lunes, 21 de diciembre de 2015

El rey del maíz



En el céntrico bulevar de San Rafael, en el municipio de Centro Habana, se puede ver un anuncio que dice El rey del maíz y el negocio consiste en vender mazorcas de maíz hervidas.

Los precios y las especificaciones aparecen, de forma clara, en la tablilla: con mayonesa o mantequilla, 10 pesos, moneda nacional, cada mazorca, y con queso, 20 pesos.

La del idea ha sido de un cuentapropista. Casi todo el tiempo el lugar se encuentra concurrido: la oferta es original y poco frecuente.

Pero los precios se van del alcance de muchos. Diez pesos es casi la mitad del salario promedio diario de un trabajador cubano. ¡Y qué decir de 20 pesos!

En Cuba, el maíz ha sido siempre un alimento barato, pero ahora se ha convertido en un producto de lujo, con precios exorbitantes en cualquier agromercado donde se vaya a adquirir.



El nombre del lugar suena como una metáfora, como si en la isla el maíz perteneciera a un reino, al cual, aunque parezca ficción, no todos pueden acceder

Hay situaciones que han vuelto tolerables algunos precios, otros se justifican por el lugar donde el negocio se encuentra situado y, por tanto, sus ofertas están dirigidas a un determinado público.

Por su ubicación y originalidad, El rey del maíz atrae a muchos extranjeros, sobre todo a los “mochileros”, como los cubanos denominan a los turistas de bajos ingresos.

En cualquier caso, cubanos y foráneos, encuentran novedoso el hecho de comerse una mazorca hervida de maíz, sostenida por un palito, al estilo americano.



Bárbara Fernández Barrera
Red Cubana de Comunicadores Comunitarios
3 de diciembre de 2015

1 comentario:

  1. El problema no radica en los precios. Radica en la producción de maíz y la regulación del trabajo por cuenta propia.
    Si la producción de maíz fuera de dimensiones nacionales, que permitiera establecer este tipo de timbiriches en proporción al abastecimento, la competencia traería aparejada a disminución de los precios.
    Lo que sucede en Cuba es que no hay producción suficiente. O lo que es igual, mucha demanda, poca oferta y un desgobierno que impide la producción.

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