lunes, 24 de abril de 2023

El Cerro con sus industrias

Etiqueta de agua de colonia de Crusellas, con fábrica en El Cerro.

El antiguo barrio de El Cerro suele ser reconocido por las bellísimas viviendas neoclásicas que relacionan el origen del reparto con un espacio de veraneo, donde varias familias de la alta clase habanera se hicieron construir sus segundas residencias durante el siglo XIX. También se recuerda la expresión popular que reza "El Cerro tiene la llave", en alusión a la presencia de los grandes tanques de depósito del Acueducto de Albear allí construidos en esa misma época, y que lo definen como el punto desde el cual partían las principales conexiones de este acueducto hacia distintos puntos de la capital. Era pues, en sentido figurado, la llave o grifo de este preciado recurso para La Habana.

No obstante, desde el propio siglo XIX, y muy particularmente en el XX, El Cerro fue un enclave estratégico para la capital cubana pero por otras circunstancias. Debe decirse que, por su localización estratégica en las proximidades de La Habana Vieja y el puerto, con amplios terrenos urbanizables, atravesado por uno de los principales caminos que conducían hacia las zonas de cultivo, y conectado con otros de gran importancia, fue un espacio muy atractivo para la construcción de fábricas y almacenes. El gran número que llegó abarcar, lo convirtió en uno de los municipios más industrializados de la capital, clave en su desarrollo económico.

En sentido general, las industrias tuvieron una notable presencia en La Habana, superior a la de cualquier otra ciudad cubana tanto en cantidad como en variedad. En su mayoría, las fábricas estuvieron asociadas a la industria química (jabones, perfumes, pinturas, etc.), la farmacéutica, la alimenticia (bebidas alcohólicas, refrescos, hielo, aceite, pastas, galletas, etc.), la tabacalera y la de materiales de construcción (cemento, tejas y elementos prefabricados, etc.); lo que no excluye otros rubros asociados a la industria ligera como el papel, el textil, los artículos de ferretería y de talabartería, entre otros.

Gran parte de ellos tuvieron representación en la barriada de El Cerro, que para 1930 concentraba el 22% de las fábricas inscritas en la Asociación Nacional de Industriales de Cuba, lo que lo definía como una zona altamente industrializada. No obstante, este ha sido un aspecto insuficientemente reconocido, lo que ha incidido en la mala gestión del territorio así como en la preservación de su patrimonio construido.

Teniendo en cuenta la división político-administrativa de 1976 que define a El Cerro como un municipio de La Habana, se ha estudiado que su proceso de industrialización se fue dando de norte a sur, en la misma medida que avanzó su urbanización. Desde el siglo XVIII contaba con la Calzada del Horcón (posteriormente del Cerro), a partir de la cual creció longitudinalmente el barrio. Esta vía se prolongó con la Calzada Real de Marianao (Avenida 51), que en su trayecto creó otros importantes barrios como Puentes Grandes y Quemados (núcleo fundacional de Marianao); y estaba también conectada con el Camino Real del Sur (luego 10 de Octubre), y al norte con la Calzada de la Infanta Eulalia.

Trayecto similar al de la Calzada del Cerro tuvieron las primeras líneas férreas en el siglo siguiente, por lo que este barrio nació enmarcado por el ferrocarril del Oeste y el de Marianao, con tres importantes estaciones: la de Tulipán, Cerro y Ciénaga. Esta última ha constituido hasta hoy uno de los principales talleres de ferrocarriles de La Habana. Desde el siglo XIX, tuvo El Cerro además, su propio ramal del tranvía.

Los caminos, el ferrocarril y el tranvía, dinamizaron la urbanización de los terrenos inmediatos y como vehículo de accesibilidad fueron un imán para la construcción de industrias, bien comunicadas con el puerto y con servicio de acueducto. Existen dos diferencias importantes entre las fábricas y almacenes que se insertaron en el tejido urbano preexistente y las que no. La primera y más elemental está en el tamaño, condicionado por la superficie disponible. Las construidas en terreno urbanizado eran por lo general más pequeñas y se distribuyeron sobre lotes estrechos y profundos, por lo que en ocasiones debieron ocupar más de uno.

Las fábricas integradas a la trama tradicional establecieron una especial armonía con el entorno construido, compartiendo elementos compositivos, decorativos, materiales y sistemas constructivos comunes a la vivienda, por lo que no fue extraño que algunas se habilitaran a partir de la refuncionalización de antiguas residencias, como fue la fábrica de ron Bocoy (1934), en la Calzada del Cerro 1417. En cambio, las fábricas construidas en zonas no urbanizadas, emplearon amplias superficies y un diseño claramente industrial, sin dejar de transitar por los estilos arquitectónicos de moda, con primacía del eclecticismo, ejemplo de lo cual fue la antigua cervecera Tívoli (1905), en Palatino.

Recientemente, el arquitecto Ricardo Machado inventarió en el Cerro 162 inmuebles fabriles (23 de bebidas, dos de hielo, cuatro de envases, 11 de alimentos, 18 de tabaco, uno de gomas, 16 de jabonería y perfumería, nueve laboratorios, 19 de calzado, siete de textiles, tres de muñecas, uno de instrumentos musicales, uno de velas, cuatro de fósforos, uno de clavos, cuatro de diamantes, 11 de papel e imprenta, cinco de materiales de construcción, tres metalúrgicas, tres carpinterías, etc.).

De esos inmuebles fabriles, solo 15 han sido reconocidos de valor por la Comisión Provincial de Patrimonio, aunque no poseen declaratoria y se encuentran legalmente desprotegidos (estos son la fábrica de cervezas y maltas Tívoli; la Compañía Cervecera Internacional S.A.; la fábrica de ron Bocoy; la compañía embotelladora Coca-Cola S.A. y la Canada Dry de Cuba S.A.; la Vinatera Occidental; la fábrica de confituras La Estrella; los laboratorios SQUIBB, OM, y Park Davis de Cuba; la fábrica de cigarros H.Upmann; las imprentas Omega y Cultural S.A.; y las perfumerías Crusellas S.A. y Sabatés Industrial S.A.).

Esto permite constatar el desconocimiento que sobre ellos existe, aún en una de las zonas donde su presencia es evidente y ha tenido un impacto urbano, económico y social significativo durante más de un siglo. Lamentablemente, por esta y otras razones de índole económica y administrativa, muy diferentes destinos han tenido las 162 fábricas de El Cerro, de las que solo 59 se encuentran en activo, cuatro están cerradas, 21 han sido demolidas y 78 refuncionalizadas como almacenes, viviendas o aparcamientos.

A pesar de esta notable disminución, la producción industrial de El Cerro actualmente representa el 70% de la economía del municipio, y su producción de perfumería el 50% de la que realiza la capital.

Yaneli Leal
Diario de Cuba, 19 de febrero de 2023.
Foto: Etiqueta de agua de colonia de Crusellas. Tomada de Todo Cuba.


lunes, 17 de abril de 2023

Negocios y nostalgias

Con los primeros golpes de mandarria al Muro de Berlín en 1989, comenzó a derrumbarse la estructura del totalitarismo en Europa y a disolverse, en un proceso vertiginoso, la retórica del bloque socialista y sus satélites. Ese lenguaje infernal traducido de los manuales soviéticos no tiene espacio ya ni en los países que juran y perjuran que quieren construir el comunismo.

Aquella palabrería que se usaba para pronunciar todos los discursos y escribir los panfletos de los medios oficiales está relegada a los cursos de adoctrinamiento y al fervor de las generaciones de militantes viejos y retirados que, por ejemplo en Cuba, produjo casos como el de un boxeador de peso ligero que se llama Stalin Pérez o el de un señor bautizado como Lenin de la Caridad del Cobre, por si acaso.

Los países que continúan, al menos en el plano teórico, con la filosofía de alcanzar un paraíso obrero, se han apropiado de los mecanismos del capitalismo y del vocabulario, también empalagoso, de ese sistema.

El presidente venezolano Nicolás Maduro viajó a China para que los camaradas le hicieran un préstamo de 5.000 millones de dólares. Firmaron 27 acuerdos en diferentes áreas de desarrollo y sellaron lo que el dirigente llamó una alianza estratégica de desarrollo porque «China es una superpotencia y no se plantea ser un imperio». La oposición venezolana denunció que Maduro y su comitiva viajaron a Pekín en un avión del Gobierno de Cuba por el que tenían que pagar 250.000 dólares diarios.

Los compañeros caribeños también fueron a China. Enviaron a Isidoro Malmierca, ministro de Comercio Exterior, a invitar a los empresarios a invertir en la Zona Especial de Desarrollo Mariel, un proyecto apoyado por un préstamo de 900 millones de dólares de Brasil mediante una gestión conjunta de Lula da Silva y Dilma Rousseff.

Está ubicada muy cerca de La Habana y Malmierca aseguró que las compañías chinas tienen mucho potencial para establecerse allí en un «favorable ambiente de negocios en Cuba, con un marco legal seguro y transparente, una buena infraestructura portuaria, vial, ferroviaria y de comunicaciones».
Dinero puro. Negocios, inversiones, deudas, desarrollo, elementos de una prosa en la que no se puede deslizar, ni por cortesía con los nostálgicos, un párrafo sobre las virtudes del internacionalismo proletario.

Raúl Rivero (1945-2021)
El Mundo, 27 de septiembre de 2013.
Foto: Caída del Muro de Berlín, noviembre de 1989. Tomada del blog El ucabista.

lunes, 10 de abril de 2023

La manigua y los manigüeros

En contraste con las desavenencias, desencuentros y broncas que por momentos hacen que la oposición anticastrista parezca una olla de grillos, hasta hace muy poco el universo del oficialismo castrista, unánime y disciplinado ante las ordenanzas del partido único, sin el más mínimo desacuerdo, lucía tan monolítico como la roca que guarda los restos de Fidel Castro en el cementerio Santa Ifigenia.

Pero ya no es así. Está en curso en las redes sociales un rifirrafe de acusaciones mutuas entre personajes vinculados al oficialismo, que, a fuerza de tantos insultos, zancadillas, trapos sucios y pobreza intelectual, parece más bien una tiradera entre reguetoneros reparteros de baja estofa.

Se originó a partir de la virulenta ofensiva emprendida en las redes por los miembros de la plataforma La Manigua, revolución pa’ rato contra otras personas que, como ellos, también dicen defender a “la revolución y el socialismo” y con los que hasta hace unos meses compartían espacio y confraternizaban en La Comuna.

La Manigua, que es liderada por Rodrigo Huaimachi, un chileno comunista residente en Cuba, al principio de crearse, en 2021, se dedicaba a atacar, mediante insultos, descalificaciones y todo tipo de acusaciones, a disidentes (Movimiento San Isidro, 27 N, Archipiélago), artistas contestatarios y a los integrantes del colectivo de La Joven Cuba, a los que, a pesar de ser de izquierda y socialistas, no vacilaban en acusarlos de “contrarrevolucionarios”. Pero pronto los manigüeros enfilaron también sus cañones y su veneno contra correligionarios del pensamiento oficial que, a su entender, no mostraran suficiente “intransigencia, combatividad y celo revolucionario”.

La Manigua la emprendió primero contra Francisco Rodríguez Cruz (Paquito de Cuba, como firma en su blog), periodista de Trabajadores, por sus críticas al Sistema Eléctrico Nacional (SEN). Luego han atacado a los colectivos de la revista Alma Mater y los sitios La Tiza, de la Asociación Hermanos Saíz, y El Necio.

La Manigua hizo un mitin de repudio virtual al profesor universitario Fabio Fernández luego de sus inusuales (para un oficialista) razonamientos sobre el patriotismo en el programa Mesa Redonda, que sacaron de quicio y descolocaron al moderador, el habitualmente sereno periodista Oliver Zamora, quien no sabía qué hacer para atajar al profe y arreglar el potaje.

Y hasta han tenido encontronazos los manigüeros con los talibanes del programa Con filo. De ahí ahora uno entiende el por qué de las apelaciones a “la unidad de los revolucionarios” hechas por el inefable Michel Torres Corona en una reciente emisión del programa.

El pasado año, los mandamases, asustados por las masivas protestas del 11J, encargaron al Departamento Ideológico del Partido Comunista elaborar el guión para la creación de La Comuna con el objetivo de “forjar nuevas alianzas entre todos los revolucionarios, sin importar las diferencias”.

En La Comuna intentaron meter en un mismo saco a ilusos que todavía creen en la infalibilidad del marxismo y en el socialismo democrático, maniáticos guevaristas, anticapitalistas convencidos (siempre que no cuestionen a GAESA), activistas de la cultura comunitaria y la reparación de baches en los barrios vulnerables, evangélicos que concilian su religiosidad con el materialismo científico, teóricos y académicos que se debaten angustiados, luego que Lenin pasó de moda, entre Trotski, Bakunin, Proudhon y Gramsci, amén de ecologistas, feministas y miembros de la comunidad LGBTIQ debidamente aleccionados por el CENESEX.

Pero esas nuevas alianzas no resultaron y pronto estallaron broncas que auguran un safari de extremistas contra los que pretenden ser oficialistas por cuenta propia y el puñado de ingenuos que todavía creen en la posibilidad del socialismo democrático y participativo.

En esta tiradera entre zurdos, si no se trata del preludio para una cacería de brujas o de un ardid para la eventual creación de un tramposo bipartidismo de mentiritas, el régimen parece estar de parte de los extremistas sectarios de La Manigua. Es más, los alienta y amamanta. Lo demuestra el espacio que le conceden en Cubadebate, y, más aún, quedó evidenciado cuando Díaz-Canel visitó y saludó a los musulungos manigüeros con pañoletas rojas que participaron en aquella ridícula sentada en el Paseo del Prado (que quisieron presentar como espontánea) en noviembre de 2021, cuando los mandamases temblaban ante la posibilidad de que se materializara la Marcha Cívica por el Cambio convocada por Yunior García Aguilera y el grupo Archipiélago.

Conociendo los recursos habituales del castrismo, que se han hecho peores en la decadente continuidad, de poco valdrán las invocaciones a la ética y la unidad y las promesas de fidelidad al fidelismo sin Fidel de las víctimas de los manigüeros. Seguirán los insultos en los perfiles falsos y anónimos, los linchamientos mediáticos y demás bajezas y métodos sucios de La Manigua, que se ha convertido en una especie de brigada de respuesta rápida en el ciberespacio.

Será muy difícil para el régimen bajar el voltaje al dogmatismo sectario de La Manigua para aplacar esta bronca.

No yerra el Observatorio sobre el Extremismo Político cuando, en un trabajo publicado el 2 de marzo en La Joven Cuba bajo el título La Manigua, cuando el extremismo cruza la línea reflexiona: “Cabría preguntarse quién y cómo se define al amigo y al enemigo, si es viable y sostenible alimentar una corriente extremista y pretender que esta actúe eternamente de forma disciplinada, sin definir adversarios propios —más allá de los orientados — ni utilizar para su combate los mecanismos amorales a los que está habituada”.

Luis Cino
Cubanet, 4 de marzo de 2023
Foto: Manigüeros de La Manigua. Tomada de La Joven Cuba.

Leer también: Izquierdas apócrifas o la falacia del falso dilema de Alina Bárbara López Hernández.

lunes, 3 de abril de 2023

Se buscan líderes opositores en Cuba

El sábado 24 febrero de 1996, mi apartamento en la barriada habanera de La Víbora, amaneció vigilado por agentes de la Seguridad del Estado, que estaban acompañados por miembros de la represiva Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana (ACRC), fundada el 7 de diciembre de 1993. Días antes, un vecino que había luchado en la guerra civil de Angola y pertenecía a la ACRC, me alertó del operativo.

A finales de 1995 había comenzado a escribir para la agencia Cuba Press, dirigida por el poeta y periodista Raúl Rivero (Camagüey 1945-Miami 2021). En febrero de 1996 yo era un perfecto desconocido. El foco de atención de la policía política era mi madre, Tania Quintero, quien durante más de dos décadas había trabajado como periodista estatal, primero en la revista Bohemia y después en el ICRT y se había reconvertido en reportera independiente de Cuba Press. Querían impedir -y lo consiguieron- que ella no cubriera una reunión de Concilio Cubano, iniciativa liderada por Leonel Morejón Almagro y en la cual participaban 130 organizaciones opositoras.

Decenas de disidentes y activistas fueron detenidos y a un puñado de periodistas sin mordaza se nos impedió salir de nuestros domicilios. Los teléfonos, todos fijos, fueron cortados. En aquellos años, a la Seguridad del Estado le era muy fácil aislar a la oposición pacífica. Entonces, en Cuba no había internet y los celulares y las redes sociales no habían hecho su aparición a nivel global.

Para recabar información y escribir un trabajo sobre Concilio Cubano, decidí hablar con el abogado criminalista Jorge Bacallao, ya fallecido. Pero el despliegue policial no me permitió llegar a la vieja casona donde Bacallao vivía, en San Mariano y Heredia, y donde conocí a Leonel Morejón Almagro y a Pedro Pablo Álvarez; escuché disertaciones del jurista René Gómez Manzano y me adentré en las interioridades de la disidencia en la isla. No había dudas o preguntas que Bacallao no te esclareciera. Erudito y lector empedernido, era una especie de manager político de muchos activistas, disidentes y jóvenes. Un formador y líder espiritual de decenas de cubanos que apostábamos por la democracia.

Han pasado 27 años desde que me inicié en el periodismo libre. Entrevisté y conocí a protagonistas de aquella audaz oposición: Martha Beatriz Roque Cabello, Félix Bonne Carcassés, Vladimiro Roca Antúnez, Arnaldo Ramos Lauzurique y el doctor Oscar Elías Biscet.

Reporté la huelga de hambre de Biscet en la calle Tamarindo 34. Junto con otros colegas de Cuba Press, como Ariel de Castro Tapia, cubrimos sucesos, detenciones y propuestas de la disidencia, entre ellas el lanzamiento del documento La Patria es de Todos y la creación de la Asamblea para Promover la Sociedad Civil. La represión era implacable y un sector importante de la población respaldaba, o simulaba respaldar, a Fidel Castro. El miedo imperaba en la sociedad cubana.

Con sus luces y sombras, la disidencia fue la primera en alzar la voz y pedir al castrismo que dejara de tratar a los cubanos como ciudadanos de tercera categoría. Antes que los hermanos Castro diseñaran tímidas reformas económicas, la oposición reclamó aperturas de pequeños negocios y la derogación del absurdo apartheid que sufrían los cubanos en el ámbito legal, tecnológico y turístico.

Fue la disidencia la que reivindicó al régimen para que los cubanos pudieran acceder a internet, telefonía celular, comprar o vender un auto o una propiedad y el derecho a viajar al exterior y regresar al país. Nadie dentro del gobierno reclamó esos derechos. Tampoco la amaestrada prensa oficial se atrevió a escribir un artículo pidiendo transformaciones urgentes de corte económico y social.

Las timoratas reformas que se han sucedido en la Isla son un éxito silencioso de la disidencia interna. Pero han pasado casi tres décadas y la oposición cubana necesita renovarse.

Ya con 80 años, Vladimiro Roca Antúnez, espera la muerte en condiciones lamentables. Tuvo que vender su casa en Nuevo Vedado, con el dinero se compró un desvencijado apartamento y el resto lo ha gastado en alimentos y medicinas. Ex piloto de la fuerza aérea, Roca trabajó en instituciones del Estado y jamás recibió la pensión que le corresponde por las leyes laborales del país.

El próximo 16 de mayo, la economista Martha Beatriz Roque Cabello cumplirá 78 años. Una de las firmantes de La Patria de es Todos, junto a Vladimiro, Gómez Manzano, Bonne Carcassé y Arnaldo Ramos, en dos ocasiones ha estado encarcelada. Con achaques de salud, sobrevive como puede. La mayoría de los disidentes han envejecido. O están presos, como José Daniel Ferrer y Félix Navarro. O han emigrado.

Y a pesar de que ha aumentado considerablemente el descontento popular, ese descontento no se canaliza en un incremento de las filas opositoras. Al contrario, éstas se han ido diezmando debido a la represión y el éxodo.

La buena noticia es que amplios segmentos de la ciudadanía ahora abiertamente critica al gobierno y quiere cambios democráticos. Pero cuando usted le pregunta por qué no se alistan en la disidencia, dicen que no lo ven viable.

Quieren una Cuba donde exista libertad de expresión. Que los cargos públicos se elijan por el voto popular. Que se desaten las fuerzas productivas y los cubanos de la diáspora puedan invertir en su patria y participar de la vida política. Que se respeten los derechos inalienables.

Pero nadie, o muy pocos, están por la labor de liderar futuros proyectos disidentes. Recuerdo que durante las protestas del 11 de julio de 2021, una avalancha de personas caminaban por la angosta Calzada de Diez de Octubre gritando libertad. Iban sin un rumbo determinado. Alguien quiso saber hacia dónde se dirigían. Un hombre a su lado se encogió de hombro y respondió: “No sé, pa'llá, pal malecón”. Se notó la ausencia de líderes.

Luis Manuel Otero Alcántara, Félix Navarro y José Daniel Ferrer, quienes en sus respectivas ciudades intentaron sumarse a las manifestaciones el 11J, fueron detenidos y encarcelados. A pesar del enorme descontento de la población contra el régimen, la disdencia se ha debilitado. Urge que la oposición dé un golpe sobre la mesa. Se necesitan nuevos Biscet, Martha Beatriz, Vladimiro.

Hace poco, mi hija, estudiante universitaria, me preguntó si había valido la pena oponerme al régimen durante 27 años sin conseguir la anhelada democracia. “Los jóvenes no quieren ser opositores. Quieren labrarse un futuro fuera de su país”, me dijo.

Puede que tenga razón. Pero creo que vale la pena seguir intentando una Cuba mejor desde adentro.

Iván García

Foto: De izquierda a derecha, René Gómez Manzano, Martha Beatriz Roque Cabello, Vladimiro Roca Antúnez y Félix Bonne Carcassés (Santiago de Cuba 1939-La Habana 2017). Tomada de Recordando La Patria es de Todos.