miércoles, 27 de febrero de 2013

Una vida al garete



Cuando un tipo afirma que la calle es un campo de guerra, por favor apártese de él. Juan Manuel, 31 años, sostiene que la única persona merecedora de respeto, si acaso, es una madre. Es implacable con los débiles y los tontos.

Nació en 1981, veintidós años después de la llegada de Fidel Castro al poder. Se supone que al ser negro y joven, sea un 'hijo de la revolución'. Un ejemplo del 'hombre nuevo' soñado por el Che. Pero es la antítesis. Su filosofía particular se resume así: la vida es una hembra a la que se debe domar. Si usted lo consigue, quizás sea premiado con el éxito.

Según este marginal de San Leopoldo, barrio mayoritariamente negro y pobre del centro de La Habana, a unos, todo se le da gracias a los estudios o cualidades para escalar en la política. A otros, nada. Ahí es donde entran a jugar tipos como Juan Manuel. Entonces hay que ganarse los derechos a pulso.

Entiéndase, robar, estafar, lucrar y cualquier otra cosa contraria a las leyes. "Yo nací marcado por el signo de la desgracia. Mi madre murió durante el parto. No sé quién es mi padre. Me crió mi abuela materna. Vaya perla. Era borracha y fumaba marihuana. Pero fue la única que me dio afecto”, cuenta este hombre con musculatura de atleta y pinta de sicario.

Tiene un decálogo sagrado para hacer dinero. Pero le sugiero no seguirlo al pie de la letra. “La plata está ahí, en la casa de alguien que hace negocios sucios, en un almacén de víveres, en el bolso de un turista. Lo que hay que tener cojones para ir y cogerlo”, afirma Juan Manuel sin aspavientos.

Vive al garete. Vivir así, asegura, le ha aportado tantos 'conocimientos' como si hubiese graduado de una carrera universitaria. La mitad de su existencia la ha pasado detrás de los barrotes de una celda. Su segunda casa.

En la cárcel se desenvuelve como pez en el agua. Tres comidas al día y en su galera monta un ‘burle’ (casino) que le proporciona dinero, cigarrillos, sicotrópicos, azúcar prieta y revistas pornográficas que le ayudan a masturbarse.

Odia a los sodomitas y homosexuales. “Si por mí fuera, a todos los enviaría a una isla desierta. Si los maricones y las tortilleras (lesbianas) imponen su modo de pensar, el mundo se despoblaría. En las prisiones la sodomía está a la orden del día. Y hasta celebran 'bodas'. Lo peor en el mundo carcelario es que masones y abakuás, que dicen ser machos y bravos, por la noche lo ves dentro de los mosquiteros, enredados con los ‘patos’ (gays). Por eso no creo ni en Dios”.

Juan Manuel vive como un gitano. Cuando no está preso, reside en casa de una de sus cónyuges. Siempre planeando de qué manera puede joder a alguien. Las mujeres solo le importan para el sexo, cuiden de los hijos y le lleven 'jabas' a la cárcel. “No se les puede dar más espacio, porque terminan por imponer sus criterios. Ellas no tienen la fuerza física de un hombre. Su poder radica en la mente. Nadie las supera en maldad”.

Vicios, todos. Le gusta el ron y la cerveza. La marihuana, la piedra, el polvo y las pastillas. Sus proyectos son a muy corto plazo. “En estos días tengo que buscar unos pesos para comprarle unos zapatos a mi hijo y pasar el fin de año con alguna 'jeva'. ¿Cómo? Veré si enredo en una estafa a un incauto”, confiesa antes de dirigirse a una casa ilegal de juego en la parte vieja de la ciudad.

Y este hombre resentido se marcha, convencido de que la vida es una batalla. Y él, un soldado que sobrevive gracias a la violencia y el timo. Si por la calle usted se topa con personajes como Juan Manuel, le aconsejo cambie de acera.

Iván García
Foto: Tomada de internet. La expresión 'irse al garete' proviene del mundo naútico y referido a una embarcación, indica que está navegando sin dirección ni rumbo, presa del viento y las mareas. La palabra "garete" probablemente venga del término francés "être égaré" que significa "estar extraviado" o "perderse".



lunes, 25 de febrero de 2013

El consuelo de los viciosos



El alcoholismo en Cuba se ha convertido en un problema para estudiar. El consumo de alcohol per cápita aventaja al de muchos productos de primera necesidad, y según admiten varios dependientes de tiendas habaneras, es superado únicamente por el de picadillo de pavo, por el detergente y por el que encabeza la lista de demanda: el cigarro, otro producto nocivo que también es tarea de estudio para los sociólogos.

Jaimanitas, un pueblo de borrachos proverbiales, en estos días ha visto crecer notablemente el número de integrantes de este polémico gremio, y dentro del cual, como en el de los locos, sus componentes niegan serlo. Algunos comenzaron a festejar el 23 de diciembre, vísperas de Nochebuena, y el 3 de enero aún no habían parado.

En un recorrido por otros barrios del municipio Playa, entre lo que destacan Romerillo, La aldea, El palo, La corbata y El tanque, percibimos una situación similar, con la gente jugando dominó en la calle y las antihigiénicas botellas pasando de boca en boca. Estos borrachos pueden ser divididos en dos bandos: permanentes y ocasionales.

Los ocasionales festejan cualquier fecha, con ron o cerveza. Lo mismo un onomástico, el nacimiento de un hijo, la llegada o la partida del país de un familiar, un número acertado en la bolita, un dinero recibido de un pariente del exterior, un ciclón o la victoria de Industriales en la serie nacional de béisbol. Por lo general, compran ron bueno en tiendas en divisas y refresco para ligar: un símbolo de estatus en ese mundo.

Los permanentes están siempre borrachos. "Para salirse de ellos mismos", como dice El Güiro, un curda a quien le gusta que lo llamen 'Presidente'. Todos los días se levanta bien temprano, saca el carretón y carga lo que sea para conseguir el dinero de la botella. Como él, otros muchos mantienen ese 'estilo de vida'. Consumen ron de pipa, de pésima calidad, una destilación hecha con el residuo de la melaza con la cual se fabricaron otros rones. Cuando se acaba el ron de pipa, existe todo un surtido de casas particulares donde lo expenden. Algunos lo llaman 'de bajo costo', y resulta funesto, especialmente para personas mal alimentadas y estresadas.

Un caso típico de cómo desafían la muerte estos alcohólicos se vio recientemente en el policlínico de Jaimanitas. Llevaron a dos borrachos en estado de coma diabético, y las enfermeras le canalizaron las venas para alimentarlos con dextrosa y salvarlos. Cuando recobraron el conocimiento, uno le dijo al otro que en cuanto se acabaran los sueros, lo invitaba a su casa, a 'echarse' una media botella aún sin terminar.

Con los fumadores sucede algo parecido. Ninguno en la cajetilla lee el letrero Fumar daña la salud. La compran y la despalillan rápido, en busca de la próxima. Quienes pueden comprar cigarros por divisas, suelen exhibirlos en la mano, junto al celular y la fosforera. También son considerados un símbolo de estatus social.

Casi todos los jóvenes fuman. A varios borrachos y fumadores les pregunté por qué no pueden dejar el vicio. Y me dijeron que no encuentran otra cosa mejor que hacer con sus vidas.

Texto y foto: Frank Correa
Cubanet, 9 de enero de 2013.

viernes, 22 de febrero de 2013

Cuba: Crónica roja



Hace unos días, en la barriada de Mantilla, al sur de La Habana, una madre enloqueció y asesinó a sus dos hijos. La mujer se encuentra detenida en la Unidad Territorial del Departamento Técnico de Investigaciones (DTI), ubicada en la Avenida Acosta, municipio 10 de Octubre.

La prensa estatal, única autorizada a publicar noticias en Cuba, no ha escrito una línea. Quien si lo reportó fue la abogada y periodista independiente Laritza Diversent. También con cierta frecuencia dentro del país circulan fotos de crímenes aberrantes. La isla no es un sitio donde abunden los casos de asesinatos.

Pero suceden. Al igual que aumentan en flecha las agresiones y mutilaciones con arma blanca, sobre todo entre jóvenes. O las violaciones sexuales.

Es una política editorial de los medios oficiales no ofrecer detalles acerca de esos temas. En contadas ocasiones, el Ministerio del Interior ha publicado notas dando a conocer la captura de algún delincuente peligroso.

A falta de datos oficiales, en el barrio o pueblo donde acontece un crimen, circulan rumores, exageraciones y hasta mentiras sobre lo ocurrido. En las sobremesas, muchas familias suelen comentar sucesos sangrientos, lo que provoca que cunda ese pánico que la prensa oficial quiere evitar al no reportarlo.

Los mandarines ideológicos que controlan con mano de hierro los medios, pasan por alto que en la era de tecnologías de la información es muy fácil, barato y rápido difundir fotos y hechos, sea una muerte violenta o un accidente de tráfico.

Cuando hace tres años, en enero de 2010, a causa de malos tratos fallecieron 27 pacientes del hospital psiquiátrico de Mazorra, a tiro de piedra del aeropuerto internacional José Martí, la noticia fue difundida al mundo por el periodista independiente Roberto de Jesús Guerra, director de Hablemos Press.

Poco después, cientos de imágenes, evidentemente sacadas de archivos policiales, circularon por internet. Así ha sucedido con casos de asesinatos, detenidos por corrupción, estafadores o depredadores sexuales.

Un periódico o canal televisivo puede abrogarse el derecho de no publicar noticias rojas, amarillistas o sensacionalistas que consideren una intromisión a la vida privada de una persona. Es discutible, por ejemplo, la política editorial del diario español El País, que no publica sobre boxeo o corridas de toro.

De cualquier manera, los dueños de los medios de comunicación ejercen ese derecho. Otros hacen todo lo contrario. Y en el mundo occidental abunda la tele basura y toda clase de chismes y comentarios cargados de morbo.

En Cuba, la pacata prensa que no reporta los asesinatos ocurridos dentro de su país, se da banquete publicando en primera plana la muerte de un chico negro en la Florida o la matanza ocurrida en Newtown, Connecticut.

Muy circunspectos, sesudos criollos reflexionan sobre la decadencia de la sociedad estadounidense, la gran cantidad de armas de alto calibre existente en los estados de la Unión y los efectos nocivos entre los jóvenes de videojuegos, filmes y seriales televisivos violentos.

También se publican notas de las matanzas en esa descarnada guerra que sostienen narcos y paramilitares en México. La crónica roja ocurrida en naciones consideradas 'no amigas' por el régimen sí se difunde en la isla.

De la brutal violencia de Venezuela, donde Caracas tiene el índice de criminalidad más alto del planeta, por supuesto, no se emite ni una línea. Hugo Chávez y los hermanos Castro han montada una alianza ideológica y económica muy particular.

Ahora mismo, el estado de salud del presidente venezolano se maneja con absoluto secreto. Los cubanos no sabemos qué tipo de cáncer padece el mandatario. Los partes médicos parecen jeroglíficos. El misterio y absoluto control noticioso sobre su salud es casi perfecto. Dentro de Cuba no circulan noticias dignas de crédito que aclaren o abunden sobre el estado real del bolivariano.

De lo que sí se habla, y mucho, es del aumento de los casos de sangre y de las bandas juveniles que bajo los efectos de sicotrópicos y drogas se dedican a robos violentos. O de los sucesos de administradores detenidos por corrupción.

Debido al control monolítico del Estado sobre la información, en Cuba el valor de un teléfono móvil con cámara fotográfica o una memoria flash se multiplica por diez. Y es lo que está ocurriendo. Muchos ciudadanos de a pie están haciendo público ese tipo de sucesos. Mientras, los medios oficiales los siguen manteniendo invisibles.

Iván García
Foto: Laritza Diversent. Cuando se enteraron del filicidio en Mantilla, vecinos y curiosos se personaron en el lugar de los hechos.

miércoles, 20 de febrero de 2013

La ruta de los deseos



Por ese hábito involuntario de escuchar conversaciones ajenas, pude oir, en un ómnibus, como una joven profesional de la medicina le decía tranquilamente a una colega: “Terminó el año y por suerte acaba de llegar de Madrid el ‘yuma’ (extranjero) de mi marido. Me siento más desahogada, porque me trajo todo lo que le pedí. No me puedo quejar, los tres nos llevamos muy bien”.

En Cuba no es extraño que la prostitución en equipo sea parte de la negociación de las parejas, muchas de las cuales ponen la superviviencia por encima de todo. Y hacen las concesiones necesarias para subsistir en el difícil escenario que les reservó la revolución. Inclusive, la de admitir tranquilamente que uno de los dos, o ambos, se prostituya como medio de vida.

En estos días de temporada alta del turismo, para muchas chicas la calle en el campo de batalla. Patrullan las principales avenidas de La Habana, a la caza de un turista que pueda satisfacer sus necesidades más inmediatas, que van desde comida o productos de aseo, hasta la posibilidad de sacarlas del país. Algunas “piensan en grande” y tienen como ídolos a célebres actrices porno muy conocidas ya en la Isla. Y es que el incipiente porno Made in Cuba gana terreno desde hace tiempo.

Bajo este mismo escenario, descubrimos también a chicos, de cacería por los principales mercados de sexo de la ciudad, marcando como lobos solitarios su territorio.

Los portales del cine Payret y del Tribunal Provincial de La Habana, frente al Capitolio, así como los del Bar San Juan, el Club de Ajedrez Capablanca, El Colmao, el edificio Residencias Canteras, la pastelería La Francesa y las cafeterías Piropo e Infanta.cu, son algunos de los lugares donde es fácil encontrar a varones en busca de clientes. Los de las provincias orientales y centrales del país tienen fama de ser los más atrevidos y complacientes.

Para algunos, la ruta de los deseos comienza en el otrora conocido bar de Las Viejas Tristes, en Prado y Teniente Rey, pero se desplazan también al Parque Central y al Parque de la Fraternidad; a la Isla del Golfo, en 23 y Malecón; los laterales del hospital Calixto García: a La Potajera o Parque Jurásico, frente a la terminal de ómnibus interprovinciales en Rancho Boyeros, y a los portales del Palacio Central de Computación, en Reina y Águila.

Son lugares céntricos que resultan fáciles de encontrar por los turistas. Además, existe toda una cadena de comunicación en la cual participan desde el guía oficial de turismo, el maletero y algún agente de seguridad del hotel, hasta empleados y propietarios de restaurantes privados, quienes trabajan en coordinación con los dueños de las casas de citas.

Secundino, custodio en una galería ubicada en los portales de los Almacenes Ultra, en Centro Habana, afirma: “Creo que esta zona de la capital es una de las más agresivas en el ejercicio de la prostitución masculina. Este municipio es también uno de los más críticos en lo que respecta al SIDA”.

Clubes nocturnos donde se reúne la comunidad gay y que operan bajo la sombra del gubernamental Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX), dirigido por Mariela Castro, son también escenarios de este triste negocio. Es el caso del cabaret Las Vegas, en Infanta y 25, donde las famosas transformistas Troya, Imperio y Sahira animan la noche gay habanera. O el café cantante Mi Habana, donde otro aplaudido travesti se deja “montar” por el espíritu trágico de Amy Winehouse. En la discoteca La Gruta, en 23 y P, musculosos 'strippers' compiten por el voto del público y se venden al mejor postor.

Según Pastor, un experimentado fisioterapeuta: “El CENESEX, más que ampliar las opciones de entretenimiento de la comunidad LGBT, apadrina estos lugares como una manera de promover el turismo homosexual.”

Mercados de la carne en los cuales la prostitución tiene patente de corso. No es que lo mismo no ocurra en discotecas y clubes en otros países, solo que las instituciones gubernamentales no se involucran en ese tipo de negocios.

Hasta hace muy poco, las fiestas gays en domicilios particulares eran perseguidas por la policía. Ahora, el CENESEX las organiza en locales estatales, porque son un lucrativo negocio. El 'cover' por persona es de más de tres dólares, una cifra considerable para los cubanos, que ganan menos de un dolar al día.

En esta época de temporada alta, a Cuba llega muchísimo turismo sexual, particularmente gay. Los turoperadores principales son de México y España, pero se están imponiendo Italia y Rusia.

En Centro Habana y la Habana Vieja, la tarifa por un encuentro rápido es de 5 a 10 dólares, pero en El Vedado puede llegar a 50, más de lo que gana un profesional en un mes, lo cual hace que los clientes sean por lo general solo extranjeros. En gran medida, es una prostitución controlada por la policía, sobre todo en El Vedado y en zonas de playa, como Mi Cayito, donde los policías, además de ejercer el proxenetismo, cobran a los clientes por su protección.

La Habana es hoy un decadente bazar de oportunidades. Muchos de estos jóvenes -mujeres y hombres- cuyo futuro ha sido confiscado por una dictadura que les cierra todas las puertas del progreso, encuentran en la prostitución su única oportunidad.

Juan Antonio Madrazo Luna
Cubanet, 10 de enero de 2013.
Foto del autor. Anuncio de fiesta gay en el exterior del cabaret Las Vegas.

lunes, 18 de febrero de 2013

Iván García, nuevamente amenazado por la Contrainteligencia Militar



En días recientes, un vecino, preocupado, se me acercó para alertarme de una investigación de los servicios especiales sobre mi persona. “Hace rato estamos tras sus pasos”, le dijo el oficial al vecino. No es nada nuevo.

Según fuentes del barrio, la Contrainteligencia Militar (CIM) indaga desde hace tres años cualquier dato que les pueda ser útil en la confección de mi dossier o expediente. Les interesa particularmente mi vida privada. Y cómo o dónde obtengo información para mis artículos, notas y crónicas.

En agosto de 2010 me citaron a una unidad de tropas especiales de las Fuerzas Armadas para un interrogatorio de algo más de una hora. Y, entre otras amenazas, me dijeron que "en otros países por escribir un artículo no te citan, te matan".

Soy un habanero que escribe su percepción de la realidad cubana, en particular de La Habana, provincia donde resido desde que en 1965 nací. Hay varias Cuba. Disímiles realidades. Sería muy pretencioso pensar que un simple reporte de un periodista libre pueda abarcar el complejo y rico panorama de toda la isla.

Están los que aplauden y votan temprano en elecciones que nada resuelven. Los que creen en el sistema. Los oportunistas que utilizan el carnet del partido como una escalera de caracol para escalar dentro de la superestructura del poder.

Por supuesto, también hay jineteras y jineteros. Travestis y homosexuales que se prostituyen. Maestros emergentes mediocres. Médicos apáticos que cada mañana llegan al consultorio motivados por los 'pacientes especiales’ que les hacen regalos en dinero efectivo o en especie.

Personas que trabajan solo porque en sus puestos se puede robar, cualquier cosa. Desde un bombillo hasta un kilogramo de harina. En las calles de mi ciudad también hay drogas. Jóvenes sin futuro entre 15 y 30 años que utilizan los sicotrópicos y marihuana como un consuelo.

Igualmente, hay gente honesta. Cómo no, existen muchos ciudadanos honrados. Pero mi termómetro personal me indica que aumenta la cifra de cubanos desencantados por la pésima gestión económica y política del gobierno.

En cualquier conversación, en la calle, en tu barrio o dentro de un viejo taxi, escuchas a la gente quejándose en alta voz de los autócratas de verde olivo. Te confiesan sus deseos de emigrar. Y te dicen que están cansados de 54 años de un socialismo tropical, exótico e inconcluso, que no satisface sus expectativas.

Cuba duele o reconforta. Depende del lado que usted lo mire. Particularmente no creo que una salud pública, educación gratuita y acceso a la cultura justifiquen la falta de democracia.

En numerosos aspectos de la vida social, hace tiempo que Cuba dejó de ser diferente a otras naciones pobres del Tercer Mundo. Todavía no hay crimen organizado ni batallones de mendigos por las calles.

Pero existen formidables 'carteles' y 'clanes' de burócratas corruptos que tras bambalinas manejan la oferta y demanda de la economía nacional. No pocos se han hecho ricos. Muy ricos, lucrando con la escasez.

Son como un frontón. Es el enemigo real que debe enfrentar el General Raúl Castro en su batida contra la corrupción. Razzia que curiosamente no llega a los estamentos elevados del poder.

Los jefes de jefes dentro del aparato estatal siguen haciendo caja y llenando de ceros sus cuentas personales. Están pensando en el futuro. Taimados, abriendo una ventana a los negocios que podrían llegar desde el norte.

No creo que la disidencia política y los periodistas independientes seamos un problema grave para el régimen. No somos muchos. Y estamos divididos. Entre el acoso, la cárcel y el miedo, la oposición cubana no ha podido vertebrar un discurso que llegue al cubano de a pie.

No tenemos publicaciones ni disponemos de horas de radio o televisión donde podamos exponer nuestros puntos de vista. No tenemos un líder sólido capaz de aunar voluntades. Estamos esperando por figuras como Henrique Capriles.

En una autocracia, es difícil que germinen o brillen personas que disientan. Ser opositor en Cuba parece cosa de locos o aventureros. No lo es. Simplemente un puñado de cubanos con talante demócrata, que desean que las reglas de juego en su patria se encaucen por la vía de las libertades, el respeto y la tolerancia.

Y que el Estado deje de manejar como un teatro de guiñol los poderes fundamentales. No soy de derecha ni de izquierda. Hace rato que claudiqué a la simple dicotomía política.

Es el gobierno cubano el que está ubicado a la derecha del espectro político. El más conservador. El más contrarrevolucionario. El auténtico freno antidemocrático.

No soy un héroe. Ni un tipo especial. Tengo un montón de defectos. También tengo miedo. Pero hace tiempo que aposté por mi libertad individual.

Eso me hace sentir diferente. Cada mañana, cuando me afeito ante el espejo, me siento bien conmigo mismo. No tengo que simular. Ni vivir una doble vida.

Desde La Habana, redacto y firmo con mi nombre las notas que recogen mi apreciación sobre situaciones que ahora mismo ocurren en Cuba. Escribo de los perdedores. De los marginales. No los invento. Ellos existen.

Intento retratar las vidas precarias de aquellas personas cuyos testimonios no aparecen en la complaciente prensa estatal. Aunque no siempre lo logre. Les envío un mensaje de vuelta a los tipos duros de la Contrainteligencia Militar. Seguiré escribiendo.

Iván García
Foto: Tirada por una reportera de Nueva York, en abril de 2009, cuando en el portal del Hotel Colina, Vedado, La Habana, conversó con los periodistas independientes Iván García, Lartiza Diversent y Luis Cino.

Leer también:

Iván García, un periodista transparente.
Recuerdos con olor a cucaracha.
Crónica de un habanero nostálgico.
Me considero agnóstico.
Un monumento al periodismo independiente.
Sin Twitter ni Facebook.
Las peripecias de un periodista en Cuba.
Estado de sitio.
Un tal Iván.
Soy un periodista incómodo.
Firmado en La Habana.
Escáner de un periodista independiente.
Historia de un trabajo solicitado por la revista Politique Internationale.

Para "cambiar el cuerpo"


Néstor, panadero, en sus turnos de trabajo en las madrugadas, luego de vender por la izquierda 60 libras de pan duro al dueño de una cafetería particular, le hace una llamada perdida desde su móvil a un tipo que vive en otra barriada de La Habana.

Es la señal convenida. Unos diez minutos después, el hombre se aparece en una moto. Néstor hace su compra. Dos cigarrillos de marihuana ‘yuma’ por 10 cuc. Y un ‘estuche’ de Ketamina en polvo a 100 pesos.

En el hediondo baño de la panadería prepara un ‘bazuco’. Mezcla la Ketamina con la yerba, y después de liarlo en un papel color cartucho, parsimoniosamente se lo fuma con fruición.

Como complemento, y para ‘cambiar el cuerpo’, hace una ponina con otro panadero y con 2 cuc adquieren medio litro de ron blanco. No todos los enganchados a las drogas fuertes en Cuba tienen los 50 cuc que puede costar un gramo de melca. A veces más caro.

Se buscan entonces otras opciones. La más socorrida es la marihuana criolla, que se puede comprar por 20 pesos el cigarrillo. O las pastillas de Parkisonil, ofertadas en La Habana clandestina entre 20 y 25 pesos cada tableta.

Pero hay muchas y variadas formas de ‘volar’. Según Yulieski, un marginal de arrabal y drogadicto consuetudinario, hay una lista de medicamentos que dejan un efecto de euforia parecido a cualquier droga, además de ser más baratos. Desde la Homatropina en gotas hasta inyecciones para el asma.

Quienes trabajan en turnos de noche, como el panadero Néstor, ya se han acostumbrado a empastillarse o a fumar marihuana, para ahuyentar el sueño y el cansancio.

Pero es entre la ‘farándula’, como llaman a la gente habitual a clubes y discotecas de moda, donde las drogas y sicotrópicos causan furor. Muchos de los que concurren, y su cartera les permite pagar cover de hasta 10 pesos convertibles, cargan en los dobladillos de las chaquetas o dentro de sus cajas de cigarrillos, un gramo de cocaína, pequeñas piedras o porros de marihuana.

“La manera más rápida de ligar buenas hembras es portando piedra o polvo. Es tan importante como tener dinero o un coche. Por lo general, después de la disco, se montan fiestas particulares en la playa o en una casa regada con bastante licor, sexo y drogas”, explica el 'farandulero' Yasmani.

"Algunos músicos de reguetón son enfermos al polvo y la yerba, también hijos de pinchos (dirigentes) e intelectuales de renombre”, asegura Yasmani. Las drogas y pastillas, junto al alcohol, son protagonistas importantes en la noche habanera.

Lo peor, además de los efectos nocivos que causan al organismo, es que más jóvenes se están volviendo drogadictos. Al principio parece un hobby inofensivo. Y lo hacen “para cambiar el cuerpo”, como le gusta decir al panadero Néstor.

Luego se transforma en una necesidad indetenible. El propio Néstor, gracias a la venta de pan, harina o aceite por debajo de la mesa, en una madrugada se busca hasta 500 pesos. De un tiempo acá, debido a su adicción excesiva a las drogas, llega a su casa con los bolsillos vacios.

Iván García
Foto: Alamy, tomada de Huffpost Voces. Cigarrillo cubano de marihuana.

viernes, 15 de febrero de 2013

Virgilio vuelve al olvido



Como se acabó el año del centenario de su centenario, Virgilio Piñera regresa ahora en enero, solo, más flaco que un güin y enfurruñado, al olvido enorme que le espera en todos los sepulcros provisionales que habitó en la vida desde que, a los 7 años, descubrió que era pobre, amaba el arte y se iba a revolcar en una carbonera porque se había enamorado de su tío.

En los últimos doce meses se le hicieron homenajes en el exilio y dentro de la isla. Pudo ver a los pocos amigos que se atrevían a visitarlo, para jugar a la canasta o cargarle el agua para que regara su jardín protegido del sol por una pamela. Vio también a quienes se atrevían a saludarle en las calles y a otros que lo miraban desde lejos con admiración y respeto. Tuvo que soportar también las sesiones de espiritismo marxista que organizó el gobierno para recuperarlo de las filas del enemigo.

Fueron los tarugos del Ministerio de Cultura quienes desbordaron en Cuba los festejos por su aniversario, los que pagaron los panes, los mojitos y mandaron a poner micrófonos y sillas de lujo en la presidencia de los actos, fueron los que siempre le persiguieron porque le tenían miedo a su teatro, a sus cuentos, a su poesía, a su lucidez. Y es que, Piñera, un tipo con hambre que sabía robar plátanos, un hombre culto que tenía su biblioteca particular en la cabeza, un señor temeroso, sin dinero ni reloj de pulsera, puede ser muy peligroso para una dictadura.

Con el año nuevo, Virgilio, después de las pachangas recordatorias, se queda para el oficialismo como un figurón perdonado que sirve para justificar la marginación, la censura y el acoso a artistas y a escritores que, en realidad, recobran la identidad con su certificado de defunción.

Nadie sabrá ya nunca si el escritor quería que sus censores le dejaran entrar como un fantasma a los sitios donde se reponen sus obras prohibidas y a las imprentas en las que se autorizan hoy que se publiquen sus poemas y sus cuentos. Parece que no. Creo que lo muestra Guillermo Cabrera Infante cuando describe la escena, en un hotel barato de París, en 1965, en la que Carlos Franqui le sugiere a Virgilio que no regrese a Cuba porque se avecinan redadas de homosexuales.

El autor de Dos viejos pánicos le dijo a Franqui que no podía vivir fuera de Cuba, que ya lo había intentado de joven (cuando se estableció en Buenos Aires) y no pudo, menos iba a poder ya en la vejez.

Virgilio lo que quería era vivir. Vivir y trabajar en su país. No tener que esperar 21 años enterrado para que los funcionarios permitieran reconocer lo que el mundo conocía a pesar de ellos.

El poeta Rafael Alcides escribió en La Habana estos versos con tono de plegaria en el centenario de Piñera: Virgilio que no estás en los cielos/ (aunque por el infierno pasaste ya)/ la cruz y los clavos fueron borrados/ junto a la corona de espinas/ (la crónica oficial no los menciona)/ y tu enemigo, tu enemigo el viejo comisario/ hoy pronuncia tu nombre con unción,/ y te honra con misas/ y de rodillas llega/ al apartamento de N y 27/ donde todavía se te escucha/ escribiendo en el pasado/ los versos del porvenir.

Raúl Rivero
El Mundo, 1 de enero de 2013.
Foto: Virgilio Piñera, derecha, y José Lezama Lima, otro intelectual cubano rescatado 'post mortem' por el régimen. Tomada de Renace Virgilio, nota publicada en Cubanet el 11 de enero de 2012.

miércoles, 13 de febrero de 2013

Travesti Part Time



La primera vez que Joel ligó vestido de mujer fue todo un acontecimiento para él. Aunque era un tipo fornido y barrigón y el escenario distaba mucho de ser romántico. “Había un calor rabioso, hicimos el sexo en la cabina de un camión de basura”, recuerda.

Eso sucedió hace cinco años. En ese tiempo, Joel cree haber afinado sus armas para seducir a los hombres. “Si tienes buen cuerpo y sabes escoger ropas provocativas, sin llegar a la indecencia, puedes tener suerte en tu carrera como travesti”, dice sentado en un portal cercano a la Plaza Roja, en la barriada habanera de La Víbora.

En una noche floja puede ganar 300 pesos. En un mes casi 6 mil pesos. “Eso es trabajando part time. Soy maestro emergente en una escuela secundaria donde devengo un salario de 415 pesos. Dime si la prostitución no me reporta más dinero”, señala.

Hay dos reglas de oro que Joel cumple a rajatabla. La primera, no tener sexo con ninguno de sus alumnos, y la segunda, decirle siempre al cliente que es un travesti. “A veces, muchachos que salen de la discoteca pasados de tragos intentan ligar pensando que soy una chica. Siempre les advierto que soy gay. Intentar pasar gato por liebre le ha traído consecuencias nefastas a travestis amigos míos”, confiesa.

Durante sus años de estudiante becado en una escuela al campo fue donde descubrió que le atraían los hombres. Estuvo en el armario hasta que pudo. Su padre, un machista de corta y clava, por poco se infarta el día que lo sorprendió en pleno arrebato sexual con un vecino del barrio. Luego comenzó a prostituirse.

Se hizo maestro para que su padre no lo echara de casa. “Soy un profesor traído por los pelos. De la media para abajo. Pero como nadie quiere ser maestro, el director de la escuela se lo piensa dos veces antes de despedir a alguien”.

Joel se considera un tipo simple. La política la aborrece. Es más, no la entiende. Luchar por democracia o derechos humanos no lo cambia por tres platos de comida segura en la mesa. “A decir verdad, la policía no nos molesta. Ellos persiguen más a las jineteras. Los travestis y pingueros tenemos más cancha libre”.

Suspira por ligar a un famoso. A Barack Obama lo ve muy sexy. Pero preferiría tener de pareja sentimental al actor Denzel Washington. “En Cuba hay dos o tres cantantes de reguetón que daría lo que tuviese por llevármelos a la cama. Algunos han caído”, dice con una media sonrisa.

Joel cree que todavía existe una marcada homofobia en la sociedad cubana. “Muchos todavía te ven como un bicho raro. Otros tienen una doble moral muy fuerte. Pero en la oscuridad de la noche, esos que aparentan ser hombres de pelo en pecho, aprovechan para hacerte sugerencias sexuales escondidos en un pasillo o una escalera oscura. Si de algo no me puedo quejar es que no faltan clientes. La demanda supera la oferta”, señala mientras se retoca la peluca.

Joel mira el reloj con impaciencia. Cerca de las dos de la madrugada llega su cliente favorito. Le hace señas con las luces del camión de basura. El travesti se arregla la saya azul de mezclilla y contoneándose con sus altos tacones se monta en la cabina.

Hace cinco años este hombre fue su primera conquista. Para Joel, prostituirse solo una parte del tiempo, además de una necesidad económica, le resulta altamente placentero.

Vestirse de mujer es su verdadera vocación. Y lo disfruta.

Iván García
Foto: Laritza Diversent. Travestis en el malecón de La Habana.

lunes, 11 de febrero de 2013

Soñé que estaba en Cádiz


Frente al mar, con aire fresco, humedad y salitre, pusieron en una vitrola la habanera de Carlos Cano sobre sus amores en La Habana y en Andalucía y vi como una ola de plata quieta se rompía en el filo de una roca.

Creo que la cantaba Pasión Vega porque Ñico Saquito -que llegó enseguida- me dijo que le gustaba esa cantante, pero no se acordaba de ella. O no llegó a conocerla en los primeros revuelos de la trova, ni en la Peña de Sirique, ni en las descargas de la bohemia invencible de los portalones del bar San Juan.

Pensaba que la podía recordar de Puerto Rico o de Maracaibo, cuando él andaba por allá con su grupo y podía hacer sonar las maracas como si fueran una guitarra y un piano para escribir una balada tristona que se llama Al vaivén de mi carreta, las guarachas Cuidadito, compay gallo y María Cristina me quiere gobernar.

Quería escuchar la habanera otra vez porque la pieza le recordaba a alguien y lo dejaba en la atmósfera que teníamos que recordar ahora, el tiempo en el que le sacaba brillo a las copas empañadas y a las cucharas de la Bodeguita del Medio y, algunas veces, cuando se tocaban sus canciones, se ponía a cantar con los tríos que amenizaban el rumor de la carne de puerco y las marejadas de añejo y carta blanca.

Ahí, con aquella música de fondo, volvimos a hablar del béisbol, las mujeres bonitas, los daiquiris dobles sin azúcar y las guayaberas azules. Ya ni siquiera le molestaba que yo hubiera publicado en un periódico que él usaba unos espejuelos poliomielíticos que no tenían cristales, sino dos aros de neblina.

Entonces llegó el poeta José Lezama Lima y pidió un café con leche y una telera de pan. Dijo que estaba en los párrafos finales de su novela Paradiso, que no salía desde ayer de su casa de la calle Trocadero y que por eso no había estado en la serenata por el cumpleaños de Rafael Alberti. Ni con nosotros en el restaurante de Elvira La Gallega en San Fernando, ni en la fonda de la calle Calderón de la Barca, ni en El Faro de Cádiz en la cena con Gay Talese.

Desperté preocupado porque se me fuera el Magallanes que zarpaba al amanecer para La Habana. Y con mucho miedo de perder el avión a Madrid.

Raúl Rivero
El Mundo, 18 de diciembre de 2012.
Video: Pasión Vega (Madrid 1976) en Habaneras de Cádiz, letra de Antonio Burgos (Sevilla 1943) y música de Carlos Cano (Granada 1946-2000).

viernes, 8 de febrero de 2013

Cuesta abajo la enseñanza primaria en Cuba



Tengo una hija de 9 años.  Debido al poco rigor en la educación primaria, su madre y yo nos hemos visto obligados a invertir más tiempo y dinero del deseado en consolidar sus conocimientos.

Cuando cursaba el primer grado, su maestra, de 18 años, con deficiente formación pedagógica, aplicaba castigos corporales a los alumnos cada vez que perdía la paciencia. Los maltratos se sucedían con frecuencia. La muchacha era vulgar y colérica. Además, tenía escaso nivel cultural y poca o ninguna vocación magisterial.

Reiteradas quejas a la directora de la escuela y cartas enviadas al Ministerio de Educación por parte de algunos padres provocaron el traslado de la maestra a otro colegio. Lo lógico era que fuese expulsada de la enseñanza. Pero la falta de maestros primarios en Cuba llevó a las autoridades educacionales a no tomar medidas drásticas.

Mi hija llegaba a casa temerosa, por los gritos, golpes e insultos de su maestra. Empezó a rechazar la escuela. Apenas progresaba en lectura y aritmética. Después de su jornada escolar, la madre o yo repasábamos dos horas diarias con ella.

Por 10 cuc, la mitad del salario de un profesional en Cuba, contratamos a una experimentada maestra primaria, ya jubilada, con el objetivo de elevar la calidad de su enseñanza. Aparte, pagamos 3 cuc mensuales a una profesora de inglés.

La situación con mi hija no es una excepción hoy en Cuba. Diría que es la norma. Infinidad de familias seguramente tienen una historia de quejas que contar acerca de la pésima gestión del profesorado.

Según la prensa oficial, existe un déficit de 14 mil profesores en la enseñanza primaria y secundaria. Fernando Ravsberg, corresponsal de la BBC en la isla, en su blog dice que se requiere de gran habilidad para escribir un artículo de 1,400 palabras sobre la escasez de maestros y no mencionar ni una sola vez los bajos salarios que éstos devengan.

El retroceso de la calidad educacional está íntimamente ligado a los sueldos ridículos. Un maestro no gana más de 500 pesos. No recibe dinero extra en divisas. Y su reconocimiento social ha caído estrepitosamente. Cuando un joven escoge la carrera pedagógica, casi siempre es porque ha fracasado en su intento de aprobar exámenes de ingreso en otras licenciaturas consideradas más ‘prestigiosas’.

Ser profesor es la última carta del mazo. Muchos varones optan por estudiar en cursos docentes relámpagos como una forma de escapar al servicio militar. No es raro ver a un antiguo maestro de primaria fregando platos en un hotel de lujo o preparando pizzas caseras en un negocio privado.

Un buen maestro es uno de los más valiosos aportes al país que no suele recoger el PIB. ¿Quién no recuerda las soberbias clases de historia o literatura de un profesor virtuoso? Los buenos profesores nunca se olvidan y no solo se les agradece por lo aprendido, si no también por la forma en que nos enseñaron. Detrás de grandes profesionales y hombres honestos, siempre está la mano de un gran maestro.

Ya esa etapa va quedando atrás. Ahora mismo, en la patria de Félix Varela, José de la Luz y Caballero y María Luisa Dolz, entre otros destacados pedagogos, ser maestro es algo trivial. Un oficio de último recurso para no engrosar las estadísticas de desempleados.

Si en Finlandia, nación europea a la vanguardia mundial en la educación, a los maestros de más nivel los sitúan en la enseñanza primaria, en Cuba sucede todo lo contrario. Las estadísticas reflejan que en la isla hay más de un millón de graduados universitarios. Miles de técnicos. Cero analfabetos.

Es loable. Un logro de Fidel Castro. Con sus manchas: la enseñanza está altamente ideologizada. Y en el nivel superior, si usted abiertamente muestra sus discrepancias políticas, lo pueden echar a la calle.

En sus tímidas e incompletas reformas económicas, Raúl Castro debiera contemplar una mejora importante del salario a los maestros primarios y secundarios. Un oficial del MININT o las FAR devenga unos mil pesos mensuales. Tienen un teléfono móvil pagado por el Estado.

Pueden adquirir artículos a precio de costo en tiendas exclusivas para oficiales. Y todos los años se van de vacaciones a villas militares donde pagan sus servicios con muy poco dinero. El club de generales goza de mayores prerrogativas. En cambio, los maestros cubanos ganan sueldos miserables y su labor no está siendo reconocida por el gobierno.

La baja calidad educacional ya recoge sus frutos. Profesionales mediocres, con faltas de ortografía y uso incorrecto del lenguaje. Jóvenes sin moral ni cívica y adolescentes a quienes no les motiva la escuela. El refrán, el saber no ocupa lugar, cayó en desuso.

El retroceso cualitativo se pudiese frenar si el Estado dignifica la profesión de maestro y su rol en la sociedad. De lo contrario, la crisis educacional continuará agudizándose. Vamos por ese camino.

Iván García

Foto: Curso 1950-51. Alumnas de tercer grado de la Escuela Pública No. 126 Ramón Rosaínz, sita en Monte y Pila, La Habana. Aparecen con su maestra, la Señorita Inés. En aquella época, los los profesores eran muy valorados y respetados por la sociedad. Antes de 1959, en las escuelas públicas y privadas de Cuba, fotógrafos particulares hacían retratos similares a éste, que eran vendidos a los padres por 50 centavos o un peso. La primera de pie en la segunda fila, a la izquierda, es Tania Quintero, mi madre, entonces de 8 años.




miércoles, 6 de febrero de 2013

Los peligros del entorno sonoro



Una comisión de expertos, de especialistas en el arte de descifrar qué es lo bueno y lo malo para el pueblo, estudia la posibilidad de lanzar a la calle una disposición legal que regule el tipo de música que se pueda difundir en los sitios públicos y en los medios de comunicación en Cuba. Para ellos, el reguetón y las letras 'sexistas' de algunas piezas de jóvenes autores provocan empobrecimiento en la vida espiritual de los cubanos.

La noticia apareció después que el asunto se debatió a puertas cerradas en una sesión del Consejo de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba. Un funcionario del Instituto de la Música dijo a la prensa que se encuentra «en fase de formulación» una norma jurídica que halle una solución a «los problemas de la difusión musical y el entorno sonoro del país».

El diario Granma dijo que los intelectuales y funcionarios que debatieron sobre el tema llegaron a la conclusión de que esa música presenta «una evidente carencia de valores que deriva de una amplia gama de vulgaridad».

El pianista Frank Fernández pasó con rapidez del arte a la guerra. Afirmó que muchos seudoartistas se posesionan (se supone que de cierto público) sin ser evaluados por el Ministerio de Cultura. "Me inquieta, afirmó el músico, que hay dos o tres generaciones a las que les costará salvarse del mal gusto, al estar bombardeados con textos divorciados de la literatura y con música de escasos valores estéticos. Mientras mayor vaya siendo el embrutecimiento, superior será la brecha que le dejaremos al enemigo para que nos penetre".

La nota del órgano oficial del Partido Comunista termina con una cita del ministro de Cultura, Rafael Bernal. El dirigente explicó que no basta con identificar los problemas, "sino se impone el estilo que hoy va ganando terreno en las instituciones culturales y concretar acciones, prever soluciones y planificar estrategias".

Y enseguida crearon otra comisión para descifrar las palabras del ministro.

Raúl Rivero
El Mundo, 25 de septiembre de 2012.

lunes, 4 de febrero de 2013

¿Adiós al reguetón?



El tema del reguetón cubano es un problema menor. A muchos les parecen vulgares sus textos, machistas y ofensivos hacia la mujer. Pero si usted le pregunta a la gente joven, y no tan joven, siete de cada diez prefieren ese ritmo.

Y ellos también cuentan. Tienen derecho a ‘perrear’ al compás de los estribillos del Micha, Los Intocables, Gente de Zona o el Yonqui. Decía el prócer mexicano Benito Juárez que el respeto al derecho ajeno es la paz.

Cuando viajo en un viejo taxi privado, me molesta escuchar durante todo el trayecto la colección completa de Osmani García, ‘La Voz’, con el audio a reventar. Intento respetar la coexistencia. Le pido al chofer si puede bajar el volumen.

Las prohibiciones de corte medieval no deben ser aplaudidas. Sucede que en Cuba el Estado es el dueño absoluto de los medios. Si hubiese canales alternativos de televisión o emisoras de radio particulares que reprodujeran el reguetón y sus videoclips, la medida no hubiese despertado tanta algarabía mediática.

Diego Manrique, escribió en El País un artículo titulado Cuba quiere acabar con el ‘perreo’. Fernando Rasvberg, corresponsal de la BBC, en su blog publicó Al ritmo de la censura. Y el escritor Leonardo Padura también abordó el asunto en Fin de año a golpe de reguetón. Es que censurar genera pasiones.

En mi opinión, un mensaje más importante se oculta detrás de las medidas a favor de prohibir el reguetón, anunciadas por Orlando Vistel, presidente del Instituto Cubano de la Música y y apoyadas por Danilo Sirio, presidente de la radio y televisión y máximo responsable de la programación en esos medios.

Y es que esa manera de hacer política, sea cultural, deportiva o económica, que aparta lo distinto cuando el régimen estima que lesiona sus principios ideológicos, ha demostrado ser ineficaz en cinco décadas.

No es implementar una ley con prohibiciones. La represión -tampoco la anarquía- es la puerta de salida. En cualquier nación, incluyendo a Estados Unidos, se editan o censuran las canciones con letras obscenas. Cada dueño de un medio es libre de rechazar lo que considere ofensivo.

Pero en Cuba la censura es una pistola caliente, que en no pocas ocasiones, manejó personalmente el propio Fidel Castro. En nombre de la revolución, la palabra prohibir estuvo de moda en los años 60, 70 y 80. Desde condenar el catolicismo y las religiones afrocubanas hasta hostigar a los abakuás y testigos de Jehová.

En este huracán tropical que impactó en intelectuales de Europa y América, era mal visto que los jóvenes usaran jeans o llevaran melena. Escuchar rock y discos de los Beatles era saltarse olímpicamente los decretos promulgados por una comisión ideológica.

En nombre del orden y el respeto se encarcelaron a miles de personas. Su delito: no vestirse de miliciano, ser cristiano, gay o pensar por cabeza propia. Se pudieran escribir varios tomos de las prohibiciones disparatadas que se aplicaron en Cuba -o todavía se aplican.

Detrás de la censura al reguetón se esconde la intransigencia, la intolerancia a reconocer lo diferente. El gobierno se abroga el derecho a decidir lo que considera es bueno o malo para los cubanos. Esa misma licencia le otorga carta verde para prohibir la formación de partidos de oposición. Y para no difundir comentarios o publicar artículos supuestamente nocivos o contaminantes.

Son los censores de siempre. Aquéllos que abogan por el intercambio cultural entre Cuba y Estados Unidos... en una sola dirección. Porque vemos como artistas e intelectuales cubanos viajan y actúan en Estados Unidos, mientras a sus pares exiliados no se les permite actuar en Cuba.

Antes de emitir una disposición de censura, lo ideal sería convocar un referéndum democrático entre la población. Debiésemos aprender de Suiza. En el pequeño país centroeuropeo se hace un plebiscito por cualquier asunto considerado polémico o trascendental para sus ciudadanos. Al régimen cubano le importa poco lo que piensan sus subordinados. La autocracia decide por nosotros.

Les cuento una anécdota personal. Mi hija cursa el cuarto grado. Con frecuencia, un fin de semana, los padres preparamos una fiesta o ‘discofiñe’ donde los alumnos del aula comparten y bailan. Los inquilinos de la casa escogida son los únicos adultos autorizados a estar presentes. Sutilmente se les vigila. En la segunda fiesta se desencadenó un terremoto.

El culpable fue el reguetón. Sin consultar con ellos, los padres decidimos no poner videoclips de reguetón, por lo vulgar de los textos y las imágenes cargadas de erotismo duro. Cuando se enteraron, los pequeños lanzaron un desafío.

Si no se ponía reguetón, no irían. Dialogamos y negociamos. Llegamos a un acuerdo. Se pondría reguetón, pero solo el audio. Todos salimos complacidos.

La población no solamente está para aplaudir, pagar impuestos o ir a votar en ese remedo de elecciones celebradas en Cuba. El régimen debiese incorporar a su agenda que las autoridades se deben a su gente, y no lo contrario.

La polémica en torno a la censura del reguetón me recuerda una frase de Einstein: Solo conozco dos cosas que son infinitas, el Universo y la imbecilidad humana.

Iván García
Foto: Tomada de El Mundo.
Leer también: Carta abierta a Danilo Sirio y Reguetón cubano, entre la prohibición y el debate.

viernes, 1 de febrero de 2013

Cuando no existía Twitter ni Facebook



En una tarde calurosa de noviembre de 1996, luego de dos horas de viaje, primero en una ruta 201, apearme en el entronque de la CUJAE y abordar entre empujones el ‘camello’ M-2, llegué a casa del lanzador Orlando 'Duke' Hernández, en el barrio Calixto Sánchez, a espaldas del aeropuerto internacional José Martí y muy cerca de la avenida Boyeros.

Por esa fecha, el régimen de Fidel Castro había prohibido de por vida al Duke competir en los torneos beisboleros de la isla. Lo acusaron de tener trato con scouts de las Grandes Ligas. No había concertado previamente la entrevista.

El periodismo independiente en Cuba no se podía dar tales lujos. Había que saltarse las reglas y el manual. Llamar con antelación y pedir una cita con una persona traía más problemas que beneficios.

Nuestros teléfonos solían estar 'pinchados'. Y para evitar que el miedo provocado por una amenaza sutil de los servicios especiales llegara antes que nosotros, teníamos por costumbre ir sin previo aviso.

Eran tiempos duros. Hacía un año, en diciembre de 1995, me había iniciado dentro del periodismo libre, estimulado por mi madre Tania Quintero, quien había abandonado el periodismo oficial y escribía para Cuba Press, la más profesional agencia independiente, fundada y dirigida por el poeta Raúl Rivero.

La agencia, al decir de Rivero, era una abstracción. La 'sede' radicaba en su apartamento de dos habitaciones, en el tercer piso de un edificio del barrio La Victoria, Centro Habana. El equipamiento, lo que se tuviese a mano.

Lo más preciado era un bolígrafo Bic. Y el mejor regalo que te podía hacer un amigo extranjero era un block de notas. Escribíamos al dorso de añejos papeles oficiales. Un paquete de hojas blancas costaba 5 dólares. Demasiado para nuestros exiguos bolsillos.

En Cuba Press había un puñado de reporteros provenientes de la prensa oficial. Además de Raúl y mi madre, estaban José Rivero, sin parentesco con el poeta, Ana Luisa López Baeza, Iria González Rodiles y Plácido Hernández, guionista de la serie televisiva El hombre que vino con la lluvia.

Otros como Ricardo González Alfonso y Marvin Hernández llegaron después. El grupo era una piña. En ese tiempo, ni soñar con tener un móvil. Internet era cosa de ciencia ficción.

Cuba no tuvo conexión oficial a la red de redes hasta 1996. Pero desde que el 23 de septiembre de 1995 surgió Cuba Press, nuestros textos se publicaron en la red, en sitios que jamás habíamos visto.

Cuando algún amigo residente en la Florida visitaba la isla, traía los artículos impresos. Después de leerlos entre todos, Blanca Reyes, la esposa de Raúl, los archivaba en files color cartucho.

En esa época teníamos una sola grabadora. Una Sony mediana que llevaba dos baterías AA. Había cola para usarla. Estuve dos semanas esperando para que Raúl me la prestara. Cariacontecido, me dijo: “Lo que no tengo es pilas”.

Resolví un par de pilas, y con la Sony me fui a casa del ‘Duke’. No tenía cámara digital. Juan Antonio Sánchez, Ñico, consiguió una y me sirvió de fotógrafo.

El ‘Duke’ no estaba. Su esposa en ese momento me miró de arriba abajo y supo de golpe que no me iba a ir sin obtener la entrevista. Nos invitó a pasar a la sala.

Al rato llegó el destacado lanzador que años más tarde brillaría con los Yankees de Nueva York. Ya Orlando Hernández era una gloria del béisbol cubano. Lanzaba para la novena azul de Industriales y era -y aún es-, el mejor pitcher después de 1959 en promedio de ganados y perdidos.

A simple vista se notaba que el ‘Duke’ se sentía extraño fuera del terreno. Me dijo unas palabras que resultarían proféticas: “Las únicas puertas que me han dejado abiertas son las del destierro”. Así fue.

Tarde en la noche salimos de su hogar. El viaje de regreso fue una odisea. Esa madrugada redacté la entrevista en una libreta escolar a rayas. Temprano en la mañana, Tania me la pasó en limpio en una Olivetti Lettera-25.

Después de mecanografiada, abordé otro ‘camello’, el M-6, rumbo a casa de Rivero. Los trabajos entonces se dictaban por teléfono. Al otro lado de la línea, en Miami, el brillante reportero que es Bernardo Márquez Ravelo los grababa. Ése era nuestro modus operandi.

Con el tiempo llegaron los fax, hoy obsoletos. Tener un fax provocaba el acoso de los tipos duros de la policía secreta. Y si sospechaban que tenías una laptop, hacían una redada de película.

El 2 de junio de 1997 un comando de la Seguridad del Estado registró nuestro apartamento en La Víbora, en busca de esa 'arma peligrosa' que para ellos resultaba una computadora. La primera vez que usé una, prestada, no me gustó. Para justificar mi ignorancia en el uso de Windows le dije al periodista independiente Ariel Tapia, vecino del barrio, "úsala tú, yo prefiero seguir escribiendo en una libreta".

De dinero siempre andábamos mal. Y para desgracia mayor, los servicios especiales, como burdos corsarios, se dedicaban a detener y quitarle el dinero a las personas que nos lo traían. Las cosas mejoraron cuando empecé a escribir para la Sociedad Interamericana de Prensa y Encuentro en la Red. En el año 2000, una tarde fría que amenazaba lluvia, fue que vi el primer billete de 100 dólares en mi vida.

A pesar de no tener celulares y que las redes sociales estaban por venir, los periodistas independientes cubanos hacíamos una labor loable. Fueron buenos tiempos, profundos y fructíferos, a pesar de la fortísima represión.

Dos horas de conversación con Raúl Rivero equivalía a un semestre en una cátedra de periodismo. Había, y hay, dentro de los reporteros, plumas de calibre como las de Luis Cino y Jorge Olivera.

Obligados por las circunstancias políticas, casi todos los de Cuba Press tuvieron que marcharse de su patria. Diecisiete años después, más viejos, pero con el mismo deseo de reflejar esa Cuba que los medios gubernamentales pretenden ignorar, intentamos adecuarnos a los nuevos tiempos.

Tengo cuentas en Twitter, Facebook y Linkedin. Dos blogs y un teléfono móvil. Ahora redacto en una laptop con el teclado en inglés. Pero en el closet guardo la vieja Olivetti Lettera-25 que mi madre me dejó al marcharse al exilio en Suiza. Nunca se sabe si algun día tendré que utilizarla.

Iván García
Foto: En una esquina de mi cuarto, el pequeño televisor japonés, en blanco y negro, comprado en 1999 por 90 dólares en una shopping de la calle Monte. En él veo los noticieros y la pelota cuando estoy en la casa. A la derecha, el ventilador que por 25 dólares adquirimos en 1995 en una tienda recaudadora de divisas frente al Parque de la Fraternidad. Delante, el teléfono-fax que recibimos de Cuba Press para que pasáramos o dictáramos los trabajos. Ya no funciona: quedó inutilizado después de la oleada represiva de 2003.