lunes, 11 de marzo de 2019

Cuba y su pasado subversivo



Con 70 años a cuestas, más de cien kilogramos de peso e innumerables achaques de salud, Enrique, un mulato con pinta de jugador retirado de fútbol americano, aún extraña aquellos tiempos de dormir solo cuatro horas en una unidad militar al este de La Habana, colindante con la playa de Guanabo, donde ejercía como instructor de explosivos.

Cuenta que capacitó a cientos de guerrilleros colombianos, nicaragüenses, salvadoreños y venezolanos en el uso de coches-bombas y el uso de explosivos en la lucha urbana. “Los principales jefes de las guerrillas de América Latina se adiestraron en Cuba. Desde Marulanda a Carlos El Chacal. Fidel creía que la guerra de guerrillas se podía extrapolar a América Latina y África. La revolución cubana estaba asediada, cualquier táctica era válida. Ahora pienso diferente, pero en aquella época pensaba que el imperialismo yanqui tenía sus días contados”.

Según el ex instructor militar, los secuestros de personas, robos de bancos y tráfico de drogas eran tácticas para recaudar dinero. “Napoleón dijo que la guerra es dinero y más dinero. Los ataques terroristas que causaron miles de civiles muertos en Colombia, no debieron suceder. Uno adiestra a la gente para que ejecute esas acciones en objetivos militares. Luego, muchos de esos grupos hicieron los que les dio la gana”, afirma Enrique.

Aunque públicamente Fidel Castro condenó algunos actos terroristas de las guerrillas colombianas, en privado siempre los apoyó. Los muertos civiles eran daños colaterales. Cuando algún día se abran los archivos secretos del Estado se podrá investigar más a fondo hasta dónde el castrismo estuvo involucrado en subvertir el orden en América Latina.

Altos oficiales cubanos que han desertado, ex guerrilleros latinoamericanos y documentos desclasificados por los servicios especiales de Estados Unidos, permiten demostrar el alto grado de participación del gobierno de La Habana en los focos guerrilleros de El Salvador, Nicaragua y Colombia.

El pretexto de Castro para exportar la revolución al continente fue la expulsión de Cuba de la OEA en 1962. En las décadas de 1960 y 1970 los servicios secretos de la Isla estuvieron involucrados en la mayoría de los sucesos subversivos en la región. Algunas de esas tácticas son cuestionables. Como los asaltos a bancos, extorsión a empresarios, secuestros a ciudadanos inocentes con el objetivo de cobrar un rescate y traficar con armas y drogas para mantener activas las operaciones guerrilleras o de lucha urbana.

Fidel Castro creó una sección de inteligencia, conocida como Departamento América, que dirigía el comandante Manuel Piñeiro, alias Barbarroja, enfocada exclusivamente en las operaciones subversivas del continente.

Excepto México, que mantuvo relaciones diplomáticas con la autocracia verde olivo, el resto de los países latinoamericanos fueron desestabilizados o sirvieron como bases de operaciones para la inteligencia cubana.

El atroz atentado terrorista del ELN en Bogotá es un remanente de aquella etapa. Tanto las FARC como el ELN tenían el apoyo logístico, financiero y militar del régimen de La Habana.

En el ELN, un grupo con influencia católica y marxista, la mayoría de sus líderes pasaron cursos políticos y militares en Cuba. En 1991, dos años después de la caída del Muro de Berlín y cuando era inminente la desaparición de la URSS, la compleja situación financiera y económica de la Isla obligó a Castro a cambiar de estrategia. Y se pasó de la guerra armada a competir en las urnas de las ‘asquerosas democracias burguesas’.

Varias veces se reunió en La Habana con altos mandos de la FARC y el ELN, intentando persuadirlos de que el único camino posible era negociar la paz en Colombia a cambio de participación política. Algo que ya había puesto en práctica el M-19, otro engendro amamantado por la dictadura cubana.

Aunque Colombia jamás le declaró la guerra a Cuba por la descarada injerencia, todos los presidentes de esa nación, de una forma u otra, han sido rehenes de los hermanos Castro en la gestión de la paz en su país.

Raúl Castro, presidente elegido a dedo por su hermano en julio de 2006, no es ni un demócrata ni un pacifista. Pero sí un tipo pragmático. Su plan es mantener el statu quo, renunciar a la subversión, negociar con Estados Unidos un nuevo trato y abrir las inversiones extranjeras a la Isla. Apuesta por un capitalismo de Estado con gerencia militar.

El ELN era cosa del pasado. Pero a los camaradas de viaje no se les traiciona sin un motivo de fuerza mayor. Según un ex diplomático cubano, “es muy difícil que los dirigentes del ELN que se encuentran en La Habana no supieran de antemano de esa operación. El alquiler de la camioneta donde colocaron los explosivos en la escuela policial de Bogotá se hizo en mayo del año pasado. Por lo menos uno de ellos tenía que conocer sobre ese atentado, pues aunque se estaba negociando la paz con el gobierno de Santos, las operaciones de guerra por ambas partes no se habían detenido y las negociaciones con Duque estaban en un punto muerto”, indica y añade:

“La pregunta es si el gobierno de Cuba conocía del plan. La inteligencia cubana tiene oídos dentro del ELN. Aunque ya el grado de eficiencia no es el mismo. Los sucesos del buque norcoreano y los supuestos ataques sónicos que afectaron la salud de diplomáticos estadounidenses y canadienses me hacen sospechar que existen fisuras y diferencias dentro de las estructuras de poder. Hay tres escenarios posibles: uno, el régimen lo conocía y dejó que pasara, pensando que serviría para negociar la paz con Duque en una mejor posición. Dos, no lo conocían. Tres, utilizaron el golpe para apaciguar el tema de Venezuela donde Colombia es un actor importante por las denuncias a Maduro”, subraya y concluye:

“En cualquiera de las tres opciones, Raúl Castro (aquí Díaz-Canel ni pincha ni corta) sabe que ese atentado puede traer reacciones perjudiciales no solo en las relaciones con Colombia, que tal vez desde el punto de vista de Cuba, sea el mal menor, sino que abre una puerta para que Estados Unidos pueda volver a insertar a la Isla en la lista de naciones que apoyan el terrorismo. Creo que la única respuesta coherente del gobierno cubano es, muy discretamente, montar en un avión a esa gente hacia cualquier parte. Una jugada de sacrificio”.

Las más de 200 mil víctimas del conflicto colombiano han recibido el perdón de los paramilitares, el gobierno y las FARC. Pero el régimen de los hermanos Castro nunca se ha disculpado públicamente. Ya es hora que lo haga.

Iván García
Foto: Guerrilla del M-19 en Colombia. Tomada de Aquellas guerrillas, aquellos guerrilleros.

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