miércoles, 31 de julio de 2013

Temporada de derrumbes


El primer derrumbe de la temporada de lluvias rompió la inercia en la primera semana de junio. Ocurrió en un edificio ubicado en Montoro No. 37 entre Carlos III y Lugareño, Centro Habana. No hubo que lamentar pérdidas humanas.

Alrededor de las 9 y 30 de la noche del lunes, los vecinos de los seis apartamentos del edificio escucharon un estruendo en el piso superior. El techo de la vivienda de Roberto Arce comenzó a desplomarse. Su propietario no se encontraba: la había abandonado por peligro de derrumbe.

En la mañana del martes, los vecinos llamaron a los bomberos, después de que nuevos desplomes se sucedieron. Mientras se llevaban a cabo los trabajos de evacuación, otro desplome sorprendió a los bomberos. El miércoles, un nuevo derrumbe puso en peligro la vida de los obreros que apuntalaban el edificio, sin tener que lamentar mayores consecuencias.

Dirigentes locales hicieron acto de presencia y dispusieron la evacuación de las seis familias. Cinco para un albergue ubicado en la escuela tecnológica Estrella Roja, ubicada en El Guatao. Uno de los residentes fue internado en un asilo. Fueron situados camiones para el traslado de las pertenencias de los damnificados hacia lugares seguros.

Milagros González , vecina del apartamento E del primer piso, declaró que “el lugar del albergue es inaccesible. Debo caminar 3 kilómetros por el fango para salir de allí”. Su hermano, Félix Oscar, explicó que el edificio estaba declarado con peligro de derrumbe desde 1984. “Nosotros reconstruimos la escalera cuando se derrumbó hace 17 años. Ya casi habíamos terminado la reconstrucción de la casa, con baño nuevo y mira, ahora esto”, expresó.

Las autoridades habaneras se encuentran en alerta. Después de las intensas lluvias, se espera una sucesión de derrumbes, debido al deterioro constructivo de la capital. Según un funcionario, están realizando "reuniones de alerta ante la posibilidad de derrumbes”.

En 2012, los sucesivos derrumbes que se produjeron en La Habana se cobraron la vida de al menos 10 personas.

Texto y foto: Augusto César San Martín
Cubanet, 11 de junio de 2013

lunes, 29 de julio de 2013

Realidad


Existen en Cuba personas de la tercera edad que tienen un nivel económico aceptable, pero otras muchas carecen de los medios necesarios para subsistir. Ancianos hurgando en contenedores de basura o extremadamente delgados, son parte bochornosa de la cotidianidad en las calles. No es ésta la realidad que 'vende' el gobierno.

Según cifras ofrecidas el 3 de mayo de 2013 por el diario oficial Granma, más del 18 % de la población cubana rebasa los 60 años y para el 2025 esa cifra rondará el 25 %.

“Cuatro de cada 10 adultos mayores puede vivir entre bien y un poco apretado con los ingresos que reciben, en tanto el 60% lo hace con privaciones y carencias”, destaca la última encuesta nacional sobre envejecimiento poblacional, publicada por la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI).

Cerca de un 40% de los encuestados declararon que vivían mal y que sus ingresos casi no alcanzaban para la supervivencia. “Esto puede ser reflejo de que la mayoría de ellos cuenta sólo con el ingreso por Jubilación o Pensión”, señaló la ONEI en su informe. Un 15 % declaró no tener ningún recurso económico para el futuro.

“A pesar de las dificultades que ha enfrentado el país, Cuba puede estar satisfecha de cómo ha manejado, pese a la crisis a que ha sido sometida, el nivel de atención a sus adultos mayores. Se ha mantenido una cobertura total de la seguridad y/o la asistencia social”, asegura Ecured, la Wikipedia cubana.

¿Cómo entender entonces que, según la ONEI, uno de cada dos adultos mayores siente temor o incertidumbre respecto a su situación económica o de salud, de cara al futuro?

Caridad Sánchez es una de las muchas cubanas que a pesar de su avanzada edad, no ha podido disfrutar de la jubilación. Su motivación en la vida es su hija, síndrome de Down. “El día que yo falte, no sé qué será de ella”, dice.

Lleva una jaba llena de palos. Cuando le pregunto, responde: “Leña para cocinar”, responde. Víctima de una estafa, perpetrada con la impunidad de los jueces, vive en una casa inhabitable. Para que ella y su hija puedan malamente comer, hace malabares. “Me he quejado a todas las instancias estatales posibles, pero no me hacen caso”, enfatiza.

Otro caso es el de Arturo. Tiene 67 años y vive agregado. La salud ya no le acompaña: “Estoy decepcionado”, confiensa el otrora internacionalista. Aún cotiza en la Asociación de Combatientes de la Revolución, de la cual fue fundador. Ha sentido el irrespeto ante sus canas cuando solicita ayuda a las instituciones. En vano, ha enviado decenas de escritos a la Fiscalía, Asamblea Nacional y Tribunales, reclamando una casa que recibió en herencia.

Muchos ancianos prefieren no perder su tiempo en quejas. Si no tienen casa, duermen donde les coja la noche. Si no tienen comida, le piden un peso a cualquier transeúnte, o registran en la basura. Cuando se camina por las calles de La Habana, a simple vista se ve que la casi la mitad de los deambulantes son ancianos. Igual sucede con aquéllos habituados a registrar entre los desperdicios. Y quienes a veces no lucen como andrajosos.

Los estudios oficiales sobre personas que duermen en las calles, específicamente los ancianos, escasean. Algunos prefieren tapar el sol con un dedo y creen que es suficiente con justificarse y culpar al “bloqueo norteamericano”.

En un reciente evento internacional sobre Longevidad Satisfactoria, la doctora Cristina Luna, viceministra del Ministerio de Salud Pública se mostró optimista: “Para enfrentar el reto del envejecimiento poblacional contamos con la fortaleza que representa un Estado socialista, donde toda la sociedad se pone en función de esta premisa”, dijo.

¿Acaso bastará seguir con el mismo discurso del “socialismo” para resolver los problemas?

Texto y foto: Yaremis Flores
Cubanet, 7 de mayo de 2013

viernes, 26 de julio de 2013

De una revolución para los pobres al sálvese quien pueda


Todas las noches, al filo de la madrugada, un trío de pordioseros comienzan su faena en una desvencijada escuela abandonada en el barrio habanero de La Víbora.

Armados con cincel y una pequeña mandarria, de las paredes despegan casi un centenar de ladrillos. “Después los vendemos a dos pesos cada uno. Son de calidad, de antes de la revolución. Le gente compra estos ladrillos recuperados y los utiliza en detalles interiores, en la construcción de sus casas o levantar un closet. Trabajamos por encargo”, explica uno de los mendigos.

Con la ganancia obtenida se sientan en un amplio y fresco portal a beber alcohol doméstico filtrado con carbón industrial, el trago de los olvidados. El trío de indigentes pide a gritos un buen baño y atención medica. Son alcohólicos al cubo. Demacrados y sucios, beben a pulso el infame ron casero.

“Me baño una o dos veces a la semana. Cuando un tipo importante visita La Habana -el Papa Benedicto XVI, el año pasado- nos recogen y nos meten en un campamento donde tenemos dos comidas al día. También podemos asearnos con más frecuencia. Una vez que el personaje se ha marchado, nos vuelven a tirar a la calle. Nosotros dormimos en el patio de la Casa de Cultura del municipio 10 de Octubre o en un edificio en peligro de derrumbe frente de la Plaza Roja de La Víbora. De salud andamos bien. Nunca nos enfermamos”, confiesa otro mendigo.

Los pordioseros han transformado el portal de la céntrica esquina de Carmen y 10 de Octubre en una quincalla de artículos viejos.

René, 32 años, vivía hacinado junto a 8 personas en una habitación sin baño de un solar en Centro Habana. “Decidí vivir como un nómada. Gano algún dinero chapeando canteros y jardines. Almuerzo de las sobras que la gente tira en la basura. Recojo latas vacías de cervezas y refrescos. Cuando acumulo varios sacos, voy a una oficina de materias primas donde me pagan de acuerdo a los kilos que llevo. Vivo al día. Si tengo dinero como en una fonda. Si estoy ‘arrancao’, forrajeo mi cena en los latones de basura. Antes me daba vergüenza, me gritaban 'león', pero cada día somos más los mendigos en la capital. ¿El servicio social? Ésos ni se acuerdan que existimos”, acota René.

Cuando el sol calienta, varios menesterosos ponen una manta mugrienta con artículos antiguos y libros de uso. Por unos pocos pesos, usted puede adquirir un radio VEF 206 de la era soviética. Unas sandalias destartaladas de la desaparecida Alemania del Este. O novelas del realismo socialista como Así se forjó el acero, Nadie es soldado al nacer o Agosto del 44, de escritores rusos. También ejemplares ajados de marxismo y recopilaciones de discursos de Fidel Castro.

Arnaldo, habitual de los portales de la Calzada de Octubre, dice que las ventas andan en mínimos. “Hay quienes los compran por ayudarnos. La verdad que estos libros soviéticos no tienen mucha salida. Menos que los discursos de Fidel”, asegura.

Colindante con la calle Vento se ubica el Casino Deportivo, perteneciente al municipio Cerro. Antes de la llegada de los barbudos al poder, fue una zona de clase media alta. Sigue siendo una barriada hermosa, a pesar de los edificios de cinco plantas mal diseñados y peor construidos después de la revolución, los cuales chapuceramente se fusionan con villas y chalets de atractiva arquitectura.

En el Casino, a plena luz del día algunos vagabundos registran la basura. “En los sitios donde viven personas con recursos y ‘mayimbes’ del gobierno, se encuentran gratas sorpresas dentro de los latones. Restos de camarones o carne de res, ropa casi nueva, piezas de computadoras y revistas extranjeras. Estos tenis que tengo puestos me los encontré en uno de esos tanques”, señala.

Según los mendigos habaneros, los mejores barrios para ‘luchar un baro’ (hacer dinero) o conseguir buenos alimentos dentro de los contenedores de desechos, son Miramar, Nuevo Vedado, Vedado y Casino Deportivo.

“Lo que pasa es que en esos barrios la policía nos echa. Antes, nos llevaban a la unidad y nos bañaban con una manguera de agua a presión. Nos daban comida y pasábamos la noche en un calabozo, que a mí se me antojaba un palacete. Pero de un tiempo acá, te tienen unas horas retenido y luego te sueltan sin darnos nada de comer”, señala un indigente.

Otros prefieren pedir limosna y con lo recaudado adquirir alimentos. En los alrededores del Capitolio Nacional, ancianos con limitaciones físicas imploran monedas a los turistas. Unos japoneses que tiran fotos dan la espalda cuando una señora se acerca y les pide para comprar un litro de aceite.

“Se hace dinero. Hay turistas tacaños, pero la mayoría te sueltan 'chavitos'. A veces hasta un billete de cinco o diez pesos convertibles. Gracias al limosneo, puedo comprar jabones y enlatados en las tiendas por divisas”, confiesa una anciana con las manos temblorosas por el Parkinson.

Forzados por sus padres, también se ven niños pidiendo dinero a turistas y transeúntes. Pero es en la concurrida calle Obispo, en la parte vieja de la ciudad, donde mendigar se ha convertido en un negocio.

El periodista independiente Augusto San Martín, recientemente publicó en Diario de Cuba un reportaje titulado Las madres mendigas de La Habana Vieja, que desvela el negocio montado por mujeres limosneras.

Las autoridades policiales y políticas parecen no tener una respuesta efectiva al flagelo que azota La Habana. Aquellos años de la revolución, donde los mendigos se podían contar con los dedos de una mano hace tiempo terminó.

Mientras decenas de habaneros caminan portando novedosos móviles inteligentes, ajenos a la realidad, cientos de coterráneos sobreviven hurgando en la basura, sin ayuda social del Estado.

De una revolución a favor de los pobres, que prometía acabar con la miseria, hoy tenemos una mala copia de un capitalismo del sálvese quien pueda.

Iván García

Foto: Tomada de Mendigos y vagabundos, trabajo de Yaremis Flores, publicado en Cubanet en marzo de 2013.

miércoles, 24 de julio de 2013

La cola del yogur de soya


El yogur de soya constituye uno de los alimentos con que cuentan los cubanos, sobre todo las personas de bajos ingresos, para capear la hambruna. El producto se vende por la libreta de racionamiento, al precio de un peso la bolsa, a los niños de entre 7 y 14 años, o sea, cuando ya no reciben leche. Sin embargo, los dependientes de los Puntos de Leche se las arreglan para que los 'carreros' les dejen una cantidad adicional de bolsas de yogur, las que se venden en forma liberada, pero a tres pesos la unidad.

Y son precisamente esas bolsas adicionales las causantes de las colas que se forman frente a los locales de venta. Unas colas en las que abundan las personas de la tercera edad, muchas de ellas jubiladas, cuyos ingresos no les permiten acudir a las Tiendas Recaudadoras de Divisas (TRD) para comprar las bolsas de leche en polvo o el yogur natural. Obviamente, productos de mayor calidad. Y del chocolatín que hace varios años les prometiera el máximo líder con tal de garantizarles desayuno, todo quedó en eso: promesas.

Así, los días de la semana en que viene el yogur de soya, las personas se aglomeran en los Puntos de Leche desde horas de la madrugada, con la esperanza de que los carros del Complejo Lácteo de La Habana traigan bolsas adicionales. De ser así, los necesitados marcharán contentos a sus hogares, pues tendrán algo con que desayunar, y reforzar las precarias raciones de almuerzo y comida. En caso contrario, se irán cabizbajos, con la contrariedad por el tiempo perdido, y la incertidumbre de qué pondrán en sus mesas.

De todas maneras, la cola del yogur de soya es un espacio de intercambio social. Allí se habla acerca de las incidencias del barrio, de los resultados de la pelota, y también de la actualidad noticiosa nacional e internacional. En este último caso es fácil apreciar la influencia que ejercen sobre los viejitos las Mesas Redondas de la televisión cubana.

Ramón, el vecino de mi edificio, es un señor jubilado, que tres veces por semana amanece en esas colas. Cualquiera que converse con Ramón, ya en horas del mediodía o la tarde, sabe si esa mañana vendieron por la libre el yogur de soya, y eso sin necesidad de preguntarle directamente sobre el tema. Si Ramón empieza a hablar de la crisis financiera en Grecia, del desempleo en España, de los problemas del euro o de la violencia en Estados Unidos, y después contrapone esos hechos con la idílica visión que los medios oficialistas ofrecen de Cuba, no hay dudas de que esa mañana pudo comprar su bolsa de yogur de soya.

En cambio, si el viejo Ramón dice que aquí nada funciona, que hacen falta los dueños verdaderos para que la gente trabaje, o que los viejos se van a morir de hambre debido a la carestía de la vida y las bajas pensiones, entonces es evidente que ese día vino solamente el yogur de los niños.

Hay días en que, después de dos o tres horas de cola, muchas personas se retiran a sus casas sumidas en la desesperanza, pues llega el momento de apertura del establecimiento, y aún no arriba el yogur ni nada se sabe de los carros que lo transportan. Son jornadas en las que peligra hasta el desayuno infantil.

Pero las noticias no son halagüeñas para el viejo Ramón. El Complejo Lácteo de La Habana no está seguro de poder cumplir el plan de producción de este año. Hay dificultades con las piezas de repuesto para echar a andar las maquinarias que garanticen las tres líneas de producción, y existen deficiencias en los contratos para adquirir la leche, su principal materia prima. Además, los trabajadores no están conformes con los sistemas de pago que se aplican, y reclaman una mejor alimentación. Así las cosas, las Mesas Redondas tendrán que intensificar la propaganda con vistas a amortiguar las opiniones adversas del viejo Ramón.

Orlando Freire Santana
Cubanet, 3 de mayo de 2013

lunes, 22 de julio de 2013

Otro fósil de El Vedado


Con la llegada del llamado Período Especial, en la década del 90, numerosas fábricas cerraron, debido a su dependencia exclusiva de materia prima y tecnología soviética, que dejó de entrar a Cuba.

Pero no todas corrieron la misma suerte. La ensambladora de ómnibus Girón, ubicada en Línea y 18, en El Vedado, que durante muchos años cubrió con una parte importante del transporte urbano y escolar de la isla, encontró un nuevo rumbo donde ubicar a sus trabajadores.

Por orden expresa de Fidel Castro, a partir de 1994 la fábrica Girón se convertiría en armadora de bicicletas chinas, para la transportación alternativa de gran parte de la población. Esta labor se truncó en el 2000, a raíz de un incendio que provocó el cierre total de su nueva actividad, perdiendo el empleo la mayoría de sus trabajadores. Fueron enviados a sus casas con un por ciento del salario, hasta un 'nuevo aviso' que nunca llegó.

Trece años después, una parte de la inmensa nave durante un tiempo funcionó como ensambladora de motos eléctricas de la empresa CIMEX. Y últimamente ha servido de almacén de bienes y consumos del comercio en la capital, sin que haya señales de restauración del inmenso recinto.

Un vecino del lugar dijo que, la desvencijada fábrica es el mayor símbolo visible de la improductividad y deterioro, generado durante los últimos 25 años en el sector industrial del otrora elegante barrio habanero de El Vedado.

Maité, una vendedora de dulces residente en los alrededores comenta: “Mi hermano trabajaba ahí y me dijo que había una propuesta para convertir aquello en un mercado de productos en dólares, pero no funcionó, porque la inversión era muy costosa. Tampoco la del cantante X Alfonso (hijo de Carlos Alfonso, fundador del grupo Síntesis), quien a través del Ministerio de Cultura, ha estado gestionando una inversión para poner en marcha un proyecto cultural que pueda beneficiar a la juventud, huérfana de diversión, pero al parecer, no se concedieron los permisos”.

Al margen de estos comentarios, lo cierto es que la popular fábrica Girón, silenciada y quebrada indefinidamente por la incapacidad y falta de voluntad del régimen, exhibe hoy un penoso deterioro. Techos levantados, huecos, rajaduras en las paredes, falta de pintura y mugre son visibles a todos los que en una dirección u otra atraviesan el túnel de la calle Línea. Una muestra de la incapacidad de las autoridades de La Habana.

Lamentablemente, no es un caso aislado. Sitios emblemáticos como el restaurante El Jardín, en Línea y C; el Hospital Infantil Pedro Borrás, en 27 y G, y el hospital materno Clodomira Acosta, antigua clínica Cardona, en 19 entre 8 y 10, entre otros, se convirtieron en fósiles, a la espera de reparaciones que nunca llegan.

Parece una ironía que El Vedado, que alcanzó su máximo esplendor en la primera mitad del siglo XX, esté pasando por tan terrible olvido. Un territorio que en la actualidad, alberga la gran mayoría de oficinas políticas y administrativas de la capital cubana, así como compañías extranjeras. ¡Qué vergüenza!, ¿no?

Texto y foto: León Padrón Azcuy
Cubanet, 3 de mayo de 2013
Leer también: La calle Línea.

viernes, 19 de julio de 2013

Historias al margen



Un periodista independiente cubano no debe tener grandes pretensiones. Siempre es sano coquetear con la idea de lograr un 'palo periodístico' o una exclusiva.

Pero hay que dejar de lado las fantasías. Lo que desde Cuba usted puede firmar son pequeñas historias al margen. Artículos de opinión. Y alguna que otra noticia, análisis o crónica. Si acaso, una entrevista. No más.

Entonces, lo mejor es seguir leyendo las entrevistas agudas realizadas por Oriana Fallaci. Sumergirse en los grandes reportajes de Bob Woodward. Aprender con las lecciones en tiempo real de los mejores cronistas de la lengua castellana como Gabriel García Márquez o Rosa Montero.

Es difícil aplicarlo en la isla, pero del estilo de las grandes plumas siempre se aprende. El problema es a la hora de obtener datos, cifras o declaraciones gubernamentales. Es cuando uno comprende que sólo le quedan las crudas historias reales.

Cuba no es terreno fértil para practicar el periodismo según las reglas y métodos de universidades occidentales. Aquí el olfato periodístico y la intuición sustituyen a las estadísticas e informaciones que las autoridades ocultan con celo.

Donde hay suficiente cancha para escribir historias es precisamente en las calles y cuarterías de La Habana. En los barrios mestizos, sórdidos, bullangueros y pobres de San Leopoldo, Belén o Jesús María.

Ahí precisamente es donde pululan los relatos y testimonios de rateros, mendigos, jineteras y funcionarios corruptos. Una parcela de Cuba que el régimen pretende ignorar. Precisamente la que los comunicadores alternativos muestran en blogs y webs.

Para un periodista latinoamericano, esas historias marginales son cotidianas en sus países. Es verdad. La diferencia es que el gobierno cubano quiere esconder la mierda debajo de la alfombra.

Ese es mi propósito. Escribir sobre temas que los medios oficiales ignoran o considera tabú. No me anima la intención de desprestigiar a mi país. Cuento lo que acontece. Cuba no es mejor ni peor que otras naciones del continente en materia de marginalidad o prostitución. En todo caso igual.

De cualquier manera, nunca está de más ser optimista y pensar que algún día se pueda pescar una buena historia. Pero lo más sensato es dejar en el librero los manuales de periodismo moderno y los libros que nos ilusionan del Gabo, Fallaci y Woodward. Y escribir pequeñas historias al margen.

Iván García

miércoles, 17 de julio de 2013

El dinero que las FARC lavó en Cuba


El pasado 26 de mayo, en el Palacio de las Convenciones de La Habana, se dio a conocer que las partes involucradas en el diálogo de paz entre el gobierno de Colombia y la guerrilla de las FARC, habían logrado un acuerdo sobre la cuestión agraria. Primer punto analizado de los cinco que se negociarán.

La tierra y su uso es una porción, nada desestimable de las causas fundamentales de un conflicto que ha sumado muchas víctimas. De manera que, en teoría, y según el documento, el acuerdo podría traer el tan añorado inicio de un nuevo ciclo de transformaciones para la realidad rural y agraria de Colombia.

El anuncio de este pacto fue aplaudido y testificado por los representantes de Cuba y Noruega, como países garantes; más Venezuela y Chile, como acompañantes. Lo irregular en todo esto es que ninguno de los implicados aclaró que uno de los principios del referido proceso de paz expone de forma rotunda “Nada estará acordado hasta que todo esté acordado”, lo que es igual a decir “No hay nada acordado”.

Así cerró, echando mano de esta discreta manipulación semántica, el noveno período de un proceso de conversaciones que continuará el 11 de junio, y en el que se debatirá el pollo del arroz con pollo: la participación de las FARC en la vida política colombiana.

Manera muy ingeniosa de rebautizar a esta banda de excéntricos inadaptados e iconoclastas, que desean verse convertidos en auténticos actores de paz o en admiradas luminarias que intentando escapar de la cárcel (lugar donde deberían estar) lograron firmar un acuerdo para ingresar al Congreso.

En fin, siempre hay algo que sacrificar. Entiendo que cuando se va a negociar y se lucha por obtener beneficios mutuos y resultados convenientes para la tranquilidad nacional, suele ser lucrativo aceptar que ciertos valores ilegítimos triunfen sobre algunos principios éticos, morales y hasta democráticos.

Eso lo entendió muy bien la delegación cubana que, inspirada en el viejo cuento de besar la rana, hace rato le apostó al posible milagro de que un día estos obscenos guajacones (delincuentes guerrilleros) se conviertan en bellas princesas, honorables funcionarios, útiles parlamentarios o encopetados mandatarios.

El gobierno de La Habana, revolcándose en todo esto, no solamente persigue publicitarse como paladín de la paz regional, también pretende lucrar con la ingenuidad de algunas voces democráticas que claman por la pronta solución de un conflicto dilatado, y lo último y más importante, ganar mucho dinero.

Sí, leyó bien, mucho dinero. Una parte significativa de los 2 mil millones de dólares que las FARC obtuvo realizando operaciones “nomológicas o nomotéticas”, como el secuestro y el narcotráfico, se encuentran hoy a buen recaudo y reportando excelentes ingresos.

Está lavada, enjuagada y bien planchada en la compra de modernos equipos y sofisticado instrumental que da servicio humanitario en hospitales como el CIMEQ o la clínica Cira García. También se ha invertido como parte del aporte cubano a los 'join ventures' que el régimen mantiene con consorcios industriales y grandes grupos hoteleros radicados dentro y fuera de Cuba.

Nada, que a diferencia del escritor y aviador francés Antoine de Saint-Exupéry, autor del Principito, para el avieso gobierno revolucionario lo esencial no es invisible a los ojos, es el cash.

Juan Juan Almeida
Martí Noticias, 10 de junio de 2013
Foto: Tomada de Vampiros en La Habana.

lunes, 15 de julio de 2013

El pajarito azul y los profetas


Junto a las esperanzas de que la llamada "actualización del modelo" al paso de tortuga raulista lleve derechito al capitalismo, otro de los asuntos que genera que se hable más boberías en el exterior- y hasta en Cuba por parte de algunos que parecen venidos de otro planeta- es la posibilidad de que Tweeter se convierta en el factor decisivo para movilizar a los cubanos en la lucha por la democracia.

Inicialmente, los profetas del pajarito azul se basaban en el argumento del poder de convocatoria de las redes sociales en las revoluciones de la primavera árabe y en el caso del movimiento de los indignados en España.

Comparar a Cuba con los países árabes, España o Grecia, es algo bastante traído por los pelos. La utilización de las redes sociales influyó, pero no fue determinante en las revueltas contra las tiranías en el mundo árabe y las protestas en Europa contra el dominio de la banca y las grandes empresas, que viene a ser otra forma de dictadura, por muy sofisticada que sea. En todos los casos, las revueltas fueron consecuencia de la apabullante exclusión económica, política y social de la mayoría de la población. Sucedió que las tecnologías de la información y las comunicaciones estaban allí, al alcance de las mayorías. Especialmente de los jóvenes. Y las emplearon.

Por ejemplo, en Túnez, donde estalló la chispa de las revueltas árabes, fundamentalmente por la subida en el precio de los alimentos, la mayoría de las familias tienen acceso a la TV satelital, se calcula que hay 96 teléfonos móviles por cada 100 habitantes y un alto número de jóvenes tienen abiertos sus perfiles en las redes sociales.

¿Para qué citar datos de España y Grecia, que serán los parientes pobres de la Unión Europea, pero, al fin y al cabo, son países del Primer Mundo?

En Cuba, la inclusión de las nuevas tecnologías de la información no ha sido para nada masiva. Todo lo contrario. El régimen limita el acceso a Internet, persigue las antenas satelitales y fue apenas hace cuatro años que autorizó la telefonía móvil y la venta de computadoras para los nacionales.

Los cubanos que tienen acceso a Intranet, la caricatura nacional de Internet, llena de páginas bloqueadas, la utilizan fundamentalmente para enviar y recibir mensajes electrónicos.

En Cuba, un sms es bastante costoso. Enviar mensajes de tweet es más caro todavía: un tweet cuesta 1 cuc. Vale recordar que el ingreso promedio mensual de un cubano es de menos de 20 cuc.

Pocos de los modelos de móviles que se venden en Cuba sirven para tuitear. La mayoría de los cubanos, si es que saben qué es un tweet, no tienen ni idea de cómo se hace para enviar los mensajes con los dichosos 140 caracteres.

Los cubanos que abren perfiles en Facebook y otras redes sociales lo hacen principalmente para localizar parientes o amigos que se fueron del país o ligar pareja en el exterior.

Los jóvenes cubanos están tan imposibilitados de influir en su realidad como de acceder a los circuitos globales de intercambio de datos e imágenes. Sus privaciones materiales son proporcionales a su lejanía de "las tecnologías de la representación" que decía el filósofo alemán Gunter Anders. No es por simple casualidad o puro capricho que el régimen restrinja estrictamente lo que pueden tecnológicamente imaginar los jóvenes cubanos.

Así y todo, todavía hay quienes apuestan por los 140 caracteres del pajarito azul para la indignación de los cubanos. Es indudable el efecto democratizador de las redes sociales, pero ocurre principalmente en el mundo virtual.

En todo caso, el régimen también utiliza las TIC como parte de su guerra sucia contra los ciberdisidentes. Y no me refiero solo a los tuitazos y los blogs oficialistas, sino también a los sitios censurados, los bloqueos, los ciberataques, las desconexiones de ETECSA, etc. De algo han servido a los mandarines de acá las experiencias de sus homólogos chinos, no solo en el socialismo de mercado sino también en la represión a los ciberdisidentes. ¡Y lo que les queda por aprender y aplicar!

Las redes sociales son herramientas para luchar por la democracia. O en su contra. Habrá que contar con ellas, pero creer que son mucho más que herramientas es –como diría Mac Luhan- convertir el medio en el mensaje.

Luis Cino
Primavera Digital, 25 de abril de 2013.

viernes, 12 de julio de 2013

El nuevo Sloppy Joe's


Para Daniel Arencibia, 83 años, nunca hubo un mejor bar de tragos y tapas en La Habana que el legendario Sloppy Joe’s. “El Floridita con su daiquirí tenía pegada. La Bodeguita del Medio y su mojito también. Pero el Sloppy era otra cosa”, recuerda Arencibia sentado en el Paseo del Prado.

El Sloppy se convirtió en un almacén de trastos después que Fidel Castro lo nacionalizara en 1965. Al iniciarse los trabajos de restauración, a principios de 2010, el sitio era una ruina. El piso de madera había colapsado.

La barra de caoba negra, de 18 metros de largo, que alguna vez fue considerada la más amplia de América, rota en múltiples pedazos. El actual gerente Ernesto Iznaga y un grupo de trabajadores, estuvieron tres años reviviendo al Sloppy.

Cuando el anciano Daniel, 48 años después, pisó de nuevo el bar, sus ojos se humedecieron. Caminó despacio, como hurgando cada rincón. Con una mirada cargada de nostalgia observó la amplia estantería de genuinos rones cubanos elaborados con alcohol de caña.

Se sentó en la extensa barra de caoba donde un televisor de pantalla plana trasmitía un documental en blanco y negro sobre La Habana de los años 50. Miró la carta y soltó una queja ante los precios, inaccesibles al bolsillo de un jubilado. “Los precios han cambiado mucho. Seis décadas atrás, usted se comía un emparedado de carne y un doble de Bacardí con solo un peso”.

El Sloppy Joe’s del siglo XXI, como casi todo lo que funciona medianamente bien en Cuba, ofrece sus servicios en divisas. Con los 211 pesos (8 pesos convertibles) que Arencibia recibe, su pensión de jubilado se iría en dos tragos y una tapa de ‘ropa vieja’ elaborada con carne de res.

“Era lugar de obligatorio paso de los norteamericanos que visitaban La Habana, sobre todo de marines. En el Sloppy estuvieron numerosas celebridades. Nací por esta zona y vi a Ava Gardner, Ernest Hemingway, Nat King Cole, Frank Sinatra y Ted Williams, jonronero del Boston”, recuerda Daniel.

En las fotos expuestas en el bar, además de una extensa lista de famosos, se aprecia que el ambiente era otro. Mujeres y hombres vestidos con discreta elegancia. Ahora es distinto. Despistados y alegres turistas italianos, canadienses o españoles, en short y sandalias, se retratan en el recién inaugurado Sloppy, toman tragos exclusivos de la casa, acompañándolo de sandwiches de carne y salsa de tomate.

Los precios no son altos para los extranjeros. Lo más caro son los mariscos: entre 7 y 8 c.u.c (8 y 9 dólares) el plato. Hay una variedad de tragos entre 2 y 5 pesos convertibles (3 y 6 dólares). Ya para un cubano de a pie, como el anciano Arencibia, los precios son prohibitivos.

El Sloppy fue fundado en 1918 por el inmigrante gallego José Abeal Otero. De 1920 a 1933, cuando en Estados Unidos implantaron la controvertida Ley Seca, el bar ubicado en la esquina de Ánimas y Zulueta, se convirtió en una referencia para los estadounidenses que visitaban la capital.



También para mexicanos como Mario Moreno, Cantinflas, o el escritor británico Graham Greene. “Entonces el bar no tenía aire acondicionado como ahora. Estaba abierto. Por el portón de la esquina entraba una brisa que te daba sueño. Por las mañanas, los niños del barrio tomábamos refrescos y helados, mientras nuestros padres bebían una cerveza o un trago de ron”, rememora Arencibia.

Se cuenta que el temerario Errol Flynn, pasado de copas, tuvo una pelea sonada con un impulsivo fan, quien quiso comprobar si el actor cargaba dinamita en su mano derecha como sucedía en Gentleman Jim, filme donde Flynn encarnó a un boxeador. El actor estadounidense era tan asiduo al Sloppy, que el dueño en su honor creó un trago con su nombre. Es un coctel a base de hielo, vodka y jugo de tomate adornado con apio.

No está mal. Pero si de tragos se trata, el doble de ron Santiago o Caney, en strike o con hielo, no tiene competencia. Es ahora mismo el mejor ron de Cuba. Incluyendo al Bacardí. Si desean probarlo, dénse una vuelta por el nuevo Sloppy Joe's.


Texto y fotos: Iván García

miércoles, 10 de julio de 2013

La fiesta de Virgilio


Una filosofía de funerario municipal y una memoria de gallo asistida con resignación y disciplina por la prensa cautiva le han permitido a los funcionarios cubanos de cultura organizar el centenario del natalicio del escritor Virgilio Piñera (Cárdenas, Matanzas, 1912- La Habana, 1979) como si el autor de Aire Frío, Electra Garrigó y La isla en peso les provocara de verdad admiración y ese respeto.

Piñera, uno de los intelectuales de más categoría y fuerza del siglo XX en su país y en América, después de un leve entusiasmo por los cambios anunciados en Cuba en 1959, pasó -casi primero que nadie- a la nómina de sospechosos, perseguidos, frágiles y temerosos personajes que encararon el castrismo con indiferencia o con un cauteloso pero implacable rechazo.

Lo que pasa es que, a estas alturas, los regidores de la vida en Cuba, no pueden darse el lujo de dejar a Piñera en el cementerio de Colón con el mismo silencio enorme y rebuscado con que lo obligaron a vivir sus últimos años y lo llevaron después a la tumba. Necesitan del fulgor de su obra para dar una imagen de tolerancia y anotarse el cumpleaños como una fiesta de perdón y resurrección para el hombre que escribió Presiones y diamantes.

Un señor que vivía en soledad, con unos amigos fieles (Antón Arrufat y Abilio Estévez, por ejemplo) obligados a compartir sus miedos y amarguras, sus salidas brillantes y agudas y sus historias de conquistas con billeteros ciegos, estibadores en paro y plomeros románticos y enamorados.

El gesto oportunista del oficialismo, de todas formas, ha permitido que las nuevas generaciones de lectores cubanos se familiaricen con sus libros prohibidos y conozcan, con el asombro de quien recibe a un viejo tío que vuelve a casa, al más importante dramaturgo de ese país, al poeta, al novelista, al editor y traductor condenado al olvido que fue amigo de Jorge Luis Borges, Vitold Gombrowicz, Victoria Ocampo y (con sus altas y sus bajas) de su compatriota José Lezama Lima.

Escritores, amigos y admiradores del mundo entero han recordado estos primeros cien años de Virgilio Piñera con artículos, conferencias y artículos periodísticos. Él, que era ateo y creía en el absurdo y en el humor negro, seguro que no ha querido recibir ni los mensajes de felicitación que se le llegaron desde otras regiones del mundo a una humilde casa de Centro Habana donde funciona, los viernes por la noche, un centro espiritista y baja sin falta el poeta matancero Gabriel de la Concepción Valdés (Plácido) muerto hacia 1840.

Un buen recuerdo a la grandeza de Piñera es la reproducción de unos versos escritos en 1976, poco después de la muerte de su conflictivo compañero de viaje José Lezama Lima, un hombre con el que tuvo, durante décadas, distancias, peleas, combates verbales y reconciliaciones. Aquí están: “Por un plazo que no pude señalar/ me llevas la ventaja de tu muerte:/ lo mismo que en la vida, fue tu suerte/ llegar primero, Yo, en segundo lugar./ Estaba escrito, ¿Dónde? En esa mar/ encrespada y terrible que es la vida/ A ti primero te cerró la herida:/ mortal combate del ser y del estar.”

Raúl Rivero
El Mundo, 11 de julio de 2012
Foto: Tomada del blog in-cubadora.

lunes, 8 de julio de 2013

Autorretrato de una jinetera


Es el primer día de Mayra en la calle. Toda la familia está en casa. Alegres por su regreso. El ambiente es muy diferente al que ella dejó antes de ir a prisión. Ya sus padres no se inmutan cuando su hijo, de 11 años, intenta hacerlos reír con cuentos burlándose del comandante.

Su madre, de espaldas, ríe el chiste del niño. Mayra está asombrada. Antes, sus padres vigilaban constantemente su vocabulario. Bajo ningún concepto, a ella le permitían hablar mal del comandante ni de la revolución. Molestos, le explicaban por qué debía estar eternamente agradecida: “Gracias a la revolución, tienes casa, estudias, no tienes que pagar cuando te enfermas”.

Sentada en el patio, respirando aire fresco, cierra los ojos y regresa nuevamente a su celda, ventanas tapiadas, aire húmedo y un fuerte olor a orine y excremento. Parpadea. Siente alivio. Sí, las cosas han cambiado en su hogar. Sus padres ahora se quejan, de "lo mala que está la cosa". Uno a uno, cuentan los 'chavitos' (centavos) en pesos convertibles, para ver si les alcanza para comprar un litro de aceite.

Mami ya cumplió 65 años. Está más gorda, desborda la silla que tiene frente a la máquina de coser. Se dedica a remendar y zurcir ropas para el vecindario. Papi está huesudo y con diez centímetros menos que hace cinco años. Le faltan dos días para cumplir los 70. Retirado de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, tiene una 'chequera' (jubilación) de 320 pesos (unos 13 dólares). Además, trabaja como sereno en una empresa cercana a su domicilio. Limpia patios y hace más dinero extra.

A Mayra le cuesta imaginar que una vez fueron a la Plaza, a gritar y apoyar eufóricos a la revolución de Fidel Castro. Soñaban entonces con un paraíso donde no existirían las desigualdades sociales, ni la explotación del hombre por el hombre. Creían en la Constitución, y la obligaron a aprenderse de memoria el pensamiento de José Martí mencionado en el Preámbulo: "Yo quiero que la ley primera de nuestra República sea el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre".

Pero cuando en los 90 llegó el 'período especial', fanáticos como sus padres perdieron los bríos. Empezaron a decirle que hablara bajito cuando ella se cagaba en la madre del que programaba esos apagones de hasta 12 horas diarias y a veces también en la madre del máximo líder. Ahora se hacen los sordomudos cuando su hijo les dice que su sueño es ser pelotero, para poder viajar, quedarse afuera y ganar mucho dinero.

Sueños como ése a ella la llevaron a 'Doña Delicias', un correccional para mujeres. Y a su mente vienen imágenes de cuando salía a 'jinetear' (prostituirse) en la Quinta Avenida, Miramar. De policías, actas de advertencia, peligrosidad social y cinco años en prisión. Todo sucedió tan rápido, ¡por estúpida! "Yo no mantengo a ningún machango”, le decía a los policías. Si les hubiese dado lo que ellos le pedían, por hacerse los de la vista gorda, no hubiera ido a la cárcel. Pero no me dejé chantajear y me embarqué. ¿Quién iba a imaginar que me complicaría de esa manera? Por culpa de esa policía hija de puta, que a la fuerza intentó besarme, la muy asquerosa. No, no me arrepiento, si me volviera a suceder haría exactamente lo mismo. Total, la vida es una ruleta rusa".

A Mayra le parece estar viendo la cara de su padre en el juicio, la misma que ponía cuando su madre le rogaba que hiciera las paces con su otro hijo, su hermano, un 'marielito', como llaman a los más de cien mil cubanos que en 1980 se fueron de Cuba por el puerto del Mariel. "Nos estábamos muriendo de hambre, pero mi padre ni a palos perdía su orgullo. Hasta que Mami se enfermó de neuritis óptica y casi se muere".

Ahora recibe remesas de Miami, 'el nido de los gusanos'. ¡Qué gracioso! Cuando entré en prisión, era el presidente del CDR, hace unos días renunció. Le llegó una carta de invitación, para visitar a su familia 'en las entrañas del monstruo'. La vida gira y gira y Mayra se pregunta qué hubiese sido de ella si no se hubiese metido a jinetera. Tal vez fuese una borracha de cantina. De todas formas, aprendió que no importa el camino que tomes, si vas en busca de sueños poco probables. "Yo sólo quería huir de toda esta mierda. Por eso entiendo a mis padres, su silencio, su tristeza".

Después de tantos sacrificios, zafra de diez millones, trabajos voluntarios, guardias obreras, actos, reuniones, marchas combatientes, consignas e informes sobre la vida de otros, para ellos no ha sido fácil reconocer que los cubanos están peor que en 1959, cuando se inició todo. Es duro aceptar que después de 53 años de 'socialismo', la promesa de que tendríamos un país perfecto haya sido una mentira.

Todavía en el patio, Mayra cierra los ojos. Su cabellera baila con el viento. Pasa suavemente su mano por el sol que tiene tatuado en el cuello. Suspira, mira a su alrededor. Con un pañuelo seca sus lágrimas. Se levanta y regresa al interior de la casa. Es la anfitriona, tiene que estar con los suyos el primer día de su libertad.

Iván García y Laritza Diversent
Blog Desde La Habana, septiembre de 2012.
Foto: Tomada de un reportaje sobre el turismo sexual en Cuba publicado en La Prensa de Honduras.

viernes, 5 de julio de 2013

Santería oficialista


Un día del pasado mes de mayo, el vicepresidente Miguel Díaz-Canel visitó el palacete en el Paseo del Prado donde radica la Asociación Cultural Yoruba. Reunido con los representantes de los Consejos de Babalaos Mayores, el número dos del gobierno les dijo: “Ustedes han sido muy fieles a la revolución”.

Nadie lo duda. No hacía falta que lo dijese el vice. Solo hay que ver las 'letras del año' de la santería oficialista, apaciguadoras y en sintonía con los Lineamientos del Partido Comunista, bien distintas de las de la santería real que emiten los babalaos de la vieja casona de La Víbora.

La santería también es un arma de la revolución. Y uno de sus negocios. Los babalaos oficialistas, además de rogar a los orishas por la salud de Fidel Castro, con cantos en toques de tambores, recaudan bastantes dólares y euros para las arcas del régimen.

Cada vez son más los extranjeros que vienen para hacer iyabó en Cuba, sin reparar en los gastos. Hacerse un santo en Cuba puede costar a un extranjero entre 900 y 4 mil dólares. El precio depende del orisha escogido (Elegguá, por ejemplo, cuesta el doble que cualquier otro santo), de la fama del babalao y de la urgencia del cliente.

En Cuba resulta más caro hacerse iyabó, pero en el mundo prefieren la Regla de Ocha de La Habana que la macumba brasileña, y los sacerdotes de Ifá cubanos que los de Nigeria, la cuna de la religión yoruba. No sólo por el aché más fuerte que pregona la Asociación Cultural Yoruba, siempre atenta al marketing místico-folklórico, sino también porque en La Habana, ocupada por la Policía Nacional Revolucionaria, hay más protección para los visitantes foráneos que en Lagos o Bahía.

Otra ventaja es que en Cuba no hay limitaciones en cuanto a la matanza de animales para alimentar con sangre los santos y las prendas.

Durante la reunión con Díaz-Canel, el presidente de la santería oficialista, Antonio Castañeda, afirmó que la Asociación cuenta con más de 30 mil miembros, de ellos 5 mil en el exterior.

Hace solo unos años eran 1,169 los asociados extranjeros. O sea, se ha más que duplicado la cifra de ahijados “yumas” vestidos de blanco, con collares (generalmente traídos de Miami para ser “curralados” en Cuba) y guerreros, que pagan bien, saludan a los orishas, chapurrean “maferefún, padrino” y adicionalmente, propagandizan por el mundo las bondades del castrismo.

Así, gracias a los negocios de los babalaos y babalochas de utilería de la Asociación Cultural Yoruba, los turistas extranjeros se están llevando de Cuba, además de tabacos, obras de arte, langostas y cotorras, el son y la crema y nata de las jineteras y los pingueros, también el aché. Quiero decir, el poco que debe quedar, si es que queda alguno. Porque dicen los que saben -y no hay por qué dudarlo- que cada vez estamos más ossobbo y con más muertos oscuros a rastras.

Luis Cino
Cubanet, 31 de mayo de 2013
Foto: Tomada de Cubanet.

miércoles, 3 de julio de 2013

La ceiba del comandante


Cruzando el túnel de La Habana, al otro lado del puerto, y luego de caminar poco más de dos kilómetros por la carretera Monumental, se encuentra enclavado el reparto Bahía. Es un barrio de edificios feos de 4 y 5 pisos y algunas torres grises de 12 plantas construidas en los años 90 con tecnología yugoslava.

En un parque de ese reparto, hace cuatro años, crece una ceiba que santeros oficialistas trasplantaron por la salud del comandante único. Según una vecina del lugar, la ceiba, que había sobrevivido a plagas y ciclones en un patio habanero, fue donada antes de morir por una madrina de santo, famosa por sus poderes.

Ocurrió el 13 de agosto de 2009, coincidiendo con el 83 cumpleaños de Fidel Castro. Ese día, el barrio se llenó de paleros, santeros y mirones. En el mayor secreto y con solemnidad, los babalaos sacrificaron gallos negros y una jicotea “que recogía todo lo malo”. Después rociaron el tronco con la sangre de los animales.

Cuando salió el sol, trasladaron la ceiba consagrada al parque y la plantaron entre toques de tambores y cantos a Olodumare. Cincuenta babalaos rogaron al poderoso orisha para que el comandante viva tanto como el árbol. Y dieron 16 vueltas a la ceiba.

No creo mucho en esas cosas. Tal vez los que ordenaron la ceremonia, tampoco. Puede que la prepararan “por si acaso existe algo” o sólo por cumplir otra orientación del Partido comunista. Pero allí está la ceiba. A ratos, aprendices de santeros y consumados babalaos, se arrodillan a orar al pie del árbol.

Hace 55 años, mientras las guerrillas bajaban del macizo montañoso de la Sierra Maestra y comenzaban su avance hacia el centro de la isla, a otro dictador, Fulgencio Batista, los babalaos, en un intento por conjurar el baño de sangre y traer la paz a la isla, un día lluvioso de 1958, le organizaron un gigantesco ebbó en el estadio de Guanabacoa, relativamente cerca de la ceiba ofrendada a Castro.

Unos meses después, el dictador se dio por vencido, y sin consultar con sus brujos, se largó a la isla portuguesa de Madeira, a disfrutar los millones que robó.

En el Parque de La Fraternidad, en el corazón de la destruida Centro Habana, majestuosa y siniestra, se yergue otra ceiba. En 1928 la mandó a sembrar otro dictador, Gerardo Machado. Se cuenta que bajo sus raíces enterró 'el daño' que preparó a sus adversarios. Los que saben de esas cosas dicen que el trabajo de brujería de Machado desgració a Cuba para siempre.

Frente a la ceiba y al lado del hotel Saratoga, reside la Asociación Yoruba de Cuba. Una casona soberbia de dos plantas. Los santeros y babalaos afiliados, de boca pa'fuera, aseguran ser leales a la ‘Revolución, el Partido y Fidel’.

Desde finales de los años 80, el gobierno concertó un trato con diferentes denominaciones religiosas existentes en Cuba. Los católicos, masones, santeros, paleros y abakuás que levantaran la mano en apoyo de la dinastía verde olivo, podían hacer sus faenas religiosas.

Pero existen desobedientes. Religiones y creyentes opositores. Se dan casos curiosos. En la Calzada Diez de Octubre, en una casa de puntal alto edificada en los años 30, reside una agrupación Yoruba independiente.

En los primeros días del mes de enero, después de lanzar los caracoles y consultar sus deidades, emiten la Letra del Año. También su homóloga oficialista anuncia su Letra. Al tener el respaldo del Estado, la radio nacional propaga los augurios de los babalaos oficialistas.

En los últimos tiempos, el gobierno apoya con inusitado interés el quehacer de los grupos creyentes. Sobre todo los afrocubanos. El Partido comunista tiene una oficina de atención a los asuntos religiosos dirigida por Caridad Diego. Los de la contrainteligencia no le quitan el ojo de arriba a determinadas asociaciones religiosas.

Sus predicciones infunden más temor que el texto de un periodista disidente. Con halagos y concesiones les dejan hacer mientras no critiquen el statu quo. Todos, sean admiradores de Sai Baba, evangelistas o espiritistas, están bajo la lupa de los servicios especiales.

Después que Castro autorizó a los religiosos afiliarse al partido comunista, algunos caciques de la nomenclatura se hicieron santo. Tienen sus 'prendas' detrás de la puerta de su casa. Y a cada rato se consultan. Al parecer, Raúl Castro no es adorador de las deidades africanas. Se rumora que es más de los placeres mundanos. Del vodka y el trago fuerte.

Pero quizás, antes que termine su mandato en 2018, los babalaos le dediquen una ceiba en el mismo parque del reparto Bahía. Al lado de la consagrada a su hermano. Por si acaso.

Iván García

Foto: Tomada del Diario de las Américas.

Ver aquí foto de Fidel Castro vestido de blanco en Guinea, uno de los países visitados durante el recorrido que hizo por África y Europa socialista entre el 3 de mayo y el 5 de julio de 1972.

Leer también: Religión y poder.

lunes, 1 de julio de 2013

Los rusos vuelven a los cielos cubanos


Aeropuerto José Martí de La Habana

Durante décadas, los Tupolev TU-95 fueron los aviones más temidos por la OTAN, que los designó como "bears" (osos). Estos bombarderos y portamisiles estratégicos, propulsados por cuatro turbohélices, protagonizaron numerosos episodios de alta tensión durante la guerra fría.

Los TU-95 empezaron a realizar vuelos transoceánicos desde Rusia al Caribe con motivo de ejercicios aeronavales conjuntos con Cuba. Así, una flotilla de barcos de guerra soviéticos compuesta por submarinos, cruceros y destructores acompañaba a buques locales por la costa de la isla, unidades que se complementaban con la poderosa presencia aérea de los bombarderos. Esos ejercicios tan alejados de Rusia servían para adiestrar tripulaciones en misiones de larga distancia con vuelos que, partiendo de la fría península de Kola, cruzaban el océano Atlántico en diagonal para aterrizar en los cálidos aeródromos caribeños.

La presencia de los cuatrimotores en Cuba fue continua durante toda la década de los 70 con destacamentos de dos o tres aviones que pasaban buena parte del año allí, hasta que se decidió establecer una base permanente con un número de aviones que oscilaba entre los cuatro y los doce a partir de 1981. Inicialmente, los Tupolev operaron desde el aeropuerto Jose Martí, pero luego fueron trasladados a la base aérea de San Antonio de los Baños, a unos 25 kilómetros al suroeste de La Habana.

Al contrario de lo que algunas fuentes indican, este aeródromo no fue construido por la URSS, sino que fue obra de la USAF, las Fuerzas Aéreas de los Estados Unidos de América, que en plena Segunda Guerra Mundial quiso tener una base estratégica en la zona, aunque su presencia fue breve: se limitó a cuatro años, cediéndola al Gobierno cubano en 1946; al dejar de ser útil, centrando todo su interés en la celebérrima base de Guantánamo. En uno de tantos alardes de culto a la personalidad, las instalaciones de San Antonio se rebautizaron como 'Base Batista' en homenaje al presidente Fulgencio Batista, depuesto en 1959 tras el triunfo de una Revolución que hoy sigue en vigor.

En 1962, el campo de vuelo tuvo un importante protagonismo en la célebre "Crisis de los Misiles", uno de los puntos cumbres de las tensiones entre Estados Unidos y la Unión Soviética, con Cuba como tablero, en el que durante semanas se decidió si el lugar se convertía en potencia nuclear. El 27 de octubre, a pesar del derribo de un avión espía americano U2, el presidente ruso Nikita Kruschev acordó con su homólogo americano, John Fitzgerald Kennedy, desmontar las bases con misiles nucleares en Cuba, a cambio del compromiso de EEUU, de no invadir la isla, ni dar apoyo a cualquier otro país que lo intentase.

Rebajar la tensión no indicaba que las espadas no siguieran en alto, por lo que la URSS siguió apoyando de continuo al régimen castrista. En el tema particular de la base San Antonio de los Baños, las antiguas instalaciones norteamericanas fueron ampliadas y mejoradas, con la construcción de nuevas plataformas de aparcamiento, alargamientos de las pistas de vuelo y la edificación de una serie de hangares camuflados a lo largo de todo el campo de vuelo para cobijar unos setenta cazas de ataque, muchos de estos en alerta temprana, para salir de inmediato a volar en caso de invasión del espacio aéreo nacional o ataque inminente.

Otras de las zonas renovadas permitían la operación óptima de los Tupolev 95, que a partir de los 70 y casi a diario en los 80 despegaban por parejas, para patrullar bordeando las aguas territoriales norteamericanas desde Cuba hasta llegar a la altura de Washington y Nueva York, vuelos que acabaron siendo casi rutinarios para ambos bandos y que servían para mantener engrasadas las maquinarias bélicas de los dos lados del telón de acero.

La caída del muro, el Pacto de Varsovia y el final de la URSS afectaron de pleno a la base aérea, que vivió una drástica disminución de personal, actividad y vuelos debido al radical cierre del grifo económico de Moscú. Los destacamentos rusos se fueron retirando progresivamente a finales de los 80 y las aeronaves de la Fuerza Aérea Revolucionaria de Cuba vieron enormemente mermada su operatividad.

El restringidísimo presupuesto para mantenimiento de aviones e instalaciones, unido al clima local, han hecho que edificios, pistas y hangares hayan envejecido de modo notable, aunque nunca se haya dejado de volar desde allí. Las fotos de diferentes satélites descubren que parte de las pistas auxiliares están cubiertas por vegetación y que hay un buen número de aviones inoperativos del tipo MIG-21 y MIG-23 aparcados en diferentes plataformas y probablemente haya más, almacenados en los hangares diseminados por todo el recinto.

Curiosamente el Estado que dejó de apoyar económicamente el desarrollo del país en general y de esta base aérea en particular, va a ser el que va a dar una nueva vida al lugar: desde el año pasado, Rusia y Cuba vuelven a trabajar mano a mano en una comisión de trabajo intergubernamental para cooperar en los campos de la economía, ciencia e industria. Uno de los planes destacados es la mejora del transporte aéreo nacional, muy mermado por el escaso presupuesto que tiene el Gobierno de Raúl Castro para desarrollarlo.

Hace unos días, la agencia de noticias Ria Novosti confirmó que el viceministro de Transporte de Rusia, Serguéi Áristov, aprobó parte de los planes de cooperación entre los Gobiernos de Moscú y La Habana, un programa de cooperación hasta 2020 que contempla, además de la construcción del nuevo aeropuerto de la capital, (precisamente aprovechando la ya existente base aérea de San Antonio en sustitución del actual), la creación de una compañía aérea ruso-cubana que vuele al interior del país y hacia Latinoamérica.

Hoy, el José Martí, antiguamente "aeropuerto Rancho Boyeros" es el principal aeródromo comercial del país. Sus cuatro terminales de pasajeros, además de una de carga, están muy segregadas y en algunos casos necesitan algo más que una remodelación. En toda la República de Cuba hay 25 instalaciones aeroportuarias, de las que 10 pueden recibir tráfico internacional.

Los ciudadanos rusos empezaron a interesarse de nuevo turísticamente por Cuba a finales de la primera década del siglo, cuando empezaron a programarse vuelos extraordinarios de Transaero, que curiosamente se operan con una aeronave simbólica de la industria norteamericana: el Boeing 747, mientras que la compañía local, Cubana de Aviación, se ha mantenido, desde hace más de 50 años, fiel –con excepciones muy puntuales– a las aeronaves de fabricación rusa y ucraniana, como los Tupolev, Ilyushin o Yakovlev.

Precisamente estos días Cuba recibirá el primer Antonov 148, un avión de nueva generación para sus rutas de corto y medio alcance, mientras que para los vuelos entre La Habana y Madrid se vuela en Ilyushin 96. Otro caso es la ruta de Moscú. En este caso, la aerolínea estatal confía en los Airbus A330 de Aeroflot, volando en código compartido este largo enlace de 11 horas y media. Ahora los rusos ya no van tan solo para visitar, sino que muchos ya están estableciéndose y aprovechando las oportunidades que les brinda el Gobierno.

Así, tras dos décadas, los rusos vuelven a Cuba, en un escenario nuevo y quizá con cambios a la vista, para dominar una vez más el cielo caribeño, esta vez no con cazas, bases aéreas y bombarderos, sino con aeropuertos comerciales, aviones civiles y compañías de transporte.

Javier Ortega Figueiral
El Diario, 24 de abril de 2013 .