No hay que esperar a que lleguen los días navideños para comprar manzanas en La Habana. Las venden en cualquier época del año.
Como todo en Cuba, a veces se pierden. Durante unos días usted puede comprar sin problemas, por la libre, arroz, papas, frijoles negros... Luego se esfuman varias semanas o meses. La inestabilidad en la distribución de productos trae consigo acaparamientos y rumores. Con ese optimismo desbordado que cargan los habitantes de una isla acostumbrada a la escasez, siempre confían que el barco esté a punto de llegar.
De cualquier manera, la manzana es un lujo en Cuba. Su precio oscila entre 0.50 y 0.60 centavos de peso convertible cada una (unos 0.70 centavos de dólar). Las hay rojas, amarillas y verdes. Cuando pregunto su procedencia, nadie con certeza sabe contestarme.
Últimamente, es más fácil comprar manzanas que frutas tropicales. Cosas raras que pasan en países donde la economía es un caos. Las guayabas, mameyes, mangos y naranjas están desaparecidos en combate. Es más cara una caja de jugo de naranja o mango elaborado en Cuba que una importada de manzana, pera o melocotón.
Los revendedores compran las manzanas por cantidades, para después ofertarlas a 10 o 15 pesos cada una, en las puertas de espectáculos públicos, parques infantiles o calzadas concurridas. Debido a su carencia crónica, el paladar de algunos niños se ha adaptado más a las manzanas que a las frutas cubanas.
En La Habana abunda también otro tipo de manzana. Son las del logo de Apple. Después los Castro se jactan de lo rudo del embargo. Pero en los barrios marginales de la capital usted ve a prostitutas, chulos y pingueros exhibiendo orgullosos sus iPhone.
Por los alrededores del Capitolio he visto muchachas con más pinta de jineteras que de estudiantes o intelectuales, con ordenadores portátiles de Apple, que le hacen la boca agua a cualquier periodista independiente.
Un amigo español me preguntó si en La Habana había una tienda de Apple. “Es que he visto sus productos en mayor cantidad que en Andalucía, y luego hablan de crisis y de embargo”, dijo. Y llevaba razón.
Cuba es así. Un país atípico. Lo normal es anormal y viceversa. De cualquier forma, prefiero las guayabas y los mangos criollos, a las manzanas vendidas en la isla, que no sé de dónde carajo vienen.
Iván García
Foto: Vendedor de manzanas en Regla. Tomada de Vendedores callejeros de manzanas, Primavera Digital, diciembre de 2011.
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