La República significó el momento de mayor consolidación urbana de La Habana y la etapa más prolífica de su arquitectura, considerando la gran variedad de estilos empleados, el volumen de inmuebles construidos, las diversas tipologías y la altísima calidad técnica alcanzada. Asimismo, incorporó una infraestructura técnica eficiente, una amplísima red de servicios y comunicaciones, y una producción industrial que suministraba parte sustancial de lo requerido por la floreciente capital.
En el lapso de casi 60 años se hizo muchísimo, aunque parte de esos progresos se habían iniciado en la segunda mitad del siglo XIX. En términos de planeamiento urbano, El Vedado preconizó, frente a la trama compacta tradicional, la efectividad de un modelo equilibrado y ordenado, que hasta hoy constituye un ejemplo viable de barrio residencial. Otros repartos contemporáneos aprovecharon sus lecciones, apuntadas y dirigidas desde 1861 por las nuevas ordenanzas de construcción.
El Vedado constituyó un caso excepcional al haber urbanizado de manera simultánea varias fincas privadas. Esto le confirió gran homogeneidad a la amplia superficie que lo define. Sin embargo, la mayoría de los barrios habaneros fueron la suma de distintas fincas urbanizadas en distintos momentos, que se enlazaron a la vecina ampliando la trama de la ciudad.
El reparto Lawton, por ejemplo, es la sumatoria de 12 fragmentos diseñados entre 1859 y 1953. Sus primeros tramos son contemporáneos a El Vedado y el Carmelo (1859-60), a Santos Suárez (1859-60) y a Catalina de la Cruz (1864), núcleo fundacional de La Víbora. Situado a la altura de este último, trazó el terreno ubicado al este de la Calzada de Jesús del Monte (hoy Diez de Octubre). Allí aprovechaba las excelentes visuales de las elevaciones de la zona con un trazado moderno que, a diferencia de El Vedado, terminó siendo bastante heterogéneo e inconstante en el uso de jardín, portal, pasillo lateral y pared medianera.
El núcleo inicial de Lawton estuvo constituido por dos pequeños repartos: Ferrer (1859-60) y Salazar (1860). Cada uno ocupó el terreno de dos fincas. Sin embargo, la ejecución de ambos demoró hasta 1907-1909, cuando el negociante norteamericano Guillermo W. Lawton Green se convirtió en su principal inversor e impulsor inmobiliario. Sus límites generales eran entonces Diez de Octubre, Acosta, Porvenir, Santa Catalina este, Lawton y Dolores.
Debido a la gestión de sus licencias durante los mismos años y a la correlación del terreno, resultó un trazado unitario con calles rectas y continuas, con manzanas de 100x100 metros, a excepción de las que dan a Diez de Octubre, dada la irregularidad del camino colonial; y a Acosta, que atraviesa diagonalmente el reparto provocando manzanas triangulares. El uso de portales fue bastante regular, aunque la mayoría evitó el carácter público reglamentado, violación extendida a casi todos los repartos construidos en la periferia. El jardín, en cambio no fue muy frecuente.
Durante la fiebre constructiva republicana, Ferrer y Salazar sumaron diez ampliaciones. En conjunto abarcaron la amplia zona conocida hoy genéricamente como Lawton. Los nuevos repartos fueron: Primera y Segunda Ampliación de Lawton (1912), Batista (1914), Tercera y Cuarta Ampliación de Lawton (1915 y 1919, respectivamente), Primera Ampliación de Batista (1920), Quinta y Sexta Ampliación de Lawton (1923 y 1950, respectivamente), Santa Inés (1943-1944) y La Mallorquina (1953).
La mayoría tuvo en los precedentes decimonónicos sus principales premisas y normativas urbanas, a excepción de la Ampliación de Batista, conformada por manzanas irregulares de trazado circular; de la Sexta Ampliación de Lawton, con manzanas de 100x50 metros y algunas calles muy estrechas (diez metros) como General Rosas, General Marrero, General Rodríguez Fuentes y Eduardo Lores; y de La Mallorquina, estructurada a partir de la legalización de asentamientos clandestinos.
En todo Lawton se prefirió la vivienda individual de uno o dos niveles a la concentración de edificios de inquilinato, construidos en las vías principales a finales de la década de 1940, lo que en alguna medida ha controlado la sobrepoblación y el hacinamiento. En cuanto a los servicios técnicos, asumió con eficacia los progresos tecnológicos del momento, incorporando paulatinamente los que se introducían en la capital —gas licuado, teléfono, etc—.
A pesar de la irregularidad del terreno de Lawton, la topografía fue un elemento a aprovechar, potenciando las virtudes ambientales y visuales de la zona, que en la Sexta Ampliación alcanza los 35 metros sobre el nivel del mar. En general, el sur de La Habana se consolidó como una zona residencial obrera, sin llegar en el caso de La Víbora o Lawton a erigirse como barrios obreros tradicionales, si por ellos se entiende la incorporación de fábricas y la dependencia de la dinámica y vida de la urbanización que las envuelve. De industrial tuvo Lawton los talleres ferroviarios instalados en los límites con Luyanó, a los que se vincularon buena parte de los vecinos como mecánicos y operarios; además de un matadero, la destilería Habana y la fábrica de pintura The Sherwin Williams Company of Cuba.
Dentro de los repartos del sur, Lawton tuvo un alto estándar y calidad paisajística. Hoy lamentablemente se encuentra muy deteriorado, al igual que el resto de la capital. Con diferente nivel de conservación, perviven algunos de sus edificios icónicos. Entre ellos están "los castillitos", viviendas de piedra historicistas con techos a dos aguas muy pronunciadas que suelen ser la fascinación del barrio; el Convento e Iglesia de Santa Clara, trasladados de su primer emplazamiento en La Habana Vieja entre 1919 y 1922; la iglesia neogótica de los Pasionistas (1948); el estadio Rafael Conte (1939); y, de los cinco cines que existieron, el San Francisco (1939) y el Erie (1946), aunque sin las funciones originales.
Yaneli Leal
Texto y foto: Diario de Cuba, 18 de agosto de 2024.
Texto y foto: Diario de Cuba, 18 de agosto de 2024.
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