lunes, 22 de abril de 2013

A golpe de navaja


Augusto, 51 años, es de esos hombres que tiene conectado el cerebro con la lengua. Lo que piensa, lo suelta sin haber procesado suficientemente sus ideas. En la noche del 6 de febrero, ese arrebato de franqueza estuvo a punto de costarle la vida.

Era el día de su cumpleaños y tomaba una botella de ron barato con un amigo de menos edad. Hablaban de fútbol y mujeres. Augusto gusta de recordarles a sus socios del barrio que la experiencia y madurez de sus cinco décadas de vida es un elemento de peso para ofrecer consejos útiles. Aunque nadie se lo pida.

El debate se calentó cuando Augusto comenzó a dar criterios subidos de tono de la mujer de su amigo. Un tipo de mecha corta. Y zanjó el conflicto con cuatro furiosas puñaladas.

El rápido traslado a un hospital habanero y una operación de urgencia le salvó la vida a Augusto. Ahora el joven que le propinó las cuchilladas con una chaveta afilada de zapatero es fugitivo de la justicia.

Pudiera ser un suceso puntual o aislado. No lo es. Con demasiada frecuencia, en La Habana se dan casos de violencia desmedida. Cualquier asunto, aunque sea baladí. Como pisar sin querer a una persona dentro de un atestado ómnibus urbano, puede provocar una tormenta.

Al clima caluroso, pérdida de valores, falta de educación y poca ecuanimidad de muchos ciudadanos, se suma la crispación que provoca una vida precaria y una crisis económica estacionaria que dura ya 23 años (comenzó en 1990, con el llamado ‘período especial en tiempos de paz’).

A falta de pistola o AK-47 -en Cuba no se venden armas de fuego-, los iracundos jóvenes habaneros, y algunas pandillas de barrio, portan navajas de barberos, punzones o machetines recortados. A veces antiguos revólveres de la época del oeste americano.

En zonas marginales de San Miguel del Padrón, Marianao o Arroyo Naranjo, a la colección de armas, se agregan inyectores caseros, una especie de pistola que se confecciona utilizando ligas y las balas salen disparadas hacia cualquier sitio.

En la misma barriada donde Augusto sufrió lesiones graves con un arma blanca, un grupo de adolescentes provocó una gresca violenta en una discoteca del municipio 10 de octubre. Varios asistentes sufrieron heridas de consideración en el rostro o navajazos en la espalda.

La violencia verbal o física comienza desde la casa. En muchas familias, las controversias terminan tirándose los trastos a la cabeza. Una cola del pan, la parada de ómnibus o la espera de un trámite burocrático, pueden ser el lugar propicio que desate una algarabía salpicada de palabrotas y groserías, irse a las manos o desenfundar un arma blanca.

La vulgaridad y la agresividad están a flor de piel en La Habana. Van en aumento los habaneros que pierden los estribos a las primeras de cambio. A veces la intimidación es provocada por pandillas de barrio que se dedican a robos con violencia en sitios poco concurridos y oscuros.

Llevar una camiseta de Messi, Cristiano Ronaldo o LeBron James, una gorra de los Yankees de New York o un Samsung Galaxy, sirve de pretexto a delincuentes juveniles para, navaja en mano, despojarte de tus pertenencias. Y lo peor, es que a veces te puede costar la vida.

Iván García

Foto: Las navajas utilizadas por los delincuentes cubanos no son tan sofisticadas como la de la foto, de 21 usos, de Victorinox, una de las marcas suizas más conocidas en el mundo.

1 comentario:

  1. Llama la atencion que la violencia es entre ellos , pero no contra el estdo opresor, no lo han focalizado como enemigo o temen a las consecuencias, o sera guaperia barata?

    LM

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