lunes, 31 de julio de 2017

El Cerro, del señorío a la miseria


El Cerro constituye el segundo asentamiento importante hacia donde se trasladó la nobleza criolla cuando decidió abandonar la Habana Vieja y tener fuera de ella casas solariegas, donde descansar y recibir a sus invitados especiales.

Sus orígenes se remontan al año 1803, al establecerse en los predios de José María Rodríguez y Francisco Betancourt, junto a la calzada que iba de La Habana a Marianao, una hacienda que terminó dándole su nombre.

En 1807 se edificó una iglesia de madera que fue sustituida en 1843 por una de mampostería, dedicada a San Salvador, por haber sido patrocinada por don Salvador de Muro, marqués de Someruelos, entonces gobernador de la Isla.

Sus principales casas se construyeron durante ese siglo, a ambos lados de la calzada que conectaba con Marianao y Vuelta Abajo. A partir del año 1863 se convirtió en el barrio diplomático y empresarial por excelencia. En él residieron los cónsules inglés y alemán y el representante ruso. Ya en el siglo XX, en la Quinta de Echarte estuvo la Embajada de Estados Unidos.

En 1846 poseía cinco grandes quintas, 23 residencias de recreo lujosas y 273 casas de tipo corriente. El Cerro, sin embargo, tenía un grave problema: por allí pasaba la Zanja Real, considerada un foco contaminante. Debido a ella, las familias ricas abandonaron sus mansiones, trasladándose hacia El Vedado, y estas fueron ocupadas por instituciones benéficas, industrias, establecimientos comerciales y casas de vecindad.

El municipio Cerro incluye los repartos Canal, Cerro, Las Cañas, Ayestarán (parcialmente), Habana, Jesús del Monte (parcialmente), Antonio Maceo, Casino Deportivo, Martí, Palatino y Santa Catalina, y se encuentra enclavado entre la intersección de las Avenidas de Infanta y Ayestarán, río Almendares, Vía Central, Calzada de Vento, Vía Blanca y Calzadas de Cristina e Infanta.

Sus principales calles son la Calzada del Cerro y las calles Buenos Aires, Tulipán, Monte (parcialmente), Aranguren, San Joaquín, Omoa, Cádiz, Magnolia, Palatino, Primelles, Lombillo, San Pedro, Clavel, San Salvador, Patria, Pila, Serafines y Falgueras, entre otras.

Entre sus edificaciones más importantes se encuentran las quintas de los condes de Santovenia, de La Fernandina, de Villanueva y de Lombillo, las de los marqueses de Pinar del Río y las de Echarte, del obispo y de doña Leonor Herrera, la mayoría construidas antes de la República, así como los depósitos de agua del acueducto, en Palatino.

Ya en la época de la República se edificaron nuevas industrias, empresas, talleres, centros educacionales, cines, restaurantes, bares, cafeterías, iglesias, hospitales, instalaciones deportivas, casas y edificios de apartamentos, comercios, etcétera. Entre ellos aparecen la fábrica de cerveza y hielo Tívoli, adquirida por la Nueva Fábrica de Hielo S.A., fabricantes de la cerveza La Tropical, y la fábrica de botellas de esta misma firma, ambas situadas en la Calzada de Palatino; la de productos lácteos Nela y de embutidos El Miño; Herrera, Bulnes y Hnos. y C. Ingelmo y Hnos., ambas fábricas de calzado; La Ambrosía Industrial S.A. y La Estrella, las dos de galletas y confituras; Crusellas y Cía. S.A., fabricantes de jabones, pasta de dientes y otros productos de higiene personal y cosméticos; Detergentes Cubanos S.A.; varias fábricas de fósforos; la de los rones Legendario y Bocoy y la Cía. Litográfica de La Habana.

Se emplazaban allí también los colegios Nuestra Señora del Buen Consejo y Nuestra Señora de la Asunción; los cines Coloso, Edison, Maravillas, México, City Hall y Principal del Cerro; la Escuela Profesional de Comercio de La Habana; los laboratorios Squibbs y Oms, las embotelladoras de Coca Cola y La Paz, fabricante del refresco Materva y de la gaseosa Salutaris; la industria deportiva Batos; la Ciudad Deportiva; la cafetería Maravillas; el restaurante Cerro Moderno; la cafetería Chiki Jay; los hospitales Salvador Allende (antigua Quinta Covadonga, en los terrenos de la quinta de doña Leonor Herrera), Diez de Octubre (antigua Quinta de Dependientes del Comercio, en los terrenos de la quinta O’Reilly), el Centro Benéfico Jurídico, el Pediátrico de Centro Habana (en el antiguo hospital Las Ánimas, en cuyo terreno estuviera la última residencia de los condes de Santovenia), la desaparecida clínica La Bondad; el Estadio del Cerro (hoy Latinoamericano); las iglesias del Corazón de María (denominada en realidad San Salvador del Mundo), María Auxiliadora, Manantiales del Desierto, Católica Liberal Congregacional de San Albano y la parroquia de Nuestra Señora del Pilar.

Estas edificaciones se deben a magníficos arquitectos, ingenieros y maestros de obra, tanto en el período colonial como republicano. En la etapa colonial se destacan Francisco de Albear, Agustín Crame, Silvestre Abarca, Antonio Benítez Uthan y otros, siendo una verdadera pérdida que no se recuerden los datos de los que construyeron las hermosas quintas y casas señoriales. Y en la republicana, Joaquín Ruiz, José Ricardo Martínez, Charles B. Brian, José H. Franca, Nicolás Arroyo, Gabriela Menéndez y otros.

El Cerro, como otros municipios de la ciudad, ha sufrido la desidia y el abandono de las autoridades, en cuanto a la conservación de su riqueza arquitectónica y a su desarrollo. La mayoría de las casas solariegas, salvo contadas excepciones, se encuentran en estado ruinoso, incluyendo la que ocupa la Asamblea Municipal del Poder Popular, otrora quinta de los condes de La Fernandina. Otras han desaparecido y algunas se han convertido en verdaderos tugurios habitacionales, repartidos sus espacios entre decenas de familias, quienes han añadido y quitado lo que han considerado necesario, para acomodarlas a sus necesidades, destruyendo las edificaciones originales.

La Esquina de Tejas dejó de ser importante y también la del cine Maravilla. Perdió su encanto el bar Moral, el del extraño nombre, y pasaron a mejor vida los bodegones españoles con expendios de frutas en sus portales, ofertadas en estanterías piramidales. El conocido Estadio del Cerro, donde dirimían sus duelos beisboleros los clubes Habana, Almendares, Marianao y Cienfuegos, y fuera escenario de las discusiones de Adolfo Luque o Miguel Angel González con los árbitros ante una que otra decisión cuestionable, siempre bajo la gritería de la fanaticada, ahora languidece con partidos de béisbol de baja calidad.

Una frase callejera repite que "El Cerro tiene la llave", pero hasta ahora nadie ha podido determinar de qué llave se trata ni para qué sirve. La realidad es que el municipio se encuentra encerrado en una espiral de decadencia.

Fernando Dámaso
Diario de Cuba, 29 de mayo de 2016.
Video subido por Javier Sánchez a YouTube el 13 de mayo de 2016.
Ver también el fotorreportaje La Habana Vieja, más vieja.

jueves, 27 de julio de 2017

Ese día todo comenzó


Les cuento la historia oficial según la enseñan en escuelas cubanas. Los mambises estaban ganando la guerra contra el colonialismo español. Entonces Estados Unidos interviene y tras una batalla naval en la bahía de Santiago de Cuba, contra la flota del almirante Cervera, usurpan la victoria de los insurgentes.

Luego España y el incipiente imperio estadounidense pactaron en París un acuerdo de paz sin la participación de los independentistas cubanos. La injerencia yanqui quedó plasmada en la Enmienda Platt. Por tanto, el 20 de Mayo, fecha en que se fundó la República, no hay nada bueno que celebrar. Fin de la historia contada por los manuales castristas.

Pregúntenle a cualquier estudiante cubano sobre el día de la independencia. Nueve de cada diez le responderá que la emancipación auténtica comenzó el 1 de enero de 1959, cuando una tropa de barbudos dirigidos por Fidel Castro derrotó al inepto ejército del dictador Fulgencio Batista.

Durante 57 años, la misión de historiadores, politólogos y amanuenses estatales ha sido reescribir la historia nacional en blanco y negro. Sin matices. Como en aquellos viejos filmes del oeste americano, solo existen malos y buenos.

Pero la historiografía real, la que no está contemplada en las escuelas cubanas, es más compleja. La enseñanza local no cuenta que la mayoría de los líderes mambises se inspiraron en la revolución norteamericana y apostaban por la anexión.

Tampoco se detalla que la intervención estadounidense fue acordada por la plana mayor del ejército insurrecto. Desde luego que todos no estaban de acuerdo. Algunos jefes rebeldes se sintieron traicionados. Y los asambleístas de la Constituyente, en contra de su voluntad, tuvieron que aceptar la aberrante y anti soberana Enmienda Platt.

Pero los tiempos eran otros. Cuando usted desplegaba un mapa mundial, la mayoría de las naciones eran dominadas por un grupo de metrópolis imperiales.

A pesar de la Enmienda Platt -que sería derogada en 1933-, y del derecho de intervención militar que asumía la armada estadounidense o a establecer en la Isla bases navales, de acuerdo a las circunstancias de la época, nuestros líderes republicanos firmaron el mejor pacto posible.

Gústele o no a la autocrática junta militar que gobierna en la Isla, el 20 de Mayo, es la efemérides más importante de la historia cubana, junto a las del natalicio y muerte de José Martí, el 28 de enero y 19 de mayo respectivamente.

Cuando aquella mañana soleada del 20 de mayo de 1902, el General Máximo Gómez, acompañado del hijo de José Martí y el presidente electo Tomás Estrada Palma, izaron la bandera de franjas azules y blancas con una estrella solitaria en el centro del triángulo rojo, la República de Cuba quedaba inaugurada.

Los primeros cuatro presidentes habían sido generales durante la guerra contra España. El caudillismo, corrupción institucional, fraude electoral, apetencias dictatoriales o el caso de Gerardo Machado, no se le puede imputar al decálogo republicano, si no al desempeño, con virtudes y defectos, de los seres humanos.

¿Hubo una legión de políticos ineptos, ladrones y déspotas? Sí, es cierto. Pero también es cierto que de la panoplia política formaban parte personas honestas y cumplidoras de la ley.

No olvidar que en 50 años de vida republicana, y no obstante el golpe de Estado perpetrado por Batista el 10 de marzo de 1952, Cuba alcanzó cotas económicas loables, urbanística avanzada, servicios públicos eficientes, parámetros productivos del primer mundo y una calidad de vida innegable, sin negar la existencia de focos de pobreza urbana y rural.

La educación era pública y había una amplia cobertura de salud, pero en zonas intricadas del país predominaba el analfabetismo y la insalubridad. La sociedad republicana tenía sus manchas y necesitaba cambios, aunque con sus altas y sus bajas, funcionaba la democracia, la libertad de prensa y el pluripartidismo. Los salarios eran superiores, había un desarrollo agroindustrial, mayor cantidad de empleos y mejor desempeño de los ministerios públicos.

Los cambios y aspiraciones estaban contemplados en la Constitución de 1940, vigente hasta que Fidel Castro llegó al poder, secuestró la historia e hipotecó el futuro. A base de promesas incumplidas y mentiras tejió una dictadura casi perfecta. Prohibió cualquier atisbo de oposición y libertad de expresión, utilizando a destajo el pelotón de fusilamiento o muchos años de cárcel. Acalló a todos los sectores sociales combinando el engaño y el miedo.

Y en eso estamos. En una etapa negra de la historia donde no se divisa el final. A nueve meses de que Raúl Castro entregue el poder, pero intentando perpetuar el castrismo. Con medios amaestrados por el régimen verde olivo, una historiografía truncada y un déficit democrático nunca antes padecido en la república.

El 20 de mayo de 2017, como ya es habitual, volvió a ser ignorado -o despreciado- por las instituciones oficiales. Pero fue ese día de 1902 donde todo comenzó.

Iván García

lunes, 24 de julio de 2017

Regla, al otro lado de la bahía


Cerca de la Fortaleza de La Cabaña, en el litoral de la bahía, en fecha anterior a 1762 se construyó un almacén de la Real Hacienda, edificio que, por estar pintado de blanco, dio nombre al lugar: Casa Blanca.

En la colina, a orillas del puerto, posteriormente se construyeron numerosas viviendas, edificadas por carpinteros de ribera, a quienes les siguieron las de los marinos de los barcos de cabotaje.

Al ser muy frágiles las edificaciones, principalmente de madera, embarrado y guano, a menudo fueron presas fáciles del fuego, desapareciendo varias veces y siendo vueltas a construir, hasta que el 25 de abril de 1785 todo el poblado quedó reducido a cenizas. Sin embargo, fue rápidamente reconstruido.

Uno de sus vecinos más connotados, don Rafael Triscornia, construyó en el lugar que aún lleva su nombre, un muelle y carenero para buques menores, lugar que sirvió posteriormente como centro de control para la entrada de los extranjeros que llegaban por barco al país. Más tarde también construyeron muelles don Antonio Trías, don José Travieso y otros.

En la calle Santuario existió un apeadero o estación del ferrocarril denominado La Prueba que, desde 1843, unió a Regla con Guanabacoa, y funcionó hasta la segunda década del siglo XX. Esta edificación después fue utilizada como vivienda y como casa-templo de la santería, siendo conocida como "la casa de Panchita Cárdenas", sobre todo por la capilla que aún mantiene a puerta-calle.

En 1858, el poblado, ya denominado Regla, tuvo su primera iglesia. En los años 1878 y 1879 sus principales edificaciones, además de las relacionadas con las actividades portuarias, eran el Liceo Artístico y Literario, ubicado en la calle San José entre Real y Santuario, donde José Martí fue admitido como miembro el 30 de enero de 1879, y las casas de Luisa Pérez de Zambrana y de Pedro Coyula, cercanas a la Plaza de las Cruces.

La comunicación con la ciudad se realizó, primero a través de botes y después mediante embarcaciones, que atracaban en los embarcaderos de Casa Blanca y Regla, así como por tierra, bordeando la bahía, al igual que en el caso de su vecina Guanabacoa. Entre Regla y Guanabacoa existieron el ya mencionado ferrocarril La Prueba y un tranvía, cuyo paradero se encontraba en el mismo edificio del embarcadero construido en 1911.

Además, existió el ferrocarril de la Bahía de La Habana hasta Matanzas, y el famoso tren de Hershey, que partía de Casa Blanca y terminaba también en Matanzas, cuya línea quedó concluida en 1922.

En la década de 1920 del siglo pasado, el alcalde de la villa, al fallecer Lenin en Rusia, sembró un olivo en una colina, la cual, aunque el olivo fue arrancado posteriormente, desde entonces ha sido conocida conocida como la Colina Lenin. Anteriormente se había construido, sobre el curso del río Tadeo, el denominado Parque de la Mandarria, que resultó histórico por ser el primero que tuvo un monumento dedicado al obrero.

En la época republicana, ya como municipio, adquirió gran desarrollo, principalmente debido a las actividades portuarias, así como a la existencia en su territorio de la Havana Coal Company y a la instalación de los Molinos de Harina Burrus S.A., las refinerías de petróleo, pertenecientes a las empresas Esso Standard Oil Co. de Nueva Jersey y Compañía Petrolera Shell de Cuba, con la Refinería Habana S.A. del consorcio anglo-holandés Royal Dutch Shell, la Compañía Antillana de Pesca y Distribución S.A., con la marca Freskito, la Compañía de Fomento Marítimo S.A., con astillero y flota de pesca, la Extractora Cubana de Aceites Vegetales S.A., la Compañía Cubana de Industrias Metálicas S.A., la Tenería Modelo S.A., la fábrica de abonos químicos y fertilizantes de Pérez Galán, Fernández y Cía., la Productora de Superfosfatos S.A., la Industria Pecuaria S.A., The American Agricultural Chemical Company, una planta de abonos químicos, y otras.

Todo ello hizo que algunos de los trabajadores que laboraban en ellas, así como estibadores de los muelles, fijaran sus viviendas en este municipio o en el cercano de Guanabacoa. Entre estos últimos, floreció la sociedad secreta de origen africano abakuá. Delante de la iglesia dedicada a la Virgen de Regla, conocida como Yemayá en el panteón orisha, actualmente existen varias edificaciones y un almacén a cielo abierto rodeado de muros, que resta belleza a la denominada Punta de Santa Catalina, así como a la imagen urbana del lugar, además de reducir la visualización de la fachada de la iglesia, que constituye el lugar más visitado por cubanos y extranjeros.

Aunque al principio el municipio, debido a su poca extensión territorial, estaba dividido en cuatro sectores, actualmente incluye los repartos Colinas de Belot, Habana Nueva, La Colonia, Lídice, parte de Luyanó, Manuel Ascunce, Modelo, Parcelación Rotaria, Regla, Unión, Casa Blanca, Cinco de Belot, La Julia y Braulio Coroneaux, así como los caseríos de Ingenito y San Nicolás.

Aunque mantiene algunas de sus industrias principales, convertidas en empresas estatales de cereales, combustibles y lubricantes, piensos, suministro marítimo y portuario, lacados de aluminio, comercializadora y conformadora de carpintería metálica y PVC y otras, con el cese de muchas de las actividades portuarias en la Bahía de La Habana, Regla ha perdido parte del desarrollo industrial que poseía.

Esto ha influido negativamente en su economía y en el nivel de vida de muchos de sus habitantes, quienes se han visto obligados a buscar empleos fuera del municipio, con las dificultades que ello supone.

Hoy, llegar a Regla a través de la bahía se ha convertido en algo complicado y molesto, pues las autoridades, temerosas de que cubanos decididos a emigrar secuestren alguna embarcación, las repostan con poca cantidad de combustible, someten previamente a cada viajero a un minucioso chequeo, incluyendo el uso de medios para detectar metales, y el acceso debe realizarse obligatoriamente por un túnel cerrado construido de cabillas.

El viaje de regreso conlleva las mismas molestias. Y, puesto que actualmente se apuesta por el turismo y las actividades provenientes del arribo de cruceros, para ello es necesario desarrollar ampliamente una infraestructura que dé respuesta a sus elevadas exigencias, y deberán abandonarse las prácticas de control totalitario.

Fernando Dámaso
Diario de Cuba, 15 de mayo de 2016.
Video realizado por Diario Las Américas.
Leer también: La Habana, el camino hacia el oeste.

jueves, 20 de julio de 2017

"Por la izquierda siempre es mejor"


Hace cinco años, a varios socios de Arturo se les descompensó la presión arterial cuando les notificaron que el Estado prohibía negocios privados como los cines 3D y las tiendas de ropa. Pero otros emprendedores aprovecharon la derogación para comenzar a operar en la clandestinidad.

Es una simple puerta giratoria la que determina cuáles negocios son legales o ilegales.

“De toda la vida, en Cuba han existido bisnes por la izquierda. A finales de los años 80 yo comencé a vender pan con bistec de res a diez pesos y cerveza a dos en un solar del barrio de San Leopoldo. Hice un baro largo. A la par compraba dólares, entonces prohibido por la ley, a cuatro pesos y luego mediante un estudiante africano becado en la Isla, adquiría ropa, calzado, electrodomésticos y equipos de música en las tiendas por divisas para extranjeros. El negocio era clandestino y corría riesgos. Si te pescaba la policía, te sancionaban a cuatro o cinco años en el tanque. Pero las ganancias eran grandísimas”, indica Arturo, un comerciante ilegal que ha vivido de lo que se cae del camión.

Arturo fuma un mocho de tabaco mientras en un televisor de pantalla plana observa un partido de béisbol de la Serie del Caribe que se celebra en Culiacán, México. Bebe un sorbo de café y aporta más detalles.

“Por la izquierda es mejor. No tienes que pagar un centavo de impuesto y debido a la inflación y carestía de la vida en Cuba se gana un buen billete. Eso sí, tienes que mojar con dinero a policías, inspectores y las veinte mil vírgenes, pa' que viren la cara para otro lado. En los años 70 y 80 era más difícil escapar de la vigilancia policial y la chivatería de los CDR. Ahora no. La corrupción es absoluta. Con dinero en mano, casi todo se resuelve”, acota Arturo, quien lo mismo vende tazas de inodoro y leche en polvo que sacos de cemento cola robados de almacenes estatales.

“Siempre vendo más barato que en la shoppings”, dice. Aunque no hay una cifra exacta de la cantidad de personas que en el país ejercen negocios clandestinos, Octavio, empleado de la oficina estatal que fiscaliza el trabajo por cuenta propia (ONAT), cree que “además del medio millón de cuentapropistas con licencia, existen de 200 a 300 mil personas que tienen negocios ilegales y evaden el fisco. Quizás sean más”, opina el empleado estatal.

Les presento a Nilo, nombre ficticio. Su especialidad es el hurto y sacrificio de ganado vacuno. “La labor de un matarife de vaca es compleja. Debes cuidarte por igual de la monada (policía) y de los chivatones de la cuadra, pero se gana un baro largo. En Cuba todos los negocios con alimentos dejan buenas ganancias. Recuerda que aquí se vive para comer. El problema es cuando te pilla la policía, pues las sanciones pueden ser de 20 años a cadena perpetua”.

En La Habana, la libra de carne de res se vende a 2.50 cuc. Es un alimento suntuario, como el castero, especie marina tan codiciada como los camarones y las langostas. O las naranjas, hace tiempo desaparecidas en combate.

Según la prensa oficial, solo en la provincia de Villa Clara, en la zona central de la Isla, alrededor de 400 mil reses mueren por hambre y sed en un año. “La mayoría de esas muertes se deben a un acuerdo entre las vaquerías y campesinos privados, para luego vender la carne. Hay guajiros que antes de venderlas al Estado, que paga 30 o 40 fulas por una vaca, la ponen en la línea del tren para que la atropellen y después vender la carne”, afirma Nilo.

Adriana reside al oeste de la capital y de manera discreta transformó dos habitaciones de su casa en una tienda de ropa de marcas que no tiene nada que envidiarle a las boutiques de los hoteles de cuatro y cinco estrellas.

“Vendo pacotilla de calidad por catálogo. Y los clientes de confianza me pueden pagar a plazos, algo que no hace el gobierno. Trato de conseguir las últimas tendencias de la moda. Compro mercancía de primera en la zona franca de Colón, Panamá, en Miami o tiendas de Moscú”, comenta Adriana. Para la adquisición de pacotillas textiles, ella suele viajar varias veces al año a Estados Unidos, Centroamérica o Rusia.

Una gloria del deporte cubano, el luchador estilo grecorromano, Cándido Mesa, fallecido el pasado 3 de enero, a un costado del hospital Hermanos Ameijeiras, en Centro Habana, tenía un almacén clandestino de materiales construcción que ofertaba a precios más bajos que en las tiendas estatales.

La mercancía a veces se trasladaba al cliente en ambulancias del hospital. “Para no llamar la atención”, me comentó Mesa hace cuatro años. “A pesar de ser multicampeón, el gobierno me ha tirado a mierda. Como muchos cubanos tengo que vivir por la izquierda para poder mantener a mi familia”, confesaba Cándido Mesa.

Daniel confecciona rejas, ventanas y puertas de hierro. Y desde hace quince años lo hace evadiendo la vigilancia estatal. “Desde que comencé a trabajar lo hago por debajo de la mesa. Nunca he trabajado para el Estado. Es verdad que se debe ser cuidadoso, pero el gobierno no despluma tus ganancias como a los cuentapropistas con licencia”.

A pesar de correr sus riesgos, en Cuba aumentan las personas que trabajan fuera del radar estatal. Últimamente, debido a la corrupción generalizada, con menos presión policial. Y al no pagar gravámenes, ganan más dinero.

Iván García
Foto: Tomada de El Nuevo Herald.

lunes, 17 de julio de 2017

Guanabacoa, la villa de Pepe Antonio


Guanabacoa es un nombre indio que significa "sitio de agua". En 1525, el territorio estaba habitado por indios. El poblado fue fundado por Diego de Mazariegos, quien gobernara la Isla entre 1555 y 1565, recogiendo a todos los indios dispersos, por orden del Rey de España, en la parte más elevada de un grupo de colinas, que comenzaban en el vecino pueblo de Regla.

En el último tercio del siglo XVI, Don Hernando Manrique de Rojas repartió los solares entre unos 300 indios, formando un pueblo con 29 calles orientadas de norte a sur y 20 de este a oeste, sombreadas de frondosos árboles regados por numerosos riachuelos.

En 1555 el pirata francés Jacques de Sores atacó el pueblo y, un año después, se construyó una pobre iglesia, atendida por un padre franciscano. En 1566 se constituyó el Ayuntamiento, presidido por el gobernador y un número de concejales. En 1576 se edificó la primera iglesia. La "Loma de la Cruz" debe su nombre a que en ella el indio José Vichat, que vivía allí, plantó una cruz de madera, la cual fue derribada durante un ciclón en el año 1724, volviéndola a colocar en el mismo lugar el hermano Serapio Manuel de Soto el 14 de septiembre de 1786 y, más tarde, el obispo Espada ordenó construirla de cemento.

Durante la toma de La Habana por los ingleses en 1762, el alcalde de la villa, José Antonio Gómez, defendió valientemente la plaza, debido a la cual se le conoce como "la villa de Pepe Antonio".

Ya en 1607, en los terrenos de la antigua ermita de Nuestra Señora de la Candelaria, se había edificado la parroquia mayor de María Santísima de la Asunción. Su crecimiento se produjo con naturales de las Islas Canarias y negros africanos, construyéndose espaciosas casas de mampostería, donde gustaba pasar el verano la aristocracia habanera.

El primer cementerio de Guanabacoa se fundó en 1644 y se denominó del Potosí, siendo mejorado y modernizado en 1811. En 1644 también se fundó la ermita de Jesús de Nazareno.

El escudo de la villa de la Asunción de Guanabacoa le fue concedido el 14 de agosto de 1743 y en él aparece un mar, dos castillos y montañas. El reloj de la torre de la Iglesia Parroquial fue comprado por suscripción popular, y colocado allí por el Ayuntamiento el 6 de octubre de 1859.

Desde 1841, la villa tenía una Tenencia de Gobierno. El Cuerpo de Bomberos se organizó en 1855, y en 1861 se fundó el Liceo Artístico y Literario, del cual surgió la Conspiración de los Rayos y Soles de Bolívar.

El Hospital de la Caridad y la Plaza del Mercado se construyeron en 1856, siendo esta última demolida para ser reedificada en 1911 en la calle de Martín Ugarte, entre Jesús Nazareno y Desamparados, instalándose un parque en el lugar que ocupara la plaza anteriormente.

En 1860 se instaló el alumbrado público, en 1872 la cárcel y en 1879 asumió su cargo el primer alcalde. En Guanabacoa establecieron un magnífico plantel los Padres Escolapios, pasando por sus aulas una parte importante de la juventud cubana. En él funcionó la primera Escuela Normal para maestros de Cuba.

El 27 abril de 1879, en el Liceo Artístico y Literario, el secretario de la Sección de Literatura, José Martí, hizo el elogio del violinista cubano Díaz Albertini y, al aludir varias veces a la patria, la libertad y al porvenir de Cuba, consiguió que el Capitán General Blanco, presente en la velada, exclamara: "Quiero no recordar nunca lo que he oído y no concebí nunca que se dijera delante de mí, representante del Gobierno español. Voy a pensar que Martí es un loco. Pero un loco peligroso".

A unas cuadras del Liceo quedaba la residencia de don Nicolás Azcárate, conocida como la Casa de Figuras, en cuyo bufete habanero trabajó Martí en los años en que volviera a Cuba (1878-79). En el Liceo de Guanabacoa también tuvieron destacada participación figuras tan importantes como Varona, Cortina, Montoro, Fernández de Castro, Figueroa, Azcárate y otros.

El acceso a Guanabacoa, a través de la bahía, al principio se realizaba por un servicio de botes entre La Habana y Regla y, a partir de 1837, al crearse una primera empresa de vapores, mediante lanchas, las cuales posteriormente se vincularon al transporte urbano con embarcaderos en Casablanca y Regla.

Entre Regla y Guanabacoa funcionaban dos trenes eléctricos. El acceso por tierra se realizaba bordeando la bahía, primero en carruajes tirados por caballos y después con vehículos de motor.

En la década de 1950, Guanabacoa, junto con La Habana, Regla, Marianao y Santa María del Rosario, formó parte de lo que se consideraba como la Gran Habana. Para esa fecha, el municipio estaba constituido por los siguientes barrios y repartos: Bacuranao, Campo Florido, Cojímar, Cruz Verde, Este de Corral Falso, Este de Asunción, Este de San Francisco, Oeste de Corral Falso, Oeste de Asunción, Oeste de San Francisco, Pepe Antonio y San Miguel del Padrón.

Actualmente el municipio incluye los repartos Alturas de Vía Blanca, Albión, Azotea, Bellavista, Buenavista, Corralito, Chibás, D'Beche, El Roble, Garrido, Guanabacoa, Habana Nueva, Mañana, Mambí, Alturas de Villa María, Castilla, Federal, Haydée, Fuente Blanca, La Escala, La Jata, La Lima, Mi Gloria, Nalón, Naranjo, Pomo de Oro, Ricabal, Villa Elena, Villa María, Villa Nomar, y Villa Oliva, así como el caserío de La Yuca. También forman parte de él los repartos y caseríos ubicados en las localidades de Barreras, Bacuranao, Minas, Santa Fe y Arango.

En Guanabacoa nacieron importantes figuras de la música cubana como Rita Montaner, Ernesto Lecuona e Ignacio Villa, Bola de Nieve. Durante los años de la República (1902-1958) el municipio se desarrolló, instalándose en su territorio talleres de mecánica, almacenes, pequeñas y medianas industrias, como Concordia Textil, Productos Textiles S.A., Textiles Flamingo y Compañía Textilera Amazonas S.A. Fábricas de tejidos, cintas y etiquetas como Tejidos y Confecciones Perro S.A. y la Compañía Internacional de Envases S.A.

También, una fábrica de sacos de papel kraft, el tostadero de Café Regil, las Industrias Magic S.A., productores y distribuidores de gas embotellado, la Unión Nacional de Industrias Alimenticias S.A., con las marcas El Ebro, Canciller, La Colonial, Cruz Verde y Río Frío. Las fábricas de sábanas Palacio, de confituras Armada y Cía. S.A. y la Sakoyute S.A.; las Canteras Cubanas S.A. y las Canteras de Minas S.A.; la embotelladora Tarajano S.A., distribuidores del agua mineral Lobatón y otros muchos negocios dedicados a la confección de ropa y fabricación de artículos de uso doméstico.

Famosos eran los manantiales y jardines de La Cotorra, hoy contaminados y en estado de abandono. Cines como Carral y Ensueño; numerosos restaurantes, cafeterías y tiendas. Contaba con una galería de arte, un museo histórico, una importante biblioteca e instalaciones deportivas como el estadio Frank D'Beche.

En Guanabacoa aún existen dos cementerios hebreos: el Beth Ha Haím, establecido en 1910, que posee un monumento erigido a los mártires del Machadato, y el Sefaradí, donde se encuentra el dedicado a las víctimas del Holocausto.

Muchos otros lugares ya no existen o han sido totalmente transformados, perdiendo las características que los identificaban, sumándose a la insoportable uniformidad socialista. Algo similar ha sucedido con las viviendas: las originales de la villa hoy se encuentran en malas o regulares condiciones y las de nueva construcción casi todas son edificios de cinco pisos sistema Girón, repetidos hasta la saciedad en los pueblos y ciudades cubanos, antiestéticos y de baja calidad.

Actualmente en Guanabacoa existen empresas estatales de equipos hidráulicos, geominería, comercializadora de azúcares y sus derivados, de productos agropecuarios y forestales, constructora de equipos mecánicos, de herrajes varios, de calzado y textiles y fundiciones, entre otras.

Con el paso de los años, Guanabacoa se ha convertido en centro de los cultos afrocubanos, tanto de origen abakuá como la Regla de Ochún o Santería y la Regla Conga o Bantú, llamada también brujería. Su práctica es habitual en toda la localidad. Debido a esto, aunque hoy es fácil encontrar un babalao en cualquier barrio de La Habana, cuando alguien tiene problemas o las cosas no le salen como quisiera, aún se le dice: "Llégate a Guanabacoa, para que te vea un babalao".

Fernando Dámaso
Diario de Cuba, 22 de mayo de 2016.
Video realizado en Guanabacoa por Raquel Pérez, de Cartas desde Cuba. Bola de Nieve interpreta Ay Amor, canción de su autoría.

jueves, 13 de julio de 2017

Indiferencia ciudadana hacia la oposición cubana


En una antigua residencia colectiva de pasillos estrechos en la barriada de Lawton, al sur de La Habana, la necesidad de vivienda la ha convertido en una cuartería. Con divisiones hechas de cartón tabla o ladrillos recuperados de edificaciones demolidas, han surgido 'apartamentos' donde reside una decena de familias que subsisten al filo de la navaja.

Entre reguetón a todo volumen y negocios ilegales, se vende alcohol de caña, robado la noche anterior de una destilería estatal, que luego se utiliza en la preparación de rones caseros, o ropa de marcas piratas, compradas al bulto en tenderetes de la ciudad de Colón, a tiro de piedra del Canal de Panamá. Y un tiempo atrás, cuando en el matadero de Lawton o de la Virgen del Camino se sacrificaban reses, se podía adquirir carne de res a precio mayorista.

Esas ciudadelas superpobladas de la capital son cuna del jineterismo, drogas y juego prohibido. Lawton, como ningún otro barrio habanero, es 'modelo' en lo que a marginalidad y delito se refiere. La gente vive del robo a instituciones estatales, cambalaches o lo que dejó caer el camión.

Pero no le hablen de reformas políticas, sumarse a un partido disidente o protestar por las salvajes golpizas que a pocas cuadras de la antigua residencia colectiva, propina la policía política a las Damas de Blanco que cada domingo reclaman libertad para los presos políticos y democracia en Cuba.

Llamémosle Miguel. Un moreno que roza los dos metros de alto y gana dinero vendiendo marihuana, sicotrópicos o cambolo, una mezcla letal de cocaína con pequeña dosis de bicarbonato. Ha estado preso casi un tercio de sus 38 años y tenía planes de emigrar a Estados Unidos, pero los interrumpió tras la derogación por parte de Obama de la política de pies secos-pies mojados.

Miguel tiene pocos temas de conversación. Mujeres, deportes y negocios por debajo de la mesa. Su vida es un retrato fijo. Alcohol, sexo y “andar volao”, con los ojos enrojecidos tras fumarse un taco de marihuana.

Cuando usted le pregunta su opinión sobre la disidencia y la represión continuada contra las Damas de Blanco, tose levemente, se rasca la barbilla y alega: “Men, sal de ese canal. Esas tipas están locas. Este gobierno de hijos de putas que tenemos, no se va tumbar con marchas ni declaraciones. Si no cogen un fusil, siempre los segurosos les caerán a patadas por el culo. Son valientes, pero eso no vale pa’ cambiar esta mierda”.

La mayoría de los vecinos de la casona convertida en cuatería piensa igual. Son capaces de saltar una cerca de una fábrica del Estado para robarse dos galones de alcohol, pero no les hable de política, derechos humanos o libertad de expresión.

“Mi ‘amol’, quién está pa’ese brete. La policía se hace la guillada con los bisnes y la putería. Pero cuando te enrolas en esa volá de los derechos humanos, el encarne es pa’toda la vida”, comenta Denia, matrona.

Ella prefiere hablar de su negocio. De un bolso negro saca su teléfono Huawei y muestra varias fotos de chicas semi desnudas mientras va cantando el precio. “Mira qué riquera. Allá el que le guste coger palos”, dice Denia, refiriéndose a las Damas de Blanco.

En líneas generales -y salvo excepciones-, los ciudadanos de la República de Cuba se han autoinmunizado o prefieren optar por la amnesia cuando del tema de la disidencia, la libertad y la democracia se trata.

“Hay varias razones. El miedo patológico, que sin dudas infunden sociedades autoritarias como la cubana. A eso debes sumarle que el aparato mediático del gobierno ha sabido vender muy bien la historia de una oposición mínima, dividida y corrupta a la cual solo le interesan los dólares americanos”, afirma Carlos, sociólogo.

La disidencia, además, juega con la cancha inclinada. No cuenta con horas de radio o televisión para difundir sus programas políticos. La represión ha obligado a cientos de opositores a marcharse de su patria. Y la Seguridad del Estado ha infiltrado topos en casi todos los grupos disidentes.

“Los servicios especiales 'cortocircuitan' con eficacia la relación de los vecinos del barrio y del pueblo con la disidencia. ¿Cómo superar ese abismo? Tendiendo puentes hacia el interior de la Isla. Creo que la oposición está más enfocada en cruzadas políticas hacia el exterior. Lo otro es amplificar lo que la mayoría de los cubanos quiere escuchar: no hay comida, para comprar una muda de ropa se gasta el salario de tres meses, el pésimo servicio de transporte, la escasez de agua... Es larga la lista de las aristas para explotar por los disidentes”, opina Enrique, licenciado en historia.

Percibo que alrededor del 80 por ciento de la población tiene importantes puntos de coincidencia con la oposición local. Las tímidas aperturas económicas y derogaciones a normativas absurdas, siempre fueron reclamadas por la disidencia, desde mayor autonomía al trabajo privado, viajar al extranjero o hacer turismo en su propio país.

Según algunos disidentes, muchos vecinos se les acercan a saludarlos e indagar sobre los motivos de sus detenciones después de un brutal linchamiento verbal o una golpiza. Pero no se suman.

Rolando Rodríguez Lobaina, líder de la Alianza Democrática Oriental y director de Palenque Visión, se sintió frustrado cuando realizaba protestas callejeras reclamando derechos para todos y la gente solo miraba desde el contén de una acera.

“Una noche estaba en el cuerpo de guardia del hospital, pues mi hijo estaba con fiebre alta, y ante la mala atención médica inicié una protesta. Varios pacientes estaban en la misma situación. Pero nadie alzó la voz cuando llegaron autos patrulleros y la policía política me detuvo a la fuerza. Esa noche me di cuenta que había que cambiar de método para llegar a los cubanos de a pie. Quizás la prensa independiente sea un medio más efectivo”, me contaba Lobaina hace unos meses en Guantánamo.

Aunque los periodistas independientes reflejan esa otra Cuba que la autocracia pretende ignorar, sus notas, reportajes o denuncias tienen un alcance limitado, pues no se publican en medios locales y solo pueden ser leídas en internet.

Para la mayoría de los ciudadanos, democracia, derechos humanos y libertad de expresión no es sinónimo de un plato de comida, sino de represión. Cómo despertar al cubano de su indiferencia es una buena pregunta para un debate.

Iván García
Foto: Tomada de Kostas blog.

lunes, 10 de julio de 2017

Cuando La Habana tenía "feeling"


En El Gato Tuerto, Alejandro Armengol tocaba aspectos de aquella Habana que Guillermo Cabrera Infante magistralmente describió tantas veces.

Entre los comentarios a ese trabajo de Armengol, el de Blanca Acosta sobre Miriam Acevedo cantando Ponme la mano aquí, Macorina, en ese mismo gato con un solo ojo, frente a los de varios comentaristas que demostraban que algunos cubanos no tienen ni idea de aquella época, me pusieron a pensar en esa Habana irreverente, cálida, bohemia, elegante, popular, sofisticada, febril, sencilla, simplemente maravillosa.

Y hoy, como bocanada de aire fresco, al menos para mí, quiero contar un poco de mis recuerdos, sin orden ni concierto, y sin pretensiones intelectuales o literarias, ni de investigación histórica, sino simplemente de 'descarga', como se decía entonces. Y aunque mi intención no es politizar el tema, si quiero mencionar algunas cosas que vendrán a la mente de muchos, mostrar los “avances” de la llamada revolución cubana y cómo “perfeccionó” aquella deliciosa vida nocturna y diurna habanera.

No voy a hablar de La Habana anterior a 1959 -no tengo vivencias para ello- sino de la de los primeros años de la década de 1960, cuando La Bodeguita del Medio, en La Habana Vieja, no abría los domingos, y cuando se decía que La Rampa no era una calle en El Vedado, sino un estado de ánimo. Al decir del difunto Luis García, de El Rincón del Filin de Miami, durante los años 50 y 60 del pasado siglo, en una milla a la redonda, a partir de L y 23, La Habana concentraba más bares, night clubs y cabarets que todo el Estado de La Florida en esa misma época.

Y así fue. Siguió siendo la ciudad del vacilón, incluso durante las movilizaciones de enero de 1961, los combates de Bahía de Cochinos, o la Crisis de Octubre de 1962, que no impidieron que bares, night clubs, cafeterías, cabarets y restaurantes funcionaran como de costumbre, y los trasnochadores que salían de madrugada de tales emporios vieran milicianos con las “cuatro bocas” o los cañones antiaéreos con redes de camuflaje emplazados en las aceras del Malecón, desde el Hotel Riviera hasta La Punta.

Aquella Habana única e irrepetible fue capital del ambiente nocturno hasta la execrable Ofensiva Revolucionaria que en 1968 asesinó la ilusión, derribó La Gruta, convirtió a La Zorra y al Cuervo en milicianos, y al Gato Tuerto en militante del partido comunista. Aquella Habana para infantes difuntos, la Ofensiva Revolucionaria la convirtió en una Habana difunta para infantes, adultos y ancianos.

Piensen por un instante en la esquina de L y 23, cuando todavía no existía Coppelia y el actual cine Yara se llamaba Radiocentro. En el lujoso Hotel Habana Libre, antiguo Hilton, podía desayunarse, almorzar o comer en su cafetería de la planta baja, o disfrutar del variado menú en El Polinesio. En el piso 25, el Sugar Bar y el Cañaveral, después de la confiscación pasaron a llamarse Turquino y otro nombre que ahora no recuerdo. Allí se podía beber hasta altas horas de la madrugada oyendo tríos en vivo. En el segundo piso, junto a la piscina, se podía disfrutar de Las Cañitas, tomando cerveza, daiquirí o ron Collins.

O cruzar la calle L hasta el Ember’s Club, antiguo Café de Los Artistas, de Otto Sirgo (posteriormente nombrado Bulerías), y saborear una excelente pizza napolitana por 70 centavos y macarrones con jamón por 80. O bajar por la acera del Radiocentro hasta L y 21, donde estaba el edificio del Retiro Odontológico, con una excelente, iluminada y limpia cafetería-restaurant de autoservicio en la planta baja. Y un poquito más cerca del cine estaba La Cuevita, ideal para un excelente y económico almuerzo.

Bajando por 23, en la acera de enfrente del Habana Libre, estaban El Mandarín, especializado encomida china, la Cafetería CMQ, y el Bar Alaska. De la acera de enfrente, en las instalaciones del Habana Libre, la empresa Cubana de Música Indirecta hacia agradable el ambiente a quienes contrataran sus servicios, con música instrumental todo el tiempo, sin consignas ni “teques”, y otra emisora transmitía en idioma inglés.

Rampa abajo, a un lado de la calle se encontraban los bares-clubes Tikoa, La Zorra y el Cuervo, y La Gruta, este último abierto hasta las cinco de la mañana, los demás hasta las dos o las tres; las cafeterías Wakamba, Karabalí, Balalaika, y el magnífico cine Arte y Cinema La Rampa, al que se podía acceder desde la calle o desde la cafería que hacía esquina a su lado, y que estrenaba películas simultáneamente con el Arenal, en la calle 41, después del Puente Almendares, muy cerca del reparto Kohly. Y por si fuera poco, en 23 y M, al fondo del Habana Libre, la lujosa funeraria Caballero.

Por la acera de enfrente a la funeraria, bajando por La Rampa hacia Malecón, estaban el Pabellón Cuba, otro bar bajando escaleras en 23 y N, y el Club 23 un poco más alante. Después, la Casa de la Cultura Checa -oasis socialista de buen gusto y elegancia frente a la tosquedad de “los bolos”- y al final de la calle el centro comercial La Rampa, con nada que envidiarle a los actuales Malls de Miami. Mientras en calles cercanas, muy cerca del mar, reinaban los hoteles Capri, Nacional, Saint's John, Vedado y Flamingo, con bares, shows y descargas fabulosas en los cabarets Salón Rojo del Capri, El Parisién del Nacional, El Caribe del Habana Libre y el Copa Room del Riviera.

Muy cerca, los elegantísimos restaurantes Monseigneur, donde tocaba y cantaba el inigualable Bola de Nieve; La Roca, con Frank Emilio en el piano; La Arboleda del Hotel Nacional; La Torre y El Emperador, los dos en el edificio FOCSA, así como el bar-club El Escondite de Hernando y el cabaret Las Vegas, cerca de Infanta. Otros de lujo estaban algo más alejados, como el elegante 1830, en la desembocadura del río Almendares, o Casa Potín, en Línea y Paseo. Más campechanos y cercanos, Rancho Luna, Montecatini y Club 21, y bares-clubes como La Red y El Rocco.

No pretendo mencionar ahora Tropicana, el paraíso bajo las estrellas; ni caminar por las calles Línea o Calzada, ni subir por 23 hasta 12, pasando por El Carmelo y El Castillo de Jagua; y mucho menos llegar a la zona del Parque Central, en el Prado habanero, y sus hoteles, bares y cabarets circundantes, incluidos el Sevilla, el Sloppy Joe’s y El Floridita. Ni recordar que muchos, tras salir de esos maravillosos centros habaneros que se encontraban por todas partes, iban a tomarse una sopa china, o a un Mar-INIT, a comer camarones con mayonesa y ketchup.

Ni irme por la calle 17 hasta el club Imágenes de Frank Domínguez, o al Cabaret Sierra en Cristina y Luyanó, o al mítico Alí Bar, en las afueras de La Habana, con Benny Moré y las inconfundibles voces que cantaban junto a él, como Fernando Álvarez, Orlando Vallejo o Celeste Mendoza. Ni a las más humildes descargas de la zona de bares y cabarets de la Playa de Marianao, como Pensilvania, Rumba Palace o Panchín, territorio por donde habían deambulado clientes como Marlon Brando, Ava Gardner, Agustín Lara y Errol Flynn, y actuaban leyendas cubanas como el timbalero El Chori.

Sin embargo, si de descargas se trata, es imprescindible mencionar las de Su Majestad Elena Burke, la Señora Sentimiento, con su guitarrista Froilán Amézaga en el Scherezada, a un costado del edificio Focsa, con cojines para sentarse en el piso, pues no había sillas.

Y las de madrugada en el Pico Blanco, en el piso 15 del Saint's John, donde espontánea e intermitentemente desfilaban y compartían ratos maravillosos y tragos junto al piano figuras de la talla de José Antonio Méndez, César Portillo de la Luz, Pacho Alonso y Felo Bergaza, entre más.

O las otras descargas improvisadas en cualquier lugar nocturno de esa Habana vigorosa e incansable, donde podía encontrarse a Marta Valdés, Moraima Secada, Doris de la Torre, Myriam Acevedo, Omara Portuondo, Frank Domínguez, Martha Strada, Soledad Delgado, Marta Justiniani, Meme Solís o Blanca Rosa Gil.

¿Por qué hubo que destruir todo eso? ¿En función de qué? El régimen ha tratado de reconstruir algunos de esos centros emblemáticos, pero, como siempre, cada vez que lo intenta se queda corto y le falta “feeling”.

Eugenio Yáñez
Cubaencuentro, 25 de agosto de 2016.
Foto: Elena Burke en una descarga con Omara Portuondo, Moraima Secada y el guitarrista Martín Rojas. Tomada de Cuban Music Lady of the Feeling.
Leer también: La Habana nocturna.

jueves, 6 de julio de 2017

Jinetear, un modo de vida


Desde el balcón de su apartamento en un edificio al oeste de La Habana, José Mario, desempleado, observa a un vecino que de un añejo Chevrolet 1954 baja dos cajas de cerveza, un pernil de cerdo y seis de botellas de ron.

Entonces comienza la estrategia para ‘pegarse a la fiesta’. Es simple. Consiste en sumarse a cualquier grupo de conocidos y beber cerveza o comer sin tener que gastar un centavo. Los hay que son auténticos expertos.

"El hombre nunca se mete la mano en el bolsillo. Siempre está a la caza de un ‘puntico sabroso’ (persona con dinero) para soldarse a su lado y vacilar sin tirar un peso pa’lante”, cuenta Daniel, vecino de José Mario.

En Cuba han florecido estos pillos pintorescos que asisten a discotecas de moda, beben ron añejo y hasta ligan una chica gracias a sus amigos. Cuando ven cerveza, comida y prostitutas, se suman a cualquier guateque.

Por indulgencia, algunos de socios lo aceptan. “Suelen ser unos pobres diablos que no tienen posibilidades de divertirse. Y lo usual es que se peguen a sus amigos. No todos en Cuba pueden tomar cerveza de calidad o armar una pachanga con putas al compás de un reguetón”, opina Erasmo, dueño de una cafetería que oferta sandwiches y comida criolla.

Josefa, ama de casa, señala que dentro de la propia familia ha comenzado a verse “ese comportamiento de sumarse a comelatas y festejos sin gastar un centavo. No siempre son parientes pobres o sin poder adquisitivo. A veces son familiares que tienen dinero, pero ya se han habituado a fiestear a costa de otros. Andan a la caza de cumpleaños, bodas, cenas de nochebuena, celebraciones por navidad o fin de año”.

Alex, un joven musculoso dueño de un gimnasio, recuerda que el día de su boda se “coló un montón de gente que yo no invité. Se quedaron bebiendo hasta el amanecer y antes de irse, pidieron cajitas con raciones del buffet o de cake, para llevarse a su casa. Unos verdaderos descarados".

El verbo 'jinetear' surgió en Cuba a principios de la década de 1980. En el argot del bajo mundo se denominaban 'jinetes' o 'jineteros' a los agiotistas que compraban dólares a turistas extranjeros de manera clandestina.

“Yo fui jinetero. Por las tardes me iba con un grupo de socios para La Rampa, en el Vedado, a comprar fulas por la izquierda. Se adquirían a cuatro pesos por cada dólar y había que estar jugándole cabeza a la policía. Con esos dólares se compraba pacotilla (ropa barata) en las tiendas destinadas a extranjeros y la pacotilla se revendía en la calle. La ganancias eran de hasta un 300%”, rememora un tipo que ya peina canas.

Con el tiempo, 'jinetear' se volvió sinónimo de prostitución femenina. Internacionalmente se hicieron famosas las mulatas o negras cubanas con cuerpos esculturales, que por 50 o 100 dólares la noche, se acostaban con turistas blancos que podían ser sus abuelos.

Las jineteras de la Isla se diferenciaban y se siguen diferenciando de sus homólogas de Tailandia o Río de Janeiro. No por el físico ni su nivel cultural. Si no porque las cubanas no se limitan a vender sexo: intentan establecer una relación afectiva que trascienda en el tiempo, con la intención de que desde el exterior las mantengan, girándoles dinero.

El objetivo final de una jinetera es tratar de conseguir un apetecido matrimonio que les permita largarse del país. Más que por dinero, las cubanas se prostituyen en busca de una visa.

Pero los tiempos cambian y en la actualidad, sexualmente jinetean desde estudiantes de secundaria y bachillerato hasta universitarios, de los dos sexos y de cualquier raza.

El nuevo jineterismo en ocasiones es alentado por los propios padres o controlado por proxenetas de la peor calaña. Y con una permisividad policial que mira hacia otro lado, mientras por debajo de la mesa cobran coimas en dinero o especie o tienen una tanda de sexo exprés con la jinetera o pinguero.

Pero 'jinetear' también se denominan actitudes menos conocidas. Ileana, empleada de una empresa, pone un ejemplo: “En mi trabajo, los más pícaros siempre están atentos, para complacer al jefe mediantes regalos y guataconerias y les autorice viajar al extranjero. Todo vale si se trata de 'jinetear' un viaje, incluida una buena brujería ”.

Cuando cubanos que residen al otro lado del charco vienen de visita a La Habana, perciben otra forma del singular jineteo nacional. “Ya es a la cara. Ni siquiera te saludan o te preguntan por la familia. Abiertamente, te dicen: Socio, tírame un salve. O sea que lo invites a comer en una paladar de calibre, tomar cerveza o mejor aún, que le regales veinte o treinta dólares. Son como las sanguijuelas. Se justifican diciendo que las cosas en Cuba están en candela”, subraya Yusnier, un habanero residente en Miami.

Jinetear, hoy en Cuba son varias cosas a la vez. Ninguna honesta. Es prostituirse de diversas formas.

Iván García
Foto: Tomada de The Reddit Mirror.
Ver también: Qué buscan los cubanos en internet.

lunes, 3 de julio de 2017

El derrumbe, una estrategia de comunicación del PCC


En la interesante tesis de doctorado del noruego Even Sandvik Underlik, Cuba fue diferente, el autor entrevistó a 17 militantes del Partido Comunista de Cuba, veinte años después del derrumbe del socialismo euro-soviético para rescatar la visión del partido único cubano sobre la perestroika y el fin de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).

La mayoría de los entrevistados fueron funcionarios de alto nivel en el país y reflejan y analizan el tipo de información que recibieron en la época y la línea que adoptó el partido para todos sus militantes: hay que encontrar las diferencias con el modelo soviético y no se puede discutir las semejanzas con Cuba sino las diferencias.

Señala el autor: “Castro dio órdenes al Comité Central del PCC de preparar de forma confidencial argumentos contra la perestroika, “enfatizando diferencias entre Cuba y la Unión Soviética en tamaño, grado de desarrollo económico y social, historia, cultura y tradiciones”.

Como testigos de ese período en Cuba, los profesores de la Universidad de La Habana, fuimos llamados a una reunión en la cual se nos puso un video de Fidel Castro en el que decía: “Ahora el veneno nos viene del espíritu santo”, en el entendido que la perestroika era el veneno y el espíritu santo, el país del cual habíamos recibido una cuantiosa ayuda: la URSS.

El video fue para mí otro disparate de Fidel Castro porque no lograba fundamentar por qué la perestroika era un “veneno”. Siempre entendí que esta estrategia de negación, significaba que su poder estaba siendo cuestionado por aceptar la copia ideológica, política, económica, jurídica, social y organización cultural, el mismo sistema de seguridad y represión, y por lo tanto tenía las mismas consecuencias.

Su desacuerdo no era más que la evidencia de su incapacidad política para proponer y promover otras alternativas. Nunca le interesaron los múltiples problemas sociales, económicos, políticos y culturales que creaba el modelo soviético. No tenía hondura intelectual y política ni interés para planteárselos, también prohibía a los demás hacerlo. Su interés era la ayuda recibida de la URSS.

Como partido militarizado de ordeno y mando, y como régimen político tiránico, nadie más pudo manejar la interpretación de la perestroika en la URSS. Se le “dejó” a Fidel Castro que en sus discursos orientara lo que había que saber, pensar y lo que se debería decir en medio de la crisis más profunda de la historia cubana. Ése es otro resultado nefasto del monopolio partidario de los medios masivos de comunicación y del régimen político tiránico de partido único: el embrutecimiento de la población y la ausencia de alternativas.

Mientras en público, en sus discursos de la época decía que era necesario investigar las causas del derrumbe o “desmerengamiento” del campo del “socialismo real”, a espaldas de los ciudadanos reprimía cualquier análisis sobre el modelo económico, social, jurídico y político copiado por Cuba, hasta el suspiro. Para el “mesías” -y así lo trasmitió a sus militantes- el derrumbe era un asunto de blandura o de firmeza de macho alfa, nunca una responsabilidad por las políticas públicas del país.

No importa si esto tenía repercusiones nefastas en la vida de millones de ciudadanos, por desinformación y represión de la opinión pública y académica. No importa si la desinformación impedía el debate de las alternativas a la crisis al mismo tiempo que las reprimía. El “mesías”, seguía pensando el país como su dominio personal y no tenía propuestas políticas alternativas viables. La ausencia de soluciones a los problemas acumulados los dirigió Fidel Castro, a la regresión hacia los voluntarismos de los años 60 que habían demostrado su fracaso.

Lo más lamentable del asunto es que sus militantes aceptaron sumisos y hasta represivos (algunos mencionan su papel en los actos de repudio), la errática política del “mesías” y en sus entrevistas mostraron una mediocridad vergonzosa para analizar las causas del derrumbe euro-soviético y las alternativas.

Uno se pregunta si queda alguien ilustrado, sensato y honesto en las filas del Partido Comunista de Cuba o si solo quedan funcionarios e intelectuales de muy bajo horizonte cultural y político. También, si la postura de “macho alfa” que se utiliza sólo contra los reprimidos y no contra los represores, demuestra el estado cavernícola del PCC y de su militancia.

El caso es que aún es un tabú hablar del derrumbe del modelo copiado en Cuba y por eso la falta de alternativas a los problemas estructurales heredados. El gobierno cubano hace círculos alrededor de los mismos problemas estructurales, se estanca, reprime el debate y el país continúa en recesión.

Sandvik analizó la cobertura de prensa sobre el derrumbe en el periódico Granma desde 1989 a 1992 y entrevistó a los militantes en 2013. En su análisis, concluye sobre la poca información que ofrece el Granma sobre los acontecimientos en la URSS, de lo cual solo se publica algo sobre el debate económico entre dos propuestas de reformas en ese país.

Sin embargo, algo se publica con respecto a la RDA (República Democrática Alemana), sin mencionar la caída del Muro de Berlín, sino la apertura de fronteras del Partido Socialista Unificado de Alemania. La muerte de la pareja Ceausescu en Rumania y el movimiento Solidaridad en Polonia son mencionados en recuadros secundarios del periódico.

Llama la atención como todos los militantes entrevistados, siguen la consigna del militarizado partido leninista cubano, una actitud que demuestra la falta de autonomía de los militantes y la aceptación de cualquier orientación por muy en contra de los intereses de la población que pueden resultar. Hasta ahora, esos mismos militantes y su partido evidencian la falta de capacidad política de la dirección en aquella época y en la actual, para propiciar y consensuar un cambio estructural del socialismo real cubano, en crisis desde 1990.

La nefasta construcción de un partido militarizado (leninista) cubano ha hecho posible, junto al tratamiento de la realidad interna del país de manera esquizofrénica -los medios masivos de comunicación demuestran una ruptura sistemática con los problemas del país- que, 27 años después de la caída del Muro de Berlín, el país no avance para salir de su crisis estructural, no reconocida por sus propios intelectuales y funcionarios “orgánicos”: ¿mordaza, autocensura o represión?

Marlene Azor Hernández