lunes, 31 de marzo de 2025

En Cuba sí hay hambre

 

Encima del buró de madera carcomida, el jefe de almacén de un restaurante estatal revisa la orden del día. Después, junto al cocinero se dirige a una vieja y oxidada báscula y comprueba el peso de los víveres a entregar. Cuando abre el frigorífico, un olor repugnante inunda la estancia. En un gancho cuelgan dos perniles de cerdo, cuatro cajas de picadillo MDM de pollo y dos bolsas de queso fundido.

Los sacos de arroz están llenos de gorgojos y el aceite para cocinar tiene un color oscuro tras haberse usado varias veces. Llamémosle Daniel, jefe de almacén. Con casi 40 años de experiencia en la empresa gastronómica, asegura que “tanto en los tiempos de vacas gordas, como ahora de vacas flacas, siempre fue igual. Por falta de mantenimiento y los apagones, los equipos de frío de la mayoría de los establecimientos estatales o están rotos o funcionan con problemas. Supuestamente, los productos en mal estado se deben botar. Pero ningún administrador lo hace, pues tendríamos pérdidas”.

En una caldera de agua hirviendo colocan la carne de cerdo, le añaden vinagre y así pierde el mal olor. Las partes descompuestas del queso fundido lo separan con un cuchillo. “Cuando usted mete en el horno la pizza el queso se derrite y el mal olor desaparece”, afirma Daniel. El dulce de fruta bomba lo hacen con la cáscara y la masa de la fruta se la llevan a su casa. “Los productos en buen estado se venden por la izquierda o no los quedamos para consumo propio”. Un dependiente gana 2,800 pesos al mes y un jefe de almacén 3,600 (entre 8 y 11 dólares según la cotización del mercado informal de divisas). Debido a los bajos salarios en el sector gastronómico estatal, los empleados hacen cualquier cosa que les permita obtener más dinero.

El robo es en cadena. “En los almacenes centrales de la empresa ya te entregan la factura con faltantes y los alimentos medio podridos o con fecha de caducidad vencida. Y no se te ocurra protestar. Lo que falta en la pesa es la ganancia de esos directivos. En el establecimiento que administro hago lo mismo. Le entrego menos cantidad al cocinero, lo que a su vez repercute en un menor gramaje que va recibir el cliente en su plato”, detalla Daniel.

La deficiente manipulación y adulteración de los alimentos es un procedimiento habitual en la gastronomía estatal. “Mientras más baja es la escala, peor es el facho (robo). Recomiendo no comer nada en un cafetín de barrio. Ya se han dado muchísimos casos de intoxicación alimentaria. También en restaurantes de lujo y en los hoteles se inventa. Uno nunca sabe que está comiendo o si la cerveza que toma no está mezclada con la que dejaron otros clientes. Mi consejo: vayan a comer a negocios particulares”, dice Daniel.

Con nostalgia recuerda que hace seis años, “mensualmente en gastronomía se ganaban miles de pesos. En un año te podías comprar una moto o un carro. Ahora el panorama es negro. El Estado apenas tiene víveres para entregarte, tenemos que comprarlos en la calle a precios altísimos y el margen de ganancia es ínfimo. Nadie va ir a un restaurante a comer poco, malo y caro. Comer cuatro personas te puede costar ocho mil pesos”.

El sector de la gastronomía estatal es un buen termómetro para medir el colapso alimenticio en el país. A partir de la llegada al poder del dictador Fidel Castro, en enero de 1959, alimentarse comenzó a ser un problema. En marzo de 1962, Castro implementó la libreta de racionamiento. A partir de esa fecha, los cubanos comenzaron adquirir a precios subsidiados por el régimen cantidades limitadas de alimentos y artículos de aseo.

Rogelio, 83 años, jubilado, apunta que “la libreta ha ido adelgazando con el paso de los años. El modelo de planificación central ya no funciona. El Estado, que se abrogó el derecho de alimentar, vestir, calzar, educar y curar a todos los cubanos, no puede asumirlo. Y ha optado por el sálvese quien pueda. Los alimentos fueron desapareciendo misteriosamente. Hasta finales de la década de 1980, por la libreta te daban media libra de carne de res cada nueve días, luego se extendió a una cuota mensual y finalmente desapareció. También te daban pescado como merluza, sardina o jurel, congelado o enlatado. Pero con la llegada del Período Especial, Fidel vendió la flota pesquera como chatarra para obtener divisas. Cuando se cayó el campo socialista las cosas empeoraron".

"Con la libreta no ibas a comer todo el mes, pero te garantizaba lo básico para quince o veinte días. El resto se compraba por la calle o en el mercado negro. En los agromercados las viandas no eran tan caras. Y en una cafetería estatal podías comerte un pan con tortilla o una posta de pollo frito. Con la llegada de la revolución, los cubanos no volvimos a tener una alimentación variada y de calidad. Tuvimos que empezar a comer pequeñas raciones para alargar los víveres. Y la carne de res, el pescado y los mariscos se convirtieron en un lujo para la mayoría de las familia. No se comía lo adecuado, pero podías llenarte con pan, viandas hervidas o arroz y frijoles. El huevo era el salvavidas. Cualquiera podía comprar un cartón de 30 huevos. Ahora no, cuesta 3 mil pesos. Ya no hay cafeterías del Estado que oferten comida barata. La calidad era infame, pero los viejos podíamos matar el hambre con un pan con croqueta o una pizza. Ahora los precios han subido tanto que no está al alcance de un jubilado”, concluye Rogelio.

Cuando usted revisa los rubros agrícolas y de producción de alimentos observará que han caído a niveles de una nación en guerra. Todas las cosechas han descendido en los últimos seis años entre el 50 y 90 por ciento. En 2019, el plato nacional, una ración de arroz blanco, frijoles negros, carne de cerdo, ensalada de tomate, lechuga, pepino y col para una familia de cuatro personas te salía en 124 pesos: 4 pesos dos libras de arroz, 10 pesos una libra de frijoles negros, 75 pesos tres libras de carne de cerdo, 12 pesos dos libras de tomates, 5 pesos un mazo de lechuga, 8 pesos dos libras de pepinos y 10 pesos una col.

En estos momentos, almorzar o cenar el plato nacional no baja de 4 mil pesos, en dependencia de donde compres la carne de cerdo. En los agromercados estatales, una carne con exceso de grasa y huesos, la libra fluctúa entre 700 y 900 pesos. Si compras lomo de cerdo o pierna deshuesada importada de Estados Unidos, el kilogramo vale entre 2,200 y 2,500 pesos. De 200 a 300 pesos la libra de arroz; 300 pesos una libra de frijoles negros; entre 400 y 600 pesos dos libras de tomates; 50 pesos una lechuga; 200 o 300 pesos dos libras de pepinos y 250 pesos una col.

Shelly, ingeniera, madre de dos hijos, cuenta que hace seis o siete años, “los fines de semanas comíamos arroz, puerco asado, ensalada de estación, mariquitas o tostones y dulce de coco de postre. Y los días entre semana comíamos pollo dos veces por semana y a veces pescado. Aunque ya la carne de res, la leche y el jugo de naranja se habían convertido en un lujo, con el salario de 2,300 pesos de mi esposo y el mío de 1,500 pesos, teníamos garantizado desayuno, almuerzo y comida para los cuatro. Ahora, con su salario de 8 mil pesos y con los 6 mil pesos míos, solo podemos comer caliente una vez al día y los únicos que desayunan son los muchachos. No miento, mi marido y yo pasamos hambre”.

Carlos, sociólogo, considera que “la mayor parte de los cuatro millones de empleados que trabajan para el Estado devengan salarios mensuales que van desde los 2,100 pesos, el mínimo, 4,500 pesos el salario promedio hasta 18 mil pesos los más altos. Si la gente no roba en sus puestos de trabajo, tienen dos o más empleos o reciben remesas del exterior, se acuestan con hambre, porque para desayunar y comer dos veces al día, un cubano una necesita no menos de 30 mil pesos al mes, casi 100 dólares, y no te garantiza una alimentación balanceada. Si el gobierno quita la libreta de racionamiento, que actualmente solo distribuye 7 libras de arroz, 10 onzas de frijoles, 4 libras de azúcar y un panecito diario de 60 gramos, entre el 70 y el 80 por ciento de la gente tendría aun más difícil poder alimentarse. De acuerdo a estadísticas, el 90 por ciento de la población cubana es vulnerable”.

En julio de 2024, el informe titulado "El estado de los derechos sociales en Cuba", realizado por el Observatorio Cubano de Derechos Humanos revelaba que el 89% de la población en Cuba vivía en extrema pobreza, un incremento de un punto porcentual respecto al año anterior, lo que evidencia un deterioro continuo en las condiciones de vida de los cubanos. Sin embargo, un estudio de la Organización de las Nacionad Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) sobre el hambre en América Latina y el Caribe, correspondiente al período 2021-2023, indicaba que menos del 2,5% de la población cubana padecía de hambre.

Carlos, sociólogo habanero, opina que ese “informe a todas luces no es correcto. O está manipulado con intenciones políticas o simplemente fueron engañados por las estadísticas que publican las instituciones del gobierno cubano que no suelen reflejar la realidad” . En el estudio de la FAO se dice que los cubanos de la Isla comen mejor que los argentinos, mexicanos y colombianos. Y sitúa el nivel alimenticio de Cuba al mismo nivel de Chile, Uruguay y Costa Rica.

Heriberto, dueño de una finca rural ubicada en el municipio Alquizar, al suroeste de La Habana, afirma que la crisis de alimentos “es por culpa del gobierno. Hay tierra suficiente para producir suficiente comida al pueblo y exportar al extranjero. Solo tienen que quitarle el cepo a los guajiros, cerrar todas esas instituciones parásitas como el Ministerio de Agricultura y Acopio y privatizar la tierra”.

Para el economista Pedro Monreal, en Cuba existe un “serio problema con la propiedad y la gestión de la tierra”. El régimen es dueño del 80% de la tierra en la Isla y solo gestiona el 32% de las mismas. Pese a contar con esas capacidades, tiene menos rendimiento productivo que los campesinos privados quienes solo con el 20 por ciento de la tierra tienen mejores rendimientos agrícolas y producen el 70 por ciento de las hortalizas, granos y frutas.

Nicolás, dueño de una parcela de tierra en Artemisa, al oeste de La Habana, explica que “el déficit en las producciones agrícolas y la elaboración de alimentos es debido a que al gobierno le resulta más rentable importar comida que producirla en el país. GAESA, por ejemplo, invierte mil millones de dólares en comprar comida que luego vende en sus tiendas dolarizadas o se las vende a MIPYMES y otros negocios privados. Y esa inversión la recuperan con ganancias de 240%. Es decir, ganan 240 millones de dólares sin tener que comprar abonos, fertilizantes, regadíos ni tractores para producir alimentos que después por los bajos salarios, tienen que venderlos a precios subsidiados generando pérdidas millonarios que jamás recuperan. Todo lo demás es muela barata”.

Hugo, nutricionista, pone en duda ese informe de la FAO. “El gobierno cubano es experto en tupir a esas instituciones de la ONU. Por eso Trump quiere cortarles las finanzas. Son miles de burócratas que ganan sueldos altísimos y cuando viajan a naciones pobres o gobernadas por dictadores aceptan como verídico cualquier cosa que les digan o les den a leer. El papel aguanta lo que le pongan”.

Iván García
Foto: Hombre comiendo una fruta bomba (papaya) en mal estado que alguien tiró en la calle. Tomada de Cubanet.

lunes, 24 de marzo de 2025

Morirse en Cuba

 

"Y las apetecidas tazas de chocolate/ serán sabrosas pausas en la conversación", así describía su propio velorio, hace más de un siglo, el poeta cubano Rubén Martínez Villena en Canción del sainete póstumo. La escena en nada se parece al panorama en la principal funeraria de Cienfuegos, ubicada en el céntrico Prado, donde faltan el café, las coronas de flores y hasta los empleados.

Cuando la abuela de Tania murió a mediados del mes de noviembre, la familia se sintió triste, pero en paz. "Era casi centenaria y tuvo una vida llena de amor, junto a sus hijos y sus nietos", cuenta la mujer a 14ymedio. "Ella se había dormido y a la hora en que normalmente se levantaba nos dimos cuenta de que había fallecido. Hasta ahí todo tranquilo, el problema llegó después".

La anciana, que había participado en innumerables velorios a lo largo de su vida, le dictó a la familia unas estrictas ordenanzas de cómo proceder tras su muerte. Las rosas, las flores que más le gustaban, debían estar en alguna de las coronas cerca del ataúd. La cinta no debía decir su nombre oficial sino el cariñoso Tatica con el que la conocían todos. El entierro tenía que ser cerca de la tumba de sus padres.

Con el paso de los años, la familia convenció a Tatica de que las rosas eran muy difíciles de conseguir y que era posible que no le tocara la sepultura tan próxima al panteón familiar, dado que dependían de un espacio público para el enterramiento. A todo cedió la complaciente señora, pero no transó en un punto: "Hay que traer a mis primas desde Abreus y Rodas para que estén aquí para despedirme".

Así que cuando la familia encontró a Tatica muerta en la cama se dispuso a cumplir algunas de aquellas pautas. Eran cerca de las 7:30 am cuando un médico del cercano policlínico certificó la muerte y los nietos llamaron a los servicios fúnebres para que recogieran el cadáver. "El único carro disponible estaba para el municipio Cruces para buscar otro cuerpo así que no llegó hasta pasadas las 11 am", detalla Tania.

"Cuando llegamos a la funeraria no había formol para preparar el cuerpo y que pudiera aguantar hasta que las primas de mi abuela, muy ancianas las dos, pudieran llegar para el velorio". Mientras una parte de los familiares se movilizaba en busca del necesario compuesto químico, una acción que pasaba por dejar caer unos cuantos billetes en las manos indicadas, los otros se concentraron en el posterior entierro.

Bregar con los obstáculos y la burocracia no fue nada fácil. La falta de personal, que afecta todos los servicios públicos en la Isla, es especialmente dramática en el entramado fúnebre. Los bajos salarios, las malas condiciones de trabajo y el éxodo hacia otras ocupaciones o hacia el extranjero han menoscabado el número de empleados en funerarias, cementerios y crematorios del país. "Por horas y horas nadie nos atendió, nadie nos dijo qué pasaba", lamenta Tania.

El tiempo comenzaba a pasar factura en los parientes de la difunta. En el local, espacioso y de recia arquitectura en la que se mezclan el estilo neoclásico y el art déco, las pocas capillas que están funcionando disponen de apenas unos metros cuadrados. "No se pueden poner los aires acondicionados ni los ventiladores porque estamos en plan de ahorro de electricidad", sentenció una trabajadora cuando los nietos de Tatica se quejaron del calor.

En el amplio patio interior se fueron reuniendo los parientes para escapar del sopor del edificio y se toparon con otros dolientes en la misma situación. "Nosotros estamos aquí desde anoche, nos han comido los mosquitos, pero es que no hay suficientes ataúdes y hay que esperar", comentó una mujer que sacó un termo con café y tomó un sorbo. "Me lo trajo mi hijo porque aquí, ni pagando, le cuelan a uno un buchito".

Tradicionalmente, en los funerales cubanos nunca faltaban los intrusos que se acercaban a la caja a curiosear fingiendo conocer al difunto, los chistes de mal gusto que se decían en las altas horas de la madrugada y los buchitos de café que mantenían a los dolientes con los ojos abiertos durantes largas horas. Incluso, las funerarias tenían una asignación oficial de café que el tiempo y la crisis primero redujeron y luego hicieron desaparecer.

Pero el ritual de las tazas no es lo único que se ha evaporado, las flores y coronas fúnebres van camino también de la extinción. "El mismo empleado estatal que me dijo que no tenían material ni flores para hacer las coronas, me recomendó un negocio privado, aquí cerca, que las hace a la medida", recuerda Tania. Por 5.000 pesos cubanos la nieta pudo cumplir la promesa que hizo a su abuela: "No pude pagar por un cojín de rosas porque estaban muy caros, pero al menos la banda de papel decía Tatica como ella quería".

Mientras tanto, las dos primas ancianas, trasladadas desde Rodas y Abreus tras pagar una buena suma, esperaban sentadas en los bancos del patio de la funeraria. Cerca de las 8:00 pm y bajo un apagón que convirtió las capillas en cuevas oscuras y calurosas, el cuerpo de la difunta pudo ser velado hasta cerca de las 11:00 pm. "No se veían ni las manos, mi hermano tuvo que ir hasta la casa y traer una vela, pero otras familias no tenían nada, estaban allí en la oscuridad con sus muertos".

El corte eléctrico no impidió que un trabajador de la funeraria se acercara al ataúd pocos minutos antes de que lo trasladaran al interior y retiró el cristal que permitía ver el rostro de la difunta. "Nada más que tenemos uno, así que hay que llevarlo para otra capilla donde lo están esperando", se disculpó el empleado que, con la habilidad de quien lo ha hecho muchas veces, desmontó el vidrio y se lo llevó en medio de la penumbra.

"Nuestra familia es grande porque ella tuvo siete hijos y entre ellos, sus parejas, los nietos y los bisnietos somos más de 50 personas", detalla Tania. “Al otro día, bien tempranito, para trasladar a toda esa gente no había ningún carro estatal que siguiera al carro fúnebre, los dolientes tuvimos que alquilar el transporte por nuestra cuenta". Gestiones van, gestiones vienen y otros miles de pesos depositados en los bolsillos correctos hicieron aparecer una vieja guagua Girón que logró llevar a parte de los parientes.

En el cementerio, un empleado los recibió con la mala nueva: "No sé por qué siguen mandando entierros para acá, aquí no tenemos capacidad", refunfuñó el hombre. Finalmente, llantos por un lado y otros billetes de moneda nacional por el otro, se resolvió que Tatica descansara en una tumba pegada a la tapia del camposanto. "Está lejos de sus padres, pero al menos la pudimos enterrar porque hubo un momento en que parecía que íbamos a tener que regresar con el cadáver para la funeraria".

Días después, cuando Tania repasa lo sucedido, calcula que todo el proceso costó más de 30.000 pesos. La cienfueguera asegura que desde ahora va a ir organizándose para cuando sus hijos y nietos tengan que darle el último adiós. "Voy a empezar a guardar algunas cosas como formol, café y un cristal cuadrado para el ataúd. Tendré que abrir una cuenta de ahorro para pagar las flores, porque no quiero dejarlos pelados como un plátano", ironiza.

Ninguna previsión resulta poca: "Ojalá que no tengan que llevar las sillas a la funeraria porque, como van las cosas, en unos años los parientes son los que van a tener que hacerle la autopsia al difunto".

Julio César Contreras
14ymedio, 19 de diciembre de 2024.
Leer también: El último enredo y La muerte y las contingencias energéticas.

lunes, 17 de marzo de 2025

Cacería del dólar se redobla en Cuba

 

La zona del puerto está desierta pasada las dos de la tarde. Algún que otro pescador amateur lleva horas sentado en el muro que delimita la bahía, un anciano con su guitarra al hombro busca clientes para 'hacer sopa' (cantar mientras los turistas almuerzan) y dos jineteras adolescentes bostezan a un costado del bar Two Brothers.

En La Habana hay un frío inusual. El cielo nublado y mucho viento. En la Alameda de Paula varios ancianos intentan calentarse bajo los tímidos rayos de sol. Extrañan una buena taza de leche con café o chocolate caliente. Recuerdan con nostalgia aquella Habana de bodegas y cafetines, donde en cualquier esquina por unos centavos te comías una completa en una fonda de chinos o en un timbiriche un pan con bistec, cebolla y papas fritas.

El desastre económico y la inflación tiene a los viejos pasando hambre. Sus miserables pensiones, equivalente a cuatro dólares mensuales, solo alcanza para comprar quince huevos en el mercado informal. Ya lo dijo el poeta Raúl Rivero: cuando hace frío, el hambre parece que tiene navajas.

En la terminal de ómnibus La Coubre hay personas que llevan cuatro días para poder viajar a provincias. Entre el bullicio y el olor a orine algunos tiran una sábana en el piso mugriento e intentan dormir. A dos cuadras, en un antiguo almacén del puerto, reconvertido en mercado, un enchufado de la dictadura ha montado un negocio gastronómico y un bodegón donde vende alimentos, confituras y productos de aseo.

“Este 'bisne' es de un cúmbila de Fidel”, dice en voz baja un empleado. Unos aseguran que fue cocinero del “comandante”. Otros afirman que fue asesor o guardaespaldas. “Da igual. Lo que sí es seguro que el tipo se ha enriquecido a costa de las necesidades del pueblo. Le dieron un almacén del Estado para montar su negocio y te das cuenta que el dueño es un oligarca tapiñado del gobierno. Un nuevo rico”, comenta un cliente que suele comprar pescado fresco.

Mientras, en la acera de enfrente los perros famélicos se fajan por sobras de comida y dos mendigos registran los latones de basura. En Plaza de Mercado Puerto Fresco, así se llama el negocio, usted puede encontrar desde un trozo de queso suizo a cinco mil pesos, una caja de bombones Ferrero Rocher a diez mil pesos y un kilogramo de camarones a once mil pesos. También, café Starbucks, jabones Dove y una colección de refrescos y whisky made in USA.

“El bloqueo (embargo económico) es de la puerta pa’ fuera. Aquí hay de todo como en botica. Eso sí, tienes que venir con una jaba llena de dinero”, afirna un señor que gastó 18 mil pesos en queso, yogurt, jabón de baño, jugo, una lata de mejillones, vinagre de manzana, galletas y pan. “Y otros 16 mil pesos en comer tres personas y cuatro comidas para llevar. La comida es más barata que en otros negocios privados. Pero viene sin arroz ni guarnición. Se me fueron cien dólares. Gracias a Dios mi hijo que vive en Miami me manda dólares. De lo contrario estuviera pasando la de Caín”.

Un gerente del negocio aclara que no aceptan pagar con dólares en efectivo. Al menos oficialmente. “A los negocios privados el Estado nos impide vender directamente en dólares. Se aceptan tarjetas MLC, Clásica y exranjeras. Pero dólares no. Es una estupidez. Porque los impuestos te lo cobran en divisas. De cualquier forma por debajo del tapete se cuadra. Con los dólares el gobierno no quiere competencia. Los quieren todos para ellos”.

En silencio y sin previo aviso se alistan un grupo de tiendas en dólares que abrirán próximamente, asegura a Diario Las Américas un funcionario estatal. “Para el verano habrán veinte o treinta mercados en divisas. Además de las tiendas en los hoteles, se abrirán farmacias internacionales y la renta de autos se pagará en dólares o con la nueva tarjeta Clásica. También abrirán más gasolineras en divisas. El MLC tiene sus días contados”

En un mercado ubicado en Santa Catalina y Párraga, en la barriada de La Víbora, al sur de La Habana, un funcionario municipal de Comercio Interior, dijo que estaban terminando la reparación "para reabrir en la modalidad de ventas por divisas”. La dolarización de la economía no se detiene. Hace un mes, Manuel Marrero, el obeso primer ministro, muy criticado por los cubanos en redes sociales, en una especie de trabalenguas aseveró que “la intención no es dolarizar el país. Es desdolarizarlo, pero antes tenemos que dolarizar”.

Otra fuente bien informada subraya “que ya ETECSA -única empresa de telecomunicación en Cuba- tiene diseñado la lista de precios en dólares de los productos y servicios que van a brindar”. Con el pretexto que la empresa es sufre pérdidas millonarias, ETECSA regresa a la venta de recargas telefónicas y de internet en divisas. “Sin esas divisas no podemos renovar la tecnología ni mejorar nuestro servicio”, acotó Tania Velázquez, directiva de la empresa.

“Van a racionar la venta en pesos cubanos para las recargas de móviles y navegación por internet. Es muy probable que decrezca en un sesenta por ciento las ventas en pesos. La intención es redirigir esas ofertas a dólares”, explica un funcionario de ETECSA. Hablando claro: que los emigrados paguen la telefonía móvil y el servicio de internet que usan sus parientes pobres en la Isla. La dictadura no se esconde en su afán de captar dólares. La socorrida excusa es que necesitan divisas para sostener los programas sociales.

Pero personas, como Mayté, ingeniera, están convencidas que el gobierno les miente. “Ese cuento podía confundir a los cubanos treinta años atrás. Ahora no cuela. Hace cinco décadas que exportan servicios médicos y los hospitales están cayéndose y el personal de salud emigra o cambia de trabajo debido a los bajos salarios. Las tiendas en divisas funcionaron una pila de años y ese dinero no se revirtió en construir viviendas, infraestructura y obras sociales. Se quedaron con los dólares o los invirtieron en construir hoteles. ETECSA vende la historia que su prioridad es el pueblo, pero nunca ha invertido un peso en poner internet gratis en las escuelas primarias, secundarias y preuniversitarias. Todo es mentira”.

Esther, maestra jubilada, opina que “el descaro y la desfachatez de esta gente (el régimen) no tiene nombre. Ellos saben que el pueblo no puede tumbarlos, que las personas tienen miedo y que el único camino que queda es hacer las maletas e irse echando”.

Con la llegada de Trump a la Casa Blanca, el cierre del parole humanitario y el reforzamiento de la vigilancia de los guardacostas estadounidenses, muchos, como Saidel, consideran que “hasta nuevo aviso será muy difícil emigrar pa’ la yuma. Con el colorado en el gobierno y el nuevo zar que puso para vigilar las fronteras y deportar a los ilegales, llegar a Estados Unidos será casi imposible. El presidente de Colombia quiso probar fuerza y Trump le apagó el farol. Es probable que hasta quiten las visas por reunificación familiar”.

La solución de los futuros inmigrantes es cambiar sus destinos de viajes. “En estos momentos la mejor opción es comprar un boleto a Nicaragua, Venezuela o Guyana y luego probar suerte en Brasil o en Uruguay, donde por el idioma y la buena calidad de vida se sale adelante. Tal vez dentro de unos meses es posible que esos países pongan obstáculos a los cubanos. Ya Panamá y Perú está pidiendo visas de tránsito”, advierte Saidel.

Leandro, ex profesor, ha viajado “tres veces a Moscú para comprar pacotillas y piezas de autos que después revendo en La Habana. Estuve explorando si de Rusia había una forma de saltar a Europa Occidental, pero por la guerra con Ucrania es prácticamente imposible. Entonces mi plan es ganar dinero suficiente y lanzarme por la vía sudamericana que actualmente es más segura y menos costosa que tratar de entrar a Estados Unidos”.

La intención de Leandro es radicarse en Brasil, Uruguay, Chile o Argentina. Trabajar duro y ahorrar dinero para enviar a su familia en Cuba. Y si denro de un tiempo se le da una oportunidad, radicarse definitivamente en Estados Unidos. Más de un millón de cubanos anhelan lo mismo.

Iván García

Foto: Área gastronómica de Plaza de Mercado Puerto Fresco, uno de los negocios de moda en La Habana, donde se puede comprar con pesos, pero el precio de los productos son de acuerdo a su equivalencia en dólares. Realizada por Melany García Roig.

lunes, 10 de marzo de 2025

Un Martí distinto para cada uno

 


En 1953, Fidel Castro dijo que el ataque al Cuartel Moncada fue un desagravio a José Martí, porque, según aseguraba, “parecía que la memoria del Apóstol iba a morir en el año de su centenario”.

Aquella afirmación distaba de la verdad. En los meses previos, mientras Fidel Castro y su grupo preparaban el ataque al cuartel santiaguero, el régimen de Fulgencio Batista conmemoraba por todo lo alto los 100 años del nacimiento de Martí, el 28 de enero de 1853.

Batista, que aseguraba “seguir las huellas santas de Martí”, había retomado en 1953, con motivo del centenario, su iniciativa de 1937 de construir un gran monumento a Martí, lo que encomendó al escultor Juan José Sicre, y que fue el que se erigió en la Plaza Cívica, que sería rebautizada por el régimen castrista como Plaza de la Revolución.

A su vez, Carlos Prío, el presidente derrocado por el cuartelazo de Batista, el 10 de marzo de 1952, afirmaba que su partido, el Auténtico, “había recogido la antorcha del Partido Revolucionario Cubano que quedó en Dos Ríos, invisible para toda una generación, pero alumbrando, calentando el mejor rescoldo del alma cubana”.

Prío se refería al partido creado en 1934 por su antecesor en la Presidencia, Ramón Grau San Martín, bautizado con el mismo nombre del que creó Martí para organizar la guerra de independencia, pero al que agregó “Auténtico” entre paréntesis, según dijo, para diferenciarse de “los falsos martianos”.

Desde la independencia, todos los políticos cubanos, de todas las banderías y signos ideológicos, tanto en el poder como en la oposición, han echado mano de Martí, intentando apropiárselo y proclamando ser los continuadores de su ideario.

Pero el que se llevó las palmas en los intentos de apropiación de Martí fue Fidel Castro. No bastándole con nombrarlo como “el autor intelectual” del ataque al Cuartel Moncada, lo utilizó como el mentor de su patológico enfrentamiento con Estados Unidos, y tomó al Partido Revolucionario Cubano como referente para el partido único de su dictadura comunista.

No son solo los políticos los que citan a José Martí: todos los cubanos lo tenemos siempre a flor de labios. No importa que muchos solo conozcan de Martí las pocas frases y versos que mal aprendieron en la escuela y que les enseñaron a repetir de carretilla.

Y es que hay un Martí distinto para cada cubano, casi siempre poco entendido o mal interpretado, que es invocado de acuerdo a las conveniencias de cada cual. Hemos hecho un mito de Martí, pero no hacemos mucho caso de sus enseñanzas. Más bien las contrariamos. Y seguimos idealizándolo, creyendo que de no haber muerto en Dos Ríos el 19 de mayo de 1895, la historia nacional hubiese sido muy diferente.

¿Hubiese podido Martí, después de la independencia, hacerlo mejor que como lo hizo en La Mejorana y lidiar con los que pretendían dirigir la república cual si fuese un campamento militar? ¿Habría podido imponerles su visión civilista y democrática a caudillos mambises, voluntariosos y de armas tomar, como José Miguel Gómez, Mario García Menocal y Gerardo Machado?

Martí, desde el exilio, donde vivió poco más de 20 de sus 42 años, creó con su pluma una Cuba ideal. La que soñó indudablemente hubiese sido mucho mejor que la real si sus paisanos hubiésemos logrado realizarla. Pero nunca pudimos.

¿En qué quedó aquella frase tan citada de Martí que nunca pudo materializarse, la de una república y una nación “con todos y para el bien de todos”? Solo nos queda seguirnos lamentando por nuestros males… y citar a Martí.

Luis Cino
Cubanet, 28 de enero de 2025.

lunes, 3 de marzo de 2025

Apuntes sobre los derechos humanos en Cuba

 

Diciembre de 1988. Después de treinta minutos de viaje en un ómnibus de la ruta 2 repleto de personas, recuerdo que al llegar a una oficina del cuarto piso en el edificio del ICRT, Roberto Romay, jefe de la redacción de programas especiales, estaba reunido con mi madre, Tania Quintero, en esa fecha periodista oficial.

Quintero era realizadora de Puntos de Vista, que se transmitía por el canal Tele Rebelde, el único espacio televisivo donde opinaban cubanos de a pie. Eran tiempos de perestroika y glasnost en la desaparecida URSS. Y cada vez más algunos periodistas cubanos se atrevían a tocar temas polémicos. Eso sí, con guante de seda.

Tenía 23 años y me habían contratado como asistente de producción. El periodismo me entusiasmaba. Solía transcribir entrevistas realizadas por mi madre y mecanografiarlas en una vieja máquina de escribir Robotron fabricada en la extinta Alemania Oriental.

Una tarde cualquiera, aprovechando que ese año la Comisión de Derechos Humanos en Ginebra votó en contra de la dictadura verde olivo, le sugerí a Tania preguntarle a la gente en la calle su opinión sobre el tema. En los corrillos de la prensa oficial se pensaba que los aires de cambio llegarían a Cuba. Cubanos de mi generación eran más pesimistas. Lo sabía porque me reunía con un grupo variopinto de personas con inclinaciones políticas y artísticas, que ya habían sido advertidos o reprimidos por actitudes que el régimen de Fidel Castro consideraba ‘contrarrevolucionarias’.

Ese tiempo muerto que tienen las dictaduras, donde se vislumbra un oasis de esperanza, como sucedió décadas después con las doctrinas de Obama y el restablecimiento de relaciones diplomáticas con la Isla, es como la trampa con el queso que le tienden al ratón para atraparlo. Carlos Aldana, por ese entonces jefe del departamento de orientación revolucionaria, DOR, alentaba en las reuniones con la prensa que fueran más creativos y atrevidos en su trabajo.

Quienes se lo creyeron como Luis Manuel García, de la revista Somos Jóvenes, con su reportaje de una jinetera titulado El caso Sandra, Reinaldo Escobar con sus explosivas columnas en el periódico Juventud Rebelde o mi madre Tania Quintero, que había grabado un audiovisual con opiniones callejeras sobre el tema de los derechos humanos, un tiempo después se quedaron sin empleo.

Romay, el jefe de la redacción, pensó que sería un programa de unanimidad política y apoyo a Fidel Castro, como era lo acostumbrado. Con antelación, localicé a dos ex presos comunes que me aseguraron iban a denunciar en cámara las golpizas sufridas en la cárceles y también mencionarían la falta de libertades políticas.

Fue algo inédito en aquellos tiempos, aunque casi todos los entrevistados, como papagayos, repetían al dedillo la narrativa del régimen. Pero cuando Romay vio el video con esas dos intervenciones, por poco le da una apoplejía. Por supuesto, el programa fue censurado y no se emitió. Y al mes siguiente me cerraron el contrato.

Diciembre de 1998. Desde hacía tres años me desempeñaba como reportero independiente en Cuba Press, agencia fundada por el poeta y periodista Raúl Rivero. El 10 de diciembre, mientras daba cobertura informativa a un acto de repudio orquestado por la policía política al líder opositor Oscar Elías Biscet, recuerdo cómo en camiones y ómnibus del transporte público llegaban cientos de estudiantes, empleados estatales y reclutas del servicio militar vestidos de civil.

Los concentraban en un terreno de softbol en la barriada de Lawton, cerca de la casa donde reside Biscet. Allí oficiales de la Seguridad del Estado instruían al populacho las consignas que debían gritar. La puesta en escena que antecede a un acto de repudio funciona en Cuba como un reloj suizo. Es una coreografía del terror. Temprano en la mañana sitúan autos patrulleros frente a la casa del opositor. Cualquier persona despistada o ajena al contexto le parece un ambiente de fiesta. En el acto de repudio a Biscet, horas antes, montaron una feria agropecuaria e instalaron bocinas con música salsa a todo volumen.

Un ex oficial de la inteligencia me reveló que los “actos de repudios o reafirmación revolucionaria, son una estrategia aprendida de la KGB y la STASI de Markus Wolf en la desaparecida RDA. Son actos para amedrentar al oponente. En la Alemania de Hitler sus acólitos tenían barra libre para golpear y matar. En Cuba se perfeccionó. Se permitía injuriar, apedrear, lanzar huevos y dar golpes. Cuando más caldeado está el ambiente aparece la policía para ‘evitar que el pueblo indignado linche a los apátridas y mercenarios’. El mensaje es simple y directo: podemos matarte’”.

Biscet, médico de profesión, encabezaba entonces la lista negra de opositores a calumniar por la propaganda estatal. El 9 de junio de 1998 le había enviado una carta a Fidel Castro denunciando los métodos abortivos con la utilización del medicamento Rivanol. En 1999 fue despedido del sistema nacional sanitario. Ya estaba bajo el colimador de los servicios especiales por haber creado, en 1997, la Fundación Lawton con la finalidad de promover pacíficamente la defensa de los derechos humanos, tomando como base el derecho a la vida y el uso de la desobediencia civil no violenta.

El régimen actuó con saña en contra de Biscet. Entre 1997 y 2011 estuvo en total doce años tras las rejas en un pestilente y húmedo calabozo de dos metros por dos. La dictadura veía en Biscet un cáncer al cual debían extirpar. Después de la llegada al poder de Fidel Castro en 1959, la lucha ideológica se centró en acusar de batistianos, burgueses y desclasados a los que se oponían a la revolución fidelista.

El doctor Oscar Elías Biscet no era ni lo uno ni lo otro. Era un tipo con opiniones sensatas y contrastadas en contra de la dictadura y a favor de la democracia. En aquel linchamiento verbal no puedo olvidar los gritos de personas enardecidas: ‘Abajo los Derechos Humanos’. Cuando hablabas con ellos en privado, incluso con personas que criticaban al régimen, te decían que en Cuba se respetaban los derechos humanos e invocaban el derecho al trabajo, la educación y la salud pública. No consideraban una prioridad la democracia, la libertad de expresión y el multipartidismo.

Diciembre de 2010. Estaba invitado a participar en un evento organizado por Antonio Rodiles, opositor pacífico, al frente de Estado de Sats. Cuando llegué a su casa en la barriada de Miramar la zona estaba tomada por la policía. En todas las entradas de acceso a su vivienda, agentes de la Seguridad y represores de la Asociación del Combatiente. Era un acto de repudio camuflado con música. Habían armado un escenario frente al domicilio de Rodiles y su familia, con cientos de alumnos de primaria y secundaria bailando como si aquello fuese un carnaval.

Detuvieron violentamente a Rodiles delante de la mirada asombrada de niños y adolescentes. Un suceso lamentable. Como siempre me gusta reflejar los resortes de por qué hay cubanos que actúan de forma irracional. Cuando se terminó el acto de repudio, charlé con dos personas que participaron en el acto de repudio contra Antonio Rodiles. Ninguno pudo darme un argumento sólido.

Desconocían quién era Rodiles y su programa político. Confesaron que carecían de muchas cosas y que se irian del país si se les presentaba una oportunidad. Con una sonrisa nerviosa, un empleado del hotel Tritón me dijo: "Men, es que la democracia y los derechos humanos no se comen”. Y justificó su asistencia al acto de repudio "porque podían botarme del trabajo”.

Era el mismo argumento de decenas de trabajadores de ETECSA, en Águila y Dragones, cuando participaban en los habituales actos de repudio contra las Damas de Blanco frente a la casa de la fallecida Laura Pollán en la calle Neptuno, gritando ‘al machete que son pocas’ o ‘apunten, preparen, fuego’.

10 diciembre de 2024. Como es habitual la policía política, a pesar de la crisis económica y energética, movilizó a cientos de hombres y mujeres para vigilar e impedir que activistas, disidentes y periodistas libres salieran de sus casas. Cortaron teléfonos móviles y el servicio de internet en el periódico digital 14ymedio. La periodista independiente Camila Acosta denunció la interrupción de su servicio telefónico y el despliegue de un operativo policial alrededor de su vivienda.

“Como cada 10 de diciembre desde hace cinco años, hoy tengo vigilancia de la policía política”, describió la reportera en su muro de Facebook. Fue un día igual para el resto de opositores y periodistas independientes en la Isla. Pero con una diferencia: ahora, la mayoría de los cubanos de a pie, a pesar de que aún prevalece el miedo, expresan en voz alta sus diferencias políticas y reclaman libertad. Cuando usted les pregunta sobre los derechos humanos, saben argumentar sus respuestas.

Un taxista privado fue tajante: “La democracia es la base para que el país pueda cambiar. No es un problema de más o menos comida, de una mejor economía o que no haya apagones. La única solución es que los comunistas se vayan”.

Iván García

Foto: El 10 de diciembre de 2024, Día Internacional de los Derechos Humanos, el nuevo encargado de negocios de la Embajada de Estados Unidos en La Habana, Mike Hammer, recibió en su residencia a la economista y disidente Martha Beatriz Roque Cabello (derecha) y a Berta Soler, quien tras la sospechosa muerte de Laura Pollán se quedó al frente del movimiento de las Damas de Blanco. Tomada de Martí Noticias.