El escritor José Antonio Albertini tiene una novela titulada El entierro del enterrador, un oficio que Fidel Castro ha cumplido a cabalidad, superando sin dudas a cualquier profesional del giro, incluido los de camposantos tan significativos como el Cementerio de Colón en La Habana o La Chacarita, en Buenos Aires.
La novela parece inspirada en las actividades mortuorias de Fidel Castro. Muchos han sido los que ha sepultado en sentido figurado. Un número notable de jefes de estado o dirigentes políticos que en alguna medida estuvieron asociados con Fidel Castro han desaparecido por problemas de salud o como resultado de la lucha política.
El primero de todos los jefes de gobierno aliados a Castro en perder la vida, fue Patricio Lumumba, 36 años, Primer Ministro de la República Democrática del Congo, asesinado por sus enemigos.
El último, hasta el momento, Hugo Chávez, 58 años, que será momificado, pero si le permiten a Nicolás Maduro y sus seguidores son capaces de reclamar a la iglesia católica que inicie un proceso de beatificación a su favor, aunque tal vez hayan llegado a la conclusión de que no es necesario porque según el presidente iraní Mahmoud Ahmadinejad, lo publicó en su página digital, el presidente Chávez regresará junto a Jesucristo y el imán Mahdi, un dirigente religioso chiita.
En un rápido recorrido de una esquina a otra del planeta los aliados sepultados por el dictador cubano suman docenas, sin señalar a los miles que murieron por enfrentar su régimen.
En América Latina recordemos al general panameño Omar Torrijos, 52 años, que condujo su país con mano de hierro por 13 años. La muerte le encontró en un accidente aéreo que nunca ha sido esclarecido. Unos afirman que fue un accidente y otros, un sabotaje al avión que lo transportaba.
El también general, el peruano Juan Velasco Alvarado, 67 años, un militar golpista de claras tendencias populistas, estableció estrechas relaciones con Cuba y la Unión Soviética, a quien compró grandes cantidades de armas. Militares peruanos participaron en maniobras militares en Cuba. Su gestión gubernamental fue un fracaso, particularmente en el aspecto económico.
Otro desaparecido fue Salvador Allende, 65 años, uno de los amigos más fieles del castrismo. Antes de llegar a la presidencia Allende defendía la dictadura cubana con una devoción digna de mejor causa. Cierto que en Cuba le trataban a cuerpo de rey. Primero se dijo que había sido asesinado, ya se sabe que cometió suicidio.
Viajaba a la isla con mucha frecuencia. Tenia asignado uno los carros más lujosos de la época. Un chofer particular y todos sus deseos eran satisfechos.
Durante su mandato contó con total asistencia del régimen cubano. Castro visitó Chile durante un mes. La presencia en su país de agentes de la inteligencia, asesores militares, de gobierno y el cuerpo diplomático cubano era de proporciones gigantescas. La intromisión cubana en los asuntos chilenos nunca llegó a los niveles de la que tiene lugar en Venezuela.
Maurice Bishop, 39 años, líder del movimiento granadino Nueva Joya fue primer ministro de la isla de Granada. Su alianza con el castrismo fue muy estrecha. Fue derrocado y fusilado junto a varios de sus partidarios por uno de sus colaboradores más próximos.
La mala sombra de Fidel Castro, como pudieran decir los supersticiosos, acabó con la vida de varios dirigentes africanos que fueron sus aliados más estrechos en la época dorada del caudillo isleño.
Agostinho Neto, 57 años, primer presidente de Angola, enfermó de gravedad y falleció en Moscú. Otro de sus amigos más allegados, Amilcar Cabral, 49 años, fue asesinado. Sekou Touré, 62 años, dictador de la República de Guinea murió de un ataque al corazón. Más recientemente otro de sus aliados el dictador de Libia, Muammar Gaddafi, 67 años, ajusticiado por su pueblo, después de una revuelta contra su régimen.
En Asia su sombra también ha producido bajas. El déspota iraquí, Saddam Hussein, compañero de faena de Castro, fue ahorcado a los 69 años de edad y el dictador sirio Hafez Al-Assad, que murió a los 70 años.
Esta relación podría ser mas extensa pero es suficiente para concluir el decir popular de quien a mal árbol se arrima mala sombra le cobija. Fidel Castro tiene un mal de ojos que es particularmente sensible con sus compañeros de ruta, lo que se confirma, aun para los más escépticos, con la reciente muerte de su idólatra más genuino, Hugo Chávez Frías.
Pedro Corzo
Martí Noticias, 12 de marzo de 2013
Foto: Castro y Chávez, en Barquisimeto, Venezuela. Tomada de Martí Noticias.
Faltan en la lista:
ResponderEliminarAbel Santamaría
Camilo Cienfuegos
Ernesto Guevara y...,
tantos otros...