Actualmente, cuando se han hecho frecuentes los episodios de cubanos que en todo el país suenan los calderos en protesta contra los apagones y la escasez de alimentos, es oportuno recordar que los primeros cacerolazos que tuvo que enfrentar el régimen castrista ocurrieron hace 62 años, en junio de 1962, en Cárdenas y El Cano.
El 19 de junio de 1962, en Cárdenas, ciudad de la costa norte de Matanzas, a 150 kilómetros al este de La Habana, ocurrió el primer cacerolazo. Ese día varias decenas de cardenenses, principalmente mujeres, salieron a las calles a protestar por la escasez de alimentos, golpeando los calderos y profiriendo gritos en contra de la cartilla de racionamiento que había sido impuesta tres meses antes, el 12 de marzo de 1962.
Según alegó Fidel Castro, el racionamiento, que era consecuencia de “la guerra económica contra Cuba del imperialismo yanqui y la contrarrevolución”, era para distribuir con equidad los alimentos e impedir el acaparamiento y la especulación, y duraría “el tiempo que la situación del país lo requiriese”.
No bastándole los policías y milicianos para aplacar la atronadora protesta, el comandante Jorge Serguera, que era por entonces el jefe militar de la provincia Matanzas, ordenó sacar tanques de guerra a las calles de Cárdenas para intimidar a los manifestantes. Aquel desmesurado espectáculo represivo hizo que Serguera fuera sustituido y enviado como embajador a la recién independizada Argelia.
El presidente Osvaldo Dorticós, en un áspero discurso, culpó al “bloqueo” norteamericano de la escasez y calificó las protestas de Cárdenas como “una miserable provocación contrarrevolucionaria”.
Unos días después, a fines de junio, hubo también protestas contra el desabastecimiento en El Cano, un poblado al sudoeste de La Habana.
En la represión de la protesta en El Cano, hubo un miliciano muerto, varios heridos y decenas de detenidos. Luego vinieron las represalias del régimen: se reorganizó la milicia del poblado, cerraron varios establecimientos particulares y fueron confiscados autos y camiones de los habitantes.
Así, se creó una situación de paro forzoso para hacer que se integrara la mayor cantidad posible de vecinos a una granja experimental que instalaron en la zona, similar a otra que hicieron en Guane, Pinar del Río, mezcla de koljoz y kibutz, para probar cómo sería el comportamiento de los trabajadores en la sociedad comunista.
El experimento de la granja comunista, por suerte para los canenses, duraría poco. Pero en marzo de 1968 la llamada Ofensiva Revolucionaria acabó de sumir a los habitantes del otrora próspero poblado en la pobreza y la dependencia al Estado.
Luis Cino
Cubanet, 19 de junio de 2024.
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