sábado, 8 de diciembre de 2012

Café sin leche


En el otoño cubano de 2010, con lluvias memorables en el centro y oriente de la isla, se respiraron aires de pesimismo. Una nueva crisis. Otra más. De escasez material y espiritual estamos hartos. Somos uno de los países del planeta mejor preparados para sufrir. Un mérito de la revolución de los hermanos Castro.

Antes de ir al colegio, los niños menores de 7 años, toman un vaso de leche, hasta esa edad garantizado por la libreta de racionamiento. Los más grandes, a no ser que sus padres tengan divisas, café claro o lo que se pueda conseguir para desayunar.

La leche es un lujo en Cuba. Sobre todo la de vaca. La alternativa, para aquéllos que puedan pagarla, es la leche en polvo, a 5.25 pesos convertibles (casi 7 dólares) el kilo. O en el mercado negro, a 30 pesos (un dólar 25 centavos) medio kilo, cuando se encuentra.

Según los bodegueros, el Estado piensa eliminar el café de la cartilla de abastecimientos. No es gran cosa: un sobrecito de 10 onzas per cápita, cada dos semanas, de baja calidad.

Pero es el desayuno de cabecera del cubano de a pie, que lo toman solo. Incluso el café por venta libre corre peligro de extinción. Si damos crédito a la prensa oficial, Cuba tuvo que invertir 40 millones de dólares para comprar café en el mercado internacional.

Entonces hay que hacer recortes. El pato siempre lo paga el pueblo. Adiós a aquella etapa, en los años 60, cuando se produjeron hasta 60 mil toneladas de café. O cuando en la década de 1940 se exportaba.

De nada valió la peregrina idea de Fidel Castro de intentar sembrar café caturra a lo largo y ancho de La Habana, para que la capital se autoabasteciera. El problema es que casi todo lo que él toca, desaparece.

Y le llegó el turno al café. Si comienza a escasear, habrá que adquirirlo en monea dura. Quienes puedan. Pero, al levantarse ¿qué tomará la gente humilde sin acceso a dólares o euros? Quizás tilo u otro cocimiento. O "sopa de gallo" (agua caliente con azúcar prieta).

Me gustaría saber si el néctar negro desaparecerá también de las oficinas del comité central del partido comunista y otras altas dependencia oficiales, donde los dirigentes toman una tacita acabado de colar.

El resto lo guardan en grandes termos importados. Café fuerte, de buena calidad. Para eso son 'mayimbes'.

Iván García
Foto: Inflekt, Flickr
Blog Desde La Habana, octubre de 2010.

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