Pocos lugares reúnen tantas opiniones como una barbería en La Habana. Trump, el 'colorao furioso' de la Casa Blanca, se ha convertido por obra de la propaganda política comunista en el gran enemigo, culpable de nuestras desventuras.
¿Hasta dónde deberíamos preocuparnos por el cuadragésimo quinto presidente de los Estados Unidos? La realidad es una cosa, el influjo mediático aquí y allá es otra.
Rostro furibundo, amenazante, lejos de la imagen cordial de Obama, su predecesor, en Cuba la visión popular reitera su imagen, algo que no hemos erradicado en tantos años porque nos cuesta esfuerzo mental salirnos de la clasificación de colores de la piel heredada de España: negro, mulato, jabao, blanconazo, colorao y ¿blanco?, este último color vaya usted a saber quién realmente lo tiene.
Cierto, Donald Trump habló en Miami, despotricó, se mostró junto a viejos supervivientes de los años sesenta, cuando la opción de enfrentar la revolución de Fidel Castro era, al igual que su accionar, la lucha armada. Otra cosa es evaluar razonadamente que ha hecho hasta hoy este controvertido e imprevisible presidente norteamericano. Vamos a los hechos concretos:
Pasados siete meses de lo que en Estados Unidos llaman Administración, excelente palabra que debiéramos asimilar en la cultura política cubana, nada relevante ha cambiado en nuestro país. Nada que debamos atribuirle al rostro del multimillonario estadounidense.
Aunque su fortuna es enorme, desproporcionada para cualquier persona amante de la equidad, no clasifica entre los 20 humanos más ricos del mundo. Curioso, la prensa estatal cubana se regodea con Trump mientras nada dice sobre China, donde gobierna en solitario otro partido comunista y, datos de las revistas Forbes y The Economist aseveran la existencia de entre 108 y hasta 271 milmillonarios (billionaires) en términos de personas, es decir, obviando equivocaciones y o exageraciones, no caben dudas de la concentración de la riqueza, propiedad privada, en el gigante asiático, proclamado en Cuba bandera de una alternativa política a los ultra explotadores estadounidenses.
Volvamos a la barbería habanera. La gente anda desquiciada, lejos de cualquier conversación que no se refiera a la realidad cotidiana. Un señor de unos 50 años, esperando su turno para pelarse, resumió así el asunto:
“Aquí seguimos con la misma ración de pollo mensual (una libra y tres cuartos por persona) desde hace años mientras el turismo sigue creciendo, ya pasa de 4 millones anuales. ¿Dónde se mete el dinero? Nada ha cambiado y de esto el presidente estadounidense no tiene la culpa”.
Un breve análisis indica que Trump, más allá del espectáculo muy poco ha hecho que signifique un cambio respecto a Cuba:
-La persecución financiera a empresas, bancos, vinculados con la economía estatal militarizada de Cuba es práctica de la OFAC/USA desde varias administraciones anteriores.
-La decisión de eliminar la política “pies secos pies mojados”, fue determinación de Obama durante el traspaso de poderes hacia Trump, evidentemente de mutuo acuerdo y consecuente con la visión antinmigrante de la elite gobernante en Estados Unidos que terminó enrumbando al 'colorao' hasta la Casa Blanca.
En La Habana, la gente reitera que se trata del fin de la Ley de Ajuste Cubano de 1966, pero no es cierto. Sencillamente se elimina el peligroso estímulo a la inmigración por vías extremas.
La paradoja es que la inmensa mayoría de tales refugiados ni siquiera se atreven a declarar públicamente su evidente malestar contra el gobierno, prefieren el riesgo de la balsa en el mar o el largo camino selvático por toda Centro América.
En La Habana, la carne de cerdo se mantiene a 45 pesos la libra deshuesada, la malanga, vianda recomendado para hacerle estómago a los recién nacidos, llegó al tope de 10 pesos la libra. Medio kilogramo de leche en polvo significa 2,75 dólares al cambio, igual a dos días de salario según estadísticas oficiales. Comprar pollo en el mercado de divisas, equivalente en precios y valor monetario a dólares estadounidenses, es una odisea. Las colas inmensas, la escasez incrementa la ansiedad y el acaparamiento es práctica brutal.
¿Qué responsabilidad tiene míster Trump de esta realidad?
Tal y como lo refrenda la propaganda política oficial, Washington no manda en La Habana. De acuerdo, somos orgullosos de nuestra independencia.
Se trata de la duodécima administración norteamericana desde 1959, una canción popular dice que "A mí lo mismo me da Juana que su hermana". Está bueno ya de armar broncas mediáticas con el vecino del norte, por favor, vamos a concentrarnos en nuestros propios asuntos.
Vicente Morín Aguado
Havana Times, 4 de septiembre de 2017.Foto: Tomada de Havana Times.
jajajajajaja el prolema de los cubano
ResponderEliminares los estado unido
el prolema de los cubano no son nada mas y nada meno
que los pichone de tirano espanole que han
mantenido el poder 60 anos
jajajajaj y los esclavo cubano se tireron para la calle
a despedice de su amo el que cembraron en la piedra
ese fue creo todo sus prolema
PATRIA HAMBRE Y MISERIA HASTA LA MUERTE