La génesis del municipio Arroyo Naranjo la constituye el poblado del mismo nombre, fundado en 1845. Paradero de las berlinas y ómnibus que iban de La Habana a Santiago de las Vegas, en 1858 se incrementó su población por las aguas medicinales de El Cacagual y las canteras de San Miguel.
El municipio, que como tal no existía antes del año 1976, está conformado por una serie de repartos alejados del centro de la ciudad, algunos de los cuales en la década de 1940 aún carecían de calles asfaltadas, electricidad y acueducto, teniendo sus viviendas que ser alumbradas con faroles de kerosene y que disponer de pozos artesianos. Posteriormente, en la misma década, sus calles principales fueron asfaltadas, se instaló el suministro de agua potable y se tendieron las redes eléctricas, desarrollándose y poblándose rápidamente.
Arroyo Naranjo incluye los repartos Apolo, Alturas de La Lira, Barrio Azul, Bellavista, Callejas, Delicias, El Gavilán, La Fraternidad, La Esperanza, Los Mameyes, Montejo, Santa Amalia, San José, Párraga, Poey, Porvenir, Tamarindo, Víbora Park, Alturas del Sevillano, Alturas de Víbora Park, Ampliación del Sevillano, La India, Los Ángeles, Los Pinos, Patricio Lumumba, Perla, Vieja Linda, Alkázar, Alturas del Rosario, Capri, Ciudad Popular, Comodoro, Cuervo, Güinera, José Antonio Saco, Mendoza, Parque Lenin, Ponce, Rosario, Volpe, Managua, Frank País, Las Guásimas, Ampliación de La Lira, Averoff, Buenos Aires, El Lucero, El Moro, Mantilla, María Santísima, La Fortuna, La Lira, Las Lajas, La Solita, Los Mameyes, Pepe Hermoso, Portocarrero, Adelaida, El Calvario, Ciudad Jardín, Eléctrico, El Retiro, María Antonia y Parcelación Moderna; así como los caseríos de Calderón, El Recreo, Lechuga, Marrero, Molinet, Oliva, Cantarrana, El Gavilán, Loma Blanca, Sección D, Sección H, Abad, Alcona, Fernando Conde, Guillermo Argelí, Guamá y La Lola.
El municipio se encuentra enclavado entre río Luyanó y Vía Blanca, Vía Central, Avenida del Oeste, Loma Blanca, Autopista Melena del Sur y Autopista Habana-Melena. En su territorio abundaban las casas con jardines y patios laterales o traseros con árboles frutales, donde se criaban cerdos y aves de corral, siendo algunas de mampostería con techos de placa, tejas o zinc, y muchas de madera con techos de tejas, zinc o papel impermeabilizante.
En algunos repartos, como en Los Pinos, abundaban los bungalows tipo americano, ocupados por familias de la clase media baja, principalmente de profesionales. En otros, como en Víbora Park, El Sevillano y Capri, la mayoría de las casas eran de mampostería con techo de placa, de una planta, construidas en los años 50. El ambiente general era el de una zona campestre aledaña a la ciudad, por lo cual se disfrutaba de aire fresco y puro y de mucho verdor, sin perder las comodidades urbanas. Se vivía, por lo general, a puertas abiertas a los vecinos y mesas puestas, a la hora del almuerzo o la comida, listas a recibir algún visitante.
La vida social se desarrollaba en torno a las fiestas familiares (bautizos, bodas, cumpleaños) y las actividades sabatinas y dominicales en los templos de diferentes denominaciones religiosas. Se conocían la vida y milagros de cada persona, así como quienes formaban parte tanto de los buenos como de los malos. Todos eran hijos, sobrinos, hermanos o primos de alguien, que había llegado al lugar hacía años y se había asentado, creando una familia e instaurando un apellido. Por eso se hablaba de los López, los Domínguez, los Rodríguez y de muchos otros.
Los extraños eran rápidamente detectados. Los cobradores de seguros, compras a plazos y centros mutualistas, así como los vendedores de papeletas para rifas, números de gallos tapados, billetes de la Lotería Nacional y apuntadores de 'la bolita' eran personajes de presencia habitual. Por lo regular debían repetir las visitas, ante la imposibilidad de algunos deudores de liquidar su cuota mensual o quincenal.
Diferentes rutas de ómnibus conectaban los repartos entre sí y a éstos con el resto de La Habana. En los repartos existían escuelas públicas y privadas, dedicadas preferentemente a la enseñanza primaria, así como todo tipo de comercios, siendo mayoritarios las bodegas, puestos de frutas y viandas, panaderías, dulcerías, ferreterías, tintorerías y puestos de chinos, que ofertaban frutas, frituras y helados naturales a precios asequibles a la mayoría de los pobladores.
Existían también algunos cines, aunque no de películas de estreno, como La Palma, Ensueño, Chic, Gallizo, Darnet (después Irene) y Novedades. También importantes centros de salud como el Hospital Julio Trigo, la Quinta Canaria y los Hospitales Pediátricos Ángel Arturo Aballí y William Soler. Sin embargo, no abundaban las industrias, siendo las principales las Plantas Lácteas Santa Beatriz y El Lucero y Cerámicas Kli-Per S.A., ubicada en Los Pinos.
Aunque algunos repartos estaban habitados por una clase media baja, la mayoría de sus habitantes trabajaban en oficios, en empresas y establecimientos ubicados en el centro de la ciudad o en sus zonas industriales, y muchos se dedicaban a las construcciones, proliferando los albañiles, carpinteros, plomeros, electricistas...
Actualmente en el municipio existen empresas estatales comercializadoras de frutas y vegetales, de hormigón y terrazo, entre otras, pero su situación económica es deplorable, afectando el nivel de vida de quienes lo habitan. Mejor cara no muestran sus deterioradas viviendas y comercios, las calles y aceras rotas y los pésimos servicios de agua potable y alcantarillado. El desarrollo del municipio Arroyo Naranjo se encuentra estancado, y solo dan signos de vida los comercios y actividades por cuenta propia, que luchan por mantenerse, aunque enfrentando numerosas dificultades.
Fernando Dámaso
Diario de Cuba, 19 de junio de 2016.Foto: Tomada de Diario de Cuba.
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