En el verano de 1997, cuatro valiosos cubanos, Martha Beatriz Roque Cabello, Vladimiro Roca Antúnez, René Gómez Manzano y Félix Bonne Carcassés (fallecido) publicaron un documento histórico, titulado La patria es de todos.
Se pretendía, que todos los cubanos, de dentro y de fuera, de todos los signos políticos, estatus económico y social, religiones, etnias, regiones y sexos comprendieran que como nacionales de un país, les asistían todos los derechos, a todos los cubanos y no solo a una parte de ellos.
Se trataba de retomar el camino martiano, “con todos y para el bien de todos”, que se había extraviado cuando el proceso político iniciado en 1959 empezó a discriminar entre “ricos y humildes”, “revolucionarios y gusanos”, “cubanos y apátridas”, como fórmula para dividir la nación y concentrar el poder en el grupo que había capitalizado la caída de Batista.
Veinte años después, es aún más claro que La patria no es de todos porque, desagraciadamente, en lugar de debilitarse, durante ese tiempo, se ha consolidado la dictadura de la familia Castro, especialmente de Raúl, cuyo nepotismo sobrepasó al del caudillo fallecido.
El general Raúl Castro heredó de su hermano Fidel los cargos de Primer Secretario del PCC y Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros. Su hijo, el general Alejandro Castro Espín, es el presidente de la Comisión de Defensa y Seguridad Nacional, que integra y dirige los aparatos de Inteligencia y Contrainteligencia de las FAR y el MININT. Su nieto, Raúl Guillermo Rodríguez Castro, más conocido por El Cangrejo, es el jefe de la Seguridad Personal (ahora unificada MINFAR-MININT), el órgano de mayor poder y recursos en ese sistema de seguridad. Su hija, Mariela Castro es la directora del influyente Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX) y de la revista Sexología y Sociedad.
El emporio económico militar GAESA (Grupo de Administración Empresarial S.A.), lo encabeza el exyerno de Raúl Castro, general Luis Alberto Rodríguez López-Callejas, el padre del Cangrejo. GAESA es el complejo empresarial de las FAR, un monopolio capitalista que incluye desde una línea aérea, cientos de instalaciones hoteleras y de otros tipos para el turismo, la Zona Especial de Desarrollo del Mariel, las CADECAS (Casas para el cambio de moneda libremente convertible), las TRD (complejo de Tiendas Recuperadoras de Divisas), las fábricas de armas y cientos de empresas agrícolas, mercados agropecuarios y otros que maneja a través del Ejército Juvenil del Trabajo (EJT).
Si la dictadura de Fidel se había apropiado del país, con las estatizaciones de todas las empresas grandes, medianas y pequeñas, nacionales o extranjeras, privadas o asociadas; el control monopolista que hoy ejerce la familia de Raúl Castro a través de las FAR-MININT, como un Estado dentro de otro Estado, es la continuación de aquel alto nivel de concentración de la propiedad y el poder, pero repartido en la familia heredera.
El gran aparato político-económico y de seguridad de Fidel, bien diferenciado del de las FAR de Raúl, llevados como dos gobiernos y negocios privados separados, a la muerte del caudillo, Raúl los unificó bajo control de su familia y allegados.
Definitivamente los hermanos Castro Ruz secuestraron la nación en nombre de la revolución y el socialismo, y muerto el caudillo y ya viejo el hermano heredero, éste aspira a que sus descendientes sigan eternamente en el poder.
¿Cuál es el plan? Mantener el control del país, de su economía, sus fuerzas armadas y de seguridad y del pueblo en forma parecida a como lo hizo el Partido Comunista de China, con la Comisión Militar Central del CC del PCCh, que se convirtió en poder detrás del trono luego del retiro de Deng Xiaoping, quien quedó como presidente de esa institución.
En Cuba, para esos efectos fue creada la Comisión de Defensa y Seguridad Nacional, dirigida por el hijo de Raúl, quien negoció la normalización de relaciones con Estados Unidos y arregla los acuerdos militares y de seguridad con Rusia. No importa la figura que aparezca como jefe de los Consejos de Estado y Ministros, con cara joven, pero fiel y obediente como la de Miguel Díaz-Canel. El poder real estará allí.
¿Entonces, de qué patria estamos hablando? De la de ellos, los dueños, que hacen con el país lo que se les antoja sin consultar con nadie. ¿Y los combatientes de la Sierra y el llano? ¿Y las generaciones que entregaron sus vidas en los campos de caña, café y tabaco, alfabetizando, en contingentes de la construcción o combatiendo en Girón o el Escambray? ¿Y los miles de combatientes y oficiales que lucharon en Angola y otros países de África? Bien, gracias.
Y los demás cubanos, ¿de qué somos dueños? ¿De la tierra que alguna vez heredamos y nunca podremos vender, siempre a merced de las decisiones del Gobierno, qué sembrar, cómo vender lo que producimos? ¿O de esa otra prestada en usufructo para ser retirada cuando el Estado quiera?
¿De los automóviles y las viviendas que hasta hace poco no podíamos vender y que ahora podemos, pero con altos impuestos? ¿De las empresas, que nos dicen que son del pueblo, donde somos explotados en forma semi-esclava y donde nada decidimos? ¿De nuestros pequeñas empresas y cooperativas amarradas por mil trabas, regulaciones e impuestos a los monopolios estatales, que pueden ser incautadas o cerradas por cualquier razón, como hicieron con la Cooperativa Scenius o las cooperativas de construcción, por la ausencia de una legislación que proteja la propiedad privada y asociada?
¿De qué importante decisión participamos en nuestro país, donde todo viene establecido desde arriba, hasta los candidatos a la Asamblea Nacional, por los cuales votamos “libremente”?
No, los cubanos, fuera de los Castro, sus herederos y leales, no tenemos Patria porque nos la ha robado el grupito que ha querido identificarse él, “su revolución y su socialismo” de mentiras con Cuba, la patria y sus símbolos, lo cual explica el rechazo que suscitan en parte del pueblo.
La más reciente demostración de todo esto la tuvimos en estos días cuando el pasado 8 de septiembre, en medio del azote del huracán Irma al norte de Oriente, los principales herederos del clan Castro, Alejandro, Nilsa y Mariela Castro Espín (hijos de Raúl); junto a Antonio, Alexis, Alex y Ángel Castro Soto del Valle, así como Fidel Castro Díaz-Balart (hijos de Fidel), a golpe de mojitos y canapés de caviar y salmón con mermelada de frambuesa, gratis, disfrutaron la presentación de los libros Fidel Castro y los Estados Unidos y Raúl Castro y nuestra América, mientras que a los damnificados del ciclón le vendieron la cajita de arroz con salchichas a 5 pesos.
Pedro Campos
Cubaencuentro, 18 de septiembre de 2017.
Foto: Alejandro Castro Espín (vestido de miliar y su hermana Mariela, conversando con Eusebio Leal el 8 de septiembre en la Basílica Menor del Convento de San Francisco de Asís, Habana Vieja. Tomada de Los Castro celebraban mientras Cuba se hundía, de Juan Juan Almeida García.
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