jueves, 29 de diciembre de 2016

Felicidades en el Nuevo Año


Que 2017 sea un año mejor para Cuba y el mundo. Es el anhelo de Iván García, Tania Quintero y Marco A. Pérez López.

lunes, 26 de diciembre de 2016

Ensalada con Luis Peña y Pablo Milanés



Aunque al inicio mencionan la Nochebuena, Ensalada no le canta al tradicional plato de lechuga, tomate y rabanitos que en Cuba, cuando yo era niña, solía acompañar la cena del 24 de diciembre.

Ensalada pertenece al cancionero popular cubano y se desconoce el autor de la letra y música. Fue rescatada por Pablo Milanés y Luis Peña, guitarrista ciego más conocido por El Albino.

Se puede escuchar en el primero de los dos titulados Años, lanzado en 1980, tres años después de la muerte del Albino.

Tania Quintero

jueves, 22 de diciembre de 2016

Feliz Nochebuena y Feliz Navidad


A todos los lectores del blog, vivan donde vivan, sus realizadores les desean unos felices días navideños.

Iván García, Tania Quintero y Marco A. Pérez López

lunes, 19 de diciembre de 2016

Recetas típicas de Baracoa



Muchas de estas recetas no son conocidas por cubanos de otras provincias, pero tal vez la menos conocida es un guiso hecho con un alevín de río llamado tetí. En este video pueden ver cómo se pesca y prepara. El tetí se puede comer solo o acompañado por arroz o papas.

Chorote

Ingredientes: Bola de cacao, azúcar, leche de coco, maicena u otro espesante, especias dulces (canela, anís, clavo).

Modo de elaboración: Se ralla la bola de cacao y se echa en agua hirviendo con especias dulces. Se agrega leche de coco extraída previamente después de agregar agua caliente a la masa de un coco seco rallado, exprimir y colar la mezcla. En un recipiente aparte se disuelve la maicena u otro espesante (bananina o almidón de yuca) con una porción de agua tibia y se añade al recipiente donde se cocina el chorote. Se agrega azúcar y sal a gusto. Se revuelve constantemente hasta que la mezcla espese y se cuezan bien todos los ingredientes, lo cual evita que se formen grumos y que el chorote no se derrame al hervir la leche. Se puede añadir leche de vaca a gusto en sustitución o junto con la leche de coco.

Cucurucho

Ingredientes: Coco, azúcar o miel, guayaba, fruta bomba, naranja, piña, especias dulces.

Modo de elaboración: Se ralla el coco y se pone a cocinar en un caldero durante largo tiempo hasta que la masa se ablande completamente. Se agregan cortezas de guayaba, fruta bomba, naranja, piña y se continúa el proceso de cocción varios minutos más hasta que las frutas se ablanden ligeramente. Se agrega azúcar o miel y las especias dulces y se cocina revolviendo frecuentemente hasta que la masa cuaje y adquiere la consistencia adecuada. Se deja enfríar y se envasa en cucuruchos confeccionados con yagua.

Bacán

El bacán es un plato típico de la cocina baracoense, elaborado a base de guineo o plátano fruta verde rallado, con carne de cerdo ahumada o cangrejo, condimentado con especias y leche de coco. Esa masa es envuelta en la hoja del plátano, se amarra con finas tiras de yagua y se pone a hervir de modo similar a la hayaca o tamal de maíz.

Bacán perdido o en cazuela

Ingredientes: Plátano verde, leche de coco, carne de cerdo, enchilado de cangrejo, especias y sal.

Modo de elaboración: Se elabora de manera similar a la receta del bacán tradicional hasta el momento de la cocción definitiva. En este punto, en lugar de envolverse en hojas de plátano, se vierte directamente la masa en un caldero y se cocina a fuego lento. Encima del caldero se colocan hojas de plátano y sobre éstas, carbón encendido o brazas para que cueza de forma completa y pareja.

Guanimo

Ingredientes: Plátano verde, leche de coco, especias y sal.

Modo de elaboración: Se prepara de forma similar al bacán, con la única diferencia de que no incluye carne de ningún tipo en su interior, y se envuelve de manera diferente, amarrando la hoja de plátano por ambos extremos con lo cual la envoltura adquiere forma elíptica.

Leche de coco

Ingredientes: Un coco, agua caliente, especias dulces.

Modo de elaboración: Se ralla un coco seco, se le echa agua caliente y se exprime directamente con las manos o utilizando un paño limpio hasta sacar todo el jugo a la masa. La mezcla de agua y grasa de coco que se obtiene es la leche de coco que se sazona con sal, especias y picante, dejándola hervir pocos minutos. Se come con carnes, pescados y mariscos, calalú y vegetales. Cuando está hirviendo, se le puede agregar cucharadas de plátano crudo rallado que se cuece en forma de bolas. La leche de coco también se utiliza para preparar chorote y dulces de cualquier tipo (arroz con leche de coco, pan de maíz, pan de boniato y pan de yuca, entre otros).

Lomo ahumado con leche de coco

Ingredientes: Lomo de puerco, un coco, ajo, cebolla, ají, puré de tomate y culantro o cilantro.

Modo de preparación: Se deshuesa y deshebra el lomo ahumado y se reserva. Se ralla el coco y se convierte en un puré fino agregando el doble de agua (puede usarse guayo o batidora). Luego se cuela por una tela limpia, exprimiendo hasta extraerle todo el jugo. El líquido resultante se guarda en el refrigerador. Después, prepare un sofrito con ajo, cebolla, ají, puré de tomate y culantro o cilantro. Agregue el lomo y leche de coco hasta cubrirlo. Déjelo cocinar hasta que la salsa espese.

Frijol caballero en leche de coco con bolitas de plátano

Ingredientes: Un coco, frijol caballero (https://www.ecured.cu/Frijol_caballero), dos o tres plátanos viandas verdes.

Modo de elaboración: Se prepara aparte la leche de coco con sal y especias a gusto. Se ablanda el frijol caballero y se le agrega posteriormente la leche de coco. Cuando rompe el hervor, se agregan cucharadas de plátano verde crudo rallado.

Fruta bomba con leche de coco

Ingredientes: Una papaya o fruta bomba verde, leche de coco, sal y especias dulces.

Modo de elaboración: La fruta bomba se pela y pica en trocitos y se ponen a hervir. Cuando están blandos se agrega la leche de coco, previamente condimentada, con sal y especias a gusto. Se hierve unos minutos más hasta que la fruta bomba absorba el sabor de la leche de coco. Se le puede agregar pescado o camarones.

Chayote con leche de coco

Ingredientes: Un chayote, leche de coco, especias, sal, pescado o carne de cerdo (opcional).

Modo de elaboración: Se pelan los chayotes, se pican en cuadritos y se hierven. Cuando estén blandos, se le agrega la leche de coco, previamente condimentada con sal y especias. Se hierve unos minutos hasta que el chayote absorba el sabor de la leche de coco. Se le puede agregar pescado o carne de cerdo.

Palmito con leche de coco

Ingredientes: Palmito, leche de coco, especias y sal.

Modo de elaboración: De la parte superior de la palma real se extrae el cogollo, una corteza blanda de color blanco que se pica en trocitos pequeños. Se ablanda o escalda y a continuación se agrega la leche de coco ya condimentada. Se hierve por unos minutos para que el palmito absorba el sabor de la leche de coco. Este plato es una herencia de la cultura taína aborigen que se ha preservado hasta nuestros días.

Calalú

Ingredientes: Hojas tiernas de calabaza, malanga, boniato, remolacha, espinacas, acelga, pescado o carne de cerdo ahumada y leche de coco.

Modo de elaboración: Se escaldan o se hierven a gusto las hojas. Se agrega sal, grasa y especias y el pescado o carne de cerdo ahumada, previamente cocinados. Se agrega la leche de coco y se cocina hasta que rompa el hervor.

Arroz con cangrejo

Ingredientes: Arroz, cangrejos, culantro o cilantro, orégano, ají dulce y ají picante, ajo y leche de coco (opcional)

Modo de elaboración: Se hierven los cangrejos. Una vez cocinados se limpian, para extraer de los carapachos la grasa que le da sabor y color al arroz. Se separan las patas, pechos y muelas. Se sofríe el arroz con el culantro, orégano, ají dulce y picante, ajo, y se le agrega la grasa extraída de los carapachos, las patas, los pechos y las muelas de los cangrejos. Se echa sal y agua a gusto. Se puede sustituir el agua por leche de coco. Este arroz se come mojado, a la chorrera.

Enchilado de cangrejo

Ingredientes: Cangrejos, ají picante, ajo, cebolla, grasa (puede ser aceite de coco), leche de coco (opcional)

Modo de elaboración: Se hierve el cangrejo. Una vez cocinado se extrae la masa de las patas, muelas y pechos y la grasa contenida en el carapacho. Se sofríe toda la masa (puede ser aceite o aceite de coco) y se agrega sal a gusto, ají picante, ajo y cebolla. Se adiciona leche de coco (opcional). El color de este plato es muy oscuro y tanto el sabor como el olor tienen un atractivo peculiar.

Bola puñeta

Ingredientes: Plátano vianda verde, ajo, grasa

Modo de elaboración: Se pela el plátano vianda verde y se pone a asar sobre brazas en un fogón de leña o carbón. Se aplasta el plátano y se le echa sal, grasa y ajo. Se amasa en forma de bolas. El nombre puñeta proviene por aplastarlo dándole con un puño. Actualmente la receta se elabora friendo el plátano y agregando el resto de los ingredientes. Se puede comer en forma de bola o servirse como fufú o puré.

Frangollo

Ingredientes: Azúcar, plátano vianda verde, especias dulces.

Modo de elaboración: Se pela el plátano y se corta en rodajas finas que se secan al sol. Después de secas se tuestan y se muelen para convertirlas en harina. Aparte, se prepara un almíbar al hilo con azúcar y especias dulces. Cuando está a punto se baja de la candela y se le agrega la harina de plátano, batiendo constantemente hasta lograr una masa homogénea, que está lista cuando se ve el fondo del caldero. Se vierte la masa en un molde cuadrado, previamente engrasado y de superficie lisa. Al endurecerse se corta en tablitas cuadradas. Cada tablita se envuelve en hojas secas de plátano.

Raspadura de almendra

Ingredientes: Almendras peladas, azúcar o miel.

Modo de elaboración: Se tuestan las almendras en un caldero. Aparte se prepara un almíbar con azúcar o miel y se agregan las almendras hasta que se forme una masa compacta. Se baja el caldero y se vierte la mezcla en moldes redondos confeccionados con tiras de yagua y colocados sobre una superficie previamente mojada para que no se pegue.

Raspadura de semillas de marañón

Ingredientes: Semillas de marañón, azúcar o miel, leche (opcional).

Modo de elaboración: Se tuestan las semillas de marañón, se sacan de la corteza y se muelen. La masa obtenida se echa en un caldero con almíbar confeccionada con azúcar o miel y se añade leche a gusto. Se baja el caldero y se vierte la masa en moldes redondos confeccionados con tira de yagua y colocados sobre una superficie previamente mojada para que no se pegue.

Tulanga

Ingredientes: Yuca, azúcar, canela, clavo, anís, leche de coco

Modo de elaboración: Se ralla la yuca y se exprime la masa para sacarle el almidón. La misma porción de líquido extraído se sustituye por leche de coco. Se añaden las especias dulces y el azúcar a gusto. Se toma una hoja de plátano mareada y cortada rectangularmente, se vierte sobre ella dos o tres cucharadas de la masa y se envuelve en forma fina y alargada. Se cocina durante 30 minutos sobre brazas en un fogón de leña o carbón, utilizando para ello un caldero grande revestido de ceniza por dentro para que no se pegue. Sobre la tapa del caldero se colocan brazas para, que la cocción sea pareja.

Recetas del libro Baracoa: Más allá de La Farola, 2013, Editorial El Mar y la Montaña.

Foto: Tomada de Los bacanes de Noelia.


jueves, 15 de diciembre de 2016

La magia de la cocina de Baracoa



Con la pasión que distingue a los naturales de Baracoa cuando de su terruño se trata, Alejandro Sebastián Hartmann Matos, historiador de la Primera Villa de Cuba, define al cacao como "esencia, identidad, espíritu del lugareño", degustado desde tiempos inmemoriales, cuando el conquistador lo introdujo en estos parajes.

"El cacao -suscribe Hartmann, viviente enciclopedia local- está en los Altares de Cruz como bebida de respeto y dignidad", en los velorios como elíxir energizante y en el desayuno familiar elaborado conocido como chorote, un legado hispánico enriquecido por los baracoenses con leche de coco y harina de maíz.

Folclor, naturaleza, idiosincrasia, identidad, sincretismo, forman parte de las tradiciones culinarias de Baracoa, donde el monte entrega cacao, coco, miel, palmito (cogollo de palma real), guineo (plátano fruta), naranja... Y el mar, peces y mariscos que al crepitar de los fogones de leña y en los tiznados calderos, se transforman en delicias inconcebibles los más renombrados chefs.

Tulanga, frangollo, guanimo, bacán, palmito, bola puñeta o calalú son vocablos que pueden hacer fruncir el ceño de unos y estimular las glándulas salivales de otros, pues junto a términos más conocidos como cucurucho, enchilado, arroz con cangrejo o macho (cerdo) asado en púa, conforman el amplio recetario de la comida autóctona de una región a la cual los indocubanos incorporaron el casabe.

Son más de 200 las recetas de comidas, postres y bebidas típicas de esta región y cuyos nombres sugerentes transitaron incólumes por cientos de años de generación en generación, como también sus productos base: guineo, papaya (fruta bomba) y muchos más.

Hablar de la cocina de Baracoa es mencionar platos obligados como el palmito compuesto, enchilado de cangrejo, pan de boniato, yuca o maíz y tetí, un alevín capturado en las desembocaduras de los ríos en el litoral baracoense.

Otras delicias de la región son sus dulces: raspaduras de semilla de tamarindo o almendra, turrón de coco, tulanga y frangollo; cucurucho, ícono local de superior exquisitez si está hecho con miel de abejas, pero también el calalú, a base de harina y carne de cerdo, el alimento de Changó, deidad africana, Dios del rayo, el trueno, el amor, la virilidad y la música.

Junto al cacao, el coco tiene un lugar especial: a la reputación de sus cien usos, añade su leche, ingrediente que se vuelve cuando se usa en potajes, enchilados de pescados y mariscos, ahumados o con palmito, chote (chayote) o papaya.

Baracoa, en la provincia de Guantánamo, en el noreste de Cuba, lo invita a la autenticidad de su cocina con la magia láctea del coco, para cuya obtención basta rallar su blanca masa, hervirla en agua y exprimirla en un paño limpio hasta obtener el jugo; luego, sazonarla con sal y especias, añadirle picante y dejarla concentrar en la candela. Y ya está lista para combinar casi todos sus platos y deleitar al más exigente paladar.

Ariel Soler
Periódico Venceremos, 10 de julio de 2016.

lunes, 12 de diciembre de 2016

Looks guantanameros


Los estudiantes cubanos aprovechan sus vacaciones para cortarse el pelo como les guste, porque en las escuelas están prohibidos los peinados de moda, especialmente para los varones.

Para los que no tienen dinero para pagar un corte de pelo con un barbero o peluquero, siempre existe la opción de que un amigo te pele.

A continuación, fotos de los estilos más usados por los jóvenes de la ciudad de Guantánamo en el verano de 2016.









Todas las imágenes fueron tomadas de un fotorreportaje publicado en Havana Times el 6 de julio de 2016.

jueves, 8 de diciembre de 2016

Ese otro mundo que se llama Guantánamo



Una aclaración de Tania Quintero. Cuando preparé este post y los otros tres dedicados a Guantánamo y Baracoa, el huracán Matthew no había pasado por la región más oriental de Cuba. Después de su paso, decidí dejar como inicialmente lo había preparado, este pequeño homenaje a los guantanameros y los baracoenses. Pero la devastación no se puede pasar por alto ni olvidar. Por ello les recomiendo ver este video y leer A pesar de los huracanes, los orientales se las arreglan para sobrevivir; Cuba después de un huracán y los reportajes que sobre el devastador Matthew se han publicado en Periodismo de Barrio.



Vivir en Guantánamo, para mucha gente, es como decir habitar otro mundo. El otro extremo del país, una tierra casi desconocida que más de uno imagina de calles de tierra y fango. El fin del mundo, un sitio del que todos quieren irse.

No me había dado cuenta de cuánto se tergiversa nuestra realidad hasta el quinto año de la carrera, cuando un colega de Santiago de Cuba –a solo 85 kilómetros- me preguntó mientras se alistaba a venir, si creía que era necesario que se pusiera botas.

En La Habana, decir Guantánamo es hablar del culo de Oriente, aunque a decir verdad holguineros, santiagueros, tuneros…, casi siempre caemos en el saco homogéneo de ese gentilicio absurdo que es “palestino”.

La capital de la provincia más al este de Cuba es la sexta más poblada del país, pero todavía te encuentras a alguien que te dice que tiene un amigo que vive aquí, te deletrea el nombre y cual si la urbe fuera una cuadra o un aula de escuela, te pregunta si sabes de quién te habla.

¿Y allá hay de eso? He tenido que escuchar más de una vez cuando comento que fui a una discoteca, o que estoy en una zona wifi, que tuve un novio rockero, que sé lo que es un IPhone o un Samsung Galaxy, y que no me hace gracia la keratina para el pelo.

Una idea tan simplificadora. pero definitivamente menos combatida que la que tienen muchos extranjeros cuando, en mi perfil de Facebook, descubren que nací en Guantánamo. ¿Y cómo es vivir al lado de la base naval? ¿Cómo es la cárcel? ¿Alguna vez has visto a un talibán, te dan miedo?

Pero vivir en este lado de la isla ciertamente tiene sus cosas, sus ventajas, sus desventajas, y sus diferencias que no siempre son para mal, que conste.

Sabemos que si vinieran Arjona, Marc Anthony, Melendi o cualquiera de esos famosos, lo más cerca que pueden llegar es a Santiago de Cuba.

No somos una provincia de grandes eventos, nuestra arquitectura colonial no tiene la grandilocuencia de la de Camagüey o La Habana, como si en esta porción de país no hubiera necesidad de impresionar demasiado a nadie; y un ingeniero nuclear que decida quedarse tendría que trabajar de cualquier otra cosa.

Pero vivir en Guantánamo también es un abrazo de empatías, de tranquilidad, de aire fresco, de gente que tiene una cadencia, un ritmo más lento que el de la capital, como si llegar a ninguna parte nunca fuera más importante que mantener la compostura y darse el simple gusto de disfrutar la caminata y el paisaje.

Crecer en este sitio de calles rectas y casas de una sola planta también me salvó la inocencia y la utopía, lejos de las brutales desigualdades que le dislocaban demasiado pronto la ideología a mis amigos del occidente.

Nunca me tocó estudiar con la progenie de un ministro o de un presidente -para muchos una muestra del principio de igualdad defendido en Cuba-, pero eso me evitó el choque con los hijos de papá que pasan las vacaciones en el extranjero y viven como si físicamente estuvieran en otro sitio.

Estar en Guantánamo también tiene ventajas prácticas. Lejos de los ambientes especulativos de la capital, todavía es posible llenar un bolso de frutas con el equivalente a un dólar y puedo comerme una pizza y quedarme en el bolsillo para otras tres con lo que gano en un día en mi trabajo estatal.

Ahora que tengo una hija por ver crecer, me tranquiliza un poco lo lejos que estamos de los últimos toques de la moda -que llegan, pero menos feroces-, de los niños que exigen para ir a la escuela maletas con rueditas o con 10 años ya quieren un celular, y que el uso de drogas, por lo menos hasta ahora, permanece oculto a los ojos de la mayoría de las personas: no me lo van a creer, pero a mis 32 en mi vida he visto de cerca un cigarro de marihuana.

Y que, a pesar de todo, como pueblo todavía no hemos perdido la ternura. Los buenos días de los vecinos me lo recuerdan cada día, la buena voluntad, los asientos que todavía se ceden en las guaguas, y las puertas abiertas al forastero que pide agua o tiene una urgencia de clases mayores.

Así que, al final, parece que sí vivimos en otro mundo, uno sin tanta tecnología, sin tanta banalidad, sin tantas posibilidades profesionales, con posibilidades de viajes disminuidas, pero que, para muchos, es nuestra idea de lo que puede ser, al menos, el comienzo de uno mejor.

Texto y foto: Lilibeth Alfonso
El Toque, 6 de julio de 2016.

Video: Papaito interpreta En Guantánamo, compuesto en 1920 por Felipe Neri Cabrera y popularizada por Abelardo Barroso (La Habana 1905-1972), primero con el Sexteto Habanero y después con la Orquesta Sensación. El dominicano Johnny Ventura hizo una versión de En Guantánamo y la tituló 1920. En el disco Años, de Pablo Milanés, lanzado en 1980, aparece una canción titulada En Guantánamo, de la autoría de Luis Peña, no he escuchado la música, pero la letra es distinta a la escribe por Felipe Neri Cabrera en 1920.

lunes, 5 de diciembre de 2016

Reportaje



“¿Por qué tú y no yo?”, clama, brama, reclama una señora mulata, obesa, entrada en años, que se retuerce, arquea, oscila en brazos de una muchacha que luce rostro compungido, preocupado, quizás porque la señora que se está ofreciendo en sacrificio amenaza con desplomarse y que, si lo hiciera, va a arrastrar con ella a quien le aferre los brazos, ya se ha visto antes, en los bembé, los que montan santo, que caen al piso, en sagrada convulsión.

“La gorda no se tira porque sabe que se va a dar tremendo trastazo”, me susurraba el babalao, organizador de aquella otra fiesta, observador de la humanidad y de aquella otra señora, también obesa, mulata y entrada en años, a la que mantiene en vilo otra muchacha que puede ser su hija o su vecina o su compañera de ritos, la señora, que se contorsiona, ojos cerrados, la boca apretada, brillante de sudor. “No se tira, no te preocupes”, me dice el hombre que viste una inmaculada y blanca camisola con botones de oro, y sonríe.

Pero ya no sabré si se cayó o se lanzó al piso la señora que se desgañita en la histeria de la posesión fidélica. “¡Tenía que ser yo, él no, él no!”, reclama, pero la escena cambia y ahora muestra a otra mujer, una muchacha, joven, también mestiza, bonita, que entre puchero y mocos alcanza a decir algo sobre la educación, la salud, que Fidel no se ha ido, que está en sus corazones -el muerto encarnado es casi obligación nacional-, el cuello se le inflama de venas y bultos, dice algo más, un ¡Viva Fidel!, y la cámara sigue, no hay palabras, declaran dos, tres entrevistados en un alarde de elocuencia, llorosos también, tristes a ultranza, como si se hubiera muerto un niño que no lo merecía, como si fuera una mala e inesperada sorpresa la que tuvo lugar, y no la muerte predecible de un anciano enfermo de alma y cuerpo que tomó prestados diez años de vida y medio siglo de nación, y ya nunca los devolvió.

No hay palabras, dicen, vamos a seguir hasta el final, con nuestros hijos, él nos lo dio todo, no tengo palabras, uno de los grandes acontecimientos en el mundo entero, no hay palabras, él no se ha ido, está en nosotros, vive en nosotros, como la flora intestinal, nos deja la unidad, la valentía, la intransigencia revolucionaria, la voz se quiebra, cómo llega uno a ese estado de histeria colectiva.

“¡Tenía que ser yo!”, decía la señora obesa, “Fidel, Fidel”, grita, vocifera la muchacha joven mestiza bonita, que cubre su cara, ¡ay!, con una mano, mientras con la otra toma fotos, filma algo que no vemos, con un teléfono celular de color rosa. A su lado solloza la que sostenía a la señora que quería ser ella y no él. Todos aúllan, Fidel, algo sobre Fidel.

Frente a ellos, casi imperceptibles entre tanto estrépito, dos niños, vestidos de pioneros, con la calma y mesura que a todos los demás les faltan, miran, atentos, serios, mudos, testigos de algo que quizás ni siquiera entiendan muy bien pues este muerto, aunque no haya palabras, aunque les digan que se quedó, que los posee, que por allí todavía deambula espantando esperanzas, ese muerto, para su suerte, ya no es el de ellos.

Alex Heny
Cubaencuentro, 2 de diciembre de 2016.

Opiniones y artículos a raíz de la muerte de Fidel Castro (III y final)


Cuban BBQ, Varela en su blog
esta claro que el vacio de poder que deja fidel es apenas un asiento en la asamblea popular, y por eso nadie se faja. asi que como poder el castrismo muere, no importa que siga como corriente de ideas, logia o club campestre. el gobierno nazi murio con hitler y el fascismo con mussolini, aunque el duce tuvo luego una nieta puta en el parlamento italiano y hay cabecipelaos por ahi con pastores alemanes. eso indica que la familia puede tratar de quedarse como inquilinos de palacio e incluso la viuda y los huerfanos heredar cuadros, adornos de la salita y la piscina vacia de la casa robada en jaimanitas. pero raul no peleo en el cuartel moncada, fue a la audiencia municipal donde no se tiro un tiro por culpa de una tapia demasiado alta. en la sierra no le crecio la barba. en giron no se trepo en un tanque. no convirtio el reves de una zafra en victoria. no jugo con la maqueta de cuito canavale. no recupero al niño elian ni auguro el regreso del quinteto de gerardo. raul atino -para imitar a su hermano- a prometer un vaso de leche para todo el mundo… y no lo cumplio. esta jodido ahora que se murio fidel. porque las relaciones con los americanos fue cosa de maricones, el mismo fidel se las chipotejeo. raul incluso no es graduado de nada en un pais donde todo el mundo es graduado. como decir que sin su hermano raul puede seguir algo? es que si hubiera venido a miami no ponia ni una farmacia como juanita. es posible que raul muera de tristeza mañana por la mañana… si no es que se equivocaron ya -en cuba hay mal manejo funeral- y cremaron a raul en lugar de fidel.©varela



Ellos cantaron la jugada, Raúl Rivero.
Fidel ensayó sus funerales en vida con la muerte de Juan Almeida, Juan Juan Almeida García.
Fidel vuelve a la Sierra Maestra, Kim Amor.
Después de pasar la urna de Castro, qué se nos avecina, María Matienzo.
La omnipresencia de Fidel Castro en Cuba, Carlos Malamud.
Los cubanos, bajo el síndrome de Estocolmo por la muerte de Fidel Castro, Daniel Lozano.
Camarero cubano lloró la muerte de Fidel Castro desde Madrid, Hispanost.
"La muerte de Castro no cambia nada para nosotros", dicen cubanos varados en Panamá, Adriana Zamora.
El duelo nacional: pérdidas para unos, ganancias para otros, Yusimí Rodríguez.
Qué dicen los panegíricos de Castro, Maykel González.
Cuba: salvar todo lo que pueda ser salvado, Fernando Ravsberg.
Fidel Castro ni es un dictador ni es un tirano, Emilio Ichikawa.
¿Creó The New York Times el mito de Fidel Castro?, DPA.
Mitología castrista, Lluís Bassets.
Un inventario de mitos, Jesús Hernández.
La muerte del mito a los ojos de 'millenials' cubanos, Pablo de Llano.
Fidel Castro y Suiza, Swissinfo.
Novela gráfica sobre Fidel Castro, Deutsche Welle.
"Han hecho un opositor instantáneo", María Matienzo.
¿Cómo serán los derechos humanos después de Fidel?, Anita Snow.
El miedo a la libertad, María de Lourdes Mariño.
El día que Fidel Castro no pudo con los estudiantes, Cubanet.
El inusual juramento que los cubanos hacen ante la muerte de Castro, AFP.
Martín Castro, el hermano pobre que vive en Birán, Cubaencuentro.
Las mujeres de Fidel Castro, EFE.
La foto funeraria que explica el (incierto) relevo en las filas del castrismo, Ignacio Islas.
El espectáculo debe continuar, Ernesto Santana.

La muerte de Fidel Castro en Miami


Sobre la 1 de la madrugada la noticia corre de boca en boca en Miami, luego de que los medios radiales y televisivos la propagan. No pocas personas hacen saber en entrevistas televisadas, en uno y otro rincón de Miami, que están de pie a esas horas porque las llamó por teléfono un amigo o el hijo o el hermano o el cuñado o el vecino de enfrente.

Los reporteros de la televisión local e internacional continúan su labor no solo pidiendo pareceres a unos y otros de los ciudadanos que han acudido a lugares emblemáticos de la ciudad, como el Versailles o La Carreta, sino además divulgando imágenes que dan fe del júbilo de pasajeros de automóviles que pasan tocando el claxon, muchos de ellos llevando la bandera cubana y gritando como si estuvieran en un festejo.

El nombre del occiso aparece en carteles en manos de los van los carros y entre los que en las calles saludan con fervor a las caravanas de autos. El nombre del occiso aparece junto a palabras realmente impublicables que patentizan un odio viejo. Un rencor casi feroz.

Sobre las 2 de la mañana, Juana Castro, hermana del difunto, es entrevistada vía telefónica para un canal local de televisión y expresa que está en desacuerdo con todas esas personas que han salido a “celebrar”, pues antes debieron haber luchado para terminar con el régimen que estableciera el ahora finado. Y agrega que ella continuará en el exilio y de ningún modo visitará la Isla.

Al amanecer, crece el número de personas en las calles. Tal parece que se han puesto de acuerdo: salen de uno y otro sitio y convergen como si cumpliesen un mandato y al mediodía ya son multitud.

Igual que ocurrió en la madrugada, no solo los cubanos festejan, también venezolanos, mexicanos, peruanos, nicaragüenses... Sus nacionalidades se descubren por sus vestimentas, las banderas exhibidas o cuando son entrevistados por los medios.

Y, como durante la madrugada, los festejantes son hombres, mujeres, ancianos, jóvenes, niños que acompañan a sus padres. Y siempre hay quienes hacen su agosto en eventos de cualquier índole, en este caso los vendedores de banderas cubanas: unas a 10 dólares, otras a 20 dólares. Y no paran de vender, no dan abasto. ¿Desde cuándo las tendrían confeccionadas o compradas para esta oportunidad?

Comienza la noche del sábado y los medios televisivos muestran más y más personas en las calles, más y más anécdotas de los entrevistados: cada uno hace su cuento, remueve su dolor antiguo por una u otra causa.

Catarsis. El ruido es ensordecedor. Gritos. Las bocinas de los automóviles. Sirenas. Cohetes de artificio. Un maremágnum. Y suben los insultos, tantos procaces, contra el fallecido.

Y las preguntas son: ¿Se vale festejar una muerte? ¿Es de humanos alegrarse de la muerte de alguien? ¿Puede y debe convertirse en una celebración la muerte de un hombre?

Félix Luis Viera 
Cubaencuentro, 27 de noviembre de 2016.


Exiliados cubanos desbordaron la Calle 8 de Miami.
Celebran en el restaurant Versailles la muerte de Fidel Castro.
Cubanos de Miami celebran que ya Castro está en el infierno.
"Los cubanos de Miami no saben lo que están diciendo".
Cuando los cubanos celebran la muerte de Castro, celebran haberlo sobrevivido, Enrique del Risco.
Sobrevivir a Fidel, Jorge Ramos.
Por él fui refugiado, Mario García.
"Fidel Castro me prohibió ver a mis hijos por más de 25 años", María Elena Alpízar.
¿Se esperan cambios en Cuba?, Abelardo Moreno y Deborah Ramírez.
Es hora de puentes, no de cizañas, José Manuel Pallí.
Ajuste de cuentas, Daniel Morcate.
"Quiero que haya un cambio en Cuba", Willy Chirino.
Juan Manuel Cao, el periodista que hizo enfurecer a Fidel Castro.
El negocio de Fidel, Silvia Ayuso.
Una niña que creció entre la pérdida y la furia, lejos de La Habana, Lizzette Álvarez.
Por qué los chicanos aman a Fidel Castro, pero odian la política del exilio cubano, Gabriel San Román.

Los cowboys negros que Hollywood ocultó



Nada más llegar, Samuel 'Pratt' Perry oyó carcajadas. "Ése es de Florida. ¡Qué caballo tan feo tiene!", le ninguneó un grupo de espectadores desde la valla. Él siguió a lo suyo. No los miró. No dijo nada. Sólo pensó: a ver si se ríen tanto cuando me vean concursar. En el corral hizo 9,1 segundos y se fue aclamado por todos. A sus 86 años, y después de recuperarse de dos infartos, de la rotura de varias costillas, del implante de una prótesis de cadera y de otros mil achaques, Perry es una leyenda del rodeo.

Tiene rancho propio y comercializa una pomada que es milagrosa para las pezuñas. Pero Perry es ante todo un cowboy negro, y eso según la mitología de Estados Unidos lo convierte en una rareza. En una contradicción andante, por muchos becerros que haya lazado, por muchos novillos que haya domado y por muchos toros que haya montado. Los animales no distinguen el color de la piel; algunos de los que organizan y asisten al espectáculo más genuinamente yanqui en sitios como Texas, Oklahoma, Kansas y Colorado, desde luego que sí.

Desde su nacimiento, el western se escribe con W de WASP (acrónimo en inglés de blanco, anglosajón y protestante). Gracias a las películas de John Wayne (y los anuncios de Marlboro), el cowboy se instaló en el imaginario popular como un pistolero de rostro pálido y un tanto bonachón (excepto con los indios). Y sin embargo, en el siglo XIX, cuando las explotaciones ganaderas rebasaban la línea del horizonte, más de un tercio de los vaqueros eran afromericanos.

Los fotógrafos Andrea Robbins y Max Becher se empeñaron en 2008 en saber más acerca de los descendientes de aquellos jinetes, completamente desconocidos fuera de la tierra de los libres y el hogar de los valientes. A través de entrevistas y trabajos de investigación por todo el país, la pareja llevó a cabo un trabajo que sigue la tradición artística del género documental, aunque con un enfoque crítico. Se titula Black Cowboys -para qué más- y fue exhibido en el Museo ICO (Madrid) como parte de la exposición Desplazamientos, incluida en el programa de PhotoEspaña.

Por allí asoma el gran Pratt Perry, con una mano metida en el bolsillo de los jeans, la otra apoyada en la verja del establo, gafas de sol y botas de cuero. Viste y posa como un terrateniente que apenas se permite lujos. "En el campo aprendes mucho sobre el sentido común; en la ciudad sólo aprendes lo que sabe la gente de la ciudad", le explicó a Robbins con la paz interior de quien nunca ha probado el whisky y saluda a cualquier dama con una reverencia , como le enseñó su padre.

Otro de los que se dejó retratar por Robbins y Becher fue Willie Thomas, también leyenda negra al borde los 90. Thomas llegó a ser uno de los mejores jinetes de toros pese a estar ciego de un ojo. "La primera vez que participé en la monta fue aquí, en Houston", hace memoria. "Cuando se enteraron de que era negro, dijeron que no podía. Luego conseguí subirme y los blancos quisieron apostar dinero a que el toro me iba a tirar de inmediato, pero entonces lo monté y gané la competición".

Hubo otras muchas, y en bastantes le negaron el premio o le pagaron menos de lo que le correspondía. Eran tiempos en los que superestrellas como él salían al final del rodeo, casi de forma clandestina, sólo después de los payasos y cuando los promotores se habían asegurado de que la mayoría del público ya iba en la furgoneta camino de casa. Más de una noche le tocó a Thomas dormir en un banco del mismo recinto donde había sido maltratado: en los hoteles donde reservaba habitación tampoco era bienvenido. Barack Obama entró en la Casa Blanca en 2009. Rosa Parks se negó a ceder su asiento de autobús en 1955. Willie Thomas empezó a montar toros en 1949. En Luisiana llegó a calarse el sombrero hasta las orejas para poder competir como cualquier hijo de granjero. Por supuesto, le pillaron, aunque en ese desafío encontró su profesión.

Se cree que el nombre de los centauros estadounidenses tiene su origen en las plantaciones de esclavos, donde los trabajos -y los latigazos- se dividían entre houseboy (sirviente), fieldboy (bracero) y cowboy (vaquero). La abolición del régimen hizo que muchos hombres libres decidieran adoptar la cría y el pastoreo de animales como medio de subsistencia. Eran labores que los conectaban con sus antepasados en África y, sin duda, permitían mayor libertad de movimiento que la especialización agrícola.

Black Cowboys no es una excavación arqueológica, sino la aproximación a una cultura muy viva que en la actualidad se multiplica en cientos de caravanas, eventos benéficos, ligas y concursos en los que la línea que separa al profesional del aficionado y las tradiciones del Norte y del Sur es ya borrosa. Incluso en la Penitenciaria Estatal de Louisiana, más conocida por Angola, la mayor cárcel de alta seguridad de Estados Unidos, y de la cual se dice que nadie sale vivo, se ha hecho sitio el rodeo. Veinte dólares cuesta ver cómo los reclusos, con la preceptiva camisola de rayas negras y sintiéndose libres por un momento sobre la arena, intentan someter a las reses.

Asimismo, en Black Cowboys hay concentraciones de gente a caballo que recuerdan a nuestras romerías, familias sonrientes delante de remolques sin polvo, buscavidas con la cara marcada, amazonas de las que se sacan el sueldo en las carreras de relevos... La sucesión de héroes como Bill Pickett (el inventor de la doma de novillos o bull dogging) y Myrtis Dightman (el primer negro en llegar a las finales nacionales) está asegurada, o eso parece al observar a jóvenes que viven en su tiempo, no el de sus bisabuelos, y mantienen la tradición exhibiendo rastas, gorras con visera, camisetas de tirantes u otras influencias estéticas del hip hop.

Perry ve con buenos ojos a estas nuevas generaciones. "No se piense que todos los negros que llevan sombreros grandes son cowboys. Muchos van de eso, pero no han pagado el precio que hay que pagar para ello. Yo, sí. Y muchos de mis amigos también. Yo no les digo nada. Simplemente, los observo", matiza en el mencionado catálogo. Incluso el cine da la impresión de haberse percatado de lo injusto del cliché que ha perpetuado durante décadas: Denzel Washington encabeza el reparto del remake de Los siete magníficos y Samuel L. Jackson y Jamie Foxx interpretaron a los dos cazarrecompensas de Los odiosos ocho y Django desencadenado, ambas de Quentin Tarantino. Por no remontarnos a Omar Little, el justiciero de la serie The Wire.

Perry recuerda que en Nueva York un toro llamado Gato Salvaje le rompió un tobillo de una patada cuando quiso montarlo. Un año después, en la misma ciudad, el sorteo volvió a emparejarle con la bestia. El resultado fue distinto. Se sentó en su lomo y consiguió 89 puntos en una modalidad de rodeo en la que hay que resistir 8 segundos sin caerse y la puntuación va de 1 a 100. Dice que para ser un buen jinete de toros "hay que poner la pierna izquierda en lado izquierdo, la derecha en el derecho y la mente en el centro". El color es lo de menos.

José María Robles
El Mundo, 29 de agosto de 2016.

Foto: Samuel 'Pratt' Perry. Tomada del reportaje original, donde se pueden ver más fotos de cowboys negros en Estados Unidos.

jueves, 1 de diciembre de 2016

El primer negro que pisó el Polo Norte



“Creo que soy el primer hombre que se sienta en la cima del mundo”, celebró Matthew Henson el 6 de abril de 1909. Estaba en el Ártico, cubierto de hielo, y se lo comunicaba a Robert Peary, el jefe de la expedición que intentaba conquistar por primera vez el polo norte.

Había llegado 45 minutos antes que Peary, un capitán de fragata conocido por su despotismo y su falta de escrúpulos. Henson, un huérfano de familia pobre que había aprendido a leer con 12 años, se había adelantado a un militar de alta graduación. Y además era negro.

“Peary echó chispas”, recordó años después Henson. Sin embargo, el blanco pasó a la historia como conquistador del Polo Norte y fue enterrado con honores bajo un impresionante monumento en el Cementerio Nacional de Arlington, en 1920. El negro, como los cuatro esquimales que acompañaban a ambos, fue rápidamente olvidado. Encontró un empleo en la Oficina de Aduanas, tras trabajar en un garaje, y acabó enterrado de mala manera en 1955 en un cementerio del Bronx de Nueva York.

El 6 de agosto se cumplieron 150 años del nacimiento de Matthew Henson, para muchos el primer ser humano que puso un pie en el Polo Norte. Nació en Maryland en 1866, un año después de la abolición de la esclavitud de los negros en Estados Unidos. A los 12 años, huérfano y sin haber pisado jamás una escuela, caminó hasta un buque mercante del puerto de Baltimore y, según su biografía oficial Compañero oscuro, le espetó al capitán: “Me llamo Matthew Alexander Henson y quiero ir al mar”.

En aquel barco, el niño aprendió a leer y a escribir. Prosperó. Se las apañó para conseguir un modesto trabajo en una tienda de Washington. Y allí, en 1889, conoció a Robert Peary, que ya había dirigido expediciones para explorar Groenlandia sobre trineos tirados por perros. Nació una amistad. Un año más tarde, Henson, con 24 años, se unió a su primera misión, por el norte de la isla danesa. En la siguiente década, juntos recorrieron en diferentes expediciones unos 15 mil kilómetros sobre el hielo de Groenlandia y Canadá, según el recuento de National Geographic. Era el calentamiento para su conquista del polo norte, que algunos investigadores ponen hoy en duda.

Los indígenas inuit que los acompañaban aplaudían las habilidades de Henson para cazar, dirigir a los perros y chapurrear su idioma. “Era más esquimal que algunos de ellos”, bromeó Peary. En su autobiografía, Un explorador negro en el Polo Norte, Henson alabó el sentido del humor de los esquimales y su capacidad de trabajo. “Es cierto que los esquimales son de poco valor para el mundo comercial, debido probablemente a su aislamiento geográfico, pero estas mismas personas iletradas y sin civilizar han prestado una valiosa ayuda en el descubrimiento del polo norte”, escribió. Y añadió: “La limpieza de los esquimales deja espacio para muchas mejoras”.

La supuesta suciedad de los inuit no debía de ser tan exagerada. En 1986, el investigador estadounidense Allen Counter viajó a Groenlandia en una misión científica y se topó con dos esquimales octogenarios y mestizos. Uno era mezcla con blanco y otro con negro. Aquellos dos ancianos eran los dos hijos que Peary y Henson tuvieron furtivamente con dos mujeres esquimales. Counter, profesor de la Universidad de Harvard, anunció al mundo la existencia de Anaukaq Henson y Kali Peary. Y se los llevó en mayo de 1987 a cumplir su sueño: conocer el lugar de nacimiento de sus padres y visitar sus tumbas.

Counter, también explorador negro, tiene una biografía épica. En 1993, descubrió la única comunidad de descendientes de esclavos africanos que pervive en Los Andes ecuatorianos. Como profesor de Neurología de Harvard, ha recorrido los pueblos indígenas de América Latina para investigar los efectos de las intoxicaciones por plomo y mercurio en los niños que trabajan en las minas de oro o reciclan baterías de coche.

En 1988, Counter utilizó su carisma para conseguir que el presidente Ronald Reagan, accediera a trasladar los restos de Henson al Cementerio Nacional de Arlington, junto a los de Peary y otros héroes de la historia de Estados Unidos, como los siete astronautas fallecidos en el accidente del transbordador Challenger un año antes. “En aquel día histórico (6 de abril 1909), fue Henson, un afroamericano, el primero que llegó al polo y plantó la bandera estadounidense”.

Sin embargo, existen dudas de que Henson, Peary y los cuatro esquimales -llamados Ootah, Egingwah, Seegloo y Ookeah- realmente llegaran al polo norte. La organización Guinness World Records recuerda que la Royal Geographical Society respaldó durante el siglo XX la victoria de la expedición de Peary frente a la del también explorador estadounidense Frederick Cook, que aseguró con tufo de fraude haber llegado un año antes. Sin embargo, la Royal Geographical Society ya no apoya ni a Peary ni a Cook.

La National Geographic Society patrocinó la expedición de Peary, pero en 1989 concluyó, tras analizar documentos y las sombras de las fotografías, que se habían quedado a unos ocho kilómetros del Polo Norte. La velocidad del equipo en su regreso, endiablada comparada con la ida, también despierta sospechas, aunque en 2005 los aventureros Tom Avery y Matty McNair repitieron el viaje de Peary y Henson en el mismo tiempo, sugiriendo que era posible, pese a las diferencias entre las expediciones.

Probablemente, nunca se sabrá si Henson, un negro que rozó la era de la esclavitud, fue realmente el primer ser humano que pisó el Polo Porte. Pero, en cualquier caso, su vida merece reconocimiento. En el año 2000, Henson fue galardonado, a título póstumo, con la medalla Hubbard, el mayor premio de la National Geographic Society, reservado a los héroes de la exploración. Las manos blancas de Robert Peary habían recogido la misma medalla en 1906. Casi un siglo antes.

Manuel Ansede
El País, 25 de julio de 2016.