jueves, 29 de noviembre de 2018

El negocio de las empresas militares en las prisiones cubanas



Temprano en la mañana, luego del minucioso recuento realizado por un guardia de prisiones y después del magro desayuno a base de un brebaje caliente y un trozo de pan con olor a viejo, los reclusos se alistan para salir trabajar.

Todo es ajetreo en la cárcel de máxima seguridad conocida como Combinado del Este en las afueras de La Habana. Un conjunto de tres edificios de cuatro pisos utilizados como penitenciaría con un pequeño hospital anexo, un campo de béisbol, pista de atletismo y varias canchas de cemento donde se juega voleibol o baloncesto.

La prisión, según un recluta que hace guardia en el perímetro, fue concebida para 3 mil reos y está considerada la mayor cárcel de Cuba. "Aunque siempre hay 400 o 500 reclusos por encima de su capacidad original. Casi todos trabajan en dependencias que tiene el propio Combinado, como panadería, cocina, enfermería, carpintería, taller de mecánica y otros chinchales que ha montado el MININT (Ministerio del Interior) para aprovechar la mano de obra barata de los presos".

Manuel, un mulato que roza los dos metros y alguna vez fue considerado una promesa del baloncesto cubano, tiene en las prisiones su segunda casa. Por delitos que van desde el carterismo hasta masturbarse en la vía pública, en nueve ocasiones ha estado detrás las rejas. "Mis sanciones siempre son de un año a dos. Pero siempre salgo a mitad de condena o cuando llevo cumplido un tercio de la misma, porque trabajo como un animal y eso me sirve de estímulo pa'salir del tanque antes de cumplir la sanción", cuenta en una llamada telefónica desde el Combinado del Este.

Manuel conoce el mapa penitenciario de Cuba como pocos. “Entre reclusorios y prisiones de máxima seguridad he pasado por quince dependencias, entre ellas Taco-Taco en Pinar del Río, Agüica en Matanzas, Canaleta en Ciego de Áviola y Boniato en Santiago de Cuba. En todas las provincias hay de ocho a nueve cárceles o granjas de trabajo para presos. En los últimos 30 años, además de trabajar en la construcción de obras sociales, dependencias militares o señalizar las calles, a los presos comunes también nos utilizan en la elaboración de muebles de calidad para la exportación y el turismo, el corte de caña, la siembra de vianda y la limpieza del marabú que luego se destina a la confección de carbón vegetal y el gobierno exporta a Estados Unidos y otros países".

Se calcula que en la Isla existen alrededor de 200 prisiones. Cuba es la sexta nación del planeta en per cápita de reclusos. Hace cinco años, el régimen verde olivo reconoció que la población penal rondaba los 57 mil reclusos, aunque la disidencia interna afirma que la cifra puede acercarse o superar los 70 mil.

Las cárceles cubanas son rigurosas. El maltrato corporal y los abusos de guardias penitenciarios resultan habituales. Los suicidios, mutilaciones y enajenaciones dentro de las prisiones forman parte de una estadística secreta que las autoridades del MININT manejan con pinzas. Compañías internacionales de prestigio, como la sueca Ikea, ha sido acusada de complicidad con el castrismo, por utilizar trabajo esclavo de los presos cubanos.

En la década de 1980, Liván estuvo cinco años preso por salida ilegal. En su peregrinaje por centros penitenciarios, laboró en un almacén de transporte del MININT en la barriada de Lawton, a 30 minutos del centro de La Habana. "El MININT es el principal beneficiado de la mano de obra barata de los presos. Sin apenas protección, en el Taller Uno trabajé en una línea de montaje de autos con carrocerías plásticas y motores alemanes VW, también en una tapicería donde se barnizaban muebles finos. Años después supe que eran de Ikea. Nunca me pagaron un centavo".

Mildrey estuvo siete años en la cárcel para mujeres conocida como Manto Negro, al oeste de la capital, acusada de prostitución y proxenetismo con menores de edad. "Allí hay una factoría donde confeccionan pitusas (jeans) y zapatos que después venden en las tiendas por divisas. Yo trabajaba en la máquina que ponía la tela o el cuero con el nombre de la marca. Nunca supe si esas marcas autorizaban al gobierno o eran fabricaciones piratas".

Miles de reclusos trabajan en la construcción y producción de alimentos. "Otros en oficios que nadie quiere hacer, limpiando calles, abriendo fosas o cortando marabú", dice Evelio, quien cumple una sanción de dos años fregando ómnibus urbanos.

Negocios militares como PROVARI (Empresa de Producciones Varias) están a la cabeza en explotación laboral y mano de obra cautiva. Tres años atrás, durante su participación en la XXXIII Feria Internacional de La Habana, PROVARI resaltaba sus planes vinculados con el carbón vegetal, aerosoles y artículos desechables. "Perteneciente al sistema empresarial del Ministerio del Interior, la entidad también promueve negocios para la producción de botas de PVC, altamente demandadas en la hotelería", publicaba Radio Cadena Agramonte el 20 de noviembre de 2015.

En esa información, Lázaro Aguilera, especialista comercial de PROVARI, declaraba que "el empresariado extranjero ha tenido especial interés en los proyectos, iniciados en 2009, de producción de carbón de marabú, cien por ciento natural y de gran calidad". Igualmente se conocía que otras de las líneas necesidadas de inversión foránea, para modernizar sus tecnologías, eran las relacionadas con los aerosoles, comercializado en la red de tiendas minoristas bien como ambientadores, limpia carburadores, aflojadores, repelentes, garrapaticidas y antipiojos.

En 2015, PROVARI tenía 17 unidades empresariales diseminadas por toda la Isla y se enfocaba principalmente en el mercado cubano. "Además de contribuir a la creación de empleo en la población penal, sus 120 renglones responden a los programas de carbón vegetal, desarme de vehículos y producciones varias, entre las que se destacan materiales para la construcción, pinturas, textiles, recipientes plásticos, colchones de espuma y mobiliario de madera y metal".

Para Saúl, ex recluso, “lo más preocupante es que se trabaja sin ropa adecuada para elaborar sustancias químicas. Los presos no tienen muchas opciones ni un representante legal donde quejarse y demandar al gobierno”. Y aclara que la mayoría de los reclusos laboran de manera voluntaria, porque “es una forma de coger un aire, comer mejor y escapar de los abusos de los guardias dentro de las prisiones cerradas”.

Manuel confiesa que “trabaja más de doce horas diarias en un taller de mecánica donde se reparan autos de oficiales del MININT y las FAR (fuerzas armadas). Nos pagan una miseria, de 200 a 300 pesos al mes (de 10 a 15 dólares) y de ese dinero nos descuentan el aseo, las colchas y sábanas que nos dan. El único estímulo es que nos dan pase un fin de semana al mes y la alimentación es mejor. Pero nos sacan las tiras del pellejo”.

Hasta después de cumplir su sanción, un preso común en Cuba tiene limitaciones para acceder a buenos trabajos y son controlados como presuntos delincuentes por el jefe de sector de la policía de la zona donde vivan.

Según un funcionario de prisiones ahora jubilado “la reincidencia en las cárceles cubanas es altísima. Más del treinta por ciento de los reclusos regresan a la prisión. Si el trabajo de reeducación es malo, la posterior reinserción en la sociedad es peor. Haberte estado preso en Cuba te marca de por vida”.

Los que más sufren las duras condiciones de las cárceles en la Isla son los negros y mestizos. De acuerdo a las estadísticas oficiales, el 88 por ciento de la población penal pertenecen a esas razas, suelen cometer los delitos más reprobables y siempre terminan regresando a la prisión. Como el mulato Manuel.

Iván García
Foto: Algunos de las 200 productos que en 2017 comercializaba PROVARI, todos confeccionados por presos comunes. Tomada de Juventud Rebelde.

lunes, 26 de noviembre de 2018

La portuguesa Delia y el brasileño Oswaldo



En 1959, ansiosa por trabajar, supe que en la Havana Business Academy, en Monte entre Romay y San Joaquin, al doblar de mi casa, por ocho pesos al mes se podía aprender mecanografía y taquigrafía en inglés y español.

Se lo dije a mi padre y estuvo de acuerdo, no sin antes advertirme: "Trata de aprender en un mes, porque ocho pesos es demasiado dinero". Por suerte, con un mes me bastó. Las clases se impartían cuatro horas cada día, de lunes a viernes.

La directora era una mulata china, elegante y culta. Pero su refinamiento no le impedía que se viera con un señor en uno de los dos cuartos que para esos menesteres alquilaba Delia, una portuguesa que vivía en el primer piso de nuestro edificio.

Si las "maestricas" se ganaban la vida dando clases en la escuelita que todos los veranos montaban en la cuadra donde vivíamos, en Romay entre Monte y Zequeira, Delia se buscaba los pesos con una discretísima casa de citas.

En uno de esos dos cuartos, años después, viviría Jorge Luis Piloto, famoso compositor radicado en Miami desde 1980. Jorge compartía el cuarto con Beba, su madre. Lo recuerdo alto y flaco como una vara de pescar, siempre acompanado de la guitarra con la que regresó después de pasar el servicio militar.

A la casa de Delia acudían personas cuya respetabilidad no les impedía "pegar tarros". Hombres y mujeres bien vestidos llegaban furtivamente y se encontraban dentro de la habitación con su pareja. Todos eran heterosexuales.

Uno de los asiduos visitantes se llamaba Reinaldo Castro y no estaba emparentado con los otros Castro. Cuando le conocí, era ya un "subversivo", pero yo no lo sabía. Despues del triunfo de la revolución nos enteramos que había sido uno de los asaltantes al cuartel Moncada y en Santiago de Cuba había perecido.

En La Habana existía una fábrica que llevaba su nombre y cuando pasaba por allí y veía su nombre en un letrero, me costaba creer que una fría placa representara al hombre jodedor que yo había conocido en casa de Delia la portuguesa.

En 1984 conocí en La Habana a Oswaldo França Jr., escritor brasileño ya fallecido, y cuando lo traté me recordó a Reinaldo Castro. Oswaldo también era muy alegre y jaranero, pero a diferencia de Reinaldo, no vestia de cuello y corbata.

Junto a Thiago de Mello, Frei Betto y otros intelectuales brasileños, Oswaldo integró el jurado del Premio Casa de las Américas de ese año en la categoría de lengua portuguesa. Se hospedaron en el hotel Habana Riviera, en Paseo y Malecón.

Un sábado por la tarde, junto con Oswaldo y tres o cuatro brasileños más, salimos a caminar por el Vedado. Subimos por todo Paseo y al llegar a Línea me recordé de los encuentros sabatinos en la residencia del Sr. Kuhn, embajador de los Países Bajos. Un tipo chévere, a quien le gustaba recorrer la ciudad en bicicleta.

Le propuse a los brasileños llegarnos hasta la mansión del embajador holandés, en la calle 2 entre 17 y 19. El portón estaba abierto. Entramos y a mis amigos les mostré a algunos de los artistas e intelectuales asistentes aquella tarde: el actor Mario Balmaseda, la teatrista Miriam Lezcano, el escritor Miguel Barnet, el poeta Pablo Armando Fernández, el ensayista Jose Prats Sariol y su esposa Maruchi, profesora de la escuela de ballet, entre otros. A quien sí les presenté fue a Don Ernesto, el padre del Che, que estaba acompañado por Ana María, su joven esposa.

Tania Quintero

Foto: Dibujo del escritor brasileño Oswaldo França Jr. (1936-1989). A los 17 años se hizo piloto, pero su carrera fue bruscamente interrumpida por el golpe militar de 1964, según se puede leer en Literatura & Historia, de donde tomé el dibujo.

jueves, 22 de noviembre de 2018

El reloj Poljot y el embargo


A Benito Novoa, un viejo y querido amigo de La Habana, su novia de siempre, una trigueña alta y preciosa que se llamaba Rita, repentinamente lo dejó.

El hombre, indignado, echando chispas por los cuatro costados, organizó esa misma tarde una protesta frente a la embajada de Estados Unidos en Cuba. Rompió allí, frente a la oficina extranjera, todas las cartas que le había enviado la mujer, tiró con odio contra una pared un reloj ruso Poljot que ella le regaló un día de los enamorados y metió un largo y encendido discurso contra el embargo norteamericano y todos los conflictos que, lo que él llamaba “bloqueo”, produce entre los cubanos.

Nunca supimos bien por qué Novoa le achacaba al embargo su ruptura con Rita, ni tuvo la gentileza de darle una explicación a nadie, pero la perreta se aceptó con discreción, mucho de burla y un calculado asombro. Los pocos habaneros que lo vieron, debieron creer que se trataba de un funcionario oficial que actuaba por cuenta propia.

Se sabe que en Cuba cualquier dirigente del Partido Comunista o del Gobierno, que tenga alguna dificultad, problemas, trabas, bretes y apuros le echa la culpa al embargo y dispara de inmediato una diatriba con la misma palabrería destejida y rota que se usa con saña para el caso.

Un ejemplo es la protesta de la compañía estatal Cubana de Aviación, responsable del accidente que el 18 de mayo de 2018 le costó la vida a 112 ciudadanos. Los de Cubana han escrito una nota a Naciones Unidas donde expresan que atraviesan serias dificultades para comprar o arrendar aeronaves con componentes técnicos de prácticamente cualquier tecnología “debido al bloqueo, financiero y comercial de Estados Unidos.”

Hasta el momento, Cuba no ha señalado al responsable de la catástrofe. Y la declaración de Cubana de Aviación, divulgada por la Cancillería de la Isla, asegura que el impacto de las medidas del embargo actúa sobre “la seguridad de sus vuelos, la estabilidad de la línea aérea y sus posibilidades de supervivencia.”

Ahí están, los gobernantes cubanos culpando de la inseguridad de sus vuelos al embargo norteamericano, como si la compañía no fuera de ellos y no fuera de ellos la seguridad, el bienestar y la vida de sus pasajeros.

Raúl Rivero
Blog de la Fundación Nacional Cubano Americana.

lunes, 19 de noviembre de 2018

Cancún, un nuevo Eldorado para los cubanos



Apenas soplaba el viento y la humedad era insoportable. A las afueras de la Terminal 2 del aeropuerto internacional de Cancún, Juan Ernesto esperaba a su hermano que llegaba a bordo de un vuelo de Aeroméxico desde La Habana. Era la primera vez que Jonathan salía al extranjero. Su propósito: comprar artículos de primera necesidad para revenderlos en la Isla.

"Lo que más está saliendo en Cuba ahora mismo es el aseo. Productos de primera necesidad como los pañales desechables, jabones, pasta dental, champú y acondicionador", explica Juan Ernesto, quien pide omitir su apellido por temor a que las autoridades le confisquen la compra.

Viajar de 'mula' para abastecer el creciente mercado subterráneo en la Isla no es legal. La Aduana cubana ha emprendido una intensa campaña contra quienes llevan productos para revender. Sin embargo, los cubanos viajan cada vez más a países como México, Panamá, Rusia o Guyana.

Según estadísticas reveladas a este diario por el Ministerio de Turismo de México, en el primer semestre de 2018 el número de cubanos que aterrizó en ese país creció en un 60,5% con respecto al primer semestre del año anterior. Hasta julio de este año se contabilizaron en los aeropuertos mexicanos 69.105 llegadas, 26.050 más que en igual período de 2017.

En 2016, hubo un pico de más de 100.000 entradas de cubanos por la crisis migratoria. Con el fin de la política de pies secos/pies mojados decretado por Estados Unidos a inicios de 2017 el flujo bajó, pero se mantuvo por encima de los 83.000.

"Conseguir la visa mexicana es difícil", explica Juan Ernesto. Entre los requisitos que impone el Consulado de México en La Habana está disponer de una cuenta bancaria que demuestre solvencia económica, algún título de propiedad del interesado y y rellenar la solicitud de visa online. "La mayor parte de las veces el sitio web donde se conciertan las citas no funciona. Las visas nuestras costaron alrededor de 3.000 dólares. La corrupción está a la orden del día tanto en México como en Cuba".

A la salida del aeropuerto, varios taxistas ofrecen sus servicios. "¡La guaguita! ¡La guaguita de los 100 pesos!", grita uno en dirección al grupo de cubanos. Se ha desarrollado un entramado de negocios para atender a los numerosos viajeros que llegan de la Isla. Hoteles de bajo costo, tiendas donde se puede pagar en dólares, pesos mexicanos o pesos convertibles cubanos, agencias de envíos y hasta ofertas de trabajo se pueden encontrar en el municipio Benito Juárez, al que pertenece la ciudad de Cancún.

"Aquí hay una serie de tiendas que tienen dueños cubanos y donde trabaja muchísima gente de la Isla. Ahí puedes encontrar todo lo que se vende en Cuba: ropa, equipos electrodomésticos, medicinas, aseo", le dice Juan Ernesto a su hermano. "Ahora mismo, en Cuba el desodorante está perdido. Aquí compramos los tubos de Gillette en 3,50 y lo vendemos allá al doble. Las bolitas perfumadas para la ropa cuestan 255 pesos mexicanos (unos 14 dólares) y se pueden vender hasta en el triple", explica el joven.

Jonathan tiene 25 años y está terminando una carrera de ingeniería. Su viaje a México es solamente por un fin de semana. Quiere seguir los pasos de su hermano, quien gracias a los constantes viajes para revender productos y al trabajo por cuenta propia que realiza en la Isla tiene un nivel adquisitivo superior al del cubano promedio. "En Cuba el Gobierno no se da cuenta de las oportunidades que está perdiendo. Persigue a los cuentapropistas y está empeñado en un modelo que no funciona. Cada uno de los cubanos que viaja a Cancún trae por lo menos 1.000 dólares para gastar aquí. Ese es un dinero que se pierden los negocios de la Isla.

El joven lamenta que el salario de un ingeniero apenas supere los 30 dólares al mes mientras que un revendedor puede pagar un pasaje aéreo y salir del país. Pero no a todos los cuentapropistas les va tan bien. Algunos incluso optan por probar suerte en países como México donde el salario diario supera con creces lo que obtenían en Cuba al mes.

Annia es una joven cubana de 26 años que reside en Cozumel. Después de varios viajes a Cancún, donde compraba productos para llevarlos a Matanzas, decidió quedarse a trabajar como indocumentada. "En Cuba trabajaba como peluquera, pero con eso no podía salir adelante. Todo lo que ganaba se me iba en los altos costos de los productos y en pagar sobornos a los inspectores".

Cuando tuvo la oportunidad de visitar a unos familiares que viven en Cancún, la joven decidió quedarse. Desde entonces lleva tres meses residiendo en esta ciudad y ha trabajado como mesera, vendedora en tiendas para cubanos y vendedora ambulante. "Estoy tramitando mi residencia mexicana. Me ha costado varios miles de dólares, pero vale la pena".

Según Annia, los dueños del restaurante donde trabaja están encantados de que sea cubana porque está especializado en cocina criolla y además venden tabacos y ron. "No he sentido que me discriminen sino todo lo contrario. La gente aquí sabe que los cubanos trabajamos duro".

Annia gana unos ocho dólares al día en su oficio como mesera, y está contenta porque tiene más oportunidades de superarse que en Cuba. "Al principio siempre hay que sacrificarse. Trabajo en las noches y en las madrugadas para que la migra (policía migratoria) no me encuentre. Vivo con una amiga y entre las dos pagamos la renta (150 dólares)".

Confiesa estar muy ilusionada, porque "cuando tenga mis papeles podré trabajar en algún hotel como otros cubanos o montar mi propio negocio. Ya he podido mandar algo de dinero a mi familia y en un futuro espero poderlos traer a vivir conmigo".

Mario J. Pentón
14ymedio, 28 de septiembre de 2018.
Foto: Tomada de Novedades de Quintana Roo.

jueves, 15 de noviembre de 2018

Turismo de lujo en Cuba (II)



Aunque los medios de prensa han recalcado que al menos los nuevos hoteles de Iberostar, tanto en La Habana como en Holguín y Trinidad, adquirirán parte del mobiliario que usarán en habitaciones y áreas comunes en la industria nacional, funcionarios cubanos contratados por la cadena española y consultados por CubaNet, afirman que más del 80 por ciento de los materiales usados al menos en la terminación del Hotel Grand Packard de La Habana, fueron importados directamente por la firma española bajo la autorización del Ministerio de Comercio Exterior de Cuba y la dirección de Inversión Extranjera.

“El mobiliario de las habitaciones de los tres pisos superiores (las más lujosas), fue adquirido totalmente en Europa”, afirma un empleado de la firma bajo condición de anonimato, porque los propios directivos de Iberostar les han prohibido a sus trabajadores ofrecer entrevistas, sobre todo a la prensa independiente.

“El mármol de los baños y la cristalería interior y exterior en las suites fueron comprados en Italia, el paño de un metro cuadrado se adquirió en 230 euros y las estructuras de acero inoxidable, el herraje y ajuar en conjunto, por habitación, y su costo ronda los 100 mil euros. Las camas y demás muebles de los tres pisos superiores fueron importados de Alemania y Francia, también las luminarias y sistemas de ventilación, las compras se hicieron con las mismas empresas que amueblaron el Manzana Kempinski. Solo los muebles, colchones y alguna que otra pieza de los dormitorios inferiores fueron comprados en empresas cubanas porque incluso los elementos de los baños se compraron en España y en Panamá”, asevera el empleado.

Según un alto funcionario de la dirección económica de Tecnotex, empresa importadora perteneciente a GAESA, solo una pequeña parte de los muebles sanitarios, vajillas, lámparas, implementos de cocina, motores de refrigeración, climatización, filtraje y bombeo de agua para Iberostar y Kempinski han sido adquiridas por empresas cubanas en Panamá y Europa. En hoteles de la firma francesa Accor o de la española Meliá, Tecnotex sí ha jugado un papel importante, pero con la participación de otras empresas importadoras registradas en Cuba como Amorim Negocios Internacionales S.A., cuyo dueño es el italiano Paolo Titolo, yerno de Raúl Castro por estar casado con su hija Mariela.

“Tecnotex importa una parte de los productos con la participación de Amorim como intermediario, sobre todo cuando se trata de compras en Europa, en Italia, Grecia, Turquía, España y Francia. En esos casos, el financiamiento se hace por medio de Gilmar, una empresa radicada en Liechtenstein”, asegura el funcionario. Gilmar Project Finance Establishment es una off-shore de Cuba establecida en el Principado de Liechtenstein por Guillermo Faustino Rodríguez Lopez-Calleja, hermano del general Luis Alberto López-Callejas, ex yerno de Raúl Castro y presidente de GAESA.

“Tecnotex realiza algunas importaciones, fundamentalmente desde Panamá y Curazao, aunque para eso también usa intermediarios como Tecnomat (Tecnomat Caribe S.L. off shore (registrada a nombre de Bartolomé Roselló Ramón) y Toda Export S.A. y otra empresa de Curazao, que la atiende un cubano residente en Panamá, casado allá desde hace años y que es el encargado de todo lo que es climatización y plantas eléctricas. En Curazao reside Eduardo Díaz, quien se dedica a pagar fletes con las mercancías que vienen desde Europa. Los barcos las traen desde Holanda hasta Curazao y desde Curazao se fleta otra embarcación, todo eso se financia con dinero de Gilmar Project Finance Establishment. Pero antes alguien tiene que viajar a Europa, depositar el dinero en efectivo a través de varias personas y eso es un proceso largo, por eso la mayor parte de las importaciones las hace Iberostar y Kempinski de manera directa, aunque con el pago de una cuota al gobierno de Cuba, como una especie de arancel. Eso está dando mucho dinero al gobierno, pero igual, nadie lo ve”, afirma el funcionario.

Cuando a fines de 2018 quede inaugurado el Hotel Prado y Malecón, de Accor, y ya con el Packard de Iberostar, ambos en la misma línea de lujo del Manzana de Kempinski, lejos de resultar en beneficios a las comunidades de Centro Habana y Habana Vieja donde están enclavados, uno de los problemas será con el abasto de agua potable y el tratamiento de los residuales.

El incremento de hoteles de alto consumo de recursos hídricos es un desastre más en una urbe donde, según datos publicados por el propio gobierno, desde 2006 no se han ejecutado grandes inversiones en ese sentido, y donde incluso el tratamiento de las aguas ha sufrido deterioro, de acuerdo a informes del propio Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH) en los cuales se habla de avances discretos en la recuperación y ampliación de las redes de abasto así como en el sistema de alcantarillados.

Especialistas del propio INRH calculan un gasto diario de un mínimo de 5 mil metros cúbicos de agua solamente en el Hotel Grand Packard y cuando solo la mitad de las 321 habitaciones sean ocupadas. El impacto de estos tres hoteles de super lujo (Manzana Kempinski, Grand Packard y Prado y Malecón una vez inaugurado, se elevará a unos 20 mil metros cúbicos por día, en una zona de la ciudad donde tradicionalmente el abasto anual de agua potable no supera los 200 mil metros cúbicos.

“Si a estos tres hoteles añadimos otros ubicados en la zona como el Inglaterra, Parque Central, Plaza y Saratoga, en menos de quince días consumirán lo que con mucho trabajo consumen todos los pobladores de Centro Habana y Habana Vieja en un año”, explica, bajo condición de anonimato, una especialista del INRH.

Muy discretamente, el gobierno anunció que se instalarán plantas desalinizadoras tanto en los hoteles proyectados como en los campos de golf e inmobiliarias previstos a ejecutarse junto a transnacionales de Reino Unido, Japón, China y Canadá. Sin embargo, aún no se ha reportado la adquisición de tales equipos y, por ahora, los hoteles Grand Packard y Prado y Malecón no cuentan con tales especificaciones, aunque sí con potentes sistemas para evitar la penetración de agua de mar durante las frecuentes inundaciones que suelen afectar esa área del litoral habanero.

“El lugar donde están construyendo el hotel Prado y Malecón es de los más críticos. El agua allí viene una vez a la semana. Lo mismo ocurre en los sitios donde está Manzana y el Packard, donde además hay que instalar sistemas para contrarrestar el daño del salitre y la penetración del mar, son muchos elementos en contra”, opina Noel Bastidas, ex directivo jubilado de la Dirección de Inversiones y Desarrollo de Proyectos del Ministerio de Turismo de Cuba.

“Durante años varios proyectos no se concretaron por ese asunto. Primero se arrendó el lugar a una empresa china y se fueron por el problema del agua y el alcantarillado deficiente, después estuvo años abandonado hasta que los franceses (Accor) decidieron meterse ahí pero eso fue cuando parecía que los americanos llegarían por racimos, ahora no sé si ya tienen una estrategia para llenar esos hoteles y sacar lo que invirtieron, pero ahí el gran beneficiado, pierda o ganen los franceses (Accor), es el gobierno cubano porque la gran tajada le llega con el negocio de importar materiales y equipos”, asegura el ex directivo jubilado, quien laboró en turismo desde la década de 1970 hasta inicios del 2000.

Con más cosas en contra que a favor, el gobierno cubano continúa su aventura constructiva encaminada hacia ese turismo de altos estándares que, al parecer, le permite proyectar una imagen de prosperidad pero, al mismo tiempo, enmascarar todo un entramado financiero subterráneo que solo beneficia a un pequeño círculo de la más alta esfera de poder.

Unos 120 proyectos de inversión extranjera en el turismo se perfilan para los próximos cinco años, a la vez que se espera continuar elevando el número de visitantes a Cuba por encima de los 4 millones. Todo eso a pesar de que las cifras públicas del presupuesto estatal apenas ascienden en una tendencia inmovilista similar a los ingresos. Un misterio difícil de explicar.

Segunda parte y final de un reportaje investigado realizado por periodistas de CubaNet. Publicado el 16 de publicado de 2018.

lunes, 12 de noviembre de 2018

Turismo de lujo en Cuba



Con dos instalaciones bajo la categoría de 5 estrellas plus, el 10 de septiembre de 2018 se inauguró el Hotel Grand Packard, de la cadena española Iberostar, en el habanero Paseo del Prado. A partir de esa fecha, el Gran Manzana Kempinski, frente al Parque Central, dejará de ser pieza única en el tablero de juego de la economía cubana y tendrá su contrapartida.

Pero Kempinski solo será igualado por Iberostar en la carrera del turismo de lujo solo por poco tiempo. La famosa empresa suizo-alemana, reconocida por sus hoteles de altos estándares, ha anunciado que en 2018 se dispone a administrar un segundo hotel 5 estrellas plus junto a la corporación empresarial militar cubana Gaviota, y en breve tiempo planea la apertura de un tercero.

Según funcionarios de la Dirección de Desarrollo, inversiones y Negocios del Ministerio de Turismo, vinculados a los proyectos y consultados por CubaNet, Kempinski ha puesto sobre la mesa de negociaciones cerca de 200 millones de dólares iniciales para una inversión cuya primera etapa habrá de concluir a mediados de 2019 con la apertura de un hotel en Varadero, asociado a un amplio complejo de marina y campos de golf cuyo costo superará los 500 millones de dólares cuando esté concluido.

El tercero de los hoteles de Kempinski, que aún no se ha determinado dónde se emplazará, pero ya se comienza a hablar de la cayería norte de Ciego de Ávila como lugar definitivo o en el centro del Vedado, y cuya ejecución se iniciaría en 2019. Pero todavía el gobierno no ha decidido si continuar o no las labores constructivas en la polémica área de las calles 23 y K, ante las quejas de un grupo de arquitectos acerca del impacto negativo de un super hotel en esa zona, informaron funcionarios de la Dirección de Proyectos de la inmobiliaria Almest, perteneciente a GAESA, Grupo Empresarial de las Fuerzas Armadas Revolucionarias.

Tal efervescencia constructiva encaminada al gran lujo pareciera describir una dimensión fantástica de Cuba que contrasta con la dureza de lo cotidiano. Mientras los cubanos de a pie ven cómo sus viviendas cada día se vuelven más inseguras a causa del deterioro por la imposibilidad de adquirir lo necesario para repararlas, las empresas constructoras militares descargan a diario miles de metros cúbicos de materiales en las áreas destinadas al turismo.

Pareciera que el dinero fluye como nunca antes y que, finalmente, el socialismo será construido al mismo ritmo que penetra en la isla el capital europeo con empresas como Accor, Meliá, Iberostar, Globalia y Kempinski. Sin embargo, en opinión de expertos, la economía cubana apenas mostrará señales de recuperación si la estrategia continúa tal como va, enfocada en la atracción de capital sin más fin que su acumulación como valor de cambio y no en la generación de bienes y servicios, es decir, en elementos que posean valor de uso como verdadero índice de generación de riqueza, estabilidad, bienestar y prosperidad.

A pesar de que, de acuerdo con los datos publicados por las propias instituciones de gobierno, el turismo ocupa uno de los ejes fundamentales en los proyectos de desarrollo futuro y que incluso es actualmente la principal fuente de ingresos junto a la exportación de servicios médicos, el monto de ingresos anuales por tal concepto no muestra un incremento sustancial desde el año 2014, incluso el presupuesto estatal aprobado para los planes de inversión, según datos de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI) nunca ha superado los 1,400 millones de dólares entre los años 2014 y 2017, años cuando las ganancias reportadas se han mantenido invariables, rondando los 3 mil millones de dólares, a pesar del crecimiento de las inversiones y el aumento de visitantes anunciado por la prensa oficialista.

“Es un comportamiento muy raro, sospechoso, suponiendo que las estadísticas reflejen la verdad”, opina Vicente Diago, licenciado en Economía, ex diplomático y ex funcionario del MINTUR, actualmente residente en Costa Rica. “Pero hay un elemento que pudiera explicar cómo es posible que habiendo más inversiones, no crezcan los ingresos y es el dinero que Cuba pierde por concepto de erogación de divisas en un esquema de doble moneda. El gobierno posee la mitad del negocio, pero buena parte de la mitad que le corresponde a la parte extranjera sale de Cuba hacia otros bancos y lo hace en euros, algo que supone pérdidas considerables en un país donde el dólar y el euro son un problema. La apuesta por hoteles de gran lujo no cambia el cuadro de ingresos cuando éstos no se vuelven consumidores del producto nacional, es decir, no consumen bienes y servicios de los productores cubanos, al contrario, se vuelven depredadores de otros bienes”, apunta Diago.

Primera parte de un reportaje investigativo realizado por periodistas de CubaNet. Publicado el 9 de julio de 2018.

Foto: Hotel Grand Packard, en Paseo del Prado y Cárcel, Habana Vieja. Tomada de Diario Las Américas.

jueves, 8 de noviembre de 2018

Miedo a los emprendedores privados


Las gotas de sudor le arruinan el maquillaje a la cajera de una tienda en moneda dura al sur de La Habana. El régimen verde olivo ha determinado apagar los aires acondicionados en mercados, cafeterías y bancos para ahorrar combustible.

El calor espeso trasmite una sensación de ahogo, como si el oxígeno también estuviera racionado. Entre los clientes que hacen cola para pagar sus compras hay dos dueños de negocios gastronómicos que pretenden llevar varias cajas de pollo. La dependiente, con tono grosero, les dice que solo pueden adquirir tres cajas de pollo por persona. De nada vale mostrar la licencia de trabajador por cuenta propia.

En la cola se escucha un rumor de aprobación por la absurda medida. “Qué pretende esta gente (los cuentapropistas), ¿dejar sin pollo al resto de la cola?”, dice una anciana.

Un señor canoso con un overol de mecánico señala que ya pasó en la tienda de La Puntilla, en Miramar, al oeste de la capital. "Lo leí en Cubadebate, unos tipos se llevaron 15 mil manzanas, para que después los merolicos la revendieran a 25 pesos. La mayoría de los cuentapropistas están extorsionando al pueblo con sus altos precios”.

Algunas personas protestan. “Y qué me dicen de los bajos salarios y los precios por las nubes que tiene el Estado en las tiendas por divisa. De eso nadie quiere hablar”, expresa un mulato fornido.

Los dos emprendedores privados explican que llevan ocho años esperando por un mercado mayorista prometido por el gobierno. La cajera termina los comentarios con una propuesta sin derecho a réplica: “Señores, hace tremendo calor pa’ estar con ese brete. Al que no le guste, que vaya a quejarse al gerente”. Fin del debate.

Mientras acomoda sus tres cajas de pollo en el maletero de un anacrónico Moscovich de la era soviética, uno de los emprendedores cuenta que “cada día se pone más difícil la cosa para los trabajadores por cuenta propia. El gobierno y la prensa buscan enemistarnos con la población, alegando que vendemos a precios imposibles de pagar por un obrero. Pretenden erigirse como guardianes de los ciudadanos y son ellos, con sus trabas, altos impuestos y precios carísimos, el principal problema de la ecuación”.

No hay nada nuevo bajo el sol. En la década de 1980, el régimen de Fidel Castro autorizó a los campesinos a vender sus excedentes según la ley de oferta y demanda, pero poco tiempo después el Estado armó una campaña propagandística, acusándolos de acaparadores y enriquecimiento ilícito.

En los años 90, en pleno Período Especial, se permitió la apertura de pequeños negocios y luego, tras la llegada de Hugo Chávez a Miraflores, quien generosamente abrió el grifo de los petrodólares al Palacio de la Revolución, miles de emprendedores tuvieron que entregar sus licencias, cercados por la cuchilla fiscal.

Algo típico en Cuba. Existe una puerta giratoria donde con pasmosa naturalidad los negocios familiares pasan de la ilegalidad a la legalidad. Cuando en el invierno de 2010 el general Raúl Castro amplió la lista de empleos privados, ya la mayoría se ejercían por debajo de la mesa. El Estado cubano siempre va a remolque. Legaliza lo que hace años funciona sin permiso oficial.

Daniel, dueño de una casa de hospedaje para turistas en la Habana Vieja, considera que “la buena voluntad de Obama y sus promesas de ofrecer microcréditos y posibilidades de negocios a los emprendedores particulares fue un aviso para que el gobierno desatara su guerra contra nosotros. Nos ven como un enemigo potencial. Un caballo de Troya que a golpe de dinero y negocios socavaremos los ‘principios revolucionarios’ del pueblo", afirma y agrega:

"Las numerosas violaciones y trampas financieras entre los trabajadores particulares tienen un solo culpable: el Estado, que con sus normativas absurdas e impuestos irracionales obliga a la gente a crear mecanismos de evasión tributaria. Con su estupidez, el propio gobierno engendra la ilegalidad y la corrupción. Las autoridades nunca nos han visto con buenos ojos. Le tienen más miedo a un millón de emprendedores exitosos que a la 82 división del ejército de EEUU”.

En una conversación con una decena de trabajadores particulares, todos coinciden en que las condiciones para operar sus negocios son adversas. Y lo que es peor, el futuro no es halagüeño.

Yuri, taxista, asegura que “para en el mes de diciembre el gobierno pretende cooperativizar a todos los taxistas de La Habana. Hablan de vender el petróleo a dos pesos el litro y un descuento del 20 por ciento en la venta de piezas de repuesto. Pero nadie se lo cree. ¿Por qué no nos venden el petróleo a ese precio y acuerda con nosotros una tarifa fija por rutas? Lo que quieren es tenernos bajo control y fiscalizar nuestras ganancias. A los dueños de pequeñas flotas de autos o camiones los sacarán del juego, porque cada taxista debe ser dueño del vehículo. No se permitirá la contratación. Todos los mayimbes tienen carros con aire acondicionado, a ellos no les importa que el transporte público cada vez esté peor. Por el éxodo de cientos de taxistas es casi imposible abordar un taxi en La Habana en hora pico”.

Alex, dueño de una cafetería que vende jugos, entrepanes y comida criolla, considera que “si siguen apretando las tuercas, miles de trabajadores privados entregarán sus licencias. En vez de eliminar la pobreza y al ejército de mendigos que pululan por la ciudad, quieren liquidar negocios que ofrecen servicios de calidad. Cuando en Cuba uno sale a comer, opta por un paladar y si una mujer desea arreglarse el pelo, prefiere ir una peluquería privada antes que a una dependencia estatal donde es pésima la atención. El gobierno quiere potenciar sus empresas, nos ven como una competencia que le está afectando sus bolsillos".

A la espera de las nuevas medidas, Roberto, propietario de un hospedaje en El Vedado, aún no sabe si irse del país o empezar a operar de manera clandestina. "Porque si algo funciona en Cuba es el mercado negro", subraya.

Iván García


lunes, 5 de noviembre de 2018

Manzanas, corrupción y castigo


Por alguna ignota razón, las manzanas han tenido un protagonismo extraordinario en el imaginario cultural de Occidente. Para bien o para mal, esta fruta ha jalonado hitos que han trascendido el paso del tiempo y las fronteras geográficas.

En la mitología griega, una manzana de oro sembró la discordia entre las diosas Palas Atenea y Afrodita, discrepancia que influiría dramáticamente en la Guerra de Troya. Y en la mitología bíblica una manzana fue la tentación que precipitó a Adán y a Eva al Pecado Original, por el que hemos sido castigados todos (¡bendito pecado!).

Cuenta una antigua leyenda suiza que el héroe nacional, Guillermo Tell, hubo de ensartar con una flecha, certeramente disparada desde su ballesta, una manzana colocada sobre la cabeza de su hijo por el tirano opresor de su pueblo; mientras otra fábula explica cómo el sabio Isaac Newton descubrió la ley de gravitación universal, uno de los más importantes fenómenos físico-naturales, gracias a una manzana que cayó directamente sobre su cabeza.

La manzana constituye una especie de objeto de culto sembrado en nuestras conciencias desde la más tierna infancia. ¿Quién de niño no conoció la manzana de Blanca Nieves? Y ya en la adultez, ¿quién no ha soñado con visitar al menos una vez en su vida Nueva York, la Gran Manzana?

Lo sorprendente es que en la Cuba del siglo XXI esa fruta se convertiría no solo en protagonista, sino en el cuerpo del pecado de una de las tantas sagas de corrupción que cruzan la dura realidad cotidiana de la Isla. He aquí que en días recientes la dulce pomácea, o más exactamente 15 mil ejemplares de ella, se transmutaron para los cubanos en una tentación mucho más peligrosas que la de las Sagradas Escrituras.

El caso ha sido suficientemente difundido por los medios de prensa oficiales, pero resulta oportuno hacer un breve resumen de los hechos. Se trata de la venta, supuestamente ilícita en un mercado minorista de La Habana (La Puntilla, Miramar), de 15 mil manzanas a “un pelotón de jóvenes forzudos” –según los calificó un torvo comisario dizque “periodista-revolucionario-ejemplar”, en palabras del Presidente suplente–, que despertó la suspicacia del referido amanuense, quien para desgracia de los transgresores fue personalmente testigo de la transacción comercial.

Para mayor pecado, “buena parte” de estos jóvenes estaban “uniformados” con la bandera estadounidense. Más les hubiese valido vestir hojas de parra, como los pecadores primigenios del paraíso terrenal. Esa grosera provocación de exhibirse con un símbolo del malvado Imperio no la iba a soportar el periodista favorito del Presidente.

Quizás por eso, lejos de salirle al paso a los jóvenes para darles una charla educativa y evitar el “acaparamiento” y “el uso indebido de los recursos del Estado” –toda vez que los compradores sobornaron al chofer de un minivan estatal para trasladar su mercancía– este revolucionario intransigente espió sus movimientos, los siguió, apuntó celosamente la matrícula del vehículo que cargó las 150 cajas de manzanas “de 100 CUC cada una (¡qué dolor causó este detalle al combativo reportero!) y exigió a la cajera de la tienda el comprobante de compra. Las dos fotografías, la del minivan y la del recibo de la compra, fueron publicadas en su blog personal, La pupila insomne, donde se cumple aquello de que “siempre hay un ojo que te ve”.

Como resultado, menudearon las sanciones. Dos empleados de la tienda fueron separados de sus puestos de trabajo como medida administrativa. Sus nombres aparecieron publicados en la prensa a pesar de no estar sujetos a sanciones penales. Otros fueron amonestados y todos los demás miembros del colectivo laboral fueron advertidos y regañados. Por su parte, algunos de los mencionados jóvenes adictos a las manzanas han sido acusados de “enriquecimiento ilícito”, entre otras causas, han sido detenidos y deberán enfrentarse a los tribunales.

El caso no constituye exactamente una novedad, y tampoco es menos cierto que la corrupción es un flagelo que ha hecho metástasis en toda la sociedad cubana y actualmente abarca todas las esferas de la vida diaria, al que hay que combatir.

La corrupción ha alcanzado dimensiones tan colosales en la sociedad cubana que no solo nos implica de alguna manera a todos, sino que es parte indispensable de la supervivencia. Pero dado que es el propio sistema quien la genera y la reproduce, no es posible erradicarla atacando los efectos, sino eliminando la causa: el sistema, que es esencialmente corrupto. Ergo, es un problema sin solución.

Sin embargo, lo que resulta más alarmante es que las cabezas de turco siempre sean personas anónimas, mercachifles oportunistas, marginales de todo pelaje, mulas, cuentapropistas o cualquier víctima propiciatoria del subsuelo social que resulte útil a las autoridades para amedrentar a todos a través de un escarmiento colectivo.

Lo que no publica la prensa oficial es la más peligrosa de las cadenas de corrupción, la que medra al amparo de las instituciones oficiales, en particular de las encargadas de velar por el cumplimiento de las leyes: los cuerpos de inspectores, la policía nacional (“revolucionaria” también, sépase) y una banda de funcionarios de diversos precios.

He aquí que, curiosamente, también por los días de las manzanas de la discordia se ha producido un caso de corrupción policial que, a despecho del silencio del monopolio gubernamental de prensa, está circulando informalmente por algunos barrios de la capital cubana. Se trata, dice la voz popular, de un policía que detuvo a un 'bachaquero' venezolano, de los muchos que pululan con relativa impunidad, especialmente por la Habana Vieja, al que decomisó su mercancía: una mochila cargada de chancletas. Vale recordar al lector que en Cuba casi todo es vendible y comprable.

El pícaro agente, como tantos de sus colegas, decidió no reportar el decomiso y obtener ganancias netas para sí mismo. Sin embargo, como la mayoría de los suyos, no tuvo inteligencia suficiente para poner a buen recaudo su botín. El 'bachaquero', sintiéndose perjudicado –o quizás apelando a la protección de la que goza en la Isla– decidió hacer la denuncia en la estación policial de la calle Zanja, de manera que cuando los superiores ordenaron la revisión de la taquilla del gendarme corrupto no solo encontraron la mercancía completa dentro de la mochila, sino también hicieron otro hallazgo inesperado: un paquete de marihuana. Eso selló la suerte del despistado agente.

Según una fuente informal y rumores no confirmados, la Fiscalía está pidiendo 25 años de cárcel para el policía –no se ha aclarado si por idiota o por corrupto–, y no ha trascendido si el venezolano implicado ha recibido algún castigo o si ha sido deportado a su país. Muy probablemente, en estos rumores haya una parte de verdad y mucho de fantasía.

Pero la experiencia nacional de décadas de trapicheo y corruptelas, sumado al conocimiento de los mecanismos administrativos y a la falta de transparencia del monopolio de prensa gubernamental, indican que en todo caso debe haber mucho más de realidad que de fábula en este asunto.

Por las dudas, he estado entrando al blog del celoso periodista del Presidente, tan combativo él, tan revolucionario, a ver qué le parece tamaña desfachatez. Pero por alguna misteriosa razón no ha publicado nada sobre el asunto. Debe ser porque se supone que la policía también es un cuerpo de “revolucionarios” y entre cofrades no se sacan al sol los trapos sucios. ¡Faltaría más!

Miriam Celaya
Texto y foto: CubaNet, 27 de septiembre de 2018.
Leer también: El triste caso de la noble manzana, Lo que esconden las manzanas y La Puntilla, quince días después del episodio de las manzanas.


jueves, 1 de noviembre de 2018

La cubanidad (III y final)



La “cubanidad” fue una creación propia que no calcó los caminos que siguió el discurso del mestizaje en la región latinoamericana.

El historiador Guillermo Zermeño Padilla ha reconstruido para México la ruta del discurso del mestizaje. La “mestizofilia” reelaboró el sentido del día de la raza, celebratoria de la hispanidad, para celebrar el día del mestizaje o mezcla de la raza indígena y española. La “operación” fue realizada por el régimen de la revolución encabezada por Carranza en 1917.

Así, el Día de la Raza en México fue asociado en ese país a la celebración de la modernidad mexicana, con una noción de mestizaje que supone un espacio “que conjunta el elemento americano y el latino o español.” Años después, ese espacio que absorbe “lo indígena” y “lo español” sería cubierto por José Vasconcelos con el neologismo “mestizaje”, y funcionaría “como mito fundador de la nación, que sobrevuela a sus mismos creadores y operadores.”

Una manera de comprender los significados subyacentes, en Cuba, a la elaboración de la cubanidad mestiza elaborada por Fernando Ortiz, es contrastarla con otras tesis que compitieron con la suya en la misma fecha.

En 1940, Rafael Esténger mereció, con un texto titulado “Cubanidad y derrotismo”, el primer premio en un concurso convocado por el Consejo Corporativo de Educación, Sanidad y Beneficencia, ente dominado por Fulgencio Batista.

Su texto hacía parte obvia de las búsquedas de la hora para traducir como nacionalismo el programa burgués reformista de hegemonía social, conquista de espacios económicos y dominación política. En ese ensayo, Esténger explicaba: “puede hablarse de la cubanidad (en tanto) somos la fusión incompleta de dos razas –bajo dos pautas cardinales: la tradición europea y el contacto yankee– que suman e invalidan recíprocamente sus caracteres para formar ese total caótico que es el pueblo cubano”.

A la altura en que Esténger escribía esas palabras, era impensable replicar las ideas de Ramiro Guerra sobre la nacionalidad cubana. Crítico del latifundismo, y propulsor de fórmulas pro keynesianas para Cuba, Guerra había considerado que el pueblo cubano era “en su conjunto, una rama del pueblo español desarrollándose en un medio geográfico e histórico diferente”.

Esténger considerada “demasiado simplista” esa tesis, por lo elemental: olvidaba la importancia básica del negro y el mestizo en la integración del pueblo cubano, y no comprendía “la mescolanza étnica”.

Esténger recurría a Ricardo Rojas y a la noción de “argentinidad”. Lo hacía para subrayar la idea de nación como un espacio de concordia y unidad, que negaba los aspectos conflictivos hacia el interior de las fronteras nacionales. Esténger aseguraba: “en igual sentido puede hablarse también de la cubanidad, por cuanto existe una fuerza espiritual originaria que nos lleva a nosotros, tras heroísmos y vicisitudes, a constituir un tipo peculiar y único de cultura”.

Esa cubanidad acudía en auxilio de la nación para poder colocar al espacio político y social “por encima” de “las frívolas disputas del politiqueo profesional”, de “los dramas económicos de hacendistas y colonos, de comerciantes e industriales, que ven zozobrar las últimas esperanzas de una capitalización de sus riquezas”; y sobre “extemporáneos programas comunistas”. La crítica a la vieja política, la defensa del capitalismo reformista y la contención del comunismo eran los objetivos de la “cubanidad” de Esténger.

Esa tesis, aunque compartía objetivos, intereses y términos con la propuesta de Fernando Ortiz, no podía competir con las elaboraciones del polígrafo y político cubano. Ortiz no solo fue un científico social de primera importancia mundial: fue también uno de los más destacados ideólogos socioliberales de la burguesía cubana reformista.

Se trataba de un rostro capaz de ser reconocido como primera autoridad científica de la nación, al tiempo que un muy reconocido político progresista. Había militado primero en el Partido Conservador, y luego, hasta 1927, en el Partido Liberal, dentro del cual había formado, como ha reconstruido Ana Cairo, una pequeña corriente autodenominada Izquierda Liberal, pero su prestigio político rebasaba ampliamente sus inserciones partidistas puntuales.

El llamado “tercer descubridor de Cuba” lideró un asombroso activismo político y científico antirracista –animó instituciones, dirigió revistas, organizó una cantidad infinita de actividades– en una vastísima campaña cívica de adecentamiento nacional y de valoración del aporte negro a la cultura cubana.

Ortiz podía compartir el programa de Esténger de nueva política, defensa del capitalismo regulado y contención del comunismo, pero el peso que dio a la democracia política como obligación de la República y al reconocimiento del lugar del negro como obligación de la nación llevaron su discurso a donde ninguna de las versiones antes comentadas de “cubanidad” podría llegar.

Al asentar la “cubanidad” sobre una base estrictamente cultural, Ortiz la purgó de toda connotación racial susceptible de ser usada en negativo: “La cubanidad no la da el engendro; no hay una raza cubana. Y raza pura no hay ninguna. La cubanidad para el individuo no está en la sangre, ni en el papel ni en la habitación. La cubanidad es principalmente la peculiar calidad de una cultura, la de Cuba. Cuba es un ajiaco”.

Por ese camino, consideró la “raza cósmica” de José Vasconcelos como “pura paradoja” y defendió la “posible, deseable y futura desracialización de la humanidad”. La tesis de Ortiz vinculaba las teorías orgánicas y voluntaristas de la nación en una construcción abierta: se es cubano por nacer en Cuba y formar parte de su comunidad de cultura, y por la “conciencia de ser cubano y la voluntad de quererlo ser”. La imagen del “ajíaco”, teorizada como “trasculturación”, fue elaborada por Ortiz entre 1939 y 1940 como la más poderosa metáfora del mestizaje que tendría la “cubanidad”.

Un texto del periódico Diario de Marina había sugerido en 1912 otra metáfora gastronómica para la nación: “de ‘blancos’ y ‘negros’ se compone el arroz con frijoles y es un plato muy típico de Cuba y bastante sabroso”. La metáfora del “ajíaco”, símbolo de la nación mestiza, que da como resultado de su cocción un producto mezclado que “despurifica” a los blancos y negros que entraron juntos al caldero nacional, alcanzaría éxito arrollador tras los 1930 hasta hoy, por encima de cualquier otra imagen de lo cubano que separase al blanco del negro, del tipo de Cuba como un “arroz con frijoles”.

Ortiz elaboró un concepto de nación no comprometido con el esencialismo, pero capaz de tomar como relevante a la cultura y de someter todo el conjunto a preceptos cívicos susceptibles de ser reconocidos como universales. En ese contexto, la “cubanidad” era un recurso del nacionalismo para re-crear la nación y democratizar la política republicana.

El nacionalismo, vía la “cubanidad”, representaba la ideología que hacía posible la unidad nacional, el espacio inclusivo de la nación, el cauce de integración de las diferencias sociales, raciales, sexuales y regionales, y la posibilidad de desarrollar una economía nacional. En otras palabras, con la “cubanidad” dio nombre al programa reformista cubano de los 1930 y se definió al pueblo cubano como un espacio atravesado por la demanda conjunta de justicia racial y social.

Ese nacionalismo era asimilacionista (por comprometido con el mestizaje) en lo étnico / racial, pero redistributivo en lo social. Bajo la cobertura de la “cubanidad” en la Convención Constituyente de 1940 se defendieron temas muy disímiles entre sí y todos de gran importancia: las demandas de derechos sociales, de trabajo para los nacionales, de nacionalización de la enseñanza o de paridad entre los hijos habidos dentro y fuera del matrimonio. La penetración cultural del mestizaje como sinónimo de la nacionalidad se afincó sobre esta realidad: funcionaba en un marco que producía un tipo de reconocimiento cívico –respeto y dignidad por las “razas” y valoración positiva de su integración– al tiempo que redistribución en forma de defensa de los derechos sociales.

Como promete la inclusión en el cuerpo universal de la nación, el nacionalismo es habitualmente incapaz de mirar sus exclusiones. Como ha observado Josep Fontana, la forma estado-nación no surgió de la acción de grupos que, por compartir una conciencia nacional, se dieron a la tarea de construir un estado. El hecho se produjo a la inversa:

“Fueron los viejos estados del absolutismo los que, cuando vieron amenazado el consenso social en que se basaban, optaron por convertirse en naciones. La nacionalización del estado ha exigido una compactación de ese conjunto, identificándolo con una nacionalidad dominante en él, lo que podemos llamar un proceso de “etnogénesis”, y elevando a quienes formaban parte de él de la categoría de súbditos a la de ciudadanos, iguales en derechos ante la ley, por lo menos en teoría, aunque, durante mucho tiempo, con derechos políticos muy distintos, en función sobre todo de su fortuna.”

La explicación de Fontana aporta posibilidades para comprender el nacionalismo de la “cubanidad” como un espacio transclasista y transracial, desarrollado bajo control de la burguesía reformista cubana.

La cubanidad proponía un republicanismo cívico (era necesario “republicanizar la república”, frente al “republicanaje”, decía Ortiz) atento a los derechos –no un patriotismo étnico basado solo en aspectos “biológicos” como la tierra y la lengua– pero respetuoso a la vez de las condicionantes culturales del medio en que debía desenvolverse y de sus exclusiones nacionales históricas.

La cubanidad mestiza “ganó” en competencia política con otras visiones de lo nacional. Ganó por razones fundadas, y produjo también sus ganadores. Era una línea discursiva bien armada: la metáfora del ajíaco era entendible por todos; todos podían verla puesta en escena en terrenos como la poesía y la música negras y las comparsas de carnaval, y alcanzaba estatus científico con el concepto de “transculturación”, celebrado en la fecha por Malinowski.

Abarcaba desde el sentido común, hasta la alta cultura, pasando por la ciencia. Además, se acompañaba de reclamos de democracia social, vinculando las que hoy se llaman demandas de distribución y de reconocimiento. No dejó ningún cabo suelto. Ganó también porque sus autores contaban con mayor poder social y capacidad de organización para desplegar su discurso y hacerlo más convincente.

La cubanidad mestiza no era un “mito”: contribuía al “ennegrecimiento” de lo nacional, defendía las demandas de derechos sociales, limitaba el despliegue de la acción política autónoma negra, y mantenía el control de actores burgueses reformistas como dominantes.

Reconocer críticamente el proceso de elaboración de la “cubanidad”, visibilizar los fines que perseguía, los actores que lo promovían, los avances que procuró y los límites que mantuvo, debería ser parte de cualquier programa que se precie de defender una “cubanidad” inclusiva y justiciera para las condiciones del siglo XXI, recordando que el poder de definir lo cubano significa políticamente asignar lugares sociales y roles políticos a respectivos actores nacionales.

Julio César Guanche
On Cuba Magazine, 7 de mayo de 2018.
Caricatura de Fernando Ortiz realizada por Massaguer. Tomada de La Jiribilla.
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