lunes, 7 de octubre de 2024

Se desploma la salud pública en Cuba

Pasado el mediodía, sudorosa llega la doctora Geiser, 28 años, al destartalado consultorio en la barriada de Santos Suárez, municipio Diez de Octubre, al sur de La Habana. Antes de ponerse su bata blanca y atender a los pacientes, guarda en el armario una bolsa de pan suave, dos aguacates y cinco libras de costilla de cerdo que compró en un mercado agropecuario cuando iba hacia el trabajo.

El consultorio del médico de la familia debe abrir a las nueve. Pero la escasez de insumos y medicamentos es una de las razones para que Ismary, la enfermera, duerma hasta las once de mañana y luego de comer un tentempié, camine los dos kilómetros existentes entre su casa y el consultorio. Cuando llega, en la antesala esperan seis pacientes. El local presenta un estado ruinoso. El piso sucio, la mayoría de las sillas plásticas del recibidor están rotas y una lámpara de luz fría que cuelga inclinada del techo amenaza con caerse.

El salón de enfermería no tiene iluminación. En el estante de los medicamentos solo hay yodo y mercuro-cromo. Un pequeño equipo para esterilizar agujas y boquillas de aerosol, que les donaron, hace tiempo que está roto. En el vestíbulo cuelga un mural desactualizado donde aparecen estadísticas de la salud pública en 2003. “Parece que ha pasado un siglo. El nivel de cobertura sanitaria en los últimos veinte años es un desastre cuando se cotejan esos números con los de la actualidad”, comenta un señor con una quemadura en su brazo derecho.

En 2003, se lee en el mural, las instituciones de salud pública en Cuba contaban con 286 hospitales, de los cuales 83 eran generales, 34 clínico-quirúrgicos, 26 pediátricos, 18 ginecobstétricos, 18 materno-infantiles, 64 rurales y 43 especializados. Además, funcionaban seis cardiocentros, 289 hogares maternos y 1,961 farmacias bien abastecidas de medicamentos. La tasa de mortalidad infantil era de 4,8 por mil nacidos vivos y la esperanza de vida de 77,79 años. Las mujeres sobrepasaban los 80 años y el 99,1% de la población era atendido por los consultorios del médico de la familia, que formaban parte de la estructura de atención primaria de salud.

Ha llovido mucho desde entonces. Ahora, revela un funcionario del MINSAP, “la mortalidad infantil es superior a nueve cada mil nacidos vivos y en muchas provincias ronda el doce o trece por ciento. Más de un tercio de los hospitales se han cerrado o no prestan servicios para los que fueron diseñados. El 60 por ciento de los consultorios del médico de la familia ya no funcionan. El número de médicos, enfermeros y técnicos de la salud ha caído en más de 75 mil en comparación con 2003”.

De muestra un botón. “Solo entre 2022 y 2023 hay 46 mil trabajadores de la salud menos. De esa cifra, 12 mil son médicos. Hace quince años los policlínicos comunitarios contaban con consultas semanales de especialistas médicos. Actualmente, los pacientes deben trasladarse, incluso de una provincia a otra, para atenderse y las consultas suelen ser cada dos meses. Las clínicas estomatológicas o están cerradas o funcionan como entidades privadas por la izquierda. La esperanza de vida ha caído a los 73 años para los hombres y 76 para las mujeres. La escasez de alimentos y medicamentos inciden en ese retroceso. Solo se están aplicando intervenciones quirúrgicas de urgencia. En los hospitales faltan desde agujas desechables hasta esparadrapo. Es un desastre absoluto”, afirma el funcionario.

La doctora Geiser intenta hacer su trabajo sin apenas insumos médicos. “Podemos hacer algunas curaciones gracias a la ayuda de algunos vecinos que han donado un poco de algodón y gasa. Cuando vienen a inyectarse, traen sus propias agujas desechables. La mayoría de los tratamientos que receto son a base de medicina verde. Es muy doloroso atender al hijo de una familias de bajos recursos o un anciano jubilado que gana un pensión de 1,500 pesos que en los negocios privados no pueden comprar, por no tener dinero, los antibióticos para su tratamiento”.

En una hoja de un cuaderno escolar, la doctora Geiser anota los medicamentos a tomar y el tratamiento a seguir. Los bolígrafos se lo regalan los pacientes. “Nos mantenemos trabajando a pulmón. Mi salario de 6 mil pesos equivale a 20 dólares. El sueldo de la enfermera es de 4 mil pesos. Abrimos el consultorio dos o tres veces a la semana. El resto de los días tenemos que salir a la calle, a resolver la comida de nuestras casas. Aunque éticamente es incorrecto, la mayor parte de los médicos y personal de salud gana un dinero extra atendiendo a pacientes por la izquierda. Es la única forma de no morirte de hambre. La otra es que te caiga una misión en el extranjero”.

“Aunque el gobierno se queda con el 80 por ciento del salario en divisas que te pagan, al menos puedes buscarte entre 7 mil o 10 mil dólares, depende el tiempo de estancia y el país que te toque. Los mejores destinos son Italia, Sudáfrica, Qatar, México. Los peores, Haití y Venezuela. Si quieres que te otorguen un buen destino tienes que pagar dos mil o tres mil dólares por debajo del tapete”, explica la doctora.

A pesar que la exportación de servicios médicos ingresa miles de millones de dólares anuales, la mayor parte de los hospitales que prestan servicio a la población están en regular o mal estado constructivo. La higiene deja mucho que desear al igual que la atención médica. Los pacientes que ingresan en los centros médicos deben llevar sábanas, toallas, un ventilador, el agua que toman y un cubo para bañarse, entre otras cosas.

Según el funcionario del MINSAP en “del 2008 al 2015 se ingresaron entre 7 mil y 11 mil millones anuales de dólares por la exportación de servicios médicos. Suficiente dinero para mantener con calidad el sistema sanitario en la Isla. Pero GAESA utiliza ese dinero en la construcción de hoteles y otros negocios”.

De acuerdo con cifras de los primeros seis meses de 2024 publicadas por la estatal Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI) el sector del ocio y el turismo recibieron un presupuesto quince veces superior a la agricultura, ganadería y silvicultura. Y 17 veces mayor cantidad de dinero que el destinado a Salud Pública y Asistencia Social, que recibió 769 millones de pesos. A pesar de que en 2023 había 46 mil trabajadores de la salud menos que en 2022, el régimen tiene a más de 22,400 colaboradores de la salud cubana en 59 países. Y negocia nuevos contratos con otros países.

El déficit de medicamentos, la pésima alimentación y el envejecimiento poblacional, que roza el 25 por ciento de la población mayor de 60 años, incide en el progresivo deterioro de la salud de la ciudadanía. Desde hace más de diez años, en Cuba mueren más personas de las que nacen.

Dania, psicóloga con dos décadas de experiencia profesional, cuenta que “los suicidios y conductas suicidas han aumentado un 23% en los últimos cuatro años en el municipio Diez de Octubre, el más poblado de La Habana y el tercero del país detrás de los municipios cabecera de Santiago de Cuba y Holguín. Un dato preocupante: si hace una década la mayor parte de los que se quitaban la vida, o lo intentaban, eran personas de la tercera edad, principalmente hombres que vivían solos, en estos últimos años se ha disparado el suicidio de jóvenes y adolescentes en edades comprendidas entre 12 y 35 años”.

“Históricamente, el suicidio en Cuba, figura entre las primeras diez causas de muerte. El porciento por cada cien mil habitantes se ha mantenido por encima del 12 y el 15 por ciento. Pero a partir de 1972, las tasas crecieron hasta colocarse entre las primeras a nivel mundial y el cuarto en América Latina. En 1982 se alcanzó un récord nefasto al aumentar los suicidios hasta el 23,2%. Ahora no tenemos cifras actualizadas. Pero atiendo muchos casos de pacientes que han atentado contra sus vidas debido a la frustración y la falta de futuro”, apunta la sicóloga.

Para el régimen castrista es más importante construir hoteles que comprar medicamentos.

Iván García

Foto: Tomada del tuiter de una persona que en junio de 2023 escribió: "Hoy es la segunda vez que vuelve a caerse pedazos del techo en el salón del postoperatorio del hospital Calixto García en La Habana. Cayeron lozas del falso techo. La primera vez, hace tres semanas, cayeron algunos escombros encima de un médico y un paciente".