lunes, 20 de mayo de 2019

"Creo que hemos llegado"



De una capital de provincia a otra, el cortejo siguió rumbo al oeste por tren hacia la ciudad de Matanzas, a unos 180 kilómetros de distancia. Tal y como ocurrió en el primer tramo, los vecinos de todos los pueblos y caseríos lo esperaban a los lados de la línea del ferrocarril con pancartas, banderas y flores. Cada vez que divisaba un grupo de niños, el presidente electo Tomás Estrada Palma, hacía parar el tren y se bajaba a saludarlos. Finalmente, tarde en la noche del 9 de mayo, llegaron a Matanzas. El viaje había durado más de 12 horas.

El 10 de mayo, en Matanzas, tuvo lugar la misma demostración de afecto y entusiasmo por el nuevo presidente. En uno de sus discursos en esa ciudad, Don Tomás afirmó una vez más algo que había dicho muchas veces antes: era su intención expandir y mejorar la educación primaria, y hacerla una prioridad de su administración.

A la una de la madrugada del 11 de mayo, abordó el vapor Julia para la última etapa de su viaje. Bordeando la costa, el barco enfiló hacia la apoteosis que lo estaba esperando en La Habana. Tropas estadounidenses todavía estaban en la capital, pero se preparaban para el cambio.

Al nivel de Cojímar, a 8 kilómetros al este de La Habana, el Julia entró en una especie de canal formado por dos líneas de barcos, yates y remolcadores decorados con banderines. Por orden del general Leonard Wood, el saliente gobernador norteamericano, cuando el Julia fue divisado por vigías en el Castillo del Morro a eso de las 7 de la mañana, por primera vez, en honor al presidente Estrada Palma, la bandera cubana fue izada temporalmente en la fortaleza. Un bullicio de alegría se propagó por la multitud que había estado esperando en el Malecón, a la entrada del puerto habanero desde muy temprano.

El día había amanecido soleado y brillante, con una agradable temperatura. A las 8 y 45, el Julia dobló por el Morro y entró en la boca del puerto. Lanchas, barquitos de vela, barcos de pesca, remolcadores, todos llenos de público, rodeaban al Julia sonando cualquier bocina, sirena o silbato que tuvieran. Las tripulaciones de los barcos USS Kanawha y USS Dixie, fondeados en la bahía, estaban paradas en formación en cubierta.

Los restos del Maine todavía podían verse. Las campanas de todas las iglesias de La Habana empezaron a repicar y explosiones de fuegos artificiales venían de todas direcciones, en medio del bullicio de voces humanas. El Julia atracó en el Muelle de la Luz en el cual se había erigido un estrado donde esperaban los dignatarios.

El Muelle de la Luz, vale recordar, se ha mantenido activo por más de cien años como punto de embarcación de las lanchas que van a los pueblos de Regla y Casablanca, al otro lado de la bahía. En nuestros tiempos, más de una vez, estas lanchas han sido secuestradas por cubanos desesperados, tratando de escapar de la tiranía de Fidel Castro, como ocurrió el 2 de abril de 2003, cuando una de estas lanchas que trataba de escapar con una veintena de personas a bordo fue apresada. Los tres autores del intento de secuestro fueron ejecutados el 11 de abril, nueve días después de su arresto. Se llamaban Lorenzo Enrique Copello Castillo (32 años), Bárbaro Leodán Sevilla García (22 años) y Jorge Luis Martínez Isaac (40 años).

Volviendo al 11 de mayo de 1902. Después del recibimiento en el muelle por el Alcalde de La Habana, Fernando Freyre de Andrade, y por un grupo de niñas llevando banderitas de todos los países latinoamericanos, Estrada Palma y su comitiva se dirigieron al Palacio de los Capitanes Generales, en la Habana Vieja o Colonial, donde el gobernador Wood y el generalísimo Máximo Gómez, comandante en jefe del Ejército Libertador, los esperaban, rodeados de los miembros de los grupos más importantes de la nueva sociedad cubana.

Desde el 11 al 20 de mayo, Estrada Palma experimentó la presión de las "recomendaciones", "sugerencias" y "consejos" de aquellos que, por una u otra razón, se sentían merecedores de un puesto en el nuevo gobierno. Se cuenta que cuando Don Tomás se encontraba en alguna situación incómoda, hacía una tosecita que le daba tiempo a evadir una respuesta directa. Debe haber tosido más que de costumbre en esos días.

Finalmente se anunciaron los miembros del gabinete. Eran todos civiles, miembros de los dos partidos políticos existentes en aquel momento. No había ningún general ni notable "independentista" de la guerra. Por el contrario, nombres asociados con el Partido Autonomista, que preferían el acomodamiento con España, fueron escogidos, como José Nicolás Hernández, su secretario durante la Guerra de los Diez Años y su compañero de celda durante su prisión en el Castell Sant Ferran o Castillo San Fernando, en Figueres, Cataluña, que fue nombrado Jefe de Despacho. Como prisioneros de guerra de los españoles, Estrada Palma y Hernández fueron enviados a la Península, igual que a otros cubanos luchadores por la independencia, como Calixto García, encarcelado en Pamplona, Navarra. A Estrada Palma y Hernández los enviaron a un castillo que en el siglo XVIII había sido la fortaleza militar más grande construida en Europa, después reconvertido en cuartel y cárcel. Allí estuvieron desde fines de 1877 hasta mediados de 1878.

¿Habrá meditado Don Tomás sobre la significación de las honras recibidas cuando se retiró esa noche en la víspera de su inauguración? ¿Habrían sido esas honras para él, la persona que había sacrificado tantos años de su vida por la causa de Cuba Libre, o habrían sido para "el Presidente", como símbolo de la independencia de la nueva república? Solamente una mente objetiva y desapasionada podía diferenciar entre las dos. Probablemente él pensó que las dos alternativas eran ciertas y que los cubanos eran leales y agradecidos, así como felices por su liberación.

¿Se habrá acordado de la advertencia de Bartolomé Masó cuando lo visitó en Manzanillo unos días antes? Masó le dijo: "Vas a encontrar inquietudes, dolor, emboscadas, decepción, intrigas de los ambiciosos, los pérfidos y los desleales". (Estas palabras aparecen en Don Tomás: Biografía de una época, de Manuel Márquez Sterling, cuyo padre estuvo presente en la entrevista entre Estrada Palma y Bartolomé Masó en Manzanillo). Años después, cuando su gobierno estaba amenazado por una insurrección armada inspirada por el rival Partido Liberal, a Estrada Palma lo caracterizaron rodeado de un grupo de aduladores que no lo dejaba darse cuenta del peligro.

A las 12 del día del 20 de mayo, en el Salón Rojo del Palacio de los Capitanes Generales, el general Wood y sus ayudantes de uniforme de gala, y Tomás Estrada Palma y su gabinete con los presidentes del Senado y la Cámara vestidos de chaqué y corbata blanca, se encontraron en el medio del salón. Wool leyó una declaración que terminaba "y yo declaro que la ocupación de Cuba por los Estados Unidos y el gobierno militar de la Isla ha cesado". Los jueces de la Corte Suprema, Don Rafael Cruz Pérez y Don Carlos Revilla hicieron el juramento.

La bandera cubana fue izada simultáneamente en el Palacio de los Capitanes Generales; en el Castillo del Morro por el general Emilio Núñez; por un grupo de veteranos en la Fortaleza de La Cabaña, y en todas las instituciones militares y gubernamentales de Cuba. Cuentan que el general Máximo Gómez se volvió hacia el general José Miguel Gómez -que después sería el segundo presidente de la república-, y emocionado le dijo "Creo que hemos llegado". Una frase que desde entonces forma parte del vocabulario cubano.

Margarita García
Fragmento de su libro Antes de "Cuba Libre". El surgimiento del primer presidente Tomás Estrada Palma (Editorial Betania, Colección Ensayo, 2015).

Acerca de la autora.- Margarita García nació en La Habana, donde asistió al Colegio Trelles y al Ruston Academy. Después que emigrara a los Estados Unidos, estudió en la Universidad de Columbia en Nueva York, obteniendo los títulos de Bachelor of Science (BS), Master of Arts (MA) y Doctor of Philosophy (PhD), todos en Psicología Experimental. Durante 38 años trabajó como profesora en el Departamento de Psicología de la Universidad Monclair en Nueva Jersey, de la cual se retiró con el grado de Profesora Emérita. En 2004 comenzó a estudiar la vida de Tomás Estrada Palma y ha visitado los lugares donde estuvo antes de ser proclamado primer presidente de la República de Cuba, el 20 de mayo de 1902. Está casada con Guillermo Estévez y tiene una hija llamada Victoria.

Acerca del libro.- En su debut como escritora, la Dra. Margarita García ha creado un retrato del hombre antes de que éste encontrara el "oceáno de dificultades" de la presidencia -como dijo George Washington al ser elegido y que terminarían por abrumarlo. En el libro se narran antecedentes pocos conocidos de Estrada Palma antes de convertirse en el primer mandatario electo de la Isla. El texto se desarrolla a través de tres continentes, desde celdas de prisiones hasta preparación de expediciones de filibusteros e ingeniosos esquemas de recaudación de fondos. Y se muestran fotos nunca antes vistas e ilustraciones difíciles de encontrar. Es el relato íntimo de un patriota, un maestro de vocación y profesión, un revolucionario idealista, un hombre escrupulosamente honesto y un presidente testarudo.

Foto: Llegada del vapor Julia, donde viajaba Tomás Estrada Palma, al Muelle de la Luz en el puerto de La Habana, el 11 de mayo de 1902. Tomada de Hojas de prensa para la historia de Cuba. Suplemento de Memorandum Vitae.

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