lunes, 2 de junio de 2014

El problema es la comida, señor Friedrich



Ni siquiera con suficiente moneda dura en su cartera, Dayron puede adquirir en las shoppings o tiendas por divisas los alimentos que desea.

Ahora mismo, con un carrito metálico recorre el mercado ubicado en Primera y 70, Miramar, al oeste de La Habana, buscando manzanas importadas y queso de producción nacional.

“Imagínate, si en el que supuestamente debe ser el mejor supermercado de Cuba, pues aquí compra casi todo el personal diplomático acreditado en el país, usted no puede encontrar determinados alimentos, qué podemos esperar en el resto de los mercados”, señala Dayron.

A lo largo de la isla, cientos de shoppings ofertan alimentos frescos y enlatados en pesos cubanos convertibles (cuc). Pero se debe navegar con suerte para encontrar lo que se necesite.

Cintia, profesora, lleva tres horas recorriendo la parte vieja de la ciudad, en busca de yogurt en bolsa, a 70 centavos de cuc; queso cubano Caribe, a 4.40 cuc el kilogramo y pescado fresco.

“Hay muchas irregularidades en la oferta de los mercados en divisas. Los precios de alimentos como el jamón, queso gouda y carne de res son de espanto, por eso casi siempre se consiguen. Pero los productos más asequibles a la población, como el picadillo de pavo o las bolsas de yogurt, con demasiada frecuencia desaparecen de los estantes”, señala Cintia.

Jaime, gerente de un establecimiento en divisas del municipio 10 de Octubre, asegura que “existe un déficit de alimentos hechos en Cuba como el queso, yogurt y otros. También, debido al aumento de negocios gastronómicos privados y por falta de un mercado mayorista, se agotan muy rápido ciertos alimentos, pues los dueños de paladares y cafés los compran en grandes cantidades”.

Los precios de los alimentos que se venden en pesos cubanos convertibles están sobregirados con gravámenes de hasta un 300%. Un kilo de pollo o un paquete de papas para freír cuesta más caro que en Miami.

El kilogramo de queso gouda se vende a 8.10 cuc. Una bandeja plástica con tres filetes de merluza ronda los 7 cuc. Y medio kilo de bistec de res supera los 10 cuc en cualquier shopping cubana.

Se estima que alrededor del 70% de los residentes en Cuba, de una u otra forma, obtienen divisas. La mayor parte es por concepto de remesas enviadas desde otros países por parientes o amigos.

Algunos trabajadores de empresas estatales cobran entre 10 y 35 cuc de estimulación salarial. Los dueños de pequeños negocios ganan divisas a través de sus ventas. Artistas de nivel, intelectuales que aplauden al régimen y caciques del Partido se benefician con cestas de alimentos, viajes al exterior o cobran una parte de los dólares que ganan en sus estancias en el extranjero.

Se calcula que un 30% de la población debe apañárselas como pueda para comprar un litro de aceite (2.40 cuc) o una lata de un kg de atún (8.90 cuc).

Los mercados agropecuarios, ya sean estatales, cooperativas o particulares, venden en pesos granos, frijoles, carne de cerdo, viandas, hortalizas y frutas de estación a precios de oferta y demanda, que son para halarse los pelos.

Les recuerdo que en Cuba el salario promedio es de 20 dólares al mes: 480 pesos, más menos. Llamémosle Daniel, uno de los tantos burócratas que engordan las plantillas oficiales. Trabaja 40 horas semanales cobrando facturas del servicio eléctrico.

De salario recibe 425 pesos, unos 17 cuc al cambio oficial. Con esa plata, Daniel, soltero y sin hijos, debe alimentarse. Con 8 pesos, por la cartilla de racionamiento adquiere 7 libras de arroz, 3 de azúcar blanca y 2 de azúcar prieta y 20 onzas de frijoles. Y una vez al mes, una libra de pollo y media libra de picadillo de res mezclado con soya.

También tiene derecho a comprar cada día un panecillo redondo y desabrido. La canasta ofrecida por Papá Estado apenas alcanza para 10 comidas. Para el resto del mes, debe adquirir alimentos sin subsidio estatal.

Repasemos algunos precios. Una piña mediana, 10 pesos. Un fruta bomba, 28 pesos. Guayaba, 5 pesos la libra. Una libra de frijoles negros de 10 a 12 pesos, colorados de 13 a 15 y garbanzos, 20 pesos la libra.

Carne de cerdo, entre 21 y 25 pesos la libra. Si es bistec, 35 o 40 pesos la libra. Jamón criollo, 30 o 40 pesos la libra. Un plátano verde de freír, 3 pesos. Tomate de ensalada, 10 pesos la libra y un vaso mediano de col picada, 5 pesos.

Debido a una severa hipertensión arterial, Daniel debe comer bajo de sal y grasa y consumir frutas, verduras y carnes magras. Solo en frutas, vegetales, frijoles y maní se le van 350 pesos.

El 85 por ciento de su salario lo destina a hacer una comida diaria. Otras familias, aunque varios de sus miembros trabajen, tampoco nadan en la abundancia. Los que reciben dólares o euros, gastan más del 80% en asegurar un menú con mejor calidad.

Ese rastreo diario por los mercados de un segmento mayoritario de cubanos a la caza de alimentos no está reflejado en las estadísticas de organismos internacionales como la FAO.

Según Theodor Friedrich, ingeniero agrónomo de origen alemán (nació en 1958 en El Tigre, Venezuela) y actual representante de la FAO en Cuba, la isla constituye 'un buen ejemplo de seguridad alimentaria en Latinoamérica'.

Habría que preguntarle al señor Friedrich cuáles son los parámetros utilizados para sostener esa aseveración. Si se compara a los ciudadanos cubanos con haitianos, bolivianos o peruanos que viven en la pobreza extrema, lleva razón.

Pero en Cuba, donde el régimen se refocila de tener un millón de profesionales en activo, un médico, ingeniero o arquitecto, dedica entre el 80 y 90 por ciento de su salario en comprar alimentos.

Y ni siquiera así puede cubrir todas sus necesidades nutricionales o comer lo que desea. Ese pequeño detalle lo olvidó el señor Friedrich.

Iván García
Foto: Bodega (tienda de alimentos) en Cuba. Tomada de El enigma de los alimentos perdidos.

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