Si algo desconoce el cubano de a pie es la vida privada del comandante. Está repleta de fábulas y mitos. Vean algunas opiniones, que de ser ciertas, colocarían al anciano guerrillero al nivel de un toro de monta.
Carlos, 35 años, desempleado: "Por amistades que han trabajado con Fidel, he escuchado decir que el tipo tiene más de 30 hijos, aunque sólo ha reconocido a 9 de ellos”. Silvia, 43 años, oficinista: “Una amiga que trabajó con 'el caballo' (apodo con el cual la gente identifica a Castro) popular de los apodos en su grupo de apoyo, me contó que el hombre tiene hijos en todas las provincias, incluso una niña de 9 años”. Y en un susurro agrega: “Dicen que todavía tiene erecciones… y sin tomar Viagra”.
Por el estilo son las opiniones de otras personas a quienes pregunté. Ellos están lejos de apreciar la forma de gobernar de Castro. Pero aseguran que su vida sexual y matrimonial daría para escribir un extenso culebrón.
A falta de información de los medios estatales sobre la vida particular del comandante único, los cubanos, muy aficionados a las leyendas y a la mitomanía, se inventan historias. La realidad es que lo poco que se sabe de sus interioridades hogareñas, ha sido por los datos aportados por desertores de su entorno familiar, como suegras, nueras o escoltas.
También gracias al libro Fidel y Raúl, mis hermanos. La historia secreta, de su hermana Juanita Castro. Es caro leerlo. Si quieres enterarte de los entresijos y cotilleos de la familia Castro Ruz, en algunos de los bancos clandestinos de alquiler de libros y revistas diseminados por la ciudad, tienes que pagar 5 pesos convertibles (6 dólares) por una semana de préstamo.
Pero cuando se desayuna café solo y un panecillo de 80 gramos sin mantequilla, la gente común pasa de leer las historias contadas por Juanita. Ya muchos conocen que Castro tiene casas, posesiones y fincas por todo el país. Que le gustaba comer como un sibarita; tomar buenos vinos y whiskys; cazar en cotos montañosos y practicar la pesca submarina.
El escritor colombiano Gabriel García Márquez, fue de los primeros que escribió de las comilonas increíbles del barbudo. Una vez, ha contado García Márquez, en una tarde apacible de pesquería, asombrado, vio al líder de la revolución engullir 18 bolas de helado de mantecado, una tras otra, sin tomar respiro.
El teólogo brasileño Frei Betto, ha dicho que además de platicar durante horas con Castro la forma de arreglar el mundo, le dio la receta de bobó de camarón -y de Brasil le enviaban el aceite de dendé que lleva en su preparación.
Mi madre, Tania Quintero, periodista ahora exiliada en Suiza, me contó que el día que estuvo en el despacho de Castro, en el Palacio de la Revolución, éste no la dejaba hablar -Castro tiene fama de no escuchar a sus interlocutores- hasta que ella le interrumpió y le dijo lo que le quería decir.
Precisamente en el primer capítulo de un libro que ella empezó a escribir en diciembre de 2002 y tuvo que interrumpir cuando la oleada represiva de marzo de 2003, narra ese encuentro con Fidel Castro, una tarde de mayo de 1986.
Quintero es de las pocas periodistas cubanas que pudo hablar con él en su oficina, en los años en que Castro sólo le dedicaba su tiempo a los grandes nombres del periodismo de Estados Unidos, como Barbara Walters. No era la primera vez que mi madre conversaba con él. Ya lo había hecho, brevemente, en la tribuna de un acto para recibir a los maestros voluntarios en Ciudad Libertad, en 1960. En otra ocasión, en la pausa de una reunión secreta con líderes del viejo partido comunista, celebrada en 1961 en la finca La Raquelita. Y antes del inicio de una recepción al Festival Internacional de Ballet, en el Palacio de la Revolución, en 1984.
A ella le impresionó que sus manos eran suaves, sus dedos finos y largos y la blandura con que daba la mano, que contrastaba con su fama de tipo duro.
Mi padre, Rafael García Himely, abogado ya fallecido, lo conoció cuando estudiaba Derecho en Universidad de La Habana, en los años 40, y contaba que al joven y corpulento oriental, le gustaba comer ostiones y tomar sopa de cabeza de cherna, por la fama de afrodisíacos que los pescados y mariscos tenían.
Anécdotas aparte, parece que la gula y el sexo, fueron aspectos sobresalientes en la vida de Castro. Tenía campos sembrados de frijoles y hortalizas, de variedades superiores y resistentes al clima local, donde solía realizar experimentos, como si fuese un agrónomo.
Es vox pópuli, que en su inmensa hacienda particular, de varios kilómetros a la redonda y medio centenar de mansiones, conocida como Zona 0, en el reparto Siboney, posee fábricas de quesos y helados. Según Juan Ramón Álvarez, el último de sus escoltas desertores, llegó a tener un establo con vacas en un edificio de la Calle 11, en el Vedado, su domicilio oficial.
De ser ciertas estas historias, Castro ha respetado poco sus matrimonios. Antes de 1959, cuando era un agitador político, casado con Mirta Diaz-Balart y padre de su primer hijo Fidelito, sentimentalmente se enroló con Naty Revuelta, la madre de su hija Alina, quien era una mujer casada.
No sé si por machismo tropical -entre tragos de ron bueno, a algunos funcionarios del partido les encanta hablar de las hazañas sexuales de su líder- o porque Castro es un paranoico de libro de texto y conspirador las 24 horas, la prensa oficial cubana, controlada por el gobierno, nunca habla de su familia.
Quizás es una combinación de ambas cosas. Para mantener la leyenda del 'Macho Castro', insensible ante el amor femenino y la del 'Guerrero' que sólo las utiliza para descargar su semen.
Algo de cierto hay. Su actual esposa, Delia Soto del Valle, es una perfecta desconocida para la población. De Miami es de donde llegan las noticias. Y así la gente ha podido ir armando el árbol familiar de Castro con Delia y los hijos en común.
A diferencia de su hermano Raúl, Fidel no le ha dado participación destacada dentro de las esferas de poder a ninguno de sus descendientes.
Solamente a su hijo Antonio 'Tony' Castro le ha permitido saciar su afición por la pelota, con un cargo de vicepresidente de la federación cubana de béisbol. Esto ha permitido a Tony viajar con la selección nacional sin gastar un dólar, y en primera fila ver a estrellas de las Grandes Ligas como David “Papi” Ortiz o Albert Pujol.
En la actualidad, Tony Castro ocupa un importante puesto en la federación internacional de béisbol. Además de Tony, el más conocido es Alex, que se dedica a la fotografía . Los otros se mantienen en la sombra. El primogénito, Fidel Castro Díaz-Balart, hace tiempo estuvo al frente de la energía nuclear en la isla, ahora se desconocen sus funciones públicas.
Cuando el zorro de Bill Clinton estuvo en la Casa Blanca, la prensa oficial cubana se regodeó con el affaire con Monica Lewinsky. Pero ningún periodista estatal ha escrito una línea para desmentir los rumores sobre Celia Sánchez, supuesta amante de Castro. O para hablar de su esposa. Lo que se sabe de ella viene del norte.
El mundo se entera enseguida de la última foto o del último detalle sobre la vida particular del comandante. En la isla somos los últimos en enterarnos. Por estos lares, el rumor que corre es que Fidel es un dios verde olivo, padre de la patria y campeón de sexo. Sabemos muy poco de él. Castro tiene color del silencio.
Iván García
Foto: Fidel y Raúl Castro en la boda de su hermana Emma, el 30 de abril de 1960.
Leer también: La mayor vocación de Fidel .
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