miércoles, 23 de julio de 2014

Historia cosida



Cuando Cuba vivía en plena luna de miel con la Unión Soviética, todos los inventos importantes del hombre, sus aportes científicos y, algunas de las grandes hazañas deportivas, tenían detrás a un ruso genial al que el imperialismo, con el apoyo de otros poderosos agentes capitalistas, había despojado de sus patentes. Y de su gloria.

No importaba que el verdadero genio fuera alguien conocido en el mundo entero y sus hallazgos estuvieran documentados hasta el cansancio. Mucho antes de la fecha anunciada por los inventores reales, un señor de Rusia había dado el campanazo, pero la maniobra del enemigo lo dejaba solo y sin la resonancia hasta que el pueblo revolucionario registró el eco de su talento.

Para defenderse de esa fiebre alta y peligrosa, en la isla se acudió, como siempre, al humor. Así es que el mojito, atribuido por los historiadores del ron a la sed y la imaginación de Francis Drake- por lo que originalmente se llamaba un draque- era, en realidad, una idea de un marinero de San Petersburgo que hacía de ayuda de cámara del pirata inglés.

Qué iba Cristóbal Colón a descubrir América. Fue un aventurero de las remotas tierras frías de Siberia que añoraba el sol y los calores y, en vez de una nevada, buscaba la fuerza de los vientos y las lluvias de los huracanes para asombrarse, decía la tralla en las tertulias de los bares clandestinos.

Los promotores de aquella primacía de los rusos y de otras figuras del llamado campo socialista, fueron los mismos que, desde el Gobierno, señalaron a José Martí como autor intelectual del ataque al cuartel Moncada, de Santiago de Cuba, encabezado por Fidel Castro en 1953, en la fecha en que el poeta cumplía 100 años.

Todavía hoy arrastra ese sambenito porque así se le presenta en los libros de Historia, en las tribunas y en las angustiosas campañas de propaganda. Las nuevas generaciones, sometidas a medio siglo de adoctrinamiento, suelen asociarlo con aquella acción.

Los totalitarios y sus cómplices necesitan remendar la historia con disparates. Después de José Martí le ha tocado a Simón Bolívar. En las escuelas de Venezuela se enseña ahora que fue una cubana la que amamantó al Libertador. Ese nuevo apunte en su biografía desaloja a una señora conocida como la negra Hipólita, que aparece como la nodriza de Bolívar en todos los libros serios.

La polémica no se detiene. La periodista Colette Capriles ha terciado para decir que una relación de dominación siempre necesita justificarse.

Raúl Rivero
El Mundo, 9 de mayo de 2014.

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