miércoles, 31 de agosto de 2011

En San Leopoldo estuvo Doña Sofía


Ese trozo de geografía habanera es un cuadrilátero con fronteras hacia las calles Zanja, Belascoaín, Galiano y San Lázaro. Y, como todas las calles del municipio Centro Habana, desembocan en el malecón.

San Leopoldo es un barrio mayoritariamente negro y mestizo. Sucio y pobre. Muchas de sus casas se mantienen en pie por un milagro de la física. Cuna de jineteras de lujo y chulos famosos, que han hecho plata vendiendo historias en la prensa rosa de España.

Pero también es barriada de gente simple, que se levanta a las 4 de la madrugada para ir a trabajar en la construcción, asfaltando vías o como panadero. O que nunca han trabajado.
Para qué trabajar, piensan los muchachos que suelen 'hacer media' (pasar el tiempo) en las esquinas del suburbio.

Cualquier mañana para ellos es buena para hurtar una cámara fotográfica o una cartera abultada a un despistado turista. Figura entre los barrios con más altos índices de delincuencia y desocupación de la capital.

Las esquinas de San Leopoldo sirven a la vez de pasarela. Una mulata despampanante ligó a un canadiense millonario. Y un joven negro sin futuro, que solía enfundarse una bermuda apretada que le marcara 'el paquete' (pene), ahora vive en Europa a todo trapo. Ésos son los héroes del barrio.

Los tipos de éxito. Los que tienen leyendas. Los que todas las noches entre tragos de ron, los más jóvenes quieren imitar. Porque han podido irse lejos, viven bien y envían grandes mesadas a los suyos.

En esos barrios pobres de La Habana los ídolos no son Fidel Castro ni el Che Guevara. No. Son los vecinos de tu propia cuartería que han triunfado en cualquier rincón del mundo. O algún connotado delincuente que hizo “un buen pan” (dinero) de miles de euros y se hizo el Ifá o "santo" (costosa ceremonia de la santería cubana).

También con buenos ojos se ven a las personas “luchadoras”, a la gente que se busca los pesos sin permiso estatal. En San Leopoldo se lucra con todo. Negras obesas como la protagonista del filme Precious, limpian pisos en casas particulares o planchan y lavan ropa para el vecindario.

Tipos que hace años viven ilegales en La Habana. Nacieron en un paraje perdido de la Sierra Maestra y la mala vida los hizo recalar en la capital para ganarse unos cuantos pesos. Para lograrlo hacen de todo. Son albañiles, plomeros (fontaneros) o aguadores, dedicados a cargar cubos de agua. Sí, cargar agua es un negocio lucrativo en zonas de la parte antigua de la ciudad, donde escasea el preciado líquido. Cobran 60 pesos (unos 2.50 dólares) por llenar un tanque de 55 galones.

Cuando usted camina por estas calles, te ofertan de todo. Desde drogas, cajitas de comida y leche en polvo, hasta una pistola Makarov o una docena de huevos frescos. Por donde quiera encuentras santeros, babalaos y paleros (practicantes de creencias afrocubanas).

Y cómo no. Espiritistas, cartománticas, curanderos y médicos milagrosos como Lino Tomasén, negro gigante que siempre está fumando un tabaco, famoso por haber curado con la yema de los dedos a personas que ya daban por muertas.

El barrio de San Leopoldo es la meca del mercado negro. Y de excelentes 'paladares' (restaurantes privados), que han tenido que cerrar por los abusivos impuestos estatales. Pero en la oscuridad de la noche siguen funcionando, al igual que las casas de citas y de juegos o los cabarets privados, todos jugándole cabeza a la policía y los inspectores.

En este barrio negro y pobre, donde los héroes son jineteras, chulos y delincuentes, aún se recuerda con gratitud la noche del domingo 14 de noviembre de 1999, cuando Doña Sofía, la reina de España, cenó en la 'paladar' La Guarida. Una visita que no fue reportada por la prensa oficial, pero sí por una periodista independiente: La Reina de España en una paladar de San Leopoldo.

El maleconazo en 1994 es otra de las estampas favoritas en la memoria de los viejos de San Leopoldo, quienes en sus taburetes cuentan historias de aquel día. Cómo olvidar ese 5 de agosto, cuando cientos de personas del barrio dijeron hasta aquí, y rompieron vidrieras de tiendas por divisas que vendían lo que ellos no podían comprar.

Luego se apareció Fidel Castro y a los mismos vecinos que tiraban piedras y volcaban autos policiales, les vino el miedo al cuerpo y comenzaron a gritar lo que siempre de forma mecánica habían aprendido en toda su existencia: “Viva Fidel”.

En el barrio de San Leopoldo, donde cualquier asunto es cosa de negocio, la gente se agolpa en las esquinas esperando que la suerte les cambie sus vidas. Mientras los niños practican béisbol en las calles con tapas escachadas de botellas o pelotas de goma.

En ese cuadrilátero que conforman las calles Zanja, Belascoaín, Galiano y San Lázaro, habita la gente de la ciudad que piensa más rápido que cualquier otro habanero.

Iván García
Foto: AFP. Turistas llegan a la 'paladar' La Guarida, en Concordia 418 entre Gervasio y Escobar, Centro Habana. Este trabajo fue publicado en El Mundo/América el 25 de febrero de 2010 con el título El barrio donde estuvo la Reina de España.

martes, 30 de agosto de 2011

"El Che no consideraría verdaderas revoluciones las revueltas árabes"


Es un día de combate en Sierra Maestra. Ernesto Guevara está solo y huye al ser descubierto por guardias del dictador Batista. Esa misma noche, el guerrillero relata lo ocurrido en su cuaderno de campaña y concluye: "Sentí algo que nunca sentí: la necesidad de sobrevivir. Tendré que corregir eso la próxima vez".

El episodio aparece en las pequeñas libretas de notas que el Che escribió durante su estancia en Sierra Maestra, a las que hasta ahora solo había tenido acceso completo el reportero Jon Lee Anderson para escribir Che Guevara. Una vida revolucionaria, considerada la mejor biografía sobre el mítico revolucionario.

Coincidiendo con la celebración oficial del 83 aniversario de su nacimiento -en realidad nació un mes antes, pero su familia falseó la fecha porque fue concebido antes de que sus padres contrajeran matrimonio-, se publican por primera vez de forma íntegra con el título de Diario de un combatiente. "Son reveladoras, a pesar de que buena parte ya se conocía a través de otros textos. En ellas se puede ver cómo Ernesto Guevara se convirtió en el Che", explica Anderson por teléfono, celebrando la desclasificación de los apuntes.

Los diarios son una muestra sin precedentes de cómo se forja el guerrillero. Su obsesión por ser alguien que no teme a la muerte, de superar su naturaleza humana. "Un relato esclarecedor es el que cuenta cómo ejecuta personalmente al primer traidor, en el segundo mes de revolución, algo que no se supo hasta que se conocieron estas notas. Explica secamente cómo lo hizo, las últimas palabras del muerto y una única observación: esa noche no sintió asma", dice Anderson. La escritura es áspera, no hay intención literaria y algunos pasajes no tienen jugo histórico, pero su lectura resulta fascinante, asegura el biógrafo.

"Los cuadernos son la materia prima que el Che utilizó para publicar años más tarde su famoso Pasajes de la guerra revolucionaria, un libro que elaboró de forma muy consciente, a modo de parábolas de la revolución, para fijar la crónica de los sucesos. Y es muy interesante ir de las notas al libro para ver cómo va extrayendo y limando esa materia prima".

No hay duda de que la experiencia directa del Che en la Sierra Maestra despertará interés más allá de su valor como documento histórico. Allí donde hay un intento de desafío al statu quo, aparece la famosa fotografía que Korda le tomó en 1960, sea cual sea el origen del movimiento y el lugar donde se produzca.

"Pero el mundo no es tan blanco ni tan negro como lo era en tiempos del Che y su postura sería muy compleja. Por ejemplo, no consideraría verdaderas revoluciones las revueltas en el mundo árabe porque las vería carentes de ideología. Por otro lado, en público se vería obligado a situarse en la crítica oficial al imperialismo estadounidense y a la intervención en Libia, pero en privado se sentiría incómodo con la corrupción y la manera de actuar de esos Gobiernos", reflexiona Jon Lee Anderson.

Aparte de un acercamiento a la figura del Che, los cuadernos ofrecen la apasionante crónica de cómo se fragua una revolución en dos años. "La etapa de Sierra Maestra fue crucial. En ese tiempo la guerrilla cuajó la revolución, adoptó una ideología y tomó el rumbo de la izquierda", subraya Anderson. Un proceso que se refleja en los diarios a través de sus comentarios sobre el día a día de la batalla, relatos de escaramuzas, observaciones sobre compañeros de lucha y recelos hacia algunos de ellos, incluido el propio Fidel Castro.

"Algunas de estas notas resultan políticamente incorrectas y causaron indignación en algunas personas en Cuba cuando aparecieron en mi libro", recuerda Anderson. ¿Por eso han pasado tantos años escondidas en los archivos del Centro de Estudios Che Guevara en La Habana? Según los editores, tienen errores ortográficos e imprecisiones, lo que, unido a la falta de páginas importantes, habría determinado que no se hubieran publicado de manera íntegra. Ahora, después de una "revisión exhaustiva", muchas han sido rectificadas.

Raquel Vidales

El País, 14 de junio de 2011
Foto: Hani Mohammed, AP. Una mujer con un retrato del Che durante una manifestación en Yemen contra el presidente Saleh.

lunes, 29 de agosto de 2011

El calzado, un dolor de cabeza en Cuba

Comprar un par de zapatos nuevos es un dolor de cabeza para los cubanos de a pie. Dos son las maneras de adquirir calzado en Cuba: comprárselo a un artesano privado o pagando en cualquier tienda estatal con moneda dura. No hay otra.

Últimamente, pululan en La Habana sitios de venta de zapatos de uso o elaborados por particulares. Uno de los más concurridos está ubicado en la calle Monte, no muy lejos del Capitolio Nacional. En un bazar de dos pisos, siempre atestado, donde las personas chocan entre sí y se respira un aire viciado. No solamente venden zapatos artesanales. También pacotilla textil de dudosa calidad y procedencia.

Ante el apremio y la escasez crónica de calzado, numerosos artesanos llevan años ganando dinero con la confección de zapatos de cuero. Como Osmany, un tipo de ojos saltones que llegó desde Yateras, Guantánamo, a mil kilómetros de la capital, escapando de la miseria y la falta de dinero y futuro.

Ahora vive en un cuarto bien amueblado en El Calvario, barrio al sur de la ciudad. En su casa tiene montado un taller para fabricar zapatos de niños, mujeres y hombres. “Trato de estar al tanto de los ultimas tendencias en el mundo del calzado. Diariamente produzco de 10 a 15 pares. Cada par suelo venderlo a 130 pesos a un intermediario, quien luego lo revende en el doble o más. Tengo licencia, pago impuestos y tres trabajadores a mi cargo”, cuenta Osmany.

Los modelos que elaboran los zapateros privados son vistosos, pero su calidad por lo general deja que desear. Si quiere comprobarlo, pregúntele a Ramón, obrero de una fábrica de acero que labora diez horas diarias para ganar 800 pesos al mes (35 dólares). Tiene tres hijos y su esposa es ama de casa.

Sus problemas empiezan a la hora de calzar a su familia. Los zapatos artesanales cuestan entre 12 y 40 dólares. Están entre los más baratos vendidos en Cuba. En las tiendas por divisas su precio es mayor. Escandaloso para muchos.

Los hijos de Ramón entran a menudo en las boutiques habaneras y se quedan con la boca abierta, al ver la variedad de modelos y marcas. Pero solo pueden mirar. Los precios no están al alcance del bolsillo de su padre.

“La opción es adquirirlos en ferias artesanales, que salen muy malos. A los 3 meses se despega la suela, y cuando se mojan con los aguaceros, la piel se encoge y se destiñe. Pero no los botamos. Nada de eso. Los reparamos una y otra vez con los zapateros remendones”, apunta Ramón.

En la isla siempre tuvieron tradición los gremios de zapateros, peleteros y limpiabotas. Hoy, reparar calzado es uno de los oficios más extendidos. Verdaderos magos, como Luis, que asegura que el calzado en Cuba tiene más vida que un gato.

“He recuperado zapatos que sus dueños daban por inservibles. La gente pobre, que es mayoría, tiene que intentar que el calzado como mínimo le dure 8 años o más. El infierno chiquito de muchas familias es cuando a los hijos pequeños dejan de servirle los zapatos. Aún no he descubierto la formula de aumentar su tamaño”, comenta jocoso Luis.

Ciertamente, cuando los padres tienen que comprarle zapatos a sus hijos quisieran huir a la luna. Entre la escuela, donde los niños desbaratan los tenis en cuestión de meses, y el pie que les crece por día, a la hora de adquirir un par nuevo, hay familias que calculadora en mano, discuten de dónde sacar plata, para comprar un calzado lo más duradero posible.

Quizás por eso, las peticiones de jineteras y buscavidas a los turistas, las encabezan los zapatos. Quienes tienen parientes al otro lado del charco escapan. Sus familiares se los envían con 'mulas' o con los dólares girados los compran en una shopping.

Los precios son de apaga y vámonos. Tome nota. Un par de Adidas, no el último modelo, cuesta más de 120 dólares. Los Nike por el estilo. Converse y New Balance entre 80 y 90. Los los zapatos de cuero, italianos o brasileños, pueden valer de 50 a 130 dólares. Recuerde que en Cuba, en el mejor de los casos, un trabajador cobra al mes el equivalente a 20 dólares.

La opción más barata es comprar los zapatos duros y feos vendidos entre 6 y 12 dólares en cualquier tienda del país. Y no faltan los que como Ernesto, jubilado, para ahorrar calzado la mayor parte del tiempo anda en chancletas.

El presidente Raúl Castro ha dicho que la comida es un asunto de seguridad nacional. Olvidó incluir el calzado. Una industria que tuvo una historia antes de 1959, con una amplia producción de zapatos, bolsos y cintos de cuero y hasta de piel de cocodrilo.

Cuando una banda de rateros asaltan a una persona en la calle, además del dinero, también cargan con los zapatos. No hay estadísticas de los jóvenes mutilados, incluso muertos, a consecuencia de los navajazos para apropiarse de un par de Nike o Adidas. Es la manera que tienen los marginales de sustituir su calzado roto.


Iván García

Foto: Venta de zapatos de uso.

domingo, 28 de agosto de 2011

Órganos humanos a la carta


Se oye hablar a menudo de oscuros traficantes de órganos, de niños o incluso de adultos que desaparecen en plena calle para que sus riñones o su hígado reaparezcan «mágicamente» en otro cuerpo al otro lado del mundo. Parecen historias de terror pensadas para hacer subir la adrenalina y luego volverlas a aparcar en el cajón de lo excepcional o directamente fantástico. Hasta ahora y hasta aquí. Un periodista norteamericano, Scott Cagney, ha dedicado seis años de su vida a investigar «the red market», el mercado rojo. Y ha llegado a conclusiones espeluznantes.

Prácticamente cada parte del cuerpo humano tiene un precio, que oscila enormemente de un mercado a otro. Una pinta (473 mililitros) de sangre se paga a 25 dólares en la India, pero puede alcanzar los 337 dólares en Estados Unidos. Entonces en la India han salido «emprendedores» que, no satisfechos con revender cara la sangre que compran barata, tratan de aumentar todavía más el margen de beneficio obteniéndola gratis.

¿Cómo? Pues en siniestras «granjas de sangre» donde mantienen a gente cautiva durante años «sangrándola» -como si la ordeñaran- entre una y tres veces a la semana. Los candidatos a alimentar estas granjas a veces han accedido a ello porque viven en la miseria y en la mayor desesperación. Otras veces han sido simplemente secuestrados en una parada de autobús.

En Estados Unidos se llegan a pagar 24.400 dólares por la implantación de córneas que pueden obtenerse legalmente a través de donaciones voluntarias -de hecho Estados Unidos las exporta- o ilegalmente. En 2001, un cirujano chino declaró ante el Congreso estadounidense que él personalmente había vendido cientos de córneas, junto con riñones y muestras de piel, de prisioneros ejecutados en su país.

Obtener legalmente un trasplante de corazón puede suponer un dispendio cercano al millón de dólares y soportar una angustiosa lista de espera para acceder al órgano en sí. Ilegalmente hay quien lo consigue por 119.000 dólares. Nuevamente, el mayor suministro parece proceder de prisioneros chinos ejecutados. Lo mismo para las donaciones ilegales de hígados, que pueden resolverse por unos 157.000 dólares.

Pero como se puede donar una parte del hígado y seguir viviendo, aquí los ejecutados chinos «compiten» con personas extremadamente miserables en la India y en Filipinas, que unas veces más voluntariamente, otras menos, entran en este mercado.

¿Y qué pasa con la donación estrella, los riñones? En Estados Unidos o en Europa las listas de espera se prolongan por años y años. Pero el mercado rojo internacional es floreciente y, una vez más, extremadamente competitivo: un riñón nuevo cuesta 62.000 dólares en China pero «solo» 15.000 en la India. Se abren a su vez mercados emergentes en Indonesia, Pakistán y Kosovo, donde en 2008 empezó a funcionar una red de tráfico de este tipo de órganos investigada de cerca por Scott Cagney.

¿Y no es enormemente peligroso investigar esto? Cagney, que cuando hablamos con él se muestra amable sin dejar de dárselas de tipo duro (¿una mezcla de periodista y de Indiana Jones?) le quita hierro al asunto, lo cual dice mucho en su favor. «He sentido más miedo cuando investigaba otras cosas, como los niños raptados por la mafia», asegura.

Y es verdad que lo que más sorprende de su libro es lo inmensamente cerca que llega a su objetivo. No solo muestra fotos de las víctimas sino de sus verdugos. A veces vemos a cara descubierta al personal sanitario que realiza, o mejor sería decir que perpetra, algunas de las extracciones de órganos que luego se venderán por ahí al mejor postor. «Muchos de ellos no pertenecen a las mafias y además no tienen la sensación de estar haciendo nada malo; al contrario, incluso piensan que hacen una buena cosa, que ayudan a salvar vidas», nos comenta Cagney, entre endurecido y perplejo.

Antes de horrorizarnos porque esas personas piensen así, tal vez habría que preguntarse hasta qué punto no pensamos así nosotros mismos. Hasta qué punto todo este tráfico no se origina en nuestra aberrante ilusión de normalidad. Ni sé cómo, hablando con Cagney, me he descubierto preguntándole: «Pero, ¿qué haría usted si una persona muy querida, su mujer o su hijo, necesitara desesperadamente un órgano, y ésta fuese la única manera de conseguirlo?». Silencio profundo. Sin duda porque acabo de colocarle la pregunta del millón de dólares, pienso satisfecha.

Pero hete aquí que, cuando menos me lo espero, me salta a la cara la respuesta del millón y medio: «Su pregunta parte de una premisa falsa, ¿no se da cuenta? ¿No se da cuenta de que para preguntar eso hay que considerar una opción viable, aunque sea extrema, la de disponer del cuerpo de una persona en beneficio de otra?». Touchée. Es verdad. Es como si le hubiéramos preguntado a cuánta gente estaría dispuesto a asesinar para salvar a un ser querido.

Rápidamente Cagney nos rescata de nuestra culpabilidad y nuestra angustia haciéndonos ver que medio mundo conspira en la sombra para «ayudarnos» a ver las cosas así. A pensar en estos términos utilitarios de otros seres humanos. Por un lado tenemos avances médicos que han multiplicado -aunque no para todos- la esperanza de vida y las posibilidades de curar muchas cosas que hasta hace poco no tenían remedio. Por otro lado tenemos millones de personas sumidas en la pobreza y el oscurantismo e incluso en culturas donde la vida humana individual tiene un valor relativo si se compara con el que tiene en Occidente. En el momento en que la oferta y la demanda coinciden, cierta ecuación monstruosa empieza a tomar forma.

Es una monstruosidad bilateral. Por un lado están los donantes a la fuerza, por otro lado los receptores de unos órganos que, dado su turbio origen, nadie puede garantizar que estén en perfecto estado de conservación. Al proceder de personas desnutridas, desvalidas y con los lógicos problemas de salud asociados a estas condiciones, puede pasar cualquier cosa.

Este ha sido a veces el argumento para oponerse a que personas que cumplen condena en Estados Unidos «compren» su libertad donando órganos, como ocurrió bastante recientemente: dos hermanas con una larga condena por robo fueron indultadas a cambio de que una donara un riñón a la otra, liberando así al estado de costosas facturas por su tratamiento de diálisis.

Los tentáculos del mercado rojo son variados, son enormes y a veces parecen o incluso son inocentes. No todo es arrancar sangre o hígados por la fuerza. Por ejemplo las favorecedoras extensiones de pelo humano con que muchas nos hemos adornado alguna vez -quien esto firma adquirió unos mechones en 2002 en Estados Unidos por alrededor de 200 dólares- proceden en muchos casos de donaciones a un templo hinduista en el sur de la India, regido por una deidad que en teoría destruye los pecados de los creyentes que le hacen ofrendas. Entonces resulta que una joven india se corta la melena para agradar a su dios, y esa melena acaba en una inconsciente cabecita occidental. Y alguien que está en medio se embolsa al cabo del año unos cuantos miles o incluso millones de dólares.

Este es sólo un ejemplo, relativamente inocuo, aunque no del todo, de la colosal ignorancia en que se funda todo el invento. ¿Seguiríamos comprando extensiones de pelo si conociéramos con precisión su origen y su historia? ¿O pagando a madres de alquiler si supiéramos cómo y por qué y en qué condiciones llegan a serlo? ¿O adoptando niños sin preguntar de dónde salen? ¿O adquiriendo óvulos para tratamientos de fertilidad donados por inmigrantes sin papeles? ¿O dando por hecho que no hace ninguna falta donar sangre, porque, total, seguro que cuando nosotros la necesitemos el hospital ya la sacará de algún sitio?

«La transparencia es la clave para atajar los abusos, es la única salvaguarda posible», afirma Scott Cagney, categórico. Empezar por saber de dónde proceden los órganos o funciones corporales parece esencial para poner orden en los mercados, en los rojos, en los negros o incluso en los blancos.

Y es que en los mismos circuitos legales ha habido controversia sobre si es mejor pagar por las donaciones o fiarlo todo al altruismo. Ambas opciones han demostrado tener inconvenientes, lo cual lleva a menudo a tirar por el camino de en medio, no siempre con mala intención o con afán de lucro. Por ejemplo en Estados Unidos hace tiempo que funciona una red de donaciones voluntarias alternativas a la red oficial y a sus desesperantes, a veces criminales, listas de espera. Ciudadanos que un buen día deciden donar un riñón a un desconocido porque sí. Mientras no acepten dinero a cambio, es perfectamente legal.

Otra cosa es cómo se engrana eso en una industria sanitaria donde, aunque el órgano pueda ser gratis por ley, no lo es nada de lo que le rodea: ni la conservación, ni el trasplante en sí, ni mucho menos la atención necesaria para recuperarse después de donar. «En el momento en que entra el dinero en juego, todo se corrompe o puede corromperse», sentencia Cagney.

Anna Grau
ABC, 4 de julio de 2011

Foto: Scott Cagney. Madres de alquiler en una clínica de la India. Se las mantiene vigiladas durante todo el embarazo.

sábado, 27 de agosto de 2011

Morirse ya no es tan barato en la isla


El crematorio ubicado en el poblado de Guanabacoa es un edificio limpio y con un trato amable y personalizado. Anabel, 49 años, no tiene quejas. El último deseo de su madre, fallecida de un cáncer terminal, fue que incineraran su cuerpo.

Pero la tarifa del crematorio hizo saltar a Anabel como un resorte. “Hace un par de años, cuando incineraron a mi padre pagamos 50 pesos (2 dólares). Ahora el servicio se elevó a 300 pesos (13 dólares), lo cual me parece excesivo”.

El alza silenciosa en los precios de la asistencia necrológica promete crecer. En una isla donde los rumores son más creíbles que las noticias publicadas por la prensa, con fuerza se comenta el posible anuncio de una disposición estatal para cobrar los velorios, hasta ahora gratuitos.

En su afán de desmontar meticulosamente los engorrosos subsidios oficiales, que según sus asesores lastra el buen funcionamiento de la economía cubana, el presidente Raúl Castro pretende eliminar de golpe y porrazo las ‘gratuidades’, una de las banderas enarboladas hace 52 años por la revolución de Fidel Castro.

En ese futuro diseñado por tecnócratas de verde olivo, se le dirá adiós a la cartilla de racionamiento y un millón 300 mil trabajadores irán al paro. También prestaciones subsidiadas por el Estado, como el cine, espectáculos deportivos y los servicios funerarios tendrán una subida de precio.

La pista la dio el periodista independiente Moisés Leonardo Rodríguez, en una nota publicada en un sitio cubano de Miami. Según Rodríguez, por las asistencias necrológicas se cobrarían entre 1,500 y 1,800 pesos (65 y 75 dólares).

Esa cantidad de dinero equivale a siete veces el salario mínimo de 225 pesos. Fuentes consultadas en la Funeraria Rivero, situada en la barriada habanera del Vedado, confirmaron la noticia.

“Además de las cajas de muertos, se cobrarán velas, bombillos y se alquilarán las sillas y sillones. El coche fúnebre también será más caro”, aseguraron empleados de la funeraria.

Durante los años 60, el gobierno de Castro, quien por ese entonces tenía un discurso populista y a favor de los humildes, intervino las funerarias y sus servicios fueron prestados gratuitamente.

Eran otros tiempos. Las urgencias para detener la caída al barranco de la frágil economía cubana han provocado mano dura y medidas draconianas, similares a las terapias de choque aplicadas en sociedades capitalistas.

La noticia del periodista independiente corrió veloz entre los cubanos con acceso a internet. Elena, empleada de una firma alimenticia, comentó que el torniquete estatal para contener la hemorragia de la crisis es demasiado riguroso.

“En un año, es difícil cambiar la mentalidad de personas acostumbradas a vivir con la boca abierta, esperando que el Estado te dé la papilla. La eliminación de golpe de numerosos subsidios, además de traer descontento, pudiera convertirse en una chispa que desencadenara protestas”, subraya Elena.

Otro gran problema, es que el gobierno no hace ninguna mención a una subida de salarios que compense en algo la supresión de subsidios y los precios vertiginosamente disparados.

En un país repleto de carencias materiales, donde circulan dos monedas y los salarios de los trabajadores son una burla, ya no sólo es difícil afrontar la carestía de la vida. Ahora la muerte también tiene un alto costo.


Iván García

Foto: Cementerio de Colón en La Habana.

viernes, 26 de agosto de 2011

Se cierra el cerco


Algunos especulan que el régimen ganará la batalla. Otros prefieren no prestar atención a los rumores sobre la nueva estrategia que sacará del aire al enemigo. Para estos últimos, lo importante es seguir disfrutando de las programaciones de las televisoras hispanas de Florida y dejar a un lado los comentarios que adelantan una ofensiva final del gobierno.

Poco a poco se han articulado, en la capital cubana, cientos, o miles, de redes de cables ilegales, que van de casa en casa, a través de patios y azoteas, por encima o subterráneamente, y permiten compartir la señal de televisión foránea, a pesar de los frecuentes operativos policiales, que hasta el momento no han logrado desmantelar las conexiones satelitales.

Al frente de este lucrativo negocio, están quienes pueden pagar los equipos de recepción, con los componentes necesarios, para recibir y distribuir el contenido de los canales 23 y 51 de Miami. Ellos originan cada red y cobran por el servicio. El precio oscila entre los 6 y 12 dólares al mes, medio mes de salario para cualquier cubano. Incluso existen rebajas para las familias de bajos ingresos, y también está la opción pagar a plazos.

Hasta ahora, ninguno de los métodos empleados por el gobierno para eliminar el fenómeno que tanto le preocupa, ha sido exitoso. Desaparece una red y surgen diez. Entre los motivos que explican la continuidad de lo que se tipifica como un delito en el código penal, habría que citar los sobornos a los jefes de sector de la policía y otros funcionarios vinculados a la empresa de telecomunicaciones, que, por el precio requerido, alertan sobre la hora y el día de las redadas.

La nueva estrategia sería activar los mecanismos de vigilancia y delación tradicionales, establecidos a nivel de cuadra. El nuevo plan a implementar en las próximas semanas para acabar con la referida ilegalidad, es darles un ultimátum a las Comités de Defensa de las Revolución (CDR), para que delaten a los infractores en sus cuadras.

El incumplimiento de la disposición conllevaría medidas disciplinarias, con sus respectivas afectaciones laborales y sociales, que -el gobierno espera- muy pocos estarían dispuestos a enfrentar. La delación entre vecinos, que parecía “adormecida”, vuelve a los primeros planos, aunque en realidad nunca ha dejado de estar presente cuando observamos la historia de Cuba desde el comienzo del socialismo, hace medio siglo.

Miles de cubanos desean seguir en su viaje virtual por un mundo que les han prohibido. Prefieren los chismes de la farándula a los discursos antiimperialistas. Los anuncios de las rebajas de Wal-Mart, que el nuevo culebrón de las enfermedades y tratamientos de Hugo Chávez en La Habana. Las telenovelas antes que la cuadrada Mesa Redonda.

-Nos conformamos con ver algo diferente. Este comunismo es muy aburrido. Al menos con la televisión de allá tenemos un aliciente, un motivo para soñar despiertos.

Marta Vega habla con desenfado y con cierta tristeza ante la posibilidad de que los chivatos del Comité le pongan fin al combustible con que sueña mientras espera un futuro mejor.

Jorge Olivera
Cubanet, 7 de julio de 2011

jueves, 25 de agosto de 2011

100 dólares en la Cuba de hoy


Rigoberto todavía recuerda el olor de los billetes verdes mensualmente enviados desde Nueva Jersey por su hermano. “Estaban tan estirados que usted los podía parar en fila uno detrás del otro. Con los 250 dólares que me giraba, se podía comprar casi dos veces más que ahora”, recuerda a la salida de una pequeña sucursal de la Western Unión, ubicada en el 'mall' de Carlos III, donde acababa de cobrar 300 dólares.

Pero en 2005, Fidel Castro fue pillado por autoridades del Departamento del Tesoro de Estados Unidos cambiando billetes viejos por nuevo, en una cuenta de 4 mil millones de dólares que entidades cubanas tenían depositados en sucursales del banco suizo UBS. Esto provocó una multa de 100 millones de dólares que el banco helvético pagó sin chistar, pero rompió sus transacciones con Cuba.

Entonces un Castro notablemente crispado le colocó un ‘impuesto revolucionario’ del 20% a la moneda de su enemigo público número uno. De paso, le cargó un gravamen del 8% al resto de las divisas. Como consecuencia, el poder adquisitivo del dólar cayó en barrena. Ya antes del excesivo impuesto al dólar, las tiendas por divisas en Cuba habían subido entre un 15 y un 30% el valor a sus mercancías.

Cada año, en particular desde la Florida, los más de 800 mil cubanos que allí residen envían unos mil millones de dólares a sus parientes en la isla, por la Western Unión, mediante 'mulas' o agencias que como flores surgen.

Ese misma cantidad, en 1999 tenía una capacidad de compra de 1.40 superior comparado con la actual. Les pongo un ejemplo. Con 100 dólares, en 2011 usted puede adquirir 60 dólares de los bienes que compraba en el 99. Ahora mismo, los precios del aceite comestible en divisas han sido aumentados: el de fabricación nacional, de 2.15 a 2.40 y el de importación, de 2.40 a 2.60. El aceite es uno de los productos más consumidos por las familias, porque el asignado por la libreta de racionamiento -un cuarto de litro per cápita al mes- no alcanza.

Entre el 10% del 'impuesto revolucionario' -desde marzo se rebajó a la mitad- y las subidas de precios en artículos de primera necesidad, la gente ve cómo por arte de magia se diluyen los dólares enviados por sus parientes.

En 1993 surgieron y por todo el país se extendieron las tiendas recaudadoras de divisas (TRD). Antes de esa fecha, eran pocos los comercios por dólares y su venta estaba destinada a diplomáticos, técnicos extranjeros y turistas. Pero las TRD nacieron con una voracidad impositiva feroz.

Con gravámenes que rondan el 240% a la mayoría de productos ofertados. Además de recaudar el imprescindible dólar tan necesario en las arcas semivacías de la nación, esto ha provocado una deformación económica notable. Por si no bastara, empresas cubanas, lastradas por la poca productividad y los costos elevados, para hacerlas rentables, venden alegremente mercaderías por divisas. A este fenómeno le llaman
“circuito cerrado de producción”.

Según Orlando, economista retirado, esos bienes y servicios que se ofertan en dólares traen aparejado una economía bicéfala. “Todas las empresas que gestionan en divisas, venden y compran sus servicios en esa moneda, aunque a sus obreros les pagan en pesos”. El salario promedio en Cuba equivale a unos 20 dólares mensuales.

Si usted recorre las tienda habaneras, observará que hay una gran cantidad de bienes de producción nacional. Lo absurdo es que muchas veces, artículos como los jugos de frutas, textiles o mayonesas cuestan más caro que los importados.

Economistas consultados opinan que este fenómeno retardará la unificación de las dos monedas: el peso cubano (CUP) y el peso cubano convertible (CUC). Situación que afecta, y bastante, a los trabajadores, quienes cobran en pesos y tienen que comprar una parte importante de la canasta básica por divisas.

Si quieres vestir a la moda, tienes que pagar con una moneda con la cual el Estado no te paga. Igual si quieres comprar una lavadora automática. Para poder reparar el 60% de viviendas en mal estado constructivo en el país, necesariamente se necesita moneda dura. Lo peor es que obtener divisas no depende del esfuerzo laboral. A no ser que usted sea un músico notable, intelectual destacado, deportista de élite o funcionario del gobierno con posibilidades de viajar al exterior, el ingreso legal en divisas siempre será exiguo.

Sólo un 25% de los empleados estatales cobran un minúsculo por ciento en moneda dura. Es el caso de ETECSA, única empresa de telecomunicaciones en Cuba, que va desde los 10 dólares a los 40 que cobran los jefes de departamentos. “Los diez dólares que recibo nada más me alcanzan para comprar una botella de aceite, una caja de detergente y varios jabones”, asegura Mirta.

Es por ello que las remesas son vitales para las familias en la isla. Las cifras hablan por sí solas. Por una u otra vía, un 60% de los cubanos recibe dólares o euros enviados con asiduidad por parientes y amigos en el extranjero. Esa franja mayoritaria, del 2000 a la fecha ha visto descender el poder adquisitivo de los dólares en un 40%.

A esto, súmele que debido a la crisis económica mundial que asola a Estados Unidos y España, los principales países donde residen exiliados cubanos, muchos compatriotas también se las están viendo negras. Y siguen enviando igual cantidad de dinero que en 1999, incluso menos. Ahora la plata alcanza sólo para comer.

De cualquier manera, quienes reciben remesas son unos privilegiados. Existe un 40% de cubanos que sólo ve los dólares en las películas. Ésos sí que están mal.

Iván García

Foto: Rolando Pujol, EFE

miércoles, 24 de agosto de 2011

Cuba: Salud Pública y Ministerio del Interior


La revista matutina de la televisión cubana, correspondiente al jueves 15 de abril de 2010, tuvo como invitado al periodista Ariel Terreros, quien tocó el tema de la salud pública y la administración de los recursos.

El primer dato que aportó el periodista fue que este sector recibe cinco mil millones de pesos como presupuesto anual. Según refirió y cito “la administración de recursos es un desastre”. También mencionó que el volumen de gasto anual se ha incrementado en un 9%, mientras los servicios se han deteriorado apreciablemente.

Indicó también que se ha iniciado un proceso de revisión en la plantilla de los trabajadores, pues dos tercios del presupuesto va destinado a los salarios. Señaló que el proceso de reformas iniciado tiene el riesgo de fracasar pues la dirección de este ministerio sigue siendo la misma y el proceso de reformas comenzó de forma vertical.

Otros de los problemas a los que se refirió fue el deterioro moral en el sector, la pérdida de prestigio social, exceso de papeleo, deterioro de instalaciones y señaló a la Ciudad de la Habana como un caso particularmente grave.

Personalmente creo que en los señalamientos hechos por Terreros hay puntos muy válidos. Sin embargo, me gustaría hacer una pequeña comparación con otro sector. Me referiré al Ministerio del Interior.

Creo que muy pocos conocen a cabalidad el presupuesto asignado a dicho ministerio. Digo esto porque tener un valor cercano podría provocar un escándalo. Por solo citar algunos ejemplos:

1) Se ha cambiado casi todo el parque vehicular, comprando carros chinos mucho más modernos que los viejos Ladas rusos, estos cuentan incluso con computadoras y algunos tienen cámaras de video.
2) Se han comprado motos para la policía de tránsito y agentes de la seguridad del estado.
3) Se han instalado modernas cámaras de video en múltiples calles y avenidas de la ciudad.
4) Se han restaurado escuelas e instalaciones para la formación de nuevos agentes.
5) El salario que recibe cualquier policía es más alto que el que recibe un médico especialista, un ingeniero, o cualquier otro profesional, esto sin contar otras prebendas que reciben.
6) Debido a que un gran número de policías y miembros del Ministerio del Interior son de otras provincias estos reciben albergues o casas, transporte, ropa, alimentación.

Si tomamos en cuenta todo lo anterior me asaltan algunas preguntas:

1)¿Algún periodista oficial tocará públicamente este tema?
2)¿Cómo es posible que hospitales hayan permanecido en condiciones deplorables -el Hospital Pediátrico Juan Manuel Márquez es un ejemplo- mientras otras instalaciones del Ministerio del Interior estén impecablemente preparadas?
3)¿Cómo es posible que no exista un servicio de ambulancias decente mientras se derrochan miles de dólares diarios en la gasolina de cientos de vehículos policiales?

Creo que hay muchos puntos por aclarar, sólo que por desgracia nunca son abordados por las autoridades competentes.

Antonio G. Rodiles
27 de abril de 2010, en su blog

martes, 23 de agosto de 2011

La lista de Tania


Eran años duros. En 1990, millones de cubanos en la isla la estaban pasando mal. Había comenzado el “período especial”. Una guerra sin muertos ni aullar de sirenas. Pero con las consecuencias de un conflicto bélico civil.

La mayoría de las personas tenían hambre. El Estado inventaba engendros alimenticios para que la gente no cayera abatida como moscas en la vía pública. Fue la década del picadillo mezclado con exageradas cantidades de soya, masa cárnica, pasta de oca y cerelac, que sabía a rayos.

Inmensas las colas para comprar pizzas sin queso ni puré de tomate. El desayuno solía ser un cocimiento de hojas de limón, naranja o toronja. O una 'sopa de gallo': agua con azúcar prieta, para levantar las defensas. Un panecillo de 80 gramos valía 5 pesos, si se encontraba. Un aguacate, 120 pesos. El dólar se llegó a canjear a uno por 150 pesos.

En La Habana usted caminaba kilómetros y no veía un auto pasar por su lado. Los apagones eran de 12 horas. Los cubanos, desesperados, trataban de huir de la isla, en lo que fuera. Igual secuestraban una lancha que un avión.

El comandante único no quería claudicar. Socialismo o muerte, vociferaba. Se rumoraba que los tecnócratas habían diseñado una opción, la número cero, donde camiones del ejército repartirían comida por las cuadras.

Eran tiempos malos. Los guardacostas tenían órdenes de tirar a matar. El 13 de julio de 1994, para impedir la salida de un remolcador con 72 personas a bordo, lanzaron potentes chorros de agua provocando su hundimiento y la muerte de 41 personas, entre ellos 10 niños. Fue un crimen.

Después de las protestas callejeras del 5 de agosto del 94 por el malecón habanero y calles aledañas, para quitarle presión a la olla, Fidel Castro abrió el portón. Las personas armaban las balsas en un día. Y se lanzaban al mar.

Por las madrugadas aparecían pintadas antigubernamentales y cristales rotos de tiendas e instituciones oficiales. Jeeps artillados y soldados con boinas rojas se desplazaban lentamente por las zonas conflictivas de la ciudad.

Ése era el panorama de La Habana en 1993-95. En la barriada de La Víbora, en un apartamento de tres habitaciones, sin pintar y muebles desvencijados, vivía la periodista Tania Quintero.

Ella también la estaba pasando mal. Para mantener a su familia, en particular a su madre enferma y una nieta recién nacida, vendió lo único que tenía para vender. Una formidable colección de discos brasileños. Le dieron 39 dólares.

Con esa plata compró alimentos en conserva y una cuna de segunda mano. Era reportera en la revista Bohemia y de la televisión nacional. En 1986 había charlado con Castro en su oficina del
Palacio de la Revolución. En esa época todavía no era disidente.

El estado de cosas la hicieron cambiar de criterios. En septiembre de 1995 se alistó en el periodismo independiente, junto al poeta Raúl Rivero. Comenzó el acoso de los tipos duros de la seguridad. Los actos de repudio. Y la venganza del gobierno que ni jubilación le pagó tras 40 años de trabajo.

Desde 1992 ella tenía excelentes relaciones con diplomáticos de la embajada española en Cuba. Cuando en 1997 Eduardo de Quesada fue nombrado Cónsul General, en su agenda traía el nombre y el teléfono de la periodista.

Luego de entrevistarse con Quesada -hombre extremadamente solidario y generoso- y él mostrarse dispuesto a ayudarla "en lo que estuviera a su alcance", Quintero comenzó a idear un plan.

Con preocupación veía cómo los muchachos del barrio se prostituían por un puñado de dólares, un vaquero Levi's o un par de zapatillas Adidas. Y quiso tenderles la mano. Tenían un alto nivel educacional, ambiciones y ganas de labrarse un futuro distinto. Pero en Cuba no tenían esa posibilidad.

Una noche de apagón y calor africano, Tania hizo una lista a la luz de un candil. Una docena de jóvenes de origen humilde que deseaban emigrar a España. Le llevó la lista al Cónsul español y le hizo una promesa: “Ellos van a su tierra a trabajar duro. No son delincuentes ni vagos”.

Y les contó sus historias. Casi todos eran mestizos o negros y por su cuenta habían gestionado contratos de trabajo. Como cada uno tenía que pagarse los trámites y pasajes, algunos demoraron casi dos años en aterrizar en Madrid.

Hoy la mayoría de los vecinos de aquella lista son residentes legales en España y tienen ya la ciudadanía. A ratos vienen de visita a La Habana. Cuando me ven, me saludan y siempre me preguntan por 'doña Tania y don Eduardo'.

Hace unos días me topé con uno. “España anda mal. Tocaremos fondo, pero superaremos la crisis. Los españoles y los inmigrantes trabajamos duro para salir adelante. Es un país que vale la pena, porque si te esfuerzas, puedes optar por un futuro. En Cuba eso no existe”, me dijo.

Si el resto piensa así, entonces la lista de Tania Quintero y Eduardo de Quesada valió la pena.

Iván García

Nota.- Desde el 26 de noviembre de 2003, Tania Quintero vive en Suiza como refugiada política. Actualmente Eduardo de Quesada es Cónsul General de España en Uruguay, anteriormente fue Embajador en Paraguay e Iraq. Antes de marcharse de Cuba, Tania le dejó en la Embajada de España una carta de agradecimiento y despedida, para que se la hicieran llegar. Meses después, recibiría esta respuesta:

Querida Tania:


¡La de vueltas que habrá dado su carta manuscrita del 21 de noviembre de 2003 antes de llegar a mis manos el 2 de marzo de 2004! La encontré en mi despacho de Embajador en Paraguay al incorporarme en esa fecha a este puesto.


Tendría tantas cosas que contarle de mi misión en Iraq que el relato daría para escribir un libro, pero quien tendría que escribirlo es Ud., que con más méritos y mejores aventuras encontraría también muchos más lectores.


Me he alegrado mucho de poder retomar contacto después de tanto tiempo y de saber que se encuentra bien y en lugar seguro. Contará siempre con mi apoyo, mi simpatía y el respeto que merece por todo lo que realizó en “Cuba Press”, con un valor cívico ejemplar que ya muchos valoramos y que un día le será públicamente acreditado.


Disponga en cuanto pueda serle útil de su buen amigo, que le manda un fuerte abrazo,


Eduardo de Quesada

lunes, 22 de agosto de 2011

La biblioteca del cáncer



La depresión en Foster Wallace; el asma en Marcel Proust; la peste bubónica y el 'Decamerón', las plagas en el Antiguo Testamento... Las enfermedades han sido uno de los temas clásicos de la literatura. Y el cáncer, es, claro, la enfermedad de las enfermedades. También para la literatura.

Quien no han sufrido un cáncer en persona o en la familia íntima no tiene una conciencia precisa de lo que significa el cáncer en un sentido concreto. Cómo reacciona el cuerpo después de una sesión de quimioterapia, cómo se abren llagas en la boca, cómo se hacen las curas después de la operación, cómo se sienten los hijos cuando el cirujano les informa del resultado de la operación, cómo se suceden sin mucha lógica, los días en los que el enfermo se siente bien, y los días en los que se viene abajo... Cómo es el último día, el penúltimo y el antepenúltimo.

Dos referencias para hacerse a la idea: el primero es el 'Tiempo de silencio', de Marcos Giralt Torrente, que relata el último año de vida de su padre, el pintor Juan Giralt, con distancia y precisión y con mucho énfasis en el aspecto emocional.

El otro relato está escrito en primera persona, aún no tiene forma de libro y sólo se puede leer en inglés. Se trata de los artículos con los que el periodista y filósofo Christopher Hitchens está relatando en las páginas de Vanity Fair sobre su cáncer de esófago: "A su manera, este nuevo país [el cáncer] es hospitalario. Todo el mundo sonríe para darte valor, aparentemente no hay racismo. Prevalece un espíritu igualitario y los habitantes con prestigio parecen habérselo ganado a partir del mérito y el trabajo duro".

Humor negro y desesperado, claro. Y más bien judío: es sabido que el novelista estadounidense Philip Roth ha padecido un cáncer de próstata durante años. Un cáncer de baja intensidad, que se manifiesta y parece ser vencido, vuelve a manifestarse y se queda acechando. A Roth, neurótico y obsesivo, le ha dado tiempo de colocar su misma enfermedad a Zuckerman, su encarnación en la ficción. A través de él, Roth ha descrito en clave de autoparodia las humillaciones de la enfermedad: las heridas, la incontinencia, la impotencia sexual...

'Némesis' y 'Sale el espectro' son dos propuestas para lectores poco aprensivos. El opuesto de esta visión del cáncer podría encontrarse en el 'Pabellón del cáncer', de Aleksandr Solzhenitsyn, cuyo enfermo indaga desde un sanatorio en la extrañeza de la condición de enfermo, en su soledad y en la lejanía en la que queda el mundo de los sanos.

El tercer hilo de la literatura sobre el cáncer tiene que ver con la faceta socio-psicológico de la enfermedad: el afecto, el apoyo, la autoestima... En los últimos años, un escritor catalán ha plasmado en España esa experiencia del cáncer con un éxito inmenso: Albert Espinosa. Un libro y un guión cinematográfico
son sus testimonios más valiosos: el texto de 'Planta cuarta', de Antonio Mercero, y el relato 'El mundo amarillo' ('El mon groc', en su versión original en catalán).

El Mundo, 5 de julio de 2011

Leer también: El escritor Antonio Gala tiene cáncer, ¿Qué cáncer padece Hugo Chávez? y El cáncer no doblega a los presidentes.

domingo, 21 de agosto de 2011

Con Galicia en el corazón


Todas las noches soñaba con Santiago de Compostela. Era un sueño recurrente en Antonia Ortega, quien murió a los 86 años en La Habana sin poder volver a su Galicia natal.

Pero le describió a su hija Rosario de manera tan gráfica los parajes de Santiago, la rúa da la Virxen da Cerca, su catedral y las aguas mansas de los ríos Tambre y Ulla, que desde niña, Rosario conocía al dedillo una ciudad que jamás ha visto.

“Mi madre me trasmitió la pasión por Galicia y sus costumbres. Heredé de ella su manía habitual de sentarse por las noches en el patio trasero de nuestra casa a cantar viejas canciones gallegas. Aún lo hago”, cuenta Rosario, de 69 años.

Vive en la abúlica y bulliciosa barriada de Santos Suárez, en el municipio Diez de Octubre. Una casona de los años 30 necesitada de reparación y pintada con un color ocre que no le asienta.

Rosario es directora de una escuela de baile español en Curros Enríquez, antiguo centro gallego situado en el popular barrio. Ahora, además de mesas de billar y un café, tiene un restaurante en moneda dura que vende pastas, comida criolla y el mejor lacón gallego de La Habana. Todo regado con vino de A Coruña.

Todas las tardes, a la entrada del aula, Rosario pasa asistencia a las niñas que asisten a las clases de baile. Cobra 40 pesos (casi dos dólares) por la inscripción y 20 pesos mensuales a los padres de las chicas, que orondas y maquilladas, van dos veces por semana a taconear en el tablado del piso superior de Curros.

Su salario no le alcanza. Vende cucuruchos con rositas de maíz para buscarse unos pesos extras. Y en las noches, después que prepara una cena frugal para dos personas, mientras su esposo se tumba en la cama a oír un juego de béisbol, los recuerdos y nostalgias comienzan a visitarla.

“Mi madre llegó a Cuba con 16 años de la mano de un hermano de su padre en 1937. Mis abuelos murieron durante la guerra civil. Ella fue una republicana feroz. No solía asistir a reuniones de paisanos. Era pobre a rabiar. Se adaptó rápido a aquella Habana ostentosa, colmada de luces de neón y prosperidad de los años 40”, recuerda Rosario.

Antonia Ortega no tuvo una bodega en una esquina de la ciudad como la mayoría de los gallegos en Cuba. Tampoco iba los domingos a la sociedad Rosalía de Castro, a comer chorizos y empanadas con las esposas de sus compatriotas, mientras en un gigantesco radio RCA Víctor escuchaban algún partido de fútbol del Deportivo o el Celta de Vigo.

“Era muy terca y no hablaba de sus desgracias. Prefería trasmitirme los buenos recuerdos que atesoraba de Santiago de Compostela. Fue muy adelantada para su época. Se casó con un negro, mi padre, trece años mayor que ella. Vivieron juntos hasta que él murió, en 1996. Sentían un respeto profundo por las tradiciones de cada cual. Mi madre con el rosario, sus muñeiras y oraciones. Mi padre con sus orishas, los tambores y muertos que le hablaban. Fui muy feliz en mi niñez. Después que llegaba del colegio, mi padre me comentaba de sus antepasados en Nigeria, y en la noche, con un bolero de Blanca Rosa Gil de fondo, mi madre destilaba morriña y saudade al hablarme de Galicia”, cuenta Rosario, mientras se mece despacio en un sillón de caoba.

Esta hija de gallega no se acogió a la nueva ley de la memoria histórica que permite viajar a España a cientos de cubanos. “Estoy muy vieja para marcharme de mi patria. No tengo hijos y no deseo ser una carga para nadie. Mi única ilusión sería conocer la tierra de mis antepasados. En Galicia, recorrer Santiago de Compostela y sus rúas milenarias y en Nigeria, la aldea de Calabar”, confiesa esta mujer, descendiente de africanos y españoles, como muchos en la isla.

Ya es tarde y Rosario siente sueño. En la sala de su casa se dan la mano una pintura a gran escala del nacimiento de Jesús y un conjunto de deidades afrocubanas que desde detrás de la puerta “recogen todo lo malo”.
Su esposo ronca plácidamente, mientras desde la radio, un locutor enardecido describe un jonrón del equipo Industriales.

Son las once de la noche. La barriada de Santos Suarez está en calma. A media luz y el agua derrochándose a mares por las cañerías defectuosas, un paisaje habitual de las calles habaneras. En la distancia, creo escuchar, una muñeira gallega al compás de un tambor africano. No es raro. Es Cuba.

Iván García

sábado, 20 de agosto de 2011

Trabajando por cuenta propia


Hace tres meses pertenezco al gremio de trabajadores por cuenta propia de Cuba. Aproveché la coyuntura después que se autorizara el ejercicio de la actividad privada.

La licencia ampara la actividad número 119: reparador de equipos eléctricos y electrónicos. El otorgamiento de esos permisos llevaba ocho años “congelado”.

Por ejercer el oficio, tributo mensualmente 100 pesos a la Oficina Nacional de Administración Tributaria (ONAT), cantidad equivalente a 5 dólares. Por concepto de servicios públicos, debo abonar el 10 % de mi ganancia mensual, además de 262 pesos (12 dólares) cada trimestre para la seguridad social. Además, al final de cada año viene el leñazo: redactar una declaración jurada con mis ingresos en 12 meses y de ahí pagar un estimado a la ONAT.

Los 314 mil trabajadores por cuenta propia que tributan al Estado, cumplen requisitos similares a los míos, con mayor o menor tasa impositiva. Por supuesto, los cuentapropistas están sujetos a controles jurídicos y de calidad, para lo cual existen los inspectores, y éstos últimos que también tienen que “resolver” consiguen su dinerito adicional a costa de los inspeccionados.

La ONAT, no es el único organismo controlador de la actividad privada, su función principal es la recaudación de impuestos y cobro de licencias. Funciona en conjunto con los ministerios de Salud Pública, Justicia, Comercio, e Interior.

Curiosamente, la única visita gubernamental que he recibido hasta el momento en mi taller, fue de un oficial del Departamento Técnico de Investigaciones (DTI), el 15 de junio, y respondía, según dijo, a un “trabajo conjunto entre la ONAT y el Ministerio del Interior”.

Según el oficial, se está llevando un libro de registro con los clientes que lleven equipos a reparar a los talleres privados. “Puede darse el caso -dijo- de que algún equipo sea robado de una escuela o centro laboral”.

Le contesté que en mi caso llevó un registro de clientes, pero sólo para tener constancia de la garantía y los defectos de las reparaciones. También le comenté que es opcional para mis clientes darme el nombre y los apellidos.

En algo coincidimos: nadie es adivino para saber si un receptor de radio o televisión que traigan a un taller particular es robado de una empresa u otro organismo estatal. Mi función es repararlo, cobrar por ello y tributar lo debido a la ONAT.

Para aclarar dudas invité al oficial del Departamento Técnico a pasar a mi taller de reparaciones. La acumulación de obsoletos tarecos electrónicos lo convenció de que estaba en el lugar equivocado y con el cuentapropista erróneo. Le reiteré que llevo y llevaré la lista de mis clientes, pero sólo para registrar el tiempo de garantía y otra información necesaria en la relación comercial.

Seguramente otras actividades por cuenta propia son también monitoreadas por la policía, además de por la ONAT, sobre todo aquellas que requieran el uso de materias primas comercializadas por el Estado: madera, pieles, pegamentos, esmaltes, combustibles, etc. Mientras no se habilite una red mayorista donde puedan abastecerse los que presten servicios o fabriquen artículos por cuenta propia, la economía informal continuará floreciendo y el desvío de recursos estatales será su principal fuente de abastecimiento.

En mi opinión, llevar un libro de registro con el origen de todo lo que llegue a mi taller, para informárselo a la policía, es algo así como hacer un trabajo de 'informante por cuenta propia'. Una licencia que no pedí.

Esta colaboración entre el DTI y la ONAT, que pretende involucrar a los trabajadores por cuenta propia tiene todas las características de un impuesto adicional en “información”.

Nada para asombrarse. Seguimos viviendo en Cuba, donde nunca han faltado los “chivatos por cuenta propia”.

Odelín Alfonso
Cubanet, 6 de julio de 2011

viernes, 19 de agosto de 2011

El babalao disidente


La vida de Raúl Arias Márquez, 42 años, tiene un antes y un después. Oriundo de Morón, ciudad de Ciego de Ávila famosa por las torticas (polvorones) y los gallos, sus padres eran rabiosos seguidores de Fidel Castro y no aceptaban que nadie en el hogar discrepara de la línea oficial.

Creció escuchando los extensos discursos del comandante único y jurando en su escuela a toda voz y con el rostro crispado: 'Pioneros por el comunismo, seremos como el Che'.

Cuando estudiaba contabilidad y finanzas ciertas dudas sobre la forma de gobernar de Castro comenzaron a rondarle. Fue un proceso lento y doloroso. Como una operación sin anestesia.

En 1991 se graduó de contabilidad y comenzó a trabajar en Cayo Coco, cayerío al norte de su provincia. Allí aprendió a simular como un actor y manipular las finanzas y los números al mejor estilo Madoff.

Llegó a ocupar el cargo de subdirector económico de ese importante polo turístico, con ingresos anuales a la economía nacional de cerca de 900 millones de dólares. Siguiendo el abc de la cultura política exigida a los hombres de éxito en la isla, se hizo militante del partido comunista.

“De no ser así, no hubiese podido escalar posiciones. Fue en Cayo Coco donde conocí de primera mano la corrupción sin límites de los funcionarios del gobierno y las trampas y engaños a la hora de hacer balances e informes”.

Entonces, el trabajo era una adicción para él. Laboraba doce horas diarias sumido entre guarismos y estadísticas. Hizo plata suficiente para vivir con desahogo, cenar en abundancia y hacerse babalao.
Pero las divergencias silenciosas con la forma de Castro de conducir el país progresaban.

En las tardes frescas, mientras con sus compañeros tomaba cerveza importada, con el impresionante paisaje marino de Cayo Coco de fondo, comentaba que sólo cogiendo un bote y largándose a la Florida, podrían librarse de la simulación y esconder el robo amplio y descarado de sus jefes.

Raúl estaba casado y era padre de dos hijos. Convencido de que la solución era marcharse de Cuba, pidió un traslado laboral, aduciendo problemas personales. Fue a parar a la empresa ganadera de Turiguanó.

“Aquello era un desorden financiero y un caos económico todavía peor. El robo y las pérdidas eran superiores a los 3 millones de pesos y un monto similar en moneda dura. Pude cotejar en algo el desastre bancario. Pero irremediablemente sabía que aquello podría conducirme a la cárcel. Y decidí acelerar mis preparativos para marcharme”.

En el segundo intento fue capturado en Faro Caimán y juzgado por salida ilegal con agravantes, que en su caso eran pérdidas valoradas por la Fiscalía de Morón en 600 mil pesos y 250 mil dólares.

“Eso no era ni un tercio del faltante. Reconocí mi responsabilidad al no denunciar los hechos a las autoridades, pero le dije al instructor policial que firmaba la declaración si ellos aceptaban que las pérdidas eran superiores a los 4 millones de dólares”. Los mandarines provinciales prefirieron echar tierra al asunto.

Arias Márquez fue condenado a 10 años de privación de libertad. En ese momento, ya era seguidor de la religión yorubá. Se había hecho un Ifá (santo) que le costó más de 20 mil pesos (800 dólares). Gracias a sus estudios de la santería cubana, se convirtió en un babalao de prestigio con 200 ahijados.

Pero debido a la violencia descarnada, pésimas condiciones y abusos físicos y verbales de los guardias de prisión, su vida tocó fondo. Tras 7 años de cárcel, Raúl era un opositor independiente.

Su padre renegó de él. Perdió su casa y su matrimonio. Legalmente le impidieron ver a sus hijos. Tuvo que comenzar de nuevo. Se casó por segunda vez y en la actualidad vive en una mínima y deprimente cabaña de concreto, frente al Parque Martí, en el centro de Morón.

Su forma de expresar las injusticias es variada. Desde escribir cartas abiertas a Fidel y Raúl Castro y a la Asociación Yorubá, hasta protestar pacíficamente en plazas, calles y parques de su ciudad.

Esto lo ha convertido en el enemigo público número uno del pueblo. El más buscado. Y el más odiado por los servicios policiales y la seguridad del estado.
“Me detienen seis o siete veces al mes. A mis ahijados de religión les prohiben relacionarme conmigo. Sufro todo tipo de maltratos”.

Pese al acoso constante, asegura que el único camino es seguir manifestando de forma pacífica su inconformidad con el actual estado de cosas.
“Me siento desesperado. Y un hombre desesperado es capaz de lo peor”, dice el babalao disidente.

Iván García

Anexo.- Dos notas de prensa sobre su caso, una de 2009 y otra de 2010.

jueves, 18 de agosto de 2011

Pasado imperfecto


Lo más hermoso de estos tres años de Cuba Press ha sido siempre para mí el acto mismo de escribir. El contacto, ahora primitivo, con la hoja de papel, el olor de la máquina y su cinta empañada y luego las palabras que llegan como un lienzo para conformar el paisaje espléndido, casi comestible, de los párrafos y sus tachaduras y contraseñas.

El momento mismo en que he ejercido la libertad de redactar noticias, comentarios, crónicas, notas de libros, sin que nadie me imponga las líneas maestras, sin trillos para caminar, sin voces de mando que obedecer, solo con mi conciencia, mis miedos, las limitaciones de mi formación y la certeza de que no defiendo ninguna ideología: trato de hallar la verdad y, en esta circunstancia, sí tienen materia redimida las buenas intenciones.

Ese momento es lo que gratifica y paga sobradamente los encierros y la trivialidad. En esos mil días sucedieron muchas cosas feas y, estoy seguro, que en los próximos mil sucederán también.

Esa sustancia la dejo a los historiadores de la escatología, la maledicencia y el ataque a traición porque ellos también tienen derecho a paladear la escritura fresca, que tiene remisiones frutales.

Esa música fúnebre he decidido que la ejecute, en una orquesta cada día más probable, las "matonesas" y los policías.

Cuba Press me ha permitido acercarme y tocar la libertad y también me ha dado, en otra dimensión de la vida, la alegría de conocer a Ana Luisa López Baeza, Tania Quintero, Marvin Hernández, Odalys Curbelo y Ernestina Rosell, cinco mujeres que he visto renacer y reconstruirse.

Ella y otras personas como Juan Antonio Sánchez, Ricardo González, Germán Castro, Ariel Tapia, Iván García, Orlando Bordón, Juan Carlos Recio, Jesús Labrador, Esteban Díaz y Plácido Hernández, entre otros, me dieron día a día una lección humana y profesional que contribuyó y contribuye al esfuerzo que hay que hacer aquí, a cada minuto, para quitarse el fantasma de la intolerancia y de todas las sagas del totalitarismo.

Ellos hicieron esa abstracción que es Cuba Press, una agencia de noticias a la que solemos añadir el prefijo "indi", y convertirla entonces en una "indi(a)gencia", para señalar el estado de nuestras arcas y del departamento técnico.

Un recuerdo especial para los que han tenido que salir al exilio, Pepe Rivero y Reinaldo Soto, quien instaló una corresponsalía infernal en la cárcel avileña de Canaleta.

Para los que dentro y fuera de Cuba nos calumnian, atacan y difaman, la compresión y esta revelación que a lo mejor le sirve de remedio: nosotros trabajamos todos los días.

Tres años de esta aventura, en la búsqueda de espacios de libertad para la prensa de Cuba, continúa. Gracias a los amigos que nos respaldan.

Una nota final: Sé que hay ya personas interesadas en escribir y teorizar sobre la historia del periodismo alternativo en Cuba. Desde que lo supe no puedo olvidar una frase que leí de un funcionario ex-soviético ante el reciclaje de algunos autores comunistas. Dijo el hombre: "Nuestro futuro es incierto, pero nuestro pasado es impredecible".

Raúl Rivero
Publicado el 29 de octubre de 1998 en Cubafreepress.
Foto: Raúl Rivero en su casa de La Habana, en 1998.

miércoles, 17 de agosto de 2011

Réplica necesaria



¿Habrá empezado de nuevo la guerra verbal, las injurias, difamaciones y manipulaciones del régimen contra la disidencia y la prensa independiente? Puede que así sea.

El diario oficial Granma lanzó el 14 de noviembre la primera piedra. Bajo el título "Los independientes", el periodista Nicanor León Cotayo firmó con su pluma un artículo cargado de imprecisiones y falsedades.

Dos meses antes de la llegada a Cuba de su Santidad Juan Pablo II, en enero de 1998, el gobierno cubano había disminuído en intensidad sus andanadas ofensivas contra los opositores y reporteros fuera del control estatal.

En el transcurso de este año se había experimentado una relativa calma. Las detenciones y amenazas crecieron, después de septiembre, considerablemente. Pero el artículo del señor Cotayo rompe la tregua y lanza un reto.

Con un lenguaje retrógrado, en el mejor estilo estalinista, Cotayo hace notar que en la ley del presupuesto para 1999 se destinará un fondo de dos millones de dólares para financiar a "grupitos que Washington denomina como periodistas independientes".

Tomando como prueba un trabajo del 14 de octubre en El Nuevo Herald, escrito por Alejandro Armengol, y titulado "Periodistas independientes: receta para publicar en Miami", Nicanor León Cotayo destaca que los freelancer cubanos son "mercenarios de la palabra" y los descalifica, poniendo en tela de juicio su profesionalidad.

El señor León Cotayo termina con las añejas acusaciones de "anexionistas", reiteradas veces usadas por el gobierno contra los periodistas alternativos. Vayamos por parte.

Puede que sea cierto que el gobierno de Estados Unidos haya autorizado dos millones de dólares para financiar a la prensa independiente en Cuba y que el régimen de Castro lo vea como una injerencia. Dos millones resulta una cifra ridícula en comparación con los casi mil millones de dólares que se espera ingresen en las arcas gubernamentales por concepto de remesas familiares.

Esos dólares que envían los cubanos residentes en Estados Unidos son imprescindibles para el sustento de las familias en la isla, en un país repleto de necesidades, donde los dólares sólo alcanzan para paliar las carencias de comida, ropa, artículos de aseo y otros útiles de primera necesidad.

Los periodistas que toman la decisión de apartarse de la línea oficial son expulsados de sus empleos y no se les respeta que hayan laborado por más de 20 años para la prensa gubernamental. Raúl Rivero y Tania Quintero, los dos de Cuba Press, eran sólidos profesionales al servicio de la revolución. Al librarse de las ataduras y ejercer como independientes fueron separados de su labor.

En el caso de Tania, luego de más de 30 años de trabajo, no le han pagado un centavo por concepto de jubilación. Cuando fue expulsada de la televisión cubana, el 4 abril de 1996 le faltaban 19 meses para arribar a los 55 años, la edad estipulada por la ley laboral cubana para el retiro de las mujeres trabajadoras.

Con ese espíritu antidemocrático, y de revancha, el gobierno, en el caso de opositores y periodistas independientes, viola sus propias leyes. Salvo excepciones a la inmensa mayoría de los que disienten no se les permite trabajar en puestos estatales y, en ocasiones, ni por cuenta propia.

Entonces, ¿de qué van a vivir la veintena de grupos de prensa libre existente en el país?

Encima, tampoco pueden publicar en su patria. En la práctica son obligados a enviar sus despachos hacia el exterior. En primer lugar a Miami, porque allí viven casi 2 millones de cubanos interesados en saber sobre la otra Cuba, la verdadera, la del descontento, la del aumento de la criminalidad, drogadicción y prostitución, males que el gobierno quisiera ocultar.

Otra vía de difusión es internet, que desde 1995 vienen utilizando los periodistas independientes, gracias a personas radicadas en Estados Unidos y otros países.

La supuesta concesión de dos millones de dólares del gobierno de Estados Unidos sería un paliativo para sobrevivir porque constituiría una ayuda humanitaria. Pero ella no alcanza, siquiera, para comprar medios de trabajo ni para gastar en fax o llamadas al exterior con tarjetas pre pagadas.

Mueve a risa pensar que 25, 50 o 100 dólares, cantidades que recibirían algunos de esos corresponsales, pudieran servir para la "subversión", como recientemente señalara el presidente del Parlamento cubano, señor Ricardo Alarcón, en el congreso de escritores y artistas.

El carácter pacífico de estos grupos es de sobra conocido por el propio régimen y por la opinión pública mundial, que después de la visita del Papa sigue más de cerca la situación cubana. Ese dinero que Estados Unidos remitiría sería destinado a lo mismo que lo destinan el resto de los cubanos: comprar comida, aceite, jabones y un largo etcétera.

O sea, que esos dos millones también irían a parar a las arcas gubernamentales. Es conocido que si la ayuda fuera material (papel, cintas de máquinas de escribir, bolígrafos, computadoras personales), la Seguridad del Estado la ocuparía, con el argumento que son "artículos para subvertir" el orden interno.

La prensa independiente está contra la espada y la pared. Acusados de "quintacolumnistas, traidores y anexionistas" en su patria y muchas veces incomprendidos por ciertos sectores radicales, de Miami que han llegado a alinearlos al lado de los pro castristas. Es el precio por escribir de un modo veraz sobre la realidad cubana.

Esa suma de dinero no es más que un pretexto para darle una nueva batida a la prensa independiente. El gobierno de Cuba, una vez más, se niega a abrirse a sus propios ciudadanos, premisa imprescindible antes de abrirse al mundo.

Respeto por las opiniones contrarias y libertad de expresión son malas palabras para la dirigencia local. Para ellos, democracia es sinónimo de salud pública y educación gratuita. Y todo aquel que ose criticar las deficiencias de la revolución se convierte en un enemigo. Se va a los extremos. No hay matices. La ideología se polariza.

No me opongo a que Nicanor León Cotayo descalifique la calidad profesional de la prensa libre. Es su opinión. Yo también me indigno ante la irritante pasividad de la prensa oficial, que más que informar desinforma y manipula la verdad.

Pienso que entre los independientes hay periodistas de talento, como Raúl Rivero, Germán Castro, Mercedes Moreno, Ariel Tapia y Tania Quintero, entre otros. También algunos de los cuales se vieron obligados a marchar al exilio: Rafael Solano, José Rivero, Olance Nogueras o Ana Luisa López Baeza.

Que la calidad periodística no es la que todos quisiéramos, es cierto. Muchos colaboradores de agencias dentro de la isla más parecen voceros de partidos de la disidencia que periodistas. Y en ocasiones malgastan su tiempo en informaciones intrascendentes o mal redactadas.

Pero, por encima de todo, está el valor de reportar cualquier atropello que sucede en el país. Otras agencias, como Cuba Press, hacen reportajes y comentan la vida cotidiana. Su profesionalidad la demuestran los más de 20 mil visitantes semanales que tiene su página en internet y la actitud respetuosa de la prensa extranjera acreditada en La Habana hacia ellos.

En cuanto a la anexión a que hace referencia León Cotayo lo primero que habría que decir es que no se ajusta ni un milímetro a la realidad. No conozco entre los opositores ni periodistas libres a una sola persona que no apueste por la soberanía nacional.

El anexionismo es una vieja teoría del siglo XIX, cuando la guerra contra España y a menudo es tomada por el gobierno cubano para tratar de desacreditar a sus rivales. En estos tiempos no tiene no tiene pies ni cabeza esgrimirla.

A las puertas del siglo XXI, hay que ser un lunático para pensar que Cuba debiera ser un estado más de los Estados Unidos de América. Los gobernantes y sus servidores repiten esa mentira para acusar de falsos patriotas a sus opositores.

Pero ya nadie, dentro o fuera de la isla, cree en epítetos desgastados. La única anexión válida en el mundo contemporáneo es la globalización que se nos viene encima y es indetenible.Y quiéralo o no el gobierno cubano, eso va a ocurrir.

Iván García
Publicado el 20 de noviembre de 1998 en Cubafreepress. 

martes, 16 de agosto de 2011

Secretos para burlar la censura china en Internet


Los microblogs están transformando la forma de generar y consumir información. Pero quizás en ningún lugar del mundo sea más patente el potencial de estos servicios de mensajes cortos en Internet popularizados por Twitter que en China, debido al tamaño de su población y el estricto control que ejerce el Gobierno sobre los medios de comunicación. El país asiático tenía 457 millones de internautas a finales de 2010, un 19% más que un año antes; entre ellos, 230 millones de blogueros. Más de 300 millones navegan con el teléfono móvil.
Gran parte de los internautas chinos desconfían de la televisión y los periódicos. De ahí que se informen -y desinformen, debido a los rumores- en la red, especialmente en los microblogs (weibo, en chino). El servicio de la compañía Sina -el más popular e influyente del país- fue lanzado en agosto de 2009, y en mayo pasado alcanzó 140 millones de usuarios. Otros como los de Sohu, Netease y Tescent le siguen la pista.

Aunque la mayoría de los internautas los utilizan para hablar de sus intereses personales, seguir a las estrellas de la música y el cine o para el trabajo, los microblogs se han convertido también en una potente herramienta para los críticos con el Gobierno y activistas, que los emplean para difundir sus opiniones, intercambiar noticias y denunciar abusos, que de otra forma nunca llegarían a la opinión pública.

Para ello, se ven obligados a jugar continuamente al ratón y el gato con los gestores de las páginas, que bloquean usuarios y borran mensajes. En los foros, miles de colaboradores pagados por las autoridades colocan comentarios favorables hacia las políticas oficiales, con objeto de modelar la opinión pública.

Cuando estallaron las revueltas árabes a principios de año, Pekín vetó las búsquedas de las palabras Egipto y Mubarak (el entonces presidente) en los microblogs, temeroso de que se produjera en China un efecto contagio. Los internautas reaccionaron utilizando la abreviatura Muba o sustituyendo algunos de los caracteres de su nombre por otros que suenan parecido. Y cuando el 3 de abril el artista y disidente Ai Weiwei fue detenido por la policía, sus seguidores circularon miles de mensajes pidiendo su liberación a pesar de que su nombre estaba bloqueado. Emplearon como alternativa ai weilai, que significa amar el futuro y que posteriormente también fue prohibido.

Los censores han vetado los nombres de decenas de disidentes como el premio Nobel de la Paz encarcelado Liu Xiaobo, Hu Jia o el propio Ai Weiwei, y trabajan duro para borrar los mensajes que les hacen referencia. Cuando son tecleados en el servicio de Sina, aparece el mensaje "De acuerdo con las leyes, regulaciones y políticas relevantes, los resultados de la búsqueda no pueden ser mostrados".

Los internautas utilizan ahora para mencionar a Ai términos cariñosos como Ai Pangzi (Ai Gordito) o Lao Ai (Viejo Ai). "¿Será posible votar un día a Ai Pangzi de presidente? Probablemente no", dice un mensaje que ha escapado a la censura. Ai Weiwei, que está acusado de evadir impuestos, fue liberado bajo fianza el 22 de junio. Su familia asegura que fue detenido por su activismo.

Para confundir a los censores, los blogueros emplean también fotos de texto -más difíciles de detectar-, escriben en vertical o colocan imágenes que recuerdan al artista en la foto de usuario.

El control de la información es una prioridad absoluta para el Partido Comunista Chino. Pero la velocidad a la que llegan a las webs los mensajes o los vídeos en caso de protestas como las ocurridas en la provincia sureña de Guangdong en junio pasado, hacen difícil impedir totalmente su difusión. Cuando los censores reaccionan, ya han sido reenviados y vistos por miles de usuarios.

Lo que los activistas no logran publicar en los microblogschinos encuentra su vía en servicios extranjeros como Twitter, a pesar de su bloqueo. Para saltar el llamado Gran Cortafuegos y acceder a ésta y otras páginas prohibidas, como la de vídeos de You Tube, los internautas emplean programas informáticos como Tor o Ultrasurf y servidores proxy.

Zeng Jinyan, esposa de Hu Jia -que salió de prisión el 25 de junio tras cumplir una condena de tres años y medio por "subversión de poder el Estado"-, es una activa usuaria de Twitter. Ahí ha relatado el acoso policial que sufre su familia desde hace años, la salida de la cárcel de su marido y cómo siguen vigilados. "He visto un coche y varias personas bajo un árbol frente a la ventana del cuarto de baño. Se me ha puesto la carne de gallina", dice en un mensaje escrito el jueves.

Una condición impuesta para liberar a Ai Weiwei ha sido la prohibición de utilizar Twitter, medida irónica en un país en el que el pájaro azul está bloqueado. El artista envió su último comentario a principios de abril. Su cuenta marca 90,475 seguidores.

José Reinoso
El País, 3 de julio de 2011

lunes, 15 de agosto de 2011

Derechos a cuentagotas


Para unos, los derechos humanos en Cuba son vulnerados descaradamente. Para otros, en materia de libertades individuales se ha avanzado, aunque de forma timorata, en los últimos 40 años.

Unos y otros tienen razón. No se puede olvidar que en la década de los 60, escuchar a los Beatles era casi un delito. Escribir cartas a familiares o amigos que residían en el extranjero, un síntoma de debilidad ideológica.

Gustarte un Levi’s te marcaba como pequeñoburgués. Ir a misa en la iglesia, una herejía. Criticar abiertamente a Fidel Castro, amén de una cárcel segura o un acto de repudio sonado con decenas de huevos aplastados en tu cara, una osadía que rayaba con la locura.

Por esa época, todos vestíamos iguales. Camisas al estilo de la China de Mao; botas rusas de una factoría de Minsk o zapatos plásticos de fabricación nacional.

El Estado bienhechor otorgaba premios o dádivas de acuerdo a méritos laborales o la conducta revolucionaria. Como un padre. Si cortabas 500 arrobas de caña, podías ganarte una moto de dos velocidades o un televisor Krim-218 en blanco y negro fabricado en la URSS.

Si las hazañas eran repetidas y grandiosas, entonces el gobierno te posibilitaba un viaje turístico por la isla. O te vendía, a plazos, un coche Lada o un Moskvich. El Estado también te ofrecía un ticket para cenar en un restaurante o ver en un cine con aire acondicionado las cinco partes del filme soviético Liberación.

Castro era como Dios. Daba o quitaba, según su estado de ánimo. Si trabajabas mucho y bien, la única organización sindical permitida en Cuba, la CTC, te concedía una casa en la playa por una semana. O un palco en los carnavales, un ventilador, una nevera o un reloj despertador.

El premio gordo era un apartamento en Alamar o un viaje por dos semanas a un país socialista de la Europa del este. De una forma u otra, todos nos debíamos al Estado.

Al amplio aparato de vigilancia oficial no se le escapaba nada. Ni siquiera los ‘tarros’ (infidelidades). Si usted era uno de los gloriosos soldados que “cumplía misión internacionalista en Angola” y su mujer aburrida y sola se acostaba con un vecino, un 'compañero' del partido comunista, muy serio, se lo hacía saber al marido.

En caso de perdonarle los cuernos a su mujer, el hombre podía perder el carnet rojo del partido y ser tildado de 'flojo' o de maricón. Sucesos como ésos eran cotidianos en la Cuba de finales de los 70. Aunque cueste creerlo.

Si lo comparamos con los primeros cinco años de revolución, era un 'paso de avance'. Entonces, por ser opositor te podían fusilar. Y por ser gay te podían mandar a la UMAP, siglas de un campo de trabajo forzado.

A fines de los 80 algunas cosas cambiaron. La gente en las bodegas despotricaba contra el régimen y los soplones lo pasaban por alto. Ya en esa época, los antiguos ‘gusanos’ (emigrados) eran un factor valioso. Aparte de ingresar dólares frescos a una economía derrochadora e ineficiente, permitía a la ciudadanía el contacto con los cubanos de la otra orilla.

Los talibanes ideológicos nunca vieron con buenos ojos a los 'gusanos'. Con la llegada del período especial, en 1990, el gobierno tiró al cesto el libro verde del fundamentalismo castrista y se aprestó a sacar agua del barco que se hundía.

Llegaron los negocios con los denostados pícaros capitalistas y aperturas en el trabajo privado. Se legalizó el dólar, la moneda del 'enemigo imperialista', y el Estado perdió una cuota importante en el control e intimidación sobre las personas.

Así y todo, habían y aún existen, un puñado de libertades inalienables en cualquier ser humano que la gerontocracia dirigente quiere soslayar. Desde 2008, el general Raúl Castro dio el visto bueno para que los cubanos puedan tener móviles y alquilar coches y habitaciones en hoteles vedados a los cubanos.

De ser personas de tercera categoría, pasamos a ser ciudadanos de segunda. Es muy poco todavía. Las personas quieren más. Internet para todos. Entrar y salir de la isla sin permiso estatal. No perder tu casa si decides emigrar. Y tener la posibilidad de adquirir legalmente un auto o una vivienda. Puede que los apremios de una mayoría se cumplan.

Pero siempre quedarán libertades civiles y políticas ignoradas. En materia de derechos, éstos nunca sobran. Aunque el gobierno de Castro los recete a cuentagotas.

Iván García

Nota.- El 15 de agosto de 1965, hace hoy 46 años, los Beatles actuaron en el Shea Stadium de Nueva York. El mismo día y aproximadamente a la misma hora en que los cuatro de Liverpool cantaban en el apoteósico concierto, en La Habana yo daba a luz a Iván, mi segundo y último hijo. Un año y quince días antes, el 1 de agosto de 1964, había nacido su hermana Tamila (Tania Quintero).

domingo, 14 de agosto de 2011

Cinco dictadores excéntricos

Decía el famoso historiador inglés Lord Acton que el poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente. No hay más que mirar la historia reciente de algunos países que han tenido la desgracia de ser gobernados por personajes tan tiranos como extravagantes. Destacamos cinco de ellos.

Nicolae Ceausescu.-
Al que fuera secretario general del Partido Comunista Rumano desde 1965 hasta su ejecución, en 1989, no le faltaba modestia; se autodenominaba «Genio de los Cárpatos» e incluso en contra de su visión antimonárquica, usaba un cetro. Cuando en 1974 decidió que no le bastaba el cargo de secretario del Partido y quería el de presidente, se explicó diciendo: «Un hombre como yo nace cada quinientos años».

Tampoco quería el mal para su familia. Exigió que su esposa (medio analfabeta) formara parte de la Academia de las Ciencias de New York y el Instituto Real de Química y que su nombre apareciera en todas las investigaciones científicas de Rumanía. Su hijo, también «publicó» diversos volúmenes sobre física nuclear. La guinda a su excentrícidad la puso con el descomunal palacio, tan grande que el actual parlamento sólo ocupa un 30% de su espacio.

Rafael Leónidas Trujillo.-
Dictador de la República Dominicana de 1930 a 1938 y de 1942 a 1952. Cuentan las biografías que su personalidad estaba marcada por una gran represión y resentimiento social, debido a las carencias de afecto a las que fue sometido durante su niñez .

Aún así, tenía un gran instinto de poder acompañado de un intenso deseo por el dinero. Trujillo era metódico, puntual, reservado y sigiloso. Su amor por la ropa ostentosa se notaba en sofisticados uniformes y trajes de los cuales llegó a coleccionar más de dos mil, combinados siempre con sus más de diez mil corbatas y su intenso olor a perfume.

Como muchos otros dictadores de su calaña, pensaba que era Dios y llegó a ordenar que todas las iglesias de su país colocaran un cartel que decía «Dios en el Cielo, Trujillo en la Tierra» . Organizó un evento de 30 millones de dólares denominado la «Feria de la Paz y la Fraternidad del Mundo Libre», donde nombró a su hija como reina y coronel a su hijo de 3 años.

Idi Amin.-
Entre los singulares títulos que poseía el dictador de Uganda desde 1971 hasta 1979, destacan los de «Conquistador del Imperio Británico», «Presidente Vitalicio» o «Rey de Escocia» . Cuentan que escribía cartas de amor a la reina Isabel de Inglaterra.

Presuntamente también practicaba el canibalismo con algunos de los disidentes a su régimen, o directamente los arrojaba como bocado a sus cocodrilos. También prohibió la entrada a asiáticos al país, después de que una mujer oriental se negara a casarse con él.

Muamar el Gadafi.-
Dirige Libia desde que en la revolución de 1969 tomara el poder bajo el título de «Hermano Líder y Guía de la Revolución». Afirma que Libia es una democracia directa. Cuenta con guardaespaldas femeninas que deben ser vírgenes. Su particular visión de la moda le lleva a combinar vestidos tradicionales islámicos con gafas de sol.

Ha llegado a culpar a Osama bin Laden de la rebelión que sufre su país, y una vez afirmó que conquistó los Estados Unidos o que Israel fue responsable del asesinato de John F. Kennedy.

En venganza por la colonización de Libia durante la Segunda Guerra Mundial, Gadafi prohibió a los italianos entrar en su país. Tampoco se queda corto con los suizos, con los cuales tuvo un serio rifirrafe diplomático, político y comercial en 2008-2010 y llegó a pedir a la ONU que la Confederación Helvética fuese disuelta.

Saparmurat Niyazov.-
Fue presidente «vitalicio» entre 1990 y 2006 de Turkmenistán, un país desértico en el que ordenó construir un castillo de hielo enorme. También será recordado por prohibir el maquillaje, los dientes de oro o los playbacks en los conciertos.

Exigió que el libro que él había escrito tuviera el mismo estatus que el Corán en las mezquitas. De hecho, todos los empleados debían memorizarlo para mantener sus puestos de trabajo, y no se podía obtener un permiso de conducir a menos que conocieras todos sus textos al pie de la letra.

Por supuesto, durante su terrible mandato no existía ningún otro partido que el suyo. Como él mismo dijo, «No hay partidos de la oposición, así que ¿cómo se les puede conceder la libertad?».

ABC, 7 de julio de 2011