No es una fuerza poderosa, masiva y arrolladora que le pueda poner fecha fija al final de la dictadura.
Pero están ahí, en cualquier parte del territorio, en la calle, sin más armas que las palabras de un discurso liberador y claro, perseguidos por la policía, siempre a punto de ir a la cárcel o de recibir una paliza, como presencia auténtica de los demócratas y de la rebeldía de un país que, a lo largo de 58 años de castrismo, nunca ha dejado de luchar. Hablo de la oposición pacífica en Cuba.
Se trata, no hay que olvidarlo, de una nación que en poco más de medio siglo ha tenido en prisión por motivos políticos a más de medio millón de ciudadanos.
Sí, son hombres y mujeres que llegan desde los grandes sectores marginados de la población, que no usan ni quieren carteles de héroes o redentores.
Tienen ideas propias y diversas sobre lo que debe ser el porvenir de su patria y, junto a la escasez, la ruina económica impuesta por la burocracia socialista, son el objetivo central de un sistema represivo violento y permanente que usa candados chinos y tanques y fusiles rusos para mantener en el poder a una familia y sus amigos.
Los cubanos que pertenecen a esas organizaciones opositoras son los que han sufrido, durante 2017, más de cinco mil detenciones arbitrarias por asuntos políticos.
Y son ellos los que han recibido golpizas, mítines de repudio, asaltos a sus viviendas, robos de equipos, insultos a los familiares, amenazas y prohibiciones de viajar al extranjero.
La oposición pacífica tiene otras dos categorías de compañeros de agravios, personas que están también en el punto de mira de la policía política. Por una parte, los comunicadores que hacen periodismo independiente y los blogueros que trabajan sin mandato oficial. Y, además, los grupos de artistas, escritores, pintores, dramaturgos y músicos, que funcionan fuera de las cunetas que marcan los funcionarios oficiales de los laboratorios de la ideología del Partido Comunista.
Todos esos ciudadanos viven expuestos a la escasez de alimentos y de medicina -ahora faltan en el país 44 medicamentos importantes- la persecución y los teques que entonan en un coro gigantesco los instrumentos propagandísticos de la prensa escrita, la radio y la televisión.
La oposición, el periodismo independiente, los artistas rebeldes y los presos políticos son los únicos ciudadanos que, dentro de Cuba, recibieron libres el año 2018.
Raúl Rivero
El Nuevo Herald, 30 diciembre de 2017.
Foto: Eduardo Cardet, líder del Movimiento Cristiano Liberación, es el caso más notorio de ensañamiento del gobierno cubano con quienes tras la muerte de Fidel Castro, criticaron el legado del dictador. Considerado Prisionero de Conciencia por Amnistía Internacional, en marzo de 2017 fue condenado a tres años de prisión por un supuesto delito de "atentado". Médico de profesión, Cardet cumple la sentencia en Holguín, en un régimen de máxima severidad. Las autoridades dificultan la comunicación con su familia y amenazan con empeorar su situación. Tomada de El Español.
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