lunes, 11 de noviembre de 2019

El barrio de Luyanó (I)



Los orígenes de Luyanó se remontan a mediados de los años 50 del siglo XIX cuando el Capitán General José Gutiérrez de la Concha e Irigoyen (1), de triste recordación, autorizó el reparto (2) de las tierras ejidales, dando lugar al surgimiento de los Repartos de Iglesias, Caballero, Rodríguez, Pérez, Herrera y Ojeda, que conformaron el territorio básico e histórico de Luyanó. Tres poseedores de esas tierras, convertidos en sus propietarios por decisión del Capitán General, perpetuaron sus apellidos en los nombres de tres calles: Rodríguez, Pérez y Herrera, las cuales ya aparecen registradas en el mapa de La Habana de Esteban Pichardo (3), publicado en 1874, cinco años antes de su muerte.

Los límites de ese conjunto de repartos, a los cuales durante un tiempo se les llamó Concha, quedaban al norte y este de un camino vecinal denominado Camino del Alcoy que después se convertiría en Calzada de Concha (4), al sur la Calzada de Luyanó y al oeste la Calzada de Jesús del Monte. El nombre de Luyanó procede del río que originalmente se le conoció con el nombre Uyanó, tal vez de origen indígena (5).

Cómo Uyanó pasó a ser Luyanó, probablemente por algún copista, amanuense o escribano, que le añadió una L a Uyanó. No creo que haya sido por un agrimensor, éstos eran en extremo cuidadosos. Lo mismo pasó con el arroyo Polo que con el correr de los años se convirtió en Arroyo Apolo.

La Calzada de Luyanó era de suma importancia en el siglo XIX ya que se convertía en la continuación de la Calzada de Güines, una de las vías de entrada de los azúcares a La Habana para su exportación. El encuentro entre esas dos calzadas se producía en el puente Alcoy (6), donde existía un portazgo similar al que había entre la Calzada del Bejucal, la de Jesús del Monte y la del Batabanó. En ese portazgo no solo se cobraba por los derechos de entrada -el famoso portazgo- sino que se producía el cambio de las carretas tiradas por bueyes a los carretones tirados por mulas: por razones de seguridad los bueyes no podían entrar a la capital.

Tanto en un portazgo como en el otro, el ir y venir de viajeros, transeúntes, barriles de azúcar y otras mercancías generaba una concentración de animales, carretas y carretones, y personas, entre las cuales los esclavos no eran minoría. Era una zona muy bulliciosa con lugares para comer, tomar un refrigerio o dormir una siesta o pasar una noche. Habían artesanos, carpinteros, herreros, talabarteros, quienes arreglaban cualquier desperfecto en los medios de transporte, herraban caballos y mulos, un sinfín de actividades y de negocios. (7)

Según el mapa de Esteban Pichardo ya mencionado, varias calles de Luyanó antes de los años 70 del siglo XIX, tenían nombres relacionados con el movimiento reformista y su ideología, como Municipio, Justicia, Acierto, Reforma, Fábrica, Compromiso, Fomento (8), Arango (9) y Villanueva (10). De modo que el pensamiento reformista no lo podemos encasillar en los años 20-30 del siglo XIX, porque tuvo una trascendencia más allá de esa etapa como indican el bautismo de esas calles, las cuales han mantenido sus nombres hasta el día de hoy.

Otros nombres hacen referencia a accidentes geográficos: Atarés, Ensenada, Guasabacoa, de evidente ascendencia aborigen. Calles que corren de sur a norte apuntando al lugar que le ha prestado su nombre. Casi la mitad de Luyanó aparece en el mapa señalado con sus calles nombradas y trazadas, pero ello no es indicativo de que ya en esa época estuviesen pobladas.

Para 1929, de acuerdo a un mapa de ese año (11), todas las calles de Luyanó estaban trazadas, pero solo unas pocas estaban recubiertas con adoquines como Reforma, Fábrica, Villanueva, Rosa Enríquez y Municipio, las tres primeras atraviesen el barrio de norte a sur y la última de este a oeste. Sin embargo, curiosamente, casi todas tenían aceras. Para los años 60 del siglo XX se completó la pavimentación y se asfaltaron todas las calles.

En 1878 se crea el Señorío con el título de Conde San Rafael de Luyanó que ocupó Adolfo de Quesada y Arango de Horé (12) hasta su muerte en 1881, heredándolo su viuda y a la muerte de la misma quedó vacío, no era más que un título honorífico sin mayores consecuencias ni ventajas, salvo aquello de lucirlo en los encuentros sociales.

Luyanó se inserta en la historia nacional con dos hechos, el primero ocurrió en 1868 y se le conoce como El Grito de Luyanó, y se produjo el 2 de noviembre de ese año, con el fin de secundar, en el occidente de la Isla, el alzamiento de Carlos Manuel de Céspedes. Desgraciadamente el intento estuvo mal concebido y peor organizado y fracasó. El segundo hecho fue el combate que se originó el 9 de agosto de 1931 entre las fuerzas policiales de Machado y el Capitán del Ejército Libertador Manuel del Pino y su amigo Felipe Cabezas que se atrincheraron en una fábrica de medias, que existía en Luyanó, donde escondían armas para la lucha contra Machado. El combate duró más de tres horas ocasionándole varias bajas a la policía. Al acabárseles las municiones, los revolucionarios fueron masacrados.

Luyanó recibió y dio cobijo a inmigrantes gallegos tanto en el siglo XIX como en el XX. La presencia gallega en la barriada le va a dar origen a la Casa de Salud La Benéfica que ya aparece en el citado mapa de Pichardo, por lo tanto, resulta anterior a la constitución del Centro Gallego que se produjo en 1879. Posteriormente se fundaría la clínica mutualista Hijas de Galicia (a estas dos clínicas nos referiremos más adelante). Lo mismo ocurrió con El Cerro que acogió a asturianos, quienes fundaron la clínica mutualista de los asturianos La Covadonga. Mi tío-abuelo vivió en El Cerro y fundó una fábrica de fósforos que le daba empleo a vecinos y coterráneos emigrados.

En el territorio de Luyanó se establecieron diversas fábricas, talleres y almacenes, lo que determinó la conformación de la población, mayoritariamente de obreros y empleados, con la presencia minoritaria de miembros de la clase media que podían ser los dueños o encargados de esos negocios, también por los comerciantes que fueron asentando sus negocios en una localidad que resultaba atractiva por el creciente número de residentes que ganaban un jornal o salario.

La planta habitacional de Luyanó era, fundamentalmente de casas de un solo piso (13), de ladrillo, colindantes unas con otras, las casas de dos pisos de inicios del siglo XX tenían en la planta baja un negocio, generalmente una bodega, pocas casas eran de madera y las de techos de tejas se encuentran, salvo excepciones, en la zona inicial de desarrollo de la barriada. Las pocas casas de vecindad, cuarterías o solares fueron construidas como solución para la población de más bajos ingresos. Otra solución fueron los llamados “pasajes” que generalmente, al fondo de casas de mayor prestancia, brindaban una solución más digna y de menos hacinamiento, con baños y cocinas individuales. En los años 50 se construyeron varios edificios de apartamentos, pero ninguno superó las tres plantas y generalmente tenían espacios en la planta baja para establecer diferentes negocios o comercios.

Las características del desarrollo de Luyanó limitaron la presencia de zonas de recreo existiendo solamente dos parques uno, el más concurrido, en la calle Fábrica, por ese nombre se le conoce, con frondosos árboles, asientos de madera y un bello pabellón, hoy desaparecido, que daba a la calle Justicia y sus anchas aceras exteriores e interiores permitían los juegos infantiles. El otro parque bordeaba la Calzada de Concha.

Pero como las calles estaban sin pavimentar, el recurso habitual, salvo que fuesen juego de pelota “al duro”, entonces quedaban los llamados placeres o solares yermos, espacios sin construir. El más utilizado era el “placer de chocolate”, que ocupaba toda una manzana donde solo existía una casa de madera en la esquina de Velázquez y Fábrica, habitada por una familia negra, quizás de ahí el nombre, el único problema era que en los meses de enero a marzo la comparsa El Alacrán ocupaba el lugar para sus ensayos, cercaban casi todo el terreno con paredes de yaguas que evitaban no solo el paso sino la vista de los ensayos, y cobraban a los que quisieran entrar a mirar. Otro placer era donde plantaba su carpa el circo Montalvo, un circo de barrio que daba funcionaba dos semanas o un mes, según el público que tuviesen.

En el placer del “blanquizar”, el más pequeño de todos, a inicios de los 50 se construyó el Centro Deportivo Pepe Barrientos, con canchas de voleibol, básquet, gimnasio de boxeo, fisicoculturismo, con baños y taquillas. Se acabaron los juegos de pelota, pero había otras opciones. Pero quienes quisieran jugar pelota. tenían que moverse fuera de Luyanó, hacia el placer de la calle Reyes o, con otros riesgos, al "arenal”, colindante con Cayo Cruz, área ganada a los mangles y a la zona cenagosa de la Ensenada de Guasabacoa.

En cuanto a atención social, Luyanó tenía una Casa de Socorro en la Calzada de Luyanó y una crèche (guardería) que fue construida a inicios de los años 40, era una bella construcción estilo art deco, y le brindó cierto alivio a las madres trabajadoras de la zona, aún existe en la esquina de Villanueva y Arango. La Casa de Socorro no solo atendía emergencias, también ofrecía consultas médicas, servicio de inyecciones y una farmacia que entregaba medicinas gratuitamente.

El principal centro de salud en Luyanó era La Benéfica, una clínica mutualista del Centro Gallego para varones, que por 2,85 pesos mensuales, cantidad que entonces representaba el 4 por ciento del salario mínimo y brindaba atención médica, diversos especialistas, dentista, medicinas, cirugía, servicio de diagnóstico como análisis, rayos X, etc. Además contaba con un gimnasio y baños turcos. La clínica estaba rodeada de jardines, fuentes y árboles.La cuota mensual daba derecho a la escuela primaria Concepción Arenal, a un balneario en las playas de Marianao y a todas las actividades del Centro Gallego, que incluían una biblioteca, bailes sabatinos y dominicales y excelentes mesas de billar. Hijas de Galicia era para el sexo femenino y brindaba similares servicios, excepto el gimnasio.

Aparte de los centros de salud señalados, existían dos clínicas que trataban dolencias de las mujeres, pero en la práctica era para realizar legrados o abortos, una práctica prohibida aunque admitida por las autoridades. El más económico estaba en la esquina de Pérez y Fábrica y el otro, más elegante y caro, en la Calzada de Luyanó.

Por el número de iglesias, podemos poner en duda la religiosidad de los luyanosenses. Existía una pequeña capilla católica en una escuela de niñas pobres, una pequeña iglesia católica, Nuestra Señora de la Guardia, de planta neogótica, tres protestantes y un templo de los Testigos de Jehová. Iglesias protestantes había una bautista en la Calzada de Luyanó, en un local adaptado, la anglicana o episcopal, establecida en los años 20 con una construcción de estilo ecléctico ubicada en Municipio y Ensenada, constaba de una pequeña escuela primaria, y la Presbiteriana, también establecida en los años 20 en la calle Santa Felicia entre Fábrica y Reforma, con elementos bizantinos y tenía una escuela primaria, considerada la mejor, patrocinaba los Boys Scouts de la barriada.

Además de estas escuelas, existían otras laicas privadas y un kindergarten gratuito sufragado por el Partido Socialista Popular. La Escuela Pública No. 24, en la esquina de Guasabacoa y Herrera, no solo brindaba enseñanza primaria, también clases nocturnas de inglés, mecanografía y secretariado, que eran muy concurridas por quienes buscaban elevar su posición social. Clases similares eran impartidas en centros privados y casas particulares, en algunas de las cuales se ofrecían también clases de piano.

Si por el número de iglesias no podemos determinar la religiosidad, por el número de cines sí podemos afirmar que la población de Luyanó era muy cinéfila. Solamente en la Calzada de Luyanó existían cuatro cines: el Norma construido en los años 20 con un edificio con elementos art nouveau y columnas interiores que bloqueaban la pantalla según donde te sentaras; el Luyanó con un frente parcialmente construido de bloques de cristal y una fachada y techo curvilíneo como un hangar; el Atlas, y el Dora especializado en películas mexicanas, argentinas y españolas. Por la Calzada de Jesús del Monte encontrabas el Moderno y el Florida, que proyectaban películas de estreno, los dos con aire acondicionado. Y en el interior del barrio, se localizaba el Ritz, donde los jueves era el “día de las mujeres” estas solo pagaban cinco centavos para ver dos películas, pero podían ser víctimas de masturbadores y rascabuchadores. Y a pocas cuadras el Fénix, que originalmente se le llamó Ferroviario porque en su planta alta se encontraba el sindicato ferroviario y tenía una característica que lo hacía similar al cine Negrete, en el Paseo del Prado: era largo y carecía de balcony. En el Fénix conocí los film noir del cine estadounidense. Creo que el único cine que existe es el Florida, los demás desaparecieron.

Las comunicaciones en Luyanó eran excelentes, a pesar de las calles sin pavimentar, una estación de ferrocarril estaba a dos cuadras de sus límites, y más de diez “rutas de guaguas” la bordeaban o lo atravesaban de norte a sur y de este a oeste, utilizando las calles pavimentadas. Ello permitía enlazar a Luyanó con el resto de La Habana, El Diezmero, Lawton, Víbora, Puentes Grandes, Vedado, Guanabacoa, San Miguel del Padrón, Jacomino, El Cotorro, entre otras localidades habaneras. También había varias “piqueras de taxis”.

En la música popular, Luyanó es mencionada en algunas guarachas, tenía su representación, la más famosa fue una de la década de 1940 en la cual el puertorriqueño Daniel Santos con la Sonora Matancera cantaba Bigote Gato. En más de un sitio se practicaba la santería, había una fuerte presencia abakuá en el territorio y durante los carnavales por sus calles pasaban congas y comparsas.

Waldo Acebo Meireles
Cubaencuentro, 3 de julio de 2019.
Mapa donde se ven los límites del Luyanó histórico. Tomado de Cubaencuentro.

Notas.-

(1) Gobernador de la Capitanía de Cuba en tres ocasiones 1850-1852; 1854-1859 y 1874-1875, por sus servicios recibió los nombramientos de marqués de La Habana, vizconde de Cuba, grande de España de primera clase.

(2) La palabra “reparto”, en el caso cubano y particularmente habanero, designa un fenómeno económico y social, es el “reparto” en pequeñas parcelas de una finca rústica, con el propósito de urbanizarla. Este término es un cubanismo ya que en España y en la América hispana, a ese mismo fenómeno y sus resultados se le conoce como: colonia, fraccionamiento, urbanización, unidad habitacional, villa, etc., sólo en Nicaragua y El Salvador se utiliza con el mismo significado que en Cuba.

(3) Pichardo y Tapia, Esteban. Plano de la Habana. Ed. José Valdepares 1874.

(4) En los años 50 del siglo XX se intentó rectificar ese nombre llamándosele oficialmente Ramón Pintó en recordación de un anexionista condenado al garrote vil por Concha, en la práctica, como ha ocurrido con decenas de calles habaneras, el pueblo le siguió llamando por su nombre original.

(5) En las Actas Capitulares encontramos que en el cabildo de 21 de agosto de 1551 aparece que el gobernador Pérez de Angulo pide le hagan merced de una caballería de tierra, “en el Ancón de la mar deste puerto”, que queda perfectamente localizada al determinarse que linda esa estancia “con el Uyanó”; ensenada que recibió posteriormente el nombre de Buasabacoa, más tarde a esa ensenada se le llamó Guasabacoa. En un plano de 1750 copiado en 1911 por el agrimensor Arturo Espinosa aún aparece señalado “Río del Uyanó”.

(6) Este Puente tomó su nombre de Federico Roncali (Conde de Alcoy) que precedió a Concha como Capitán General en los años de 1848 a 1850.

(7) Aunque esos portazgos fueron perdiendo su importancia con el desarrollo de los ferrocarriles en los años 50’del siglo XX tanto en La Palma como en la Virgen del Camino se mantenía ese aire de feria, de miles de transeúntes que cruzaban a diario y encontraban un lugar de descanso, para tomar un refrigerio o para cambiar de un medio de transporte a otro.

(8) Por la Junta de Fomento.

(9) Por Francisco María de la Luz de Arango y Parreño.

(10) Por Claudio Martínez de Pinillos y Ceballos II Conde de Villanueva y I Vizconde de Valvanera.

(11) Rojo García, Francisco. Plano General de la Ciudad de La Habana y sus alrededores. Cultural S.A. 1929

(12) Destacado músico criollo que dejó varias obras para piano entre ellas varias contradanzas.

(13) Las necesidades habitacionales no resueltas en los últimos 60 años han generado las construcciones de barbacoas y plantas adicionales, muchas de ellas precarias.

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