Desde el 1 de junio de 2013, los inspectores de transporte en todo el país, solicitarán un nuevo documento a los choferes de vehículos estatales. Se sustituirá la hoja de ruta por el Reporte de Combustible Habilitado y Kilómetros Recorridos.
La medida, junto a controles rigurosos en gasolineras y talleres de transporte, pretende frenar las ventas ilegales de diesel y gasolina. El aumento de taxis y camiones de transporte privados han convertido el trasiego de combustibles en un floreciente mercado negro.
Desde que en 1989 Cuba entró en una espiral de crisis económica estacionaria, debido a la caída del patrocinio de antiguos países comunistas en Europa del Este, el gobierno ha implementado numerosas fórmulas, en un intento por verificar el uso (y mal uso) del combustible en los vehículos del Estado.
Hasta ahora sin éxito. “Luego la marea baja y se vuelve a lucrar con la gasolina”, dice un expendedor de una gasolinera que vende combustibles y lubricantes en pesos cubanos convertibles (cuc).
La crisis económica local que nunca acaba de tocar fondo y la reexportación en el mercado mundial de una parte de los 100 mil barriles del crudo venezolano que a precio de saldo llega a la isla, parece ser el detonante de esta nueva vuelta de rosca a la utilización del combustible por parte de instituciones estatales.
“No solo se controla el de los medios de transporte. Desde hace cinco años existe una lista de normas a cumplir en el ahorro de petróleo en fábricas y centros de servicios. En determinados horarios, por ejemplo, una cafetería o tienda debe apagar los aires acondicionados. Quedan exentos los hoteles e instalaciones turísticas. Todas las provincias tienen una programación del combustible que mensualmente pueden gastar. Si incumplen se producen apagones”, explica un inspector dedicado a vigilar el consumo de combustible en la capital.
A pesar de numerosas regulaciones, la gente se las arregla para seguir lucrando. “Cuando en 1996 comencé en ETECSA, me daban 200 litros mensuales de petróleo. Cuando en 2010 los socios italianos se marcharon, me recortaron a 120 litros. Así y todo, me las agencio y vendo a 10 pesos (moneda nacional), el litro de petróleo que me sobra”, comenta un chofer de la empresa.
El costo del diésel se ha disparado en los últimos cuatro años en el mercado subterráneo. Mientras la gasolina regular se ha mantenido estable entre 10 y 15 pesos el litro, el petróleo ha subido de cuatro pesos a diez o doce pesos. “La mayoría de los autos particulares utilizados como taxis que circulan en el país ruedan con motores de petróleo. Motores y piezas que en gran parte salen de los talleres del Estado”, aclara un mecánico.
En la década de 1990, trabajar en una gasolinera era algo codiciado. “La gente pagaba 400 y 500 dólares por una plaza. En seis meses, robando, recuperabas la inversión. Pero una serie de controles y auditorías han puesto malo el 'bisne'. Aunque ha disminuido, el robo de combustible nunca se acabará”, afirma un expendedor de gasolina.
En octubre de 2005, Fidel Castro en persona se involucró en el asunto. En 24 horas fueron sustituidos cientos de empleados corruptos en las gasolineras por divisas. Un batallón de jóvenes trabajadores sociales, seleccionados por Castro, comenzó a fiscalizar in situ las ventas. “Siempre que llueve, escampa. A los pocos meses, la mayoría de los trabajadores sociales también entró en el entramado de corrupción y dinero que genera la venta ilegal de gasolina y petróleo”, comenta un inspector.
Hasta las gasolineras que abastecen a vehículos de las Fuerzas Armadas y el Ministerio del Interior llega el mercado negro. En San Miguel y Mayía Rodríguez, frente a Villa Marista, cuartel general de la policía política, hay una exclusiva para militares.
Quienes allí laboran son civiles del MININT y casi todos pertenecen al partido comunista o la UJC. Eso no ha impedido el robo de combustible. Hace un par de años, varios trabajadores, incluyendo jefes de turno y administrativos importantes, fueron detenidos, acusados por la venta de miles de litros de combustible y desvíos de recursos.
“Aunque ahora las ventas se hacen en menor cuantía, el tráfico ilegal continúa. No hay quien lo pare. Mientras la gente gane bajos salarios y tenga un montón de necesidades, el robo seguirá. Muchas veces son los propios oficiales los que compran bonos de combustible robados”, acota un entrevistado.
En la sesión del Consejo de Ministros efectuada el 10 de mayo, Abdel Izquierdo, ministro de Economía y Planificación -uno de los tantos coroneles reciclados a la vida civil- se manifestó sobre el tema.
“La alta demanda y las ganancias que genera este tráfico ilegal provoca el asedio permanente a los trabajadores del sector por parte de personas inescrupulosas que luego venden el combustible hasta un 60% por debajo de los costos oficiales”, dijo el ministro.
El precio del combustible para uso particular está por los cielos en Cuba. Un litro de gasolina especial cuesta 1.40 cuc el litro; regular, 1.20 cuc. Diésel regular, 1.20 cuc y especial, 1.30 cuc.
Abdel Izquierdo adelantó medidas para atajar el robo. Entre ellas, la nueva regulación que entró en vigor el 1 de junio; un programa integral de capitalización tecnológica en los sistemas de recepción, almacenaje y distribución de combustible y la extensión del uso de GPS en el transporte automotor y el sector ferroviario.
“Sin embargo, los altos oficiales y la nomenclatura apenas tienen controles. Ellos utilizan coches con permisos y cuotas especiales. Y, además, se les otorga determinada cantidad de combustible para su auto particular”, asevera el empleado de una gasolinera.
Como suele suceder en Cuba, la ley no es pareja para todos. Algunos son más iguales que otros.
Iván García
Leer también: Cuba sube por segunda vez precio del combustible.
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