Ex- change es el documental más reciente de Juan Carlos Travieso Fajardo, un realizador más conocido por sus programas en Canal Habana (Entre manos, Secuencia, El motor de arranque) que por su obra documentalística. Sin embargo, paralelo a su actividad en la televisión, ha dirigido un grupo importante de documentales, entre los que se destacan Frank Delgado, una nueva trova (2002), seleccionado por la crítica cinematográfica cubana como uno de los cinco mejores exhibidos en Cuba ese año, Al borde la vida (2013) y ¿Qué cosa? (2014), entre otros.
Inscrito fuera de concurso, Ex- change tuvo una única exhibición pública, en el cine 23 y 12, durante el último Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, en diciembre de 2017. Su argumento aborda los contratiempos, avances y retrocesos del intercambio artístico entre Cuba y los Estados Unidos de América, en especial, en el seno de la comunidad cubana de Miami, haciendo hincapié en los años más recientes y en la presencia de la música como “punta de lanza” en este dar y recibir.
Sobre las motivaciones que lo llevaron a interesarse en un tema tan peliagudo; el proceso de producción de la obra, realizada de forma independiente; la selección de los testimoniantes, tanto en Cuba como en los Estados Unidos; la exhibición única en el Festival de La Habana y los caminos futuros de este largometraje documental conversamos con su realizador.
¿Cómo surgió el proyecto y cuáles fueron las motivaciones que llevaron a interesarte por este tema del intercambio artístico entre Cuba y los Estados Unidos?
-La idea de hacer el documental Ex- Change surge en una gira del grupo Buena Fe por los Estados Unidos de América, cuando uno de los integrantes de esa agrupación, Gabriel Dávalos, hablando con Javier Otero, productor de Blue Night Entertainment, la compañía que estaba moviéndolos, organizando la gira, deciden que se podía hacer un documental que recogiera la historia o parte de la historia, que contara las vivencias, las peripecias para lograr el intercambio cultural de los cubanos que van a los Estados Unidos y de los estadounidenses que viajaban a Cuba, y ese fue el punto de partida. De ahí me propusieron trabajar en el proyecto, y yo encantado.
-La motivación que tuvimos cuando comenzamos a trabajar (para mí la más importante), fue buscar en las ausencias que teníamos cada uno de nosotros (la mayoría muy jóvenes) en su propia formación, en cuanto información. Lo que había pasado, lo que era el intercambio cultural, qué motivaba ese intercambio, qué había provocado la ruptura de esa relación de las culturas y los estados de ambos países. Sobre todo las lagunas que teníamos, los vacíos sobre quiénes eran algunos de esos personajes. Había una discontinuidad en la información que nos había llegado, en particular sobre algunas figuras artísticas surgidas aquí, quienes se habían ido a los Estados Unidos, y al perderse la comunicación, oficialmente no se sabía nada más de ellos. A partir de esto, nos dijimos: vamos a llenar ese vacío, esa información que nos falta a nosotros y a mucha gente de nuestra propia edad o mucho más joven.
-Debo apuntar que Ex-change está lejos de las obras que marcan, delimitan los hechos cronológicamente. Su devenir narrativo va desde los momentos más álgidos de la presencia de músicos cubanos en la ciudad de Miami, por ejemplo, las primeras actuaciones de Los Van en 1999, y la reacción violenta provocada en una parte de la comunidad cubana allí radicada, a una explicación del contexto por parte de los entrevistados, entre los que destacan voces tan importantes como la de Rafael Hernández (director de la revista Temas), Víctor Casáus (director del Centro Pablo de la Torriente Brau), Iván Giroud (presidente del Festival de Cine La Habana) y los músicos Silvio Rodríguez, Frank Delgado. Sin embargo, la contraparte desde los Estados Unidos no mantiene el balance, aunque tiene voces importantes, como la de Hugo Cancio Morúa o Arturo López- Levy y algunos músicos cubanos radicados allá, como Manolín, el médico de la salsa.
Al respecto, le preguntamos sobre la selección de los entrevistados.
-En Cuba intentamos pensar en quiénes nos podían ayudar con sus testimonios, a partir de las propias vivencias que habían tenido en el intercambio cultural, y de ahí elaboramos un listado de personas. A unos los entrevistamos, a otros no. Hubo personas consultadas que no utilizamos en el documental, sino que sirvieron como fuente de información, pues queríamos conseguir un balance, historias distintas, vivencias que no fueran iguales. Dentro de ese panorama, había artistas a los que les había ido muy bien y otros a quienes les habían hecho campaña, boicot contra sus espectáculos.
-Por otro lado, tuvimos un equipo que nos ayudó a buscar información, recopilar entrevistas y materiales en los Estados Unidos. Ellos intentaron acercarse a un grupo de artistas, también cubanos radicados allá, para hablar del tema, sus puntos de análisis, posiciones, y no fue posible conseguirlas. Muchos reaccionaban diciendo que no querían hablar de ese tema y, con los que logramos entrevistas, creo que también se logró cierto balance. Igualmente, tuvimos que acudir a mucho material de archivo, porque algunas de esas personas ya no están vivas, otras no quisieron testimoniar y tuvimos que apelar a momentos en que se habían referido al tema del intercambio.
Entonces, ¿cómo fue el proceso de producción de un documental que tiene escenarios en dos países diferentes?
-Fue un documental que se hizo con muy poco presupuesto, pero sí con muy buena voluntad, y eso hizo que los tiempos de producción se fueran alargando muchísimo. Esto en algún momento pensábamos que iba en detrimento del material, pues necesitábamos tener la primicia de hablar del tema. Eran momentos importantes del intercambio cultural, porque de pronto hubo señales de acercamiento entre ambos países y la gente nos decía que ese era el momento para haber salido, y mira, desde ese punto de vista, sí; pero con el tiempo nos dimos cuenta de que, al contrario, esperar, dejar que se enfriara la situación, que pasara el tiempo, nos ayudaba también a mirar los matices de ese proceso, el cual no era tan lineal como parecía y, por lo tanto, los cambios que se fueron produciendo en nuestra sociedad y en la estadounidense con el tema Cuba- Estados Unidos fue enriqueciendo mucho el material, en particular lo que empezó a suceder con los artistas que deseaban viajar a los EE.UU. y los que querían venir a Cuba.
-Los cambios que se iban produciendo, un tiempo a favor, un tiempo en contra, fueron moldeando también lo que queríamos decir en el documental. Así la historia fue sufriendo variaciones en la medida en que nos íbamos dando cuenta de que la sociedad también iba cambiando y que esos cambios sociales la política los manejaba hacia un lado o hacia otro. Esto nos iba sorprendiendo y de alguna manera quedó recogido en el filme, y fue parte de lo bueno que nos pasó, pese haber esperado cuatro años para terminarlo. Nos permitió mirar no solo la historia pasada, sino también la más reciente y de alguna manera sintetizar lo que estaba ocurriendo en ese momento.
Ex- change no es el primer acercamiento de este realizador a las consecuencias de los desencuentros entre los gobiernos de Cuba y Estados Unidos. En 2012 estrenó A pesar de todo, co producido por el ICAIC y Producciones Caminos, del Centro Martin Luther King Jr, en el cual, sin abandonar el tema artístico que ha caracterizado su obra, indaga sobre las consecuencias del bloqueo sobre Cuba. Indagamos sobre las semejanzas y diferencias entre los dos documentales.
-Los puntos más importantes en común es que ambas miradas son hechas a través de la cultura, y que desde dos posiciones distintas, una más hacia la política, otra más hacia lo cultural, está demostrándose la necesidad que haya una normalización entre Cuba y Estados Unidos, entre cubanos y estadounidenses, entre cubanos de la isla y cubanos residentes en el exterior. Las diferencias están en el propio tratamiento que tiene cada obra desde todos los puntos de vista.
-Intentamos no repetirnos, no repetir siquiera la temática. No hacer evidente que el tema del bloqueo se marcaba dentro del contenido de Ex Change, aunque también está, lógicamente, porque muchas de las acciones del intercambio cultural han sido bloqueadas por las políticas, por las leyes migratorias, por leyes de cualquier tipo que marcaban, delimitaban hasta dónde se podía lograr, tanto para los cubanos en los Estados Unidos como para los estadounidenses en Cuba. Entonces, de alguna manera, el documental intenta reflejar esa problemática, pero haciéndolo desde el discurso de los propios artistas. Que se hablara siempre desde lo cultural, de las raíces culturales que existen en ambos pueblos y de la necesidad de un flujo formal, natural en todas las esferas de la vida.
A casi todas las personas que hemos tenido el privilegio de ver el documental nos ha llamado la atención el trabajo de la fotografía y del montaje. La primera, porque logra mostrar tanto las imágenes de La Habana como las de Miami en un mismo rango de color y brillo, muy al contrario de lo que ocurre con otras obras que se han acercado a estos dos espacios, en las cuales la capital cubana casi siempre sale perdiendo en cuanto al tratamiento fotográfico. Este sentimiento de poner las dos ciudades en un mismo nivel, para dejar claro que “Miami es la segunda ciudad más poblada de Cuba”, es logrado de igual forma por el empleo del montaje multiplano, que permite sentir el latido de ambos lugares al unísono, cada uno con sus peculiaridades, pero como si fueran un continuum. Sobre el equipo de realización nos dijo Juan Carlos Travieso:
-Convocamos a un grupo de profesionales entre los cuales se encontraba Ángel Piedra, de la productora Caminos del Centro Martín Luther King Jr.; Abdis Rodríguez, fotógrafo; Gabriel Dávalos, que asumió también la dirección de fotografía; Javier Otero, productor por la parte estadounidense y Harold Cárdenas, que hizo la co-dirección y el guión. Después se sumaron otros especialistas y cada uno aportó muchísimo en la realización.
-La postproducción fue también un proceso largo. La edición estuvo a cargo de Daniel Diez Jr., quien colaboró también con el guion que habíamos trabajado entre Harold Cárdenas y yo. La banda sonora fue realizada por Camilo Ferrera, sonidista del ICAIC y la música incidental fue compuesta por Ernesto Cisneros, quien ha tenido otras incursiones en mis documentales.
Aunque Ex- change participó en el 39 Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano fuera de concurso, estuvo en el catálogo del evento en una de sus secciones. Su exhibición se realizó un solo día, con un único horario. Acerca del tratamiento recibido y la acogida del público, su director confesó:
-El estreno en el Festival fue casi un milagro. No queríamos una obra que fuera censurada, porque el objetivo era que la gente conociera estas historias, se sensibilizaran con este asunto, sacaran conclusiones, puntos a favor o en contra, pero que el público cubano tuviera acceso a esa información, pues mucha era desconocida. Queríamos hablar de los esfuerzos de músicos como Juan Formell, La Charanga Habanera, el propio Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Carlos Varela y otros desde Estados Unidos hacia Cuba, como Harry Belafonte, Steven Spielberg, personas que vinieron a Cuba violentando las propias leyes, negando o rompiendo las barreras, y querían llegar a Cuba, conocer el país, tener la vivencia de lo que está pasando aquí y aprender también de la cultura cubana.
-Pero no siempre algunos funcionarios que atienden las esferas de la cultura estaban conscientes de que este documental podía exhibirse, podía verse. Hay que reconocer que el ICAIC y la propia presidencia del Festival de Cine apoyaron su exhibición, que el público lo viera, aunque fuera un día, que era lo que habíamos pactado desde el principio. No estaba en competencia, habíamos acordado que tuviera una sola presentación y, realmente, fue muy positivo el encuentro con los espectadores, su descubrimiento de historias y temas de los cuales no se habla en los medios nacionales.
-Durante la proyección sentimos que todo el tiempo los espectadores estaban reaccionando ante lo que estaban viendo, que había mucha afinidad entre la pantalla y las personas de la sala, porque en el momento de reírse, lo hacían, y en los momentos de reflexión, se quedaban en silencio. Cuando encendieron las luces, muchos se acercaron a cada uno de los integrantes del equipo a felicitarlos, a decirles que le había parecido muy emotivo, que se habían reído, llorado... Algunos trabajadores del cine nos contaron que vieron personas salir conmovidas. Creo que es parte de esas vivencias que tiene cada cubano de ese proceso de ruptura sufrido por casi sesenta años.
¿Cuáles han sido los caminos de Ex- change después de esa presentación en el Festival de La Habana?
-Bueno, ahora estamos comenzando a intentar que se conozca en Cuba y en otros ámbitos. Ojalá que sirviera para generar espacios de debate sobre lo que ha sido el proceso de intercambio cultural que hemos vivido. Ojalá sirva para eso, para generar pensamiento, inquietudes. Se exhibirá en El Mejunje en Santa Clara, en marzo en el Festival Santiago Álvarez in Memoriam en Santiago de Cuba y del 1 al 7 de julio, en el Festival de Cine de Gibara. Se supone que el documental se mueva por algunos festivales internacionales dentro de los Estados Unidos. Ha sido inscrito en el Festival de Cine de Málaga, Andalucía, España (13 al 22 de abril), en el VIII Festival Internacional en el Estado de Hidalgo, México (26 de abril al 4 de mayo), que tiene las fronteras como tema específico en esta edición y pensamos que Ex- Change responde muy bien a esa convocatoria.
-Alguien me decía que el documental era como una especie de bandera de paz en medio de un conflicto y qué bien que alguien lo vea así. Que lo asuman desde esa posición de equidad, de “mira, somos los mismos, estamos aquí, estamos allá”. Pensamos diferente, no importa. Hay valores humanos, raíces comunes que son las que hay que defender. Y si el documental mueve a eso, felicidades.
Y para ratificar este último sentimiento, termino con el comentario enviado a Juan Carlos Traveso por el director de relaciones externas del Festival de Cine de Málaga, a propósito de la inscripción del documental en el evento:
“Creo que tienes entre manos una estupenda película. Ojalá que Ex- change se convierta en un documental de referencia que, a pesar de Trump, supo empujar, con la evidencia de la cultura, a Cuba y a Estados Unidos hacia el sentido común como vacuna contra un odio imposible. Me ha gustado mucho lo que habéis hecho. Y también el nervio y el ritmo con que está narrado y la potencia de quienes lo narran. Y que en varios momentos el documental ‘confunda’ rostros y calles de Miami y Cuba, como un todo al son del son”.
Pedro Noa Romero
IPS, 2 de marzo de 2018.
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