miércoles, 11 de enero de 2012

Yanelis o lo que trajo el barco


No tienen el encanto de las jineteras por moneda dura. No visten con ropa de marca, ni usan tacones altos. No usan perfumes Chanel, ni joyas de oro.

Son unas pobres tipas, que a lo sumo se embadurnan con grandes cantidades de talco Suchel de producción nacional y huelen a colonia barata. Visten sayas cortas y ceñidas. Y suelen pintarse el rostro con exceso de maquillaje.

Son las putas por moneda nacional. Muchas se bajan del tren al amanecer y antes de que apriete el sol, ya está en la faena. Buscándose el pan. Como Yanelis, 28 años, una mulata indiada, nacida en una provincia oriental, a 800 kilómetros de la capital.

Su vida es un infierno chiquito. No conoció a sus padres ni tiene gratos recuerdos de su infancia. Sus abuelos maternos, hicieron lo que pudieron. Pero a Yanelis su cabeza sólo le dio para terminar el séptimo grado. Sus nalgas empinadas y redondas, sus pechos duros y su piel color café con leche, despertaban sensaciones entre los hombres.

Sobre todo entre sus parientes.

Una noche, un primo la invitó a unos carnavales y le brindó una cantidad excesiva de un brebaje insípido de cuarta categoría, que se vende bajo el rótulo de cerveza a granel. Cuando el alcohol la desbordaba hasta la inconsciencia, en un monte intrincado, repetidas veces la violó.

Sólo tenía doce años. Los primeros clientes pertenecían a su propia familia. Por 5 pesos (25 centavos de dólar) les dejaba que le sobaran los pechos o masturbarse y luego echarle el semen en la cara.

-Uno de mis parientes, el más pervertido de todos era el que más plata tenía, pues trabajaba en un hotel exclusivo para turistas. Él me obligó a acostarme con animales y más de una vez me enfermé. Lo he probado todo. Soy bisexual y hasta donde me alcanza la memoria, nunca he sentido qué es estar enamorada. Eso es cosa de películas.

Avejentada por la mala vida y peor alimentación, Yanelis apura una lata de cerveza Bucanero y sigue contando.

-Vine pa'La Habana, porque aquí hay buen mercado. Es mi tercer viaje, la policía me ha pillado un par de veces y me han devuelto a mi provincia, incluso estuve un año y media presa. Pero siempre regreso. En mi pueblo la cosa está que arde. No tengo, ni quiero tener, otra forma de hacer dinero. Puede que sea la más difícil, pero es la más fácil para mí. No tengo muchas opciones. A no ser trabajar recogiendo café en las montañas o limpiando mesas en una cafetería. cuenta la chica ya avejentada por la mala vida y peor alimentación.

En la capital, Yanelis y varias prostitutas tienen alquilado una habitación de paupérrimas condiciones.Tienen que cargar el agua en cubos y se alumbran con velas, pues no tienen luz eléctrica. Cada una tiene que pagar 5 pesos cubanos convertibles (cuc) por el cuarto.

Una jornada buena a ella le reporta el equivalente a 50 a 60 cuc diarios (alrededor 1.200 a 1500 pesos).
Si sacamos cuentas, para obtener ese dinero Yanelis tiene que acostarse con diez o doce hombres. Por media hora de apurado 'polvo", cobran 100 pesos o 5 cuc.

Empezó de puta por los alrededores del Parque de la Fraternidad, en el corazón de La Habana. Merodeaba por las calles de Monte y Cienfuegos, el primer mercado de sexo barato por moneda nacional que surgió en la isla, allá por el año 1996. No le fue mal. Pero a ratos la policía lanzaba alguna que otra redada.

Después de salir de la cárcel, pensó que tenía que ser más discreta. Ahora es punto fijo de un sitio ubicado en los alrededores de la Autopista Nacional. Allí llegan los tipos en autos o motos, ebrios y deseando una hembra para saciar sus apetitos sexuales.

Allí encontrará a muchachas como Yanelis, dispuestas a ofrecerles la carta. 50 pesos por una felación, 40 por una masturbación y 100 por una completa, es decir, acto sexual con penetración. Si pagas algo más, puedes hacer sexo anal. Y si tienes 20 cuc o 500 pesos, te puedes llevar a dos muchachas tristes y pálidas para que te ofrezcan un cuadro lésbico, bajo las estrellas, en medio de un platanar y teniendo por cama unos sucios cartones.

Sitios como éste hay al menos una docena en la ciudad. En el argot habanero se conocen como chupa-chupa.

Las jóvenes que se prostituyen por moneda nacional no tienen, ni por asomo, la belleza y figura de las espléndidas jineteras que han aturdido a ibéricos e italianos y se las han llevado debajo del brazo para casarse.

No. Éstas son unas pobres almas errantes, quienes por buscarse algunos pesos soportan estoicamente ser penetradas por más de diez hombres al día.

Yanelis no quiere pensar en el futuro, una mala palabra para ella. Vive el presente y de prisa. La noche ha terminado de caer. Mira al cielo nublado y cabizbaja comenta:

-Uf, va a llover, malo para el negocio.

Prefiere prostituirse ebria o luego de fumar un par de porros de marihuana. A veces ingiere unas tabletas de parkinsonil, par sentirse en las nubes. Cuando llega a su miserable cuarto, a ratos le remuerde la conciencia.

Es cuando recuerda que le gustaría tener hijos, un buen marido y formar una familia. Pronto desecha la idea. ésas son cosas de películas. O de novelas de Corín Tellado. Y vuelve a poner los pies en la tierra. Es la realidad que le tocó vivir. Y no tiene fuerzas, ni deseos, para cambiarla.

Iván García

Foto: Muchacha asomada a la ventana, cuadro pintado en 1925 por Salvador Dalí.

Leer también: La prostitución en Cuba.

1 comentario:

  1. Muy interesante sus artículos, puede y a muchos no les agrade... están en su derecho, pero contar las verdades de ese pueblo siempre hará un beneficio en las mentes de quienes opinan de otra forma.
    Un saludo cordial desde Málaga, Spain
    Manuel Darío
    www.zoomblog.com mi página allí es Sol y cafe

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