viernes, 18 de septiembre de 2015

Control social y miedo ciudadano



A Belkis le recorrió un escalofrío por el cuerpo cuando su jefe le dijo en voz baja que “el compañero de la Seguridad de la empresa quería charlar con ella”.

Cuenta Belkis que el oficial tenía pinta de guapo de barrio. "Sin disimulo mostraba la pistola en su cadera. Para meterte miedo hacen una pausa de silencio que aterra. Revisaba unos papeles con calma. Antes de hablar les gusta trasmitir la sensación de que tu vida les pertenece".

Comenzó su charla preguntando por la familia de Belkis, como si los conociera de siempre. "Me dijo que ellos sabían -les gusta hablar en plural- que yo utilizaba mi correo para comunicarme con ciertas personas de origen cubano que radican en el extranjero tildados de 'contrarrevolucionarios'. De una carpeta comenzó a sacar notas de mis emails. Le dije que se estaban inmiscuyendo en mi vida privada".

Le recordó que ella había firmado un código de ética donde se comprometía a utilizar esas herramientas en beneficio del país. "Le riposté que si internet no fuera tan cara y hubiese fácil acceso, las personas no utilizarían la web de una empresa en asuntos personales. El tipo fue tajante: ‘a la próxima te botamos’. Ellos se consideran por encima de la ley, el sindicato y la dirección de cualquier empresa”.

Luego el oficial comenzó acosarla sutilmente. Le propuso colaborar con la Seguridad para que delatara a quienes utilizan internet en funciones no autorizadas. “Comenzó a enamorarme a cambio de favores. Me dijo que si aceptaba salir con él, me dejaba que usara internet libremente. Por lo general son tipos repugnantes, que utilizan la impunidad que poseen para amedrentar”, afirma Belkis.

Algún día, cuando en Cuba se abran los archivos secretos de esa temible organización, se conocerá de primera mano su intromisión descarada en la vida privada de miles de ciudadanos ajenos a la oposición política. La Seguridad no solo se dedica a proteger los intereses del Estado.

Su campo de acción es amplio. Desde tener informantes en los barrios y cuadras, para que vigilen a vecinos de su interés, revisar paquetes, cartas, emails, retenerte el pasaporte, frenar el ascenso de un profesional, excluir a determinado funcionario de un viaje al extranjero o detenerte sin cumplir los requisitos legales que exigen las normas de procesamiento penal.

Esa organización siniestra actúa por encima de la ley con el beneplácito del régimen que los ha dotado de extensas facultades para su desempeño. Se desconoce su abultado presupuesto.

A sus oficiales no les faltan vehículos, combustible, casas para citas con informantes y detenidos, comida, acceso a centros turísticos y atención médica de excelencia.

“En Villa Marista se encuentra la mejor clínica estomatológica de La Habana. Equipada con todos los hierros. Hay una tienda que les vende ropa, electrodomésticos y artículos a precios de los años 80. Un reloj Rolex GMT, por ejemplo, a un alto oficial solo le cuesta 600 pesos (alrededor de 26 dólares). Esta gente tiene total libertad para hacer lo que dé le gana”, señala un trabajador civil del Ministerio del Interior.

La autocracia verde olivo los trata a cuerpo de rey. Son la columna vertebral del sistema. Los agentes de campo que se dedican a reprimir disidentes se agrupan en una sección llamada Enfrentamiento. Tienen motos Suzuki, autos Gely y cuenta abierta de telefonía móvil. En sus vacaciones se alojan en villas y centros de recreación exclusivos para militares.

“De acuerdo a su jerarquía pueden estar quince días en un hotel cinco estrellas de Varadero. Los más importantes, como Antonio Castro, no tienen que rendir cuentas de los miles de dólares o euros gastados en paraísos turísticos de Europa o inscribir a sus parientes en universidades extranjeras de élite”, manifiesta un empleado del sector turístico

Según este empleado, en esas villas una estancia de 10 días no supera los 700 pesos (30 dólares). “Mientras el pueblo gasta 300 o 400 cuc por tres noches en un hotel todo incluido, ellos se alojan con toda su familia. Por un bistec de res pagan 3 pesos en moneda nacional y 10 pesos por una cerveza Cristal. Para ellos no existe inflación ni carestía de la vida”.

Gustavo, directivo de una terminal de ómnibus habanera, dice que “la Seguridad hace lo que le sale de los cojones en este país. A pesar de la crisis del transporte urbano, tienen las prerrogativas de confiscar tres o cuatro guaguas y sacarlas del servicio para utilizarlas en el traslado a Damas de Blanco y opositores detenidos los domingos".

A la par del desgaste de la autocracia, después de 56 años de manicomio económico, ideológico y político, aumenta la violencia verbal y física de los agentes de Seguridad del Estado contra las personas que detienen.

“Siempre su presencia en la sociedad ha sido intimidante y omnipresente. Pero jamás en la Isla se vieron esas golpizas brutales a detenidos esposados como ahora”, dice un vecino de Miramar, testigo de la represión por parte de la Seguridad del Estado.

Trabajadores y estudiantes universitarios son convocados por oficiales de la Seguridad a los actos de repudios, auténticos linchamientos verbales de corte fascista, con la intención de aparentar una supuesta indignación de la población hacia la oposición pacífica.

Si un segmento amplio de la ciudadanía opta por emigrar, incluso al riesgo de sus vidas antes que realizar protestas masivas en las calles, es debido al temor del sistema represivo montado por el Departamento de Seguridad del Estado desde el mismo año 1959.

Los cubanos saben que no existen mecanismos legales para cambiar el status quo en Cuba. Y han elegido sentarse en las gradas.

Iván García

Foto: Integrantes del Movimiento Cívico de las Damas de Blanco protestan con una sentada en medio en la calle Reina, Centro Habana. Tomada de Una respuesta cívica contundente. Tanto las mujeres del grupo de las Damas de Blanco dirigido por Berta Soler como las del movimiento creado por Laura María Labrada, hija de Laura Pollán, son casi las únicas personas que en Cuba han perdido el miedo y protestan públicamente.

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