Ser un hijo de papá genera popularidad, engrasa ciertos mecanismos que para otros permanecen oxidados; pero esa casta, desenfadada y cristalina a la vista, comparte además intrigas y frustraciones.
Para hablar de hijos, nietos y familiares de los más altos dirigentes del Partido, el Estado, y el Gobierno revolucionarios; debemos tener cuidado. Con muchísima frecuencia tendemos a generalizar, e incluso a discriminar, repitiendo frases como “Los hijitos de papá son todos unos tarambanas”. Pero no siempre es real.
Es cierto, y hasta se ha convertido en cliché, que el poder envilece, y corrompe. Pero también es harto conocido que detentarlo hace de la vida un spa, concepto placentero y relajante.
Mariela y Alejandro Castro, por ejemplo, se sienten símbolos patrios. Llenaríamos páginas completas describiendo a estos hermanos. Ella catagelofóbica, él filocrático, ambos seres obsesivos que saben usar la modestia y la humildad como martillo y cincel para esculpir su monolítico pedestal. De ellos comentaremos; pero también de esos otros que por celos, traquimañas misteriosas o simpatía personal, han sido estigmatizados, como Ernesto Guevara March, quien merece mi afecto.
No se me hace interesante alimentar resentimientos o frustraciones, de eso tenemos bastante. Tampoco pretendo subirme al pulpito a pontificar, mi idea dista mucho de empuñar una oscura guadaña afilada y con ella decapitar a todo aquel que huela o hieda a Comité Central. Prefiero desmitificar y mostrar, a los más sombríos o fulgurantes miembros de una fauna nocturnal que algunos filósofos de pacotilla llaman “Semen de clase dominante” y no salen en revistas sociales porque en La Habana aún no existen.
Ser un hijo de papá genera popularidad, engrasa ciertos mecanismos que para otros permanecen oxidados; pero esa casta, desenfadada y cristalina a la vista, comparte además intrigas y frustraciones.
Conversemos de eso, y de todo. Le sugiero incluso interactuar para saciar sus interrogantes sobre un grupo descendiente de “impolutos’’ dirigentes en un país que desayuna consignas morales, merienda igualitarismos, y almuerza principios éticos. Usted, me envía su e-mail a juanjal@yahoo.com, pregunta lo que desee, de quien desee; y yo, haciendo mi mejor esfuerzo, disparo una parrafada. Pero recuerde, no es mi intención escupir falsedades gastadas, las teorías terminan cuando comienzan las pruebas.
Juan Juan Almeida
Martí Noticias, 17 de agosto de 2011
Foto: Reuters. Mariela Castro y su hermano Alejandro.
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