Aprovechando el lanzamiento en su blog del libro de memorias de la periodista cubana Tania Quintero, Periodista, nada más, le propuse realizar esta entrevista donde hablamos no sólo de algunos aspectos mencionados en su obra sino también sobre asuntos referentes al periodismo independiente en Cuba, así como acerca del futuro incierto del país. Quintero tuvo una trayectoria dentro del periodismo oficial hasta que finalmente saltó a las filas independientes en 1995. Su trabajo le valió ser perseguida hasta que tuvo que abandonar el país, refugiándose en Suiza, en noviembre de 2003. Desde Europa mantiene una intensa actividad periodística siguiendo la actualidad de la Isla. Tania Quintero es una de las personas que atesora más información y conocimiento sobre la Cuba de los últimos 50 años. Su libro es una lectura imprescindible.
Joan Antoni Guerrero Vall.
Joan Antoni Guerrero Vall.
En uno de los primeros capítulos del libro narra un encuentro con Fidel Castro a quien le mencionó que había jineteros en Cuba que querían viajar como lo hacían los 'hijitos de papá'. ¿Cuestión de valor o actitud temeraria?
-Joan, cuando aquella tarde fui al Palacio de la Revolución, no sabía para qué me estaban citando, pues por teléfono no me lo dijeron. Pero yo cogí la guagua (el ómnibus 174, en la parada que queda cerca de la 10ma. unidad de la policía, en la Avenida de Acosta) con la misma tranquilidad con que ahora respondo tu cuestionario.
-No sé si por haber nacido y vivido en un medio político y mi padre ser guardaespalda de Blas Roca, uno de los principales líderes comunistas que hubo en Cuba antes de 1959, desde pequeña estuve acostumbrada a ver personajes importantes, comunistas, de otros partidos y extranjeros. Por ello, a mí ningún dirigente me 'acojonó', como a los españoles gusta decir. Y menos Fidel Castro.
-Nunca tuve miedo escénico. De los actos en que de niña participé, recuerdo los realizados en La Habana en apoyo al Primer Congreso Mundial de Partidarios de la Paz, celebrado en París en abril de 1949 (entonces tenía 7 años) y al cual asistieron varios delegados cubanos, entre ellos tres que yo conocía desde que nací: Juan Marinello, Nicolás Guillén y Gilberto del Pino. Gilberto, dirigente campesino de Camagüey, además, vivía al lado nuestro, en un piso compartido por tres familias comunistas. De París, Gilberto nos trajo una pequeña Torre Eiffel, que durante muchos años guardamos de recuerdo.
-Los gobernantes cubanos de entonces y en particular los comunistas, que ya habían sido muy solidarios con la Guerra Civil Española en 1936-39, lo fueron también con la Unión Soviética, Estados Unidos, Francia e Inglaterra, cuatro de los países que se enfrentaron al nazifascismo y lo derrotaron, el 9 de mayo de 1945. En aquella época, también tuvo repercusión el hecho de que Cuba fuera uno de los países firmantes de la Declaración Universal de Derechos Humanos, el 10 de diciembre de 1948, en París.
-A esa niñez activa y comprometida, se unen las actividades extraescolares (visitas a museos, excursiones, etc) y la participación de los alumnos de las escuelas públicas en acciones solidarias, como recoger dinero el Día del Cáncer (la Liga contra el Cáncer era una institución muy respetada); conocer cómo funcionaba la Cruz Roja y tener botiquines de primeros auxilios en las aulas, y preparar canastillas para mujeres pobres que dieran a luz el 28 de enero, día del natalicio de José Martí, entre otras. Y estaban las actividades patrióticas, en mi caso pertenecí a la Asociación de Alumnos de la Fragua Martiana, donde una o dos veces al año escuchábamos charlas impartidas por Gonzalo de Quesada y Miranda, hijo de Gonzalo de Quesada y Aróstegui, discípulo de José Martí.
-Mi primer trabajo, como mecanógrafa en el Comité Nacional del Partido Socialista Popular (de corte marxista), me permitió estar en contacto no sólo con los comunistas que ya desde mi niñez conocía, si no también con los recién llegados al poder, aunque no a todos conocí personalmente. Al Che me lo presentaron en La Cabaña, en enero de 1959, pero nunca hablé con Raúl Castro.
-Así que con estos antecedentes, era normal y lógico que no tuviera miedo ni considerara valiente ni temerario decirle eso de los 'hijitos de papá' a Fidel Castro -y al resto de los presentes- aquel día en su despacho del Palacio de la Revolución. Tampoco nunca me 'acojonaron' los agentes de civil o de verde olivo del Departamento de Seguridad del Estado, ni los que estuvieron en mi casa o me interrogaron y detuvieron, en 1997 y 1999. Como es difícil que ellos lo atestiguen, pudieras preguntarle a Raúl Rivero, quien durante más de 24 horas estuvo detenido en un calabozo frente al mío, el 1 marzo de 1999.
-Es que durante los seis años de la dictadura de Batista (1952-58) en nuestra casa de la calle Romay, en el municipio habanero El Cerro, recibimos numerosas 'visitas' del temido SIM (Servicio de Inteligencia Militar) y del aún más temido BRAC (Buró de Represiones de Actividades Comunistas). En esa etapa, mi padre fue varias veces detenido y como mi madre se ponía nerviosa, yo iba sola a ver al abogado Aramís Taboada, que vivía en Luyanó, para que interpusiera un Habeas Corpus (trámite que siempre se hacía cuando se desconocía el paradero de un detenido y una de las primeras cosas que Fidel Castro eliminó cuando llegó al poder, junto con las huelgas y la libertad de prensa). Después de hablar con el abogado, me iba a recorrer las estaciones de policía, a ver si en una de ellas estaba detenido mi padre.
-Para entender mejor esa ausencia de miedo en una mujer cubana, hija única, te recomiendo leas Harry Potter y la revolución escatimada, un largo testimonio publicado en cinco partes en mi blog en junio de 2009. El título me lo sugirió Canek Sánchez Guevara, nieto del Che que era un buen amigo mío, y fue quien también me lo revisó. Entre otras anécdotas, cuento de los mensajes que la dirigencia del Partido Socialista Popular le enviaba a 'Alejandro', seudónimo con el cual identificaban a Fidel Castro. En el 59, Castro juraba que él no era comunista y que la revolución era más verde que las palmas, jejeje!
En ese mismo encuentro en el Palacio de la Revolución, nos describe la mano de Fidel y cómo la da, sin firmeza. ¿Puede ser que esa sea una muestra de inseguridad?
-No soy psicóloga, pero me parece que más que una muestra de inseguridad, pudiera ser una característica de las personas que se sienten superior a los demás. Como la Reina Isabel en el Reino Unido, quien casi nunca a nadie le da la mano, si no que lo hace con guantes blancos.
Menciona que el periodismo independiente es un fenómeno que surge en 1990. Me interesaría conocer por qué vías se publicaba información considerada contrarrevolucionaria antes de esta fecha en Cuba? ¿Cuáles eran las vías por las que llegaba información no oficial a la Isla? ¿Cuáles eran los circuitos que permitían subvertir el control informativo en una era donde lo digital era inexistente?
-El periodismo independiente surgió a mediados de los 90, y entre sus iniciadores se encontraban Indamiro Restano, Rafael Solano, José Rivero, Julio San Francisco y Raúl Rivero, entre otros. No sé cómo los opositores y activistas de derechos humanos, como Ricardo Bofill, hacían llegar sus denuncias, me imagino que por teléfono. En los ocho años que fui periodista independiente en La Habana (1995-2003), siempre trasmitíamos por teléfono. En el 2000, algunos tuvimos fax y durante un tiempo lo utilizamos, pero lo seguro y más inmediato siempre fue la vía telefónica.
-A los adictos a internet, twitter, facebook y otras redes sociales, les puede costar creerlo. Pero así lo hicimos. Y con éxito. Baste poner nuestros nombres en Google y aparecerán decenas, cientos, de trabajos que en esos años dictábamos por teléfono y fueron publicados en Cubanet, Cubafreepress, El Nuevo Herald, Cubaencuentro, la revista Hispano Cubana y la web de la Sociedad Interamericana de Prensa, entre otros. Los tiempos han cambiado, pero todas las adicciones son malas, sea al tabaquismo, el alcohol o a las nuevas tecnologías. Llega un momento que tu capacidad de improvisación y creatividad puede mermarse. Si te vuelves dependiente de los widget, si un día te ocurre un percance, no sabes qué hacer al no responderte un 'aparatico' que en ocasiones se convierte en la extensión del cuerpo de una persona. Por la calle o en el ómnibus, veo a personas todo el tiempo con el celular, el ipod, iphone, blackberry, etc. Una adicción total!
-El domingo 28 de febrero de 2010, Iván y Laritza Diversent fueron a Santa Clara, a entrevistar a Guillermo Fariñas. Quedaron en enviarme la entrevista, para que la revisara y la remitiera a El Mundo/América. Pero sobre las 18.00 del lunes 1 de marzo, hubo un corto circuito en nuestro apartamento y nos quedamos sin luz. O sea, sin computadora ni teléfono inalámbrico. El celular de mi nieta estaba descargado. La opción era ir a la estación de trenes para comprar una tarjeta telefónica y desde una cabina pública llamar a La Habana. Pero cuando me disponía a salir, mi hija ve a un muchacho árabe que vivía en nuestro edificio en Lucerna y que ella conocía de un curso de alemán, y le pide si yo desde su teléfono inalámbrico podía llamar a Cuba. Y nos dice que él sólo tiene un celular, inmediatamente lo sacó de su bolsillo y nos pidió el número. Así pude avisar de lo ocurrido.
-Lo principal no es lo que pases para hacer tu labor periodística, si no hacerla. La entrevista fue publicada. Ese día, por cierto, aprendí que cuando un árabe te hace un favor, se ofende si le dices que se lo vas a pagar.
-Volviendo a tu pregunta. Creo que Rolando Cartaya, periodista cubano que ya en los 80 era disidente, pudiera responder mejor. A Cartaya lo puedes localizar en Radio Martí. Acerca de Bofill, por cierto, el otro día recibí un email donde decían que se encontraba enfermo y abandonado, habría que verificarlo y de ser así, que los americanos desvíen un poco de esos millones que se dice destinan a la disidencia dentro de la isla, y le hagan llegar una ayuda monetaria urgente. Es lo menos que merece alguien que tanto luchó por los derechos humanos en Cuba. Cuando se escriba la historia de la oposición a Fidel Castro en el interior de la isla, para mí hay tres nombres imprescindibles: Pedro Luis Boitel, Mario Chanes de Armas y Ricardo Bofill.
En un momento escribe: "Aceptemos por buenas las intenciones de los rebeldes. Pero tratando de acabar con lo que ellos consideraban malo y negativo, terminaron acabando con Cuba". Usted muestra en el libro su carácter independiente, afirma que nunca perteneció a ningún partido, pero creyó en algún momento en los que lideraban la Revolución. O podríamos decirlo de otra manera, ¿cuándo empezó a sospechar de que aquello no era normal?
-Como nunca he sido ni soy fanática de nada ni de nadie, para serte sincera, siempre creí a medias en la revolución. Esa misma anécdota que puedes leer en Harry Potter y la revolución escatimada, es una muestra que cuando sabes algunas cosas, no puedes creer a ciegas. Porque públicamente Fidel Castro declaraba que aquello no era socialismo, y por detrás, se daba la lengua con los comunistas. Me consideraba revolucionaria, pero a mi manera. La gota de agua que colmó el vaso de mi incredulidad fue el asalto a mi domicilio por la Seguridad del Estado, el 8 de marzo de 1991, y el arresto en Villa Marista de mi hijo, Iván García. Hace poco lo conté en Pistola en mano.
Si tuviera que definir su paso por la prensa oficial del castrismo, ¿cómo lo definiría?
-Para ser autodidacta, para nunca haber recibido una lección de periodismo, considero que mi paso por la prensa oficial fue bueno. Y más no pude publicar, sobre todo en la revista Bohemia. De mi primer y único viaje al exterior, de tres semanas a la República Democrática Alemana, en 1979, publiqué 50 páginas en Bohemia. Quien tenga acceso a los archivos de la más conocida revista cubana, las puede contar, no exagero.
-Del ministerio de asuntos exteriores de la RDA dijeron que nunca, ningún periodista, ni capitalista ni socialista, había escrito tanto en una estancia tan breve, porque en realidad de trabajo fueron dos semanas, la primera la pasé en visita privada, en casa de Cathérine Gittis, una periodista que se suicidó en 1988 y que mucho tiempo después supe que era media hermana, por parte de padre, de Marcus Wolf, el famoso superjefe de espías y a quien lamentablemente, no llegué a conocer. Esa productividad periodística me valió que en 1980 me condecoraran con la Medalla de Plata de la Amistad con los Pueblos de la RDA.
-También considero bueno mi paso por la televisión cubana, a donde llegué ya con 40 años de edad y sin ninguna experiencia previa. Me adapté bastante rápido a un medio totalmente nuevo. Y no sólo reporté para el noticiero, también escribí guiones y realicé programas.
-Pude dominar el periodismo porque tenía una base: desde los primeros grados de la enseñanza primaria siempre obtuve buenas notas en ortografía, composición, gramática y siempre leí mucho, fui mucho al cine y me gustaba visitar museos. El mejor ejemplo de un autodidacta lo tenía muy cerca: Blas Roca, un zapatero mulato de Manzanillo, que se hizo a sí mismo y llegó a ser uno de los tres constituyentes comunistas de la Constitución de 1940 (los otros dos fueron Juan Marinello y Salvador García Agüero, este último de la raza negra).
-Al exilio llegué el 26 de noviembre de 2003, pero todavía mi nombre aparece en una lista negra. Y muchos familiares, amigos, vecinos y excolegas del periodismo oficial, temen pronunciar mi nombre o decir que me conocieron y fueron mis amigos, salvo contadas excepciones. Recientemente, en mi blog una persona que ya no vive en Cuba dejó un saludo, pero me pidió no lo publicara. Hace poco, en mi blog escribí sobre un excolega, que si pudo dejar la profesión que tenía y dedicarse a lo que le gustaba, fue gracias a mí. Pero él, como otros, temen ponerse en contacto conmigo, tampoco con mi hijo Iván, que como sabes desde La Habana escribe sin miedo.
-Afortunadamente, ni Iván ni yo hemos sido víctimas de ese terror que paraliza y te impide mencionar el nombre de alguien que un día fue un buen amigo, vecino o ex compañero de trabajo. Es una de las más dañinas herencias que han dejado los Castro en la población cubana. Tendrán que pasar muchos años para que los cubanos pierdan ese miedo patológico que los mantiene paralizados. Una actitud que no acabo de entender: prefieren tirarse al mar en una balsa y ser comidos por los tiburones, antes que manifestar en público lo que realmente piensan.
-No solo perdono la apendijitis crónica que padecen algunos de mis excolegas, si no que cada vez que puedo, dejo patente mi cariño y respeto hacia compañeros con quienes durante más de dos décadas laboré, como hice en la entrevista que en 2008 concedí a la colombiana Lully Posada.
Joan Antoni Guerrero Vall
Blog Punt de Vista, 11 de mayo de 2011.
Fotocopia que en mayo de 2012 me envió Juan Carlos Alsar, hermano del compositor Jorge Luis Piloto. Es de 1982 (yo tenía 40 años), cuando entrevisté a Juan Carlos para la sección cultural de la revista Bohemia, a propósito de una exposición suya de pintura en la Casa Árabe de La Habana. Juan Carlos vivía con Camelia (derecha) su esposa de entonces, en una casa estilo bungalow que quedaba cerca de la carretera que une a Luyanó con Guanabacoa. La foto original la hizo Raúl Castillo, fotógrafo de la revista Bohemia.
Leer también: Un sobrino llamado Canek.
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