Y lo que es peor, ¡plagadas de faltas de ortografía! ¿Se realizan estas traducciones en el Instituto Cubano de Radio y Televisión? Ya es suficiente saber que muchos estan expuestos a la insegura ortografía de sus maestros.
En medio de una polémica sobre su legitimidad cultural, la producción de telenovelas cubanas fue retomada a mediados de 1970, pero nunca ha llegado al nivel que tenía en los 50, por razones ideológicas y económicas.
Gladys Linares
Cubanet, 4 de marzo de 2015.
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