lunes, 5 de agosto de 2013

"Bombas rodantes" circulan por La Habana


Son las diez de la mañana. Yaniel, 25 años, lleva media hora en la Avenida 51, intentando coger un taxi privado. Se va desesperando.

“Leí la noticia en el periódico Granma, de que los taxis que se mueven de manera artesanal con gas son verdaderas ‘bombas rodantes'. Todos los días cojo hasta tres taxis. Algunos desprenden un fuerte olor a luz brillante (kerosone). Ya de por sí viajar en los ‘almendrones’ es una aventura. Cuando no te ensucias la camisa llegas con dolor en el cuello, de viajar tanto tiempo con la cabeza encogida”, cuenta Yaniel.

Las condiciones técnicas de la mayoría de los taxis particulares dejan bastante que desear. A los jeeps suelen añadirle asientos extras para cargar más pasajeros. La higiene no siempre es la mejor. Y si se mantienen rodando es por la sagacidad de los mecánicos cubanos.

Por la capital ruedan viejos coches estadounidenses de hasta 70 años de fabricación. Su carrocería ha sufrido cambios. El corazón mecánico también. Son auténticos frankesteins. El Ford de 1944 de Carlos Antonio tiene componentes de seis países diferentes.

“Motor alemán del año 96. Caja de velocidad italiana de 2001. Timón de Lada ruso de los 80. Barra de trasmisión de Corea del Sur. Frenos japoneses y radiador húngaro de fecha que no puedo precisar”, señala.

Sobre las ‘bombas rodantes’ que circulan por La Habana, Carlos Antonio se muestra escéptico. “Trabajo 12 horas diarias manejando un taxi. No creo que ningún chofer se vaya a enredar en un trámite penal por conducir un auto que funciona con gas de cocina sin las debidas condiciones técnicas. Por lo general, ruedan en horarios nocturnos, cuando no hay tantos policías de tránsito en las calles. Los motores son italianos o brasileños”, aclara Carlos Antonio.

La policía habanera no piensa lo mismo. Según el teniente coronel Roberto Rodríguez Fernández, segundo jefe de la Dirección Nacional de Transito, en 2011 fueron detectados 57 vehículos que transitaban con gas, cantidad que en 2012 aumentó a 124.

“Desde el mes enero al 16 de abril de este año, 110 autos han sido identificados. O sea, que al terminar el cuatrimestre, las cifras igualarán a las de 2012. Si la tendencia continúa así, es posible que las cifras totales del año se cuadripliquen, con el peligro que ello representa”, alertó el oficial.

Según Granma, "el gran peligro que entraña esta ilegalidad hace que las fuerzas policiales pongan el máximo de rigor a su enfrentamiento. El peso de la ley debe evitar las funestas consecuencias que puede producir un accidente de tránsito donde estalle uno de estos artefactos; o impedir que se produzca una explosión debido a una pérdida de gas que entre en contacto con un cortocircuito".

Cerca de la intersección de Prado y Neptuno, varías rutas de taxis salen con destino al oeste de La Habana. Con los choferes que hablé, ninguno conocía casos de autos que rodaran con gas casero.

“Sé que existen. Y tengo curiosidad por ver uno. Los motivos son simples. Ahorrar dinero. El litro de gasolina especial cuesta 1,40 cuc. El litro de la regular, 1 peso convertible. Y el diesel 1,30”, explica un chofer.

Demasiado para salarios mensuales que no superan los 20 pesos convertibles. Aunque los taxistas privados suelen ganar entre 600 y mil pesos diarios (25 a 40 cuc), en dependencia de si el auto es de tu propiedad o lo trabajan en calidad de arrendamiento.

“Este negocio hasta ahora da buen dinero. Sería muy arriesgado circular por la ciudad con un auto adaptado para trabajar con gas sin la debida seguridad. Son bombas de tiempo. El chofer que lo hace sabe que si uno de esos ‘cacharros’ explota, si no se muere, envejece tras las rejas”, señala un taxista habitual de la línea Víbora-Parque Fraternidad.

Los infractores son sancionados con una multa y el decomiso del tanque de gas. Pueden perder la licencia. Incluso confiscar el auto si se comprueba riesgo evidente en la transportación de pasajeros.

La policía de tránsito pide a la población ‘que tome conciencia del peligro y denuncie las violaciones de este tipo. Pero la premisa de los los pasajeros apresurados es llegar lo más rápido posible a su destino.

Como siempre sucede en estos casos, hasta que no ocurra una tragedia, la gente es indiferente y no se preocupa. El pésimo servicio de transporte público provoca que los más de 7 mil ‘almendrones’ que circulan por La Habana viajen casi siempre llenos.

“A mí me da igual viajar en un auto movido con gas o petróleo. Una guagua, un camión o un cohete. Lo mío es llegar pronto a mi casa”, dice Yaniel mientras intenta abordar un viejo taxis de alquiler en la Avenida 51.

Iván García

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